Capítulo 13. Salida
Paul
Después de la salida de la última vez, la castaña y yo no sabíamos cómo continuar, y es que, obviamente habían muchísimos lugares a los que podíamos llevarle para que recordara, pero no eran lo suficientemente especiales para que esto sucediera.
Habíamos agotado casi todas las opciones que se nos ocurrían: cafeterías, parques, y hasta supermercados. Cada uno de estos lugares tenía su parte "especial", esto debido a que los habíamos frecuenciado con anterioridad años atrás, pero ninguno parecía tener la chispa necesaria para desencadenar sus recuerdos.
A veces, paseábamos en silencio, esperando que algo, cualquier cosa, pudiera servir como detonante. Pero el recorrido acababa cuando Álvaro comenzaba a acribillarnos con preguntas que, por obvias razones, no podíamos contestar y simplemente inventábamos cualquier excusa para volver a casa.
La frustración se acumulaba, y aunque tratábamos de mantener la esperanza, los días pasaban y los recuerdos seguían sin regresar. No era solo un desafío para él, sino también para nosotros, que intentábamos apoyarlo de la mejor manera posible.
Era bastante tarde, y en estos momentos me encontraba en mi habitación esperando una llamada de Bea. Igual que en los días anteriores, la chica llamaba en las tardes para explicar cualquier novedad o para que yo le hablara de cualquier idea que me hubiera surgido.
Hoy en particular, la chica se estaba tardando más de lo habitual en llamar y eso lograba desesperarme. Intentaba hacerme a la idea de qué probablemente estaba haciendo algo más, y que por ello estaba tardando en hacer la llamada, pero de igual forma era bastante extraño.
El sonido del teléfono me devolvió a la realidad, por lo que me apresuré a agarrarlo antes de que la llamada finalizara.
-Bea. Menos mal que llamas, pensé que había pasado algo-dije una vez lo descolgué.
-No soy Bea-rió la persona que había detrás de teléfono-soy Álvaro.
Una risa avergonzada salió de mi boca cuando me di cuenta de que ni siquiera había leído el nombre al descolgar el teléfono.
-Oh, hola Álvaro, ¿qué pasa?-hablé con mi voz saliendo con un poco de nerviosismo, por el momento pasado con anterioridad.
-Nada en particular, solo me apetecía hacer algo y pensé en hablarte por si querías ir a algún lado-su propuesta me sorprendió, por lo que por un momento las palabras no salían de mi boca.
-Emm...bueno...Si claro-hablé finalmente-¿Qué tenías pensado?
-Pásame tu dirección, te lo explicaré por el camino-con esto último dicho, colgó el teléfono, dejándome con varias dudas y mi corazón acelerado.
(...)
-¿Me dirás a dónde me llevas?-pregunté subiendo a su coche.
-Mmm...ya verás cuando lleguemos-dijo sonriendo en mi dirección.
Asentí apartando la mirada hacia otro lado y pidiendo a Dios que no hubiera notado el color carmesí que se había extendido por mis mejillas.
El camino se hizo un poco largo, aunque bastante cómodo a mi parecer. No habíamos intercambiado muchas palabras, pero el ambiente no se hacía pesado ni incómodo.
De pronto, el coche se estacionó y mi mirada se fue de forma instintiva hacia el gran cartel que había ante mis ojos.
-¿Una pista de patinaje?-pregunté, sorprendido al ver el letrero iluminado con luces de neón.
-Sí, pensé que podría ser divertido-dijo Álvaro mientras salía del coche y daba la vuelta para abrirme la puerta-No hemos venido aquí antes, ¿verdad?
Negué con la cabeza, tratando de disimular mi emoción. Nunca había sido bueno patinando, pero la idea de probar algo nuevo con Álvaro parecía perfecta.
-Es una gran idea-le respondí, intentando sonar casual.
La pista de patinaje estaba bastante animada, con música alegre resonando en el aire y gente deslizándose con gracia. Entramos y Álvaro se encargó de alquilar los patines. Mientras nos los poníamos, no pude evitar sentirme un poco nervioso.
Sabía que le había dicho que nunca habíamos ido a aquel lugar, lo cual era real, lo único que no le había dicho era que teníamos planeado ir antes de lo sucedido.
Además de que el patinaje, como he mencionado antes, no era uno de mis puntos fuertes.
-¿Estás bien? Te ves un poco pálido-habló con un tono que pude distinguir como preocupación.
-¿Qué?-pregunté por inercia, aunque realmente lo había escuchado a la primera-Eh...Si, si, solo estoy un poco nervioso, digamos que no sé me da muy bien patinar-mencioné apenado.
-No te preocupes por eso, puedo enseñarte-propuso el chico.
Una cálida sensación de alivio me recorrió al escucharlo. Asentí y sonreí, sintiendo como si un millón de mariposas recorrieran mi estómago.
Nos deslizamos hacia la pista y Álvaro, con una paciencia infinita, comenzó a enseñarme lo básico. Al principio, mis movimientos eran torpes y descoordinados, lo que nos causó varias risas y algunos tropezones. Pero Álvaro nunca dejó de sostener mi mano o de guiarme, siempre con una sonrisa.
Con el tiempo, empecé a sentirme más seguro, y aunque mis movimientos aún eran lejos de ser elegantes, ya no sentía que iba a caer en cada segundo. Mientras patinábamos, noté que Álvaro se detenía de vez en cuando, mirando a su alrededor con una expresión pensativa. Era como si algo estuviera comenzando a resonar en su memoria, aunque no podía estar seguro.
Un pensamiento recorrió mi mente, aunque lo descarté casi de inmediato al darme cuenta de que era totalmente ridículo, ya que realmente nunca habíamos pisado aquel lugar, hasta este día.
-Álvaro, ¿estás bien?-pregunté en un momento en que nos detuvimos a un lado de la pista para descansar.
-Sí, solo... siento como si este lugar tuviera algo familiar, aunque no puedo precisar qué es-respondió, frunciendo el ceño levemente.
Mi corazón dio un vuelco. ¿Este podría ser el lugar que desencadenaría sus recuerdos? No quería hacerme ilusiones, pero no pude evitar sentir una chispa de esperanza.
-Quizás...-dije despacio-quizás estuvimos planeando venir aquí antes. Tal vez es por eso que te parece conocido-solté en un intento de ayudarlo con sus recuerdos.
Álvaro asintió lentamente, como si estuviera tratando de alcanzar ese recuerdo. Nos quedamos en silencio por un momento, cada uno inmerso en sus propios pensamientos.
-Vamos a intentarlo de nuevo-dijo finalmente, sonriendo-Quiero ver si puedo recordar algo más mientras patinamos.
Asentí, y volvimos a la pista. Esta vez, nuestras risas eran más frecuentes, y aunque mis habilidades seguían siendo básicas, disfruté cada momento.
Finalmente, cuando la pista de patinaje estaba apunto de cerrar, tuvimos que volver a casa y por desgracia, Alvaro acabó sin poder recordar aquello que había vivido con anterioridad.
O al menos eso era lo que pensaba Paul.
🍂🍂🍂
Holaass, como están?
Después de tanto tiempo, al fin pude traerles otro cap<3
Que les pareció??
Espero les haya gustado
Sin más que decir
Se despide Julia Black
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