Capítulo 16. Perdón

Taehyung sonrió y sus ojitos mieles se achicaron de lo feliz que se puso al recibir el hermoso regalo que su novio le preparó, por el mero hecho de existir.

Una preciosa cajita adornada para la ocasión y rellena de dulces había sido el detalle. A pesar de que cualquiera resaltaría lo simple que el obsequio resultaba ser, la diferencia entre el mundo y Taehyung era que el pequeño se sentía maravillado al respecto. Adoraba que Hoseok se tomara el tiempo de crear esas cositas para él y, además, dejara muy claro cuanta atención le ponía al convivir.

En seguida y por la felicidad, se colgó del cuello de su pelinegro, agradeciéndole, con cientos de besitos en las mejillas, por el fascinante acto, brindando una divina escena amorosa, digna de admirar.

Por otro lado, fuera de la burbuja de cariño, pero muy cerca de la misma, Jeon Jungkook tuvo que caminar, pues su única misión en ese momento era sacar un par de libros de su casillero que, consensuada y, ahora, desgraciadamente, se encontraba situado al costado del de Taehyung.

No obstante, se hizo el ciego una vez más... ya tenía tres semanas avanzando así por la vida: cerrando los ojos e imaginando que aquellas situaciones que veía no eran ciertas, porque solo lo destrozaban a cada paso, como en ese momento.

Y justo cuando pensó que había librado la batalla que inmiscuía a los ajenos, la voz de Taehyung se dirigió a él.

—¡Jungkook, mira esto! —soltó de lo emocionado, dejando de lado a Hoseok y mostrándole el regalo a su mejor amigo, quien no pudo voltear siquiera un poco hacia el pequeño—. ¿No es lo más bonito que has visto?, ¡Hoseok lo hizo para mí con sus propias manos!

—Ah, ¿Sí? —contestó Jungkook, más seco, incluso, que el desierto del Sáhara, siguiendo con lo suyo y actuando como un idiota, al menos para los ojos de Jung Hoseok—, que lindo.

—¿Verdad? —admitió, muy entusiasmado aún y pegando saltitos tiernos—, ¿No es Hobi el chico más detallista del mundo?, ¡Soy un suertudo!

—Ajá —obtuvo como respuesta y, por fin, se quedó un poco estático al recaer en la expresión dura que se extendía en el rostro firme del azabache: parecía enojado. Quizá, había sido un mal momento.

—¿Estás... Estás bien, Spidey? —se animó a preguntar y Jungkook inhaló como si aquella cuestión le hubiera echo explotar por dentro, más cansado que nada en el mundo.

Entonces, después de todo, su mirada fue a dar con los ojitos marrones a su costado, los cueles se ilusionaron un montón por haber recibido la atención que tanto había necesitado esos días.

Pero los ojos ajenos no brillaron igual y eso lo hizo temer.

—Lo estoy. Si me disculpas, tengo cosas que hacer.

—Claro —contestó Taehyung a la brevedad, dando un paso hacia atrás, sintiendo su corazón extrañado al ver a su alma gemela darle, fríamente, la espalda frente a sus ojos—. ¡Oh, Jungkook!, lo olvidaba, ¿Ya viste la noticia?, Taylor Swift dará un concierto aquí este fin de semana, ¡Alcancé a comprar entradas para los tres!, ¿No es genial?, ¡Por fin vamos a vivir la experiencia!

—¿Qué? —la voz de Jungkook salió más que áspera y, lentamente, se giró sobre sus talones, encontrando al niño que le sonrió como siempre... como si su mundo no fuera otro—, ¿Compraste entradas para los tres?... ¿Para nosotros tres?

—¡Sí, va a ser fantástico!

—¿Qué te hace pensar que así será? —soltó con rudeza y el chiquillo se tensó levemente.

—¿Mmh?... Es Taylor... amamos a Taylor, ¿No?

—Estoy ocupado, Taehyung... ¿Acaso no te ha quedado claro estos días?

—Sí, pero...

—¡Pero nada! —estableció, saliendo de sus casillas—, Deja de arrastrarme en tus planes, que yo no tengo tiempo para tonterías.

Y la manera brusca en qué azotó su casillero y comenzó a caminar por el pasillo solo hizo que los ojos del pequeño castaño se abarrotaran de lágrimas.

Aquello le había partido el corazón.

No, mucho más que eso.

Aquello había penetrado en su alma y le había hecho trizas las entrañas, remolineando en su interior sin intención de dejarlo ser.

¿Qué pasaba con su mejor amigo?

Si se encontraba bien, ¿Por qué acababa de hablarle como si no lo soportara más?, ¿Cómo si su sola presencia fuera una infección en el estómago?

¿No había sido eso demasiado cruel?

Y justo eso era lo que estaba pensando Jung Hoseok, chico que se encontraba a las espaldas del bonito muchacho que había comenzado a llorar en silencio.

Se sintió tan terrible por el castaño que hipó levemente, que ganas de partirle la cara a Jeon Jungkook no le faltaron, sin embargo, por el momento, su único deber era abrazar a Taehyung con todas sus fuerzas para poder consolarlo y sacar ese mal sentimiento de su corazón.

Eso fue lo que ocurrió, girando el cuerpo del chiquillo que se había cubierto los ojos con la manga de su uniforme, lo acercó y lo ayudó a acurrucarse en su pecho, yendo a acariciarle el cabello a la brevedad para tratar de calmarlo.

Lo único que le importaba era eso, la serenidad de Kim Taehyung; sin embargo, aunque pasaron muchas horas y la jornada escolar estaba a tan solo una sesión de culminar, le fue meramente imposible brindar la tranquilidad que el ajeno necesitaba.

Decir que experimentaba la angustia en su cuerpo hasta en el más mínimo instante era poco, sobre todo en ese momento que se encontraba en la papelería de la escuela, adquiriendo los materiales requeridos por la clase de arte, donde había dejado a Jimin cuidando de Taehyung.

No obstante, a sus oídos llegó el vibrato de una voz que conocía bien, carcajeándose desinhibidamente en los baños más cercanos.

La sangre le hirvió repentinamente y sus manos se empuñaron.

¿Qué jodidos le divertía tanto a ese chico?, ¿Qué cosa era tan graciosa?, ¿Cómo, siquiera, tenía el ánimo de reírse?

Así que, sin esperar a que el joven que atendía la papelería terminara de darle sus materiales, salió echo una furia por el pasillo, ingresando al baño de varones a la brevedad y bufando de la ira al encontrar a Jeon Jungkook muriendo de la risa por la mancha de crema que Namjoon intentaba sacarse de su suéter.

Y fue una llamarada de cólera la que lo hizo actuar desesperado y estampar la espalda del azabache contra los cubículos cerrados, haciendo puños el cuello de su camisa y mirándolo con una severidad que él mismo desconoció.

—¡Oye! —Jungkook soltó al quejarse del repentino dolor que inundó a su cuerpo y sus manos fueron a rodear la muñeca del chico que lo aprisionaba.

—¡¿Quién te crees que eres, idiota?! —recriminó, afianzando su agarre al tomar el valor sobre los ojos que ahora se habían enseriado y lo veían con furia también.

—Hoseok, ¿Qué sucede? —la pregunta de Namjoon llegó como un chispazo de electricidad para los sentidos del mencionado, sobre todo cuando intentó apartarlo de su amigo recién agredido; así que tuvo que ser más fuerte y terminó empujando un poco al entrometido.

—¡¿Qué pasa?!, ¡Eso es lo que me gustaría saber!, ¡¿Que jodidos pasa, Jeon Jungkook?!

—Hoseok, déjalo —pidió como segunda instancia, pero la mirada de Hobi lo hizo detenerse.

—¡No, Namjoon!... no lo voy a dejar, no cuando ha hecho llorar a mi Taehyung —soltó, ya suavizando su tono al pensar en que podían ser escuchados y sancionados, pero, aun así, su vista fue nuevamente al acusado—. Este imbécil no es más que basura, y como basura lo voy a tratar.

—¿Qué?... ¿De qué hablas? —inquirió, ya sin tratar de acercarse. La mirada que ambos se estaban dando era tan desafiante, que, incluso, él mismo temió: dos armas en potencia, dos bombas a punto de explotar—... Jungkook, ¿De que habla?

—¿Tae... Taehyung lloró? —sin embargo, esa fue la pregunta que expulsó el azabache, a quien los nervios se le achicaron por todo el cuerpo.

—¡Todo el día!, ¡No tienes idea del mal que le haces con tu estúpida crueldad!, ¿Qué jodidos te hizo para que lo trataras así?... Te invita a desayunar: te niegas, te comparte de su snack: lo tiras a la basura, te pide hacer equipo: te juntas con Yoongi, te envía mensajes: ni siquiera los ves, trata de ir a visitarte: ordenas que no pase... ¿Por qué actúas como la mierda?, ¡Eres lo que más quiere, idiota!

No obstante, aquella declaración solo hizo más estragos en el pecho del ojigris. Un fuerte dolor en su estómago apareció, demostrándole la gran confusión de sentimientos que tenía dentro, sin embargo, después de todo, solo llegaba a la misma conclusión: si él fuera lo que Taehyung más quería, ahora mismo él sería su pareja y no ese chico entrometido y molesto.

—Hoseok...

—No sé qué rayos esté pasando por tu cabeza y tampoco es que antes haya prestado mucha atención a lo que ustedes tienen, sin embargo, con tus desdenes, haces que Taehyung se deprima y lo pones mal —le explicó, tratando de hacerlo entender su desesperación. Para Taehyung, solo quería lo mejor—... no lo voy a soportar más. Deja de jugar con sus sentimientos. Taehyung no merece seguir creyendo que tú eres su mejor amigo cuando ni siquiera te preocupas por él y solo le haces daño. Dile que ya no te moleste o arregla las cosas, porque si sigue llorando por tu causa, te voy a cortar las bolas, te lo advierto, imbécil —otro azote contra el cubículo llegó para la espalda de Jeon, pero así como el golpe lo distrajo, Hoseok lo soltó y se fue, echando humo por las orejas y murmurando centenares de cosas que no alcanzó a entender.

—Jeon Jungkook, ¿Qué hiciste está vez?

Era momento de que su Namjoon hyung, la voz de su razón y su única conciencia, lo reprendiera tan fuerte que olvidara, incluso, la raíz cuadrada del número veinticinco.

Todo con tal de encontrar una solución al gran error que había cometido ya.

—🦋—

Los dedos de Taehyung acariciaron con sutileza uno de los suaves pétalos de aquella flor rosada que llevaba tiempo mimando.

Sus piernas temblaban un poco, pero no le interesaba ceder, él solo quería seguir estando en cuclillas frente a las plantas de su madre, tratando de serenar su cerebro bajo aquella noche estrellada.

¿Por qué las relaciones humanas eran tan complicadas?, no dejaba de preguntarse.

Es decir, si la naturaleza del hombre es formar vínculos con otros hombres, ¿Porque deben existir conflictos a la par?... Y fuera de eso, ¿Comprar entradas para el concierto de Taylor Swift era suficiente motivo para que Jeon Jungkook se molestara?

¿No era esa una tontería?

Ambos en serio amaban a Taylor y uno de sus sueños colectivos y más grandes era asistir a uno de sus conciertos. ¿Por qué ahora que tenían la oportunidad y que Taehyung había alcanzado boletos, Jungkook decía cosas sin sentido?

¿Cómo es que las personas pueden cambiar de personalidad de la noche a la mañana?

¿Dónde estaba su Jungkookie y quién era esa persona enojona y explosiva?

Entretanto analizaba, las lágrimas habían comenzado a correr desde sus ojos, provocando que dejara las flores de lado y hundiera su rostro entre sus brazos, experimentando un dolor abrazador quemarle el pecho.

Se sentía herido, deshecho... ¿Y cómo no estarlo?, Si su persona favorita en el mundo le había hablado de una forma que le arrancó el corazón.

¿Qué estaba pasando?, ¿Por qué Jungkook se había comportado así?

¿Realmente su falta había sido tan grave?

Y luego sus sollozos fueron más fuertes, haciendo entristecer hasta las flores que tenía de frente.

Sin embargo, unos brazos se adhirieron a su cuerpo desde atrás y, de inmediato, detuvo su llanto, limpiándose las lágrimas con las mangas de su suéter.

—No es lo que crees —avisó, hipando, mientras trataba de controlarse, sintiendo una mejilla calientita descansar en su omóplato—, te juro que estoy bien.

—No es verdad —pero esa voz no fue la de Jung Hoseok.

Así que, casi sin quererlo, giró levemente hasta encontrar a la persona que menos esperaba ver en un momento como ese.

La impresión fue grande y, repentinamente, cayó sobre las piernas ajenas, logrando ver el rostro perfecto de su mejor amigo, perdiéndose unos segundos en él, pero levantándose a la brevedad para alejarse al menos tres metros y medio del chico que se quedó sobre el césped.

En seguida, Taehyung recordó el gran mar que resbalaba por sus orbes cual tormenta y su pecho se contrajo, incitándolo a tratar de esconder su fino rostro hinchado y rojizo de los ojos grisáceos que Jungkook tenía como perlas.

Estaba avergonzado, debía admitir, sin embargo, no entendía por qué: el azabache lo había visto llorar toda la vida, era como su pañuelo de lágrimas y su cajita feliz que luego le apapachaba... No obstante, que lo encontrara llorando por él, ya era otra cosa.

Jeon, por su parte, estaba experimentando algo parecido a la pena, pero en una mezcla de arrepentimiento y dolor. Odiaba ver a Taehyung llorar... y más aún, se retorcía sobre sus pensamientos al mirarlo tan mal por su causa.

Era un imbécil, un completo estúpido, un pobre diablo mal nacido, el más cruel de los seres humanos.

Y fue por ello que se arrodilló sobre su sitio y comenzó a arrastrarse hasta el chiquillo que tenía la mirada gacha. Hizo un puchero, pero Taehyung no lo vio, sino hasta que los brazos ajenos lo sorprendieron al rodear sus piernas y aferrarse a ellas como si de ello dependiera su vida.

—Lo siento —un murmuro atravesó la barrera y Taehyung, prontamente, sintió su alma flaquear.

—Jungkook, ¿Qué haces?, levántate.

—Lo siento, Tete —repitió, pero el tono de su voz se elevó tanto, que el corazón del castaño se angustió severamente.

—Jungkook...

—Perdón —y dicho eso, soltó las piernas bonitas del joven asustadizo para, simplemente, inclinarse sobre el piso, haciendo reverencia hacia el niño que no supo que hacer, sobre todo cuando vio como el cuerpo fornido del otro comenzaba a sobresaltarse, como si estuviera sollozando.

—Jungkook... Spidey, no —pidió y, sin detenerse a pensar, se dejó caer sobre sus rodillas para tomar los hombros de Jungkook y hacerlo erguirse.

¿Qué rayos estaba sucediendo con su mejor amigo?

Sin embargo, en cuanto lo logró, los brazos de Jungkook volvieron a enredarse en su cuerpo, esta vez en la zona del tórax, donde pudo esconder su rostro en la curva del cuello con delicioso olor a lavanda.

Taehyung se mantuvo estático, en serio estaba aterrado, nunca había visto al azabache llorar así en su vida, ni siquiera cuando le creció su primera muela del juicio, pero, después de unos segundos, sus manos ya envolvían también la otra espalda y se perdían suavemente en la nuca de cabellos negros.

—Perdóname, osito —balbuceó y Taehyung solo se aferró más a su cuerpo, brindando la protección que él, toda su vida, había recibido.

—No hay problema.

—¿Cómo qué no?... He sido un idiota... En este momento, en vez de abrazarme... deberías golpearme hasta dejarme inconsciente.

—Te quiero, Jungkookie... y te extraño mucho —solo pudo confesar y sintió las manos de Jungkook apretarse más en su cintura, ya habiendo empapado su hombro.

—Te quiero y te extraño mucho más, Tete —pudo contestar el azabache y Taehyung sonrió en pequeñito: era bueno saberlo—. Estoy muy arrepentido, osito, no sabes cuanto, jamás debí haberte hablado de esa manera. Hay mucha presión sobre mis hombros y solo exploté, pero tú no tienes la culpa de nada, eso te lo aseguro. Lo lamento, te juro que jamás volverá a suceder.

—Está bien, Spidey, no importa.

—Tae, no pongas tu posición bajo la mía: Claro que importa.

—No importa más. Ya me has dicho lo que quería escuchar, ahora solo mantente a mi lado, ¿Quieres? —el pequeño asentimiento que dio Jungkook hizo a Taehyung sonreír: amaba al azabache con todo su corazón, lo que más deseaba en el mundo era estar con él y esperaba, desde lo más profundo de su ser, que las cosas siempre fueran así—. Estamos bien, Spidey, estamos bien.

—Estamos bien.

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