Chapter 14: Solo para ti
El viaje fue tranquilo y sin contratiempos. Londres fue su primera parada. No era una ciudad que le gustara mucho por los malos recuerdos que le traía, sus días de internado, en donde fue obligado a permanecer tras descubrirse que era hijo del reconocido empresario Kuchiki Soujun. Tuvo que soportar a los otros Kuchiki, cada uno de sus desplantes, sus comentarios ácidos y ofensivos no sólo hacia él, también hacia su madre… Una media sonrisa se dibujó en su rostro, su madre no solo era una digna representante de la belleza femenina, era sensible y creativa, tenía una voz muy dulce y melodiosa, era muy responsable, obstinada cuando se le metía algo en la cabeza, pero trataba de ser justa y a veces era demasiado directa para decir las cosas… ahora que lo pensaba, tenía varias cosas en común con Sui, excepto su profundo y a veces enfermizo amor por Soujun, en cierto modo le alegraba que Sui no se llevara bien con su padre, jamás comprendió del todo la forma a veces obsesiva en que su madre se portaba cuando se trataba de Soujun.
– Hemos llegado, Kuchiki–sama – Abarai lo sacó de sus cavilaciones. Estaban en pleno centro de Londres, con un clima terrible – Nos esperan en la sala de juntas número ocho, del doceavo piso.
– Vamos – Ambos descendieron del coche, a Byakuya le disgustaba un poco que los recibieran en una sala de juntas pequeña, casi clandestina, se notaba que desconocían que estaban lidiando con el futuro líder de los Kuchiki, pero bueno, no era la primera vez que alguien menospreciaba su trabajo, vaya sorpresa que se llevarían cuando fuera anunciado formalmente. Su móvil timbró. Hizo una mueca en cuánto vio quien llamaba, pero contestó –Te escucho, padre.
– Byakuya – la voz se Soujun se oyó tranquila, con cierto tono conciliador – Te sugiero que tengas cuidado con los ingleses, siempre están abiertos a las ofertas, pero son bastante duros cuando se trata de impuestos.
– Ya lo sé – Byakuya no estaba de humor para hablar con su padre, no cuando acababa de recordar a su madre – Si me disculpas, estoy por entrar en el elevador.
– Tsukishima está en Japón, fue extraño verlo después de casi tres años – Soujun sintió que debía decírselo, al menos antes que le cortara la llamada.
– ¿Tsukishima? – La repentina mirada de desconcierto de Byakuya cambió a los segundos por otra de asombro, con todo lo sucedido en los últimos meses se le había olvidado que se acercaba el aniversario de la muerte de Hisana – Supongo que querrá visitar la tumba de su difunta esposa –Finalmente respondió.
– Lo lamento – Soujun intentaba disculparse por enviarlo tan lejos en una fecha tan importante, o al menos eso creía, pues en los años anteriores Byakuya solía visitar la tumba de Hisana con frecuencia.
– ¿Por qué? – Byakuya entró en la cuenta que la última vez que visitó la tumba de Hisana fue un día antes de su falso matrimonio, varios meses atrás. Había estado tan ocupado con las labores en la compañía familiar, el nacimiento de la hija de Rukia y Sui… un repentino malestar lo invadió, llevaba casi una semana fuera de Japón y Sui no le había hablado ni escrito ni una sola vez.
– Supuse que por eso querías quedarte en Japón –las puertas del elevador se abrieron y Renji esperó a que él subiera primero.
– Ya estoy en el elevador, mi asistente se encargará de informar sobre los resultados de las actividades, hasta luego – Dijo antes de colgar. "No era por eso", pensó, "Ni siquiera yo estoy seguro pero sentí que debía quedarme en Japón y me obligaste a venir, padre".
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El primer fin de semana tras recuperar su tan ansiada libertad y estaba sentada en uno de los lugares que menos le gustaba, un lujoso restaurante en las afueras de la ciudad, en la zona donde la alta sociedad acudía a pasar sus fines de semana, es decir, en un club muy selecto. ¿Cómo había terminado allí? Simple, cierto hombre alto de ojos marrones se apareció en su trabajo con unas flores y una sonrisa y tras aliarse con su jefa consiguió que la obligara a estar allí.
– Sui, ya quita esa cara, parece que estuvieras a punto de asesinar a alguien – Yoruichi aprovechó que Tsukishima tuvo que salir un momento a responder una llamada – Y yo que me esmeré tanto en ayudarte – Yoruichi hizo un mohín y giró su tenedor, Sui notó que su jefa apenas y había probado la comida.
– Tenemos varios pendientes en la oficina, Yoruichi–sama – Sui dijo lo primero que se le vino a la mente, pero no era del todo falso.
– Trabajo, trabajo, trabajo… Sui, ¿No te dije que debes darte tiempo para divertirte y hacer otras cosas? –Yoruichi dejó el tenedor y tomo algo de agua –Conocer personas, salir con amistades, conseguir un novio.
– ¡Yoruichi–sama! – Sui se escandalizó. Su tiempo libre lo utilizaba en hacer ejercicio, comunicarse con contactos de otras regiones para estar al día en su trabajo y estudiar para no quedarse atrás en lo referente a lo laboral… ahora que lo pensaba tal vez su jefa tenía algo de razón.
– Sui, no creo que estés pensando en trabajar conmigo toda tu vida, ¿Verdad? – Yoruichi notó lo pensativa que se había quedado su asistente y amiga.
– ¿Acaso estoy haciendo algo mal en el trabajo? – A Sui le preocupó el comentario.
– ¿Lo ves? No me refiero a que hagas mal tu trabajo, al contrario, eres tan eficiente que hasta Senjumaru y el odioso de mi tío te han puesto el ojo encima –Yoruichi no pudo ocultar el sentimiento de orgullo que la invadió, tenía una excelente asistente – Me refiero a que en algún momento tienes que pensar en ti, ¿No has pensado alguna en casarte o tener hijos? Hasta donde sé los Feng se caracterizan por tener familias extensas.
– Pero la mayoría de mis parientes han fallecido ya – "cumpliendo su labor" completó mentalmente, su querido hermano mayor falleció unos años atrás, protegiendo a Yoruichi de un atentado similar al que ocurrió hace algunas semanas – Y no, la idea de casarme o tener hijos nunca ha estado en mis planes, Yoruichi–sama.
– ¿Por qué? – La pregunta de Yoruichi se quedó en el aire, Tsukishima acababa de volver.
– Disculpen por la demora, hubo algunos inconvenientes con un trabajo que dejé encargado en Estados Unidos – Se disculpó antes de volver a sentarse.
– ¿Alguna transacción financiera importante? –Yoruichi tomó nuevamente el tenedor y empezó a comer animadamente – Sui es muy hábil con los negocios, me ha asesorado muchas veces, la recomiendo.
– Me temo que no se trata de negocios ni cosas por el estilo – Tsukishima contempló un rato a Sui –Estoy remodelando mi casa, ya se imaginarán, ampliar la sala, un carpor en el jardín, ese tipo de cosas.
– Los temas hogareños no son lo mío, lo lamento, Tsukishima–san – Sui decidió seguir los pasos de sus acompañantes y degustar los platos.
– A mí los temas financieros me aburren mucho –Tsukishima levantó la mano para llamar al mozo –Señoritas ¿Se animan a ir ordenando algún postre?
– Tsukishima, me ha leído la mente – Yoruichi sonrió. Sui no pudo evitar sentirse secretamente agradecida con Tsukishima, había logrado que Yoruichi se animara y hasta comiera más de lo que comía últimamente. Continuaron hablando de los arreglos de la casa de Tsukishima hasta terminada la cena. Yoruichi se disculpó pues "recordó que había olvidado algo en la oficina" y aunque Sui intentó acompañarle de mil maneras, Yoruichi la dejó allí, con Tsukishima, y se llevó el coche, por lo que tendría que tomar un taxi o dejar que él la llevara hasta su departamento.
– ¿Nos vamos? – Preguntó Tsukishima, al poco rato que Yoruichi se marchara.
– Estaba pensando en pedir un taxi – Sui decidió ser franca, lo conocía hace poco y aunque parecía inofensivo, prefería no confiarse.
– Soy bueno conduciendo, aunque si deseas puedo dejarte conducir a ti, ¿Qué dices? – Tsukishima sonrió y la miró fijamente – Tengo un Chevrolet –Sacando las llaves de su bolsillo y dejándolas sobre la mesa. Minutos después estaban tomando la vía rápida.
– Vaya que eres buena conduciendo – Tsukishima la alentó. Su mirada lucía tranquila, ya no era la mirada vacía del día en que Sui lo conoció.
– Si tenía un coche, ¿Por qué estaba esperando el metro ese día, Tsukishima–san? – Sui decidió averiguar si su presentimiento aquel día era cierto o no.
– Tenía horas de llegar a Japón y no estaba con ánimos de conducir – Se limitó a responder mientras observaba como Sui adelantaba varios coches con facilidad – ¿Podrías llamarme por mi nombre o al menos sin poner el "san", por favor?
– No se me da tener tanto confianza con gente que no conozco – Sui fue directa, como siempre –Incluso teniendo tanta cercanía con Yoruichi–sama me es imposible llamarla sin un sufijo de respeto.
– Ella es tu jefa, supongo que no se puede evitar, pero… aquel día en la estación me hablaste a pesar de que era un extraño ¿Verdad? – Sui tuvo que admitir que Tsukishima era bastante hábil para las palabras.
– Esa fue una excepción – Sui disminuyó la velocidad, estaba por salir de la vía rápida para tomar la entrada que la llevaría hacia la zona donde se encontraba su departamento.
– Te preocupé, ¿No es así? – Tsukishima desvió la mirada hacia las casas que empezaron a aparecer. Estaban entrando a una zona residencial de clase media.
– Parecía perdido – Sui dobló por calle, acababan de pasar el parque al que acostumbraba ir a correr.
– Entonces te diste cuenta –Tsukishima volvió a mirarla, pero ella parecía concentrada en el camino –Estaba perdido, y me salvaste – Sui no supo cómo tomarse esto último. Estacionó el coche en la entrada al edificio en donde se encontraba su departamento – Es una bonita zona, vi un parque cerca, seguro hay familias y niños por aquí.
– Si, hay muchas familias cerca – Sui se quitó el cinturón de seguridad, de inmediato Tsukishima se bajó y se apresuró en rodear el coche para abrirle la puerta. A Sui le hizo algo de gracia.
– Gracias por traerme a un lugar tan interesante, es bueno saber que existen conductores tan confiables – Dijo Tsukishima mientras la ayudaba a bajar.
– No sé si tomarme eso en serio o como una broma – Sui notó que Tsukishima era bastante alto, incluso más alto que Byakuya.
– No es una broma – Tsukishima extendió una mano, esperando que Sui le entregara las llaves de su coche, Sui titubeó un poco.
– ¿Puedo confiar en que no volverá a perderse? –Sui dudó antes de devolvérselas.
– Si me pierdo utilizaré el waze – Dijo con exagerada solemnidad. Sui le entregó las llaves.
– Gracias, Tsukishima–san – Sui hizo una venia antes de girarse para entrar en el edificio.
– Chica del metro, tienes unos ojos bellísimos, ¿Te lo había dicho ya? – Tsukishima sorprendió a Sui con esas palabras – Descansa, nos vemos otro día –Dijo antes de subir al coche, no lo encendió hasta que Sui estuvo dentro del edificio, solo entonces puso el coche en marcha, "No volveré a perderme, excepto en tus ojos" pensó mientras se alejaba.
Sui tuvo que despertar más temprano la mañana siguiente, salió a correr como siempre, tomó un taxi para ir al trabajo, y al llegar fue prácticamente interrogada por Yoruichi.
– ¿En serio no pasó nada? – Yoruichi parecía algo decepcionada.
– Tsukishima–san me dejó conducir su coche, conversamos un poco, ¿Qué más podría pasar? –Sui parecía no entender a qué se refería su jefa porque si pasaron varias cosas, no es usual que alguien te deje conducir su coche, por ejemplo.
– Sui… ¿Te he dicho que eres algo torpe cuando se trata de sentimientos amorosos? – Yoruichi dio un par de giros en su silla – Tsukishima estuvo coqueteando contigo toda la velada.
– Se está confundiendo, Yoruichi–sama – Sui empezó a imprimir algunos informes, deseaba centrarse en su trabajo lo más pronto posible. Yoruichi estaba a punto de decir algo, cuando el móvil de Sui timbró – Disculpe Yoruichi–sama – Sui hizo un reverencia y salió para contestar – ¿Aló?
– Buen día, chica del metro – Tsukishima estaba en un café, desayunando.
– Buenos días, Tsukishima–san – Sui enarcó una ceja, le parecía raro que le siguiera diciendo "chica del metro".
– ¿Tienes planes para mañana?
– ¿Mañana? Es domingo, pensaba descansar – Sui en realidad no había planeado nada pues en unos días viajarían a Taiwán y quería descansar un poco.
– Los domingos se hicieron para distraerse, noté que te gusta conducir así que quería invitarte al autódromo, podríamos hacer un par de carreras, ¿Qué dices? – Tsukishima acababa de pagar la cuenta y salió de aquél café.
– Tendremos un importante viaje en unos días, creo que sería mejor preparar el material para eso…
– ¿Con quién hablas, Sui? – Yoruichi le rodeó los hombros con un brazo para aprovechar el desconcierto de su asistente y arrebatarle el móvil –Buen día, ¿Con quién hablo?
– Yoruichi, buenos días – Saludó Tsukishima –Estaba pensando en invitarlas a ir al autódromo mañana, Sui quiere relajarse antes del viaje que van a hacer.
– Nos encantaría, Sui es muy hábil conduciendo, estoy segura que te llevarás una sorpresa – Yoruichi sonrió – ¿Está bien mañana a las 10?... Bien, allí estaremos, hasta mañana, Tsukishima – Yoruichi colgó y le devolvió el móvil a Sui – Estabas pensando en rechazarlo, ¿Verdad?
– El viaje a Taiwán es en tres días – Sui recibió el móvil y lo guardó en un bolsillo – Pensaba sugerirle cambiar la fecha para después.
– No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy –Yoruichi le dio un par de fuertes palmadas en un hombro – Revisemos los pendientes del día, te contaré los detalles de nuestra salida de mañana durante el almuerzo.
Sui estuvo a la defensiva el resto del día. Le pareció increíble como una simple salida al autódromo terminó con un extenso programa de actividades que no acabarían hasta entrada la noche, lo que no parecía gustarle para nada, pues no tendría tiempo de descansar ni de preparar los pendientes para el dichoso viaje a Taiwán… pero Yoruichi ponía tanto empeño en ello que le costaba decirle que no, así que la mañana del domingo, a las diez en punto, estaban llegando al autódromo.
– Llegaron justo a tiempo – Tsukishima se acercó a ellas tan pronto las vio cruzar la puerta de la recepción del autódromo – Hay más personas de lo que pensaba pero logré separa la pista para dentro de 30 minutos, si me siguen les indicaré donde están los camerinos para que se cambien.
– Tsukihima, yo pienso alentarlos desde las gradas, conducir no es lo mío – Se excusó rápidamente Yoruichi.
– Entonces, ven conmigo, chica del metro –Tsukishima le guiñó un ojo a Yoruichi y caminó al lado de Sui, mostrándole el lugar.
– Conoces bastante bien el autódromo – Sui salió con un traje deportivo de aramid, como era algo bajita le quedó un poco grande.
– Solía venir aquí cuando era más joven –Tsukishima le hizo una señal para que lo siguiera, ahora irían a ver los coches – No es por presumir pero solía ser un gran corredor, por cierto, creí que Yoruichi también se animaría a conducir.
– Mi jefa tuvo un accidente hace unas semanas –Sui prefirió aprovechar el momento para contarle aquello – El chofer falleció así que supongo que no está lista para conducir a excesiva velocidad.
– Pero si mal no recuerdo el día de la cena se fue sola, manejando – Tsukishima se detuvo frente a un Renault azul, y le señaló a Sui un Maserati negro –Supuse que éste te gustaría.
– ¿Es tuyo? – Preguntó incrédula, era un modelo de carreras, bastante bonito.
– Me los prestó un amigo, como dije, solía correr cuando era más joven – Tsukishima le entregó las llaves a Sui – Hay que darnos prisa, creo que una carrera de 10 vueltas no estaría nada mal.
– Vamos – Sui se apresuró a tomar las llaves y poner el motor en marcha. Aquel coche era una maravilla, estaba listo para correr excediendo los límites de velocidad permitidos. Sintió como una descarga de adrenalina le recorría el cuerpo. Tsukishima le sugirió dar unas cuantas vueltas para que se familiarice con la pista, y pronto estaban en el punto de partida, Yoruichi los veía atentamente desde el estrado. La carrera fue bastante emocionante, Tsukishima era más hábil de lo que Sui había imaginado, incluso llevaba la delantera pero sufrió un despiste que Sui aprovechó para remontar y ganar la carrera. Tras estacionar el coche fue hacia donde estaba Yoruichi y no la encontró, preocupada empezó a buscarla por los alrededores y la encontró conversando con Tsukishima, tras el despiste el coche quedó atascado y estaban esperando una grúa para sacarlo antes de que otros corredores invadan la pista – ¿Está todo bien? –Preguntó a notar que su jefa estaba algo pálida.
– Yoruichi me regañó, pero estoy bien, estos accidentes ocurren – Tsukishima levantó los hombros – Ya que ganaste yo pago el almuerzo, chica del metro – Sui estaba a punto de protestar pero fueron interrumpidos por la llegada de la grúa, una hora después estaban en otro restaurante de un costoso club, almorzando. Yoruichi no habló mucho, y eso preocupó a Sui.
– ¿Cómo van los arreglos de su casa, Tsukishima–san? – Sui decidió romper el extraño y repentino silencio.
– Sorprendentemente apareció alguien y ofreció comprarla – la mirada de Tsukishima cambió, al parecer la noticia no le agradaba – Les pedí a los encargados que rechazaran cualquier oferta pero los compradores siguen interesados, son obstinados y algo molestos.
– Pero si la oferta es buena, ¿No debería vender? Digo, puede comprarse otra casa y arreglarla a su gusto, Tsukishima–san – Sui no pasó por alto la mueca de disgusto que intentó disimular Tsukishima.
– ¿Nunca ha habido algo que quisieras tener, solo para ti? – Tsukishima la miró fijamente a los ojos, como esperando que ella le diera la razón.
– No – Sui no tardó ni una milésima de segundo en responder, con tanta seguridad que tanto Yoruichi como Tsukishima se quedaron perplejos.
– Es una broma ¿Verdad? – A Tsukishima le pareció inaudito – Siempre hay algo que queremos solo para nosotros, es parte de la naturaleza humana.
– Pero esa casa le perteneció a otras personas, antes que a Ud, ¿O me equivoco? – Sui seguía sin comprender la extraña "obsesión" de Tsukishima por el tema – Y antes de eso seguramente alguien pasó horas diseñándola, pero nunca vivió en ella, entonces ¿Qué le hace pensar que esa casa sólo debería pertenecerle a Ud.? En estos momentos está aquí, y obviamente no puede traer la casa, es imposible – Tsukishima parecía dispuesto a replicar cuando Yoruichi lanzó una fuerte carcajada.
– Que ocurrente eres, Sui – Yoruichi le dio unas palmadas en el hombro – Siempre me sorprendes, les parece si ordenamos algo de vino, para celebrar el triunfo de Sui.
– Claro – Tsukishima llamó a un mozo y hacer el pedido, pero las palabras de Sui seguían dando vueltas en su mente. Después del almuerzo salieron a dar una vuelta por el club, como era de esperarse estaba lleno de conocidos de Yoruichi y al parecer Tsukishima también tenía algunas amistades en el círculo social. Fueron a visitar una exhibición de arte contemporáneo y habían pensado terminar la tarde de compras por un centro comercial pero desistieron ante el anuncio de caída de nieve. Era invierno después de todo. Sui llevó a Yoruichi a la mansión Shihôn pero todo el camino fueron escoltadas por Tsukishima. Yoruichi insistió en que Sui dejara el coche y se fuera con Tsukishima, Sui intentó resistirse pero fue el vano, otra vez estaba camino a su departamento en el coche de Tsukishima, solo que esta vez el conducía – Pareces molesta – dijo él, con naturalidad.
– Solo estoy cansada – Sui decidió llevar las cosas por la paz, Tsukishima era otro aristócrata, después de todo.
– ¿Tanto te disgustó que mencionara lo de tener algo solo para uno mismo? – Disminuyendo la velocidad a propósito, pequeños copos de nieve empezaron a caer.
– Creo que esa forma de pensar es propia de la gente que cree que el dinero lo compra todo – Sui quería llevar las cosas con calma pero como que Tsukishima no la dejaba.
– Entonces, ¿Si tuvieras un esposo no te importaría compartirlo con alguien más? – Las palabras de Tsukishima sonaron como dolidas, solo que Sui no lo notó, pues de inmediato la imagen de cierta mujer coreana sentada en el regazo de un apuesto pero arrogante Kuchiki asaltó su mente, no supo explicar el repentino malestar que la invadió pero sacudió la cabeza para ordenar sus ideas, "matrimonio arreglado, farsa, mentira" fueron las palabras que la hicieron recobrar la compostura – Te has puesto pálida.
– Debe ser el frío – Sui decidió cerrar el tema – No puedo responder su pregunta, Tsukishima–san porque no está en mis planes casarme, lo siento.
– Ahora que lo mencionas, creo que te oí decírselo a Yoruichi el otro día, en el restaurante – Tsukishima volvió a centrarse en el camino – Chica del metro, ¿Cuántos años tienes?
– Veintitrés… por cierto, ¿Podría dejar de llamarme "chica del metro"? Ya sabe mi nombre, después de todo, Tsukishima–san.
– Y tú conoces el mío, pero insistes en llamarme por mi apellido, así que seguiré llamándote chica del metro hasta que te decidas a llamarme por mi nombre – Tsukishima sonrió con cierta malicia – Te expresas bastante bien para ser tan joven, pero tal vez no has pensado en el matrimonio porque estas más centrada en el trabajo, deberías seguir los consejos de Yoruichi y conocer más personas, podrías terminar enamorándote y seguro hasta te casarías.
– Eso no va a suceder – "Por qué ya me casé" pensó mientras desviaba su mirada hacia el camino, solo unas cuantas personas caminaban, la caída de la nieve seguramente había espantado a la mayoría y los habría obligado a buscar refugio en sus casas. ¿Cómo estará el clima en Londres? Se preguntó.
– Creo que serías una gran esposa y madre –Tsukishima bajó aún más la velocidad, faltaba poco para llegar al edificio donde vivía Sui – Aún eres joven, eso es todo.
– Habla como si fuera un "anciano" – Sui sonrió con ironía, Tsukishima no era tan mayor.
– Cumplí treinta hace poco, pero debo comentarte que estuve casado una vez – Estacionando el coche frente al edificio donde quedaba el departamento de Sui, ella se le quedó viendo desconcertada –¿Sorprendida? Yo también puedo decir cosas que impresionan, ¿Eh? – La mirada de Tsukihima cambió un poco, asemejándose al día en que lo conoció en la estación del metro – Soy viudo, el día en que te conocí dejé caer mi anillo de casado en las vías del metro, y créeme, no era lo único que hubiera dejar caer ese día, si no hubieras estado allí – A Sui le dio un escalofrío. Su presentimiento fue acertado después de todo – Disculpa, creo que te asusté.
– No, no es eso – Por primera vez en mucho tiempo Sui no estaba segura de que decir – Lamento mucho lo de su esposa – Tratando de acomodar las ideas, había recibido demasiada información en poco tiempo.
– Gracias, eres muy amable – Tsukishima le tomó de la mano y depositó un elegante beso en ella –Creo que debes entrar, el frío está aumentando – Sui se quitó el cinturón de seguridad, una vez más, Tsukishima bajó y se apresuró a rodear el coche para abrirle la puerta.
– ¿Me prometería algo, Tsukishima–san? – A Sui no le gustaba aquella mirada vacía.
– Está bien, dime – Tsukishima la contempló con curiosidad, su mirada cambió un poco.
– Maneje con cuidado y cuando llegue a casa escríbame un mensaje, ¿Está bien? – Apenas Sui lanzó la pregunta Tsukishima sonrió.
– Como ordene, my lady del metro – Haciendo una reverencia – Que descanses.
Sui entró en el edificio y Tsukishima se marchó. Mientras subía a su departamento pensó "Frías" las manos de Tsukishima se sentían frías, todo lo opuesto a las cálidas manos de cierto Kuchiki que ahora estaba a miles de kilómetros de distancia.
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El lugar estaba bastante desordenado, tanto que costaba creer que fuera una oficina. Con el ceño más fruncido de lo habitual cruzó la recepción donde la estirada de la recepcionista se miraba en un espejo. Si bien las cosas no iban muy bien últimamente eso no significaba que tenían que bajar la guardia, la regañaría después, incluso podría meterle un buen susto. Continuó su camino y abrió la puerta de la oficina principal de una patada. Si afuera todo lucía desordenado, allí adentro era un chiquero.
- ¡Kisuke, qué rayos es todo esto! – Gritó tras cerrar la puerta con otra patada y caminar hasta el escritorio donde se encontraba el despojo humano de lo que alguna vez fue su jefe, Urahara Kisuke.
- Hiyori-chan – Dijo con voz apenas audible, levantando la mirada para mostrar sus rubios cabellos desliñados y su rostro demacrado y marcado de ojeras - ¿Cómo estás?
- ¡Cómo crees, idiota! – Hiyori apoyó las palmas de sus manos en el escritorio haciendo que el rubio se sobresaltara – Casi no veo a mi esposo porque se la pasa tratando de arreglar tus asuntos, y encima estás hecho un desastre, ¡Apestas!
- Lo lamento – Kisuke se hundió en su silla –Cuando vuelva Shinji le pediré que me lleve a casa y le daré la tarde libre.
- ¡Eso no soluciona las cosas! ¡Mírate! ¡Ya deja de actuar como un bebé! – Hiyori había perdido la paciencia hace días pero verlo en un estado tan lamentable le hacía contenerse un poco. Apenas escuchó las palabras de Hiyori la mirada de Kisuke se apagó. Yoruichi… y el bebé… al parecer los había perdido a los dos - ¡Kisuke, reacciona! – Hiyori lo sujetó por el cuello de la camisa – ¡Si sigues así vas a tirar por tierra todo lo que con tanto esfuerzo logramos!
- Hiyori-chan, te ves diferente – Kisuke no parecía para nada molesto por el exceso de confianza que se estaba tomando Hiyori, su antigua asistente –Creo que el matrimonio te ha sentado bien.
- ¡No me cambies el tema! – Sin poder ocultar el sonrojo de sus mejillas – Dame las llaves del auto, te llevaré a tu casa, necesitas bañarte y cambiarte de ropa – Kisuke la siguió en silencio, cabizbajo. Hiyori trabajó un par de años con él así que conocía su departamento, donde ponía sus cosas, sintió alivio al ver que al menos el departamento estuviera en buenas condiciones, al menos la señora de la limpieza si hacía su trabajo. Mientras Kisuke se cambiaba se fue a la cocina a intentar preparar algo de comer, aquello no era lo suyo pero al menos podría preparar emparedados y algo de beber. Llevó todo a la mesa del comedor cuando notó que una serie de periódicos y revistas estaban apilados ordenadamente sobre una de las sillas, era de esperarse que con tal estado de ánimo Kisuke no hubiera leído ninguno. El titular de una revista llamó su atención. De inmediato se apresuró a abrirla y buscar la página central. No. No había leído mal, los paparazis habían tomados fotos de Yoruichi con un tipo de rasgos asiáticos pero que al parecer era un empresario norteamericano, en distintos lugares y rumoreaban que la morena "había encontrado un nuevo amor".
- ¿Qué estás leyendo? – La cabeza de Kisuke se asomó por sobre su hombro y no pudo hacer nada para ocultarle aquello. La expresión sombría en el rostro del rubio se acentuó aún más.
- Deben ser mentiras, la prensa amarillista ya no sabe que publicar – Hiyori se apresuró en cerrar la revista, pero era obvio que Kisuke ya había visto bastante.
- Supongo que eso quiere decir que Yoruichi se olvidó de mi – Kisuke se dejó caer sobre una silla, sin ánimos para nada. El silencio invadió el lugar.
Saludos
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