Capítulo 5


El alivio en los allegados de Gokú se notó cuando pudieron ver esa luz que le envolvía levantarse, menos intensa que antes, pero distinguible en la lejanía, y la razón era bien conocida por el hombre, porque con cada gota de sangre que abandonaba sus venas, y con el desgaste que sufría su maltrecho cuerpo, era cuestión de tiempo para que su propio poder le cobrase factura.

Pero lo mismo podría decirse de su rival, que, ante tal gasto de energía elemental, no podría continuar con el mismo ritmo, sus defensas bajarían y sería susceptible ante el ataque de este hombre, eso era un riesgo que no pensaba continuar llevando.

Los cielos se tornaron de un espeso color púrpura, y el aire fue más denso, el viento dejó de soplar y la marea se calmó.

Lo que estaba por venir todos lo entendieron, el ataque definitivo de la Diosa, nunca antes visto seguramente.

Aquel era un poder tan abrumante que alertó a cada sentido, ya Gokú había dado todo cuanto tenía y el cuerpo pronto le dejaría de responder, más, debería corresponder solo un poco más con toda su voluntad, quería darlo todo y morir sin arrepentimientos si ese era el destino que le tocaría.

Miró en la lejanía a aquellas mujeres y su mirada preocupada, esa misma que se compadecía de él día tras día, repleta en angustia por un destino de la que no querían ser testigos, uno que sería igual al de muchos en esa tierra pobre, más con esa aparición, la luz tuvo oportunidad de no extinguirse y disipó las dudas negativas que le frenaban, no sabía qué o quién fue en el pasado, pero si su historia podía seguirse escribiendo era gracias a ellas, todo lo que era en este momento, se los debía.

Su voluntad nació como un tenue destello que en sus manos batalló contra el espeso violeta, y su brillo se levantó por encima de cualquier estela y presión que proviniera de la Shogun Raiden, depositó en ello todo cuanto le quedase, las voluntades de los que le apoyaban, su espíritu de guerrero, la nostalgia que venía del calmado océano, dejaría ir todo con el ataque que las memorias alimentaban.

Parecía un reflejo de su tranquila alma, un color tan cálido como el del cielo en verano, pero amenazante, un fuego azul que se mantenía contenido en las manos del varón mortal que osaba desafiar a una divinidad, poder que iba más allá de lo que cualquier sentido y experiencia han contemplado. Ella quien no siente, percibió por primera vez el sentimiento de incertidumbre, tanto por este hombre como el futuro que no podía predecir, porque al igual que él, estaba poniendo todo en la cúspide de su ofensiva, más, saber si sería suficiente para doblegar la voluntad de ese guerrero era equívoco, un mortal sin visión, que seguramente ha conseguido ese poder por cuenta propia, y que a pesar de estar al borde de la muerte era capaz de alcanzar estas hazañas, ¿Por qué iba tan lejos? ¿Tanta era la fuerza de las voluntades que le obligan a seguirse poniendo en pie?

Visiones que no pertenecían a la shogun, ni a la misma Ei comenzaron a aparecer, efímeras que despertaban inseguridad, pero el momento de la verdad finalmente las alcanzó, donde ambos rivales lanzaron sus máximos ataques, la ráfaga gigantesca y el tajo definitivo que los rayos mismos deberían rendir fe.

Vieron el mar abrirse en dos, y la colisión transformarse en la más grande explosión que jamás vieron, atónitos ante la fuerza que igualaba a la de un arconte, y Yoimiya, quien alguna vez presencio la luz que trajo a gokú a este mundo, tuvo que ver la vida de ese hombre representada en el brillo que ahora le bañaba, tan intenso y ferviente como el fuego de una vela antes de que se consuma así misma, las lágrimas comenzaron a derramársele, porque ha sido privilegiada con tan bello y triste espectáculo, creía ver en ese destello las memorias perdidas catalizarse por última vez, ese era el hombre que gokú fue antes de venir aquí, y que se perdería por siempre.

"Si le das una razón a eso, serás imparable" esa era la ventaja de Gokú ante la shogun, quien no actúa por voluntad propia, más que por un capricho incierto como lo era el de su creadora, eso no podía comprenderlo, pero comenzó a creer que hay fuerzas que están involucradas y actúan en su contra, y, eso era algo que está fuera de control, incluso para un dios.

"Son Gokú" musitó ella. "El que hallas llegado aquí no es una coincidencia, y la victoria del uno aplastará los ideales del otro, eso es algo que no puedo permitir"

"Pero yo soy más fuerte" Exclamó el mortal. "Es por eso que no perderé"

Aquella ráfaga que batallaba contra su incesante rayo creció exorbitantemente, y su propia fuerza comenzó a palidecer, poco a poco sintió el calor del poder ajeno invadir su defensa y penetrar en su cuerpo, comprendió entonces, que su convicción no es tan fuerte, y que habría de aceptar su destino.

La explosión final empujó las olas contra las costas, obligando a todos a buscar refugio, pero Yoimiya, Ayaka y Thoma no se movieron, solo aguardaron ahí, hasta que la calma regresó y la luz del sol volvió a brillar.

(...)

La mujer escuchó el golpe de la marea sobre los arrecifes, le costó trabajo abrir los ojos, pero reconoció la costa a la que era llevada, algo favorable, porque no tenía fuerza alguna para realizar cualquier acción básica, mas no evitó mostrar una leve impresión, porque todo fue muy distinto al desenlace que esperaba.

La gentileza del hombre le llevó hasta la blanca orilla, y sobre la suave arena fue dejada, Gokú se desplomó de cansancio y se recostó a un lado, girándose con dificultad, hasta que al igual que ella, miró hacia el cielo.

"Fue una batalla grandiosa, ¿no lo crees?"

Se extrañó por la duda, por todo en realidad, lo único que le quedó fue la resignación.

"Eres un guerrero con el que cualquiera querría medir su fuerza" Contestó ella.

"Tú y la otra mujer, ambas son muy poderosas, toda esta batalla siento que no es la primera vez que peleo con esta intensidad, me gustaría pelear así una vez más"

"Eres muy extraño"

"No puedo evitarlo, alguien me dijo que soy así"

Ella entrecerró su mirada, y poco después, observó el cielo azul sobre su país, recordó su incertidumbre por lo desconocido.

"De dónde vienes"

Su pequeña duda, causó una leve risita en el joven.

"inazuma ahora es mi hogar." Susurró, logrando sorprender a la marioneta. "no hay otro lugar que conozca, fue su gente la que me recibió y cuidó de mi con desinterés, quiero estar junto a ellos, y verlos felices, viajar y ver sus paisajes, conocer gente nueva, comer nuevas cosas todos los días, reír en familia...

Miró con melancolía a ese par de mujeres que arribaron en la costa, mientras los ojos se le cerraban en contra de su voluntad, con seguridad, la última imagen que tendría, fue feliz.

(...)

Yoimiya palidecía el agotamiento, apenas consciente aguardaba al pie de la cama, bostezaba y frotaba sus ojos delicadamente, pero nunca se entregaba al cansancio que la reclamaba.

Ayaka entró poco después, a esa misma habitación que siempre había acogido al extraño, a esas cuatro paredes que albergaban el misterio que nadie podría nunca desglosar.

Su perspectiva de este hombre era diferente, su corazón se presionaba al ver el mal estado de quien entregó todo de sí por una victoria que a ella le importaba, era un sentimiento que no había experimentado nunca, y se sentía culpable por ser ignorante del aprecio que este hombre les guarda, nada podría compararse a tal obra de la que sus luceros fueron testigos.

—No se está recuperando. —informó Ayaka. —Estamos en peligro de sufrir un contra ataque del shogunato, no podemos mantenerlo aquí. Debe ir a otro sitio.

—¿Y cuál podría ser?

—La base de la resistencia, la sacerdotisa de la isla watatsumi lo pondrá bajo su cuidado sin duda.

—Iré con él. — aseguró la chica rubia, un pequeño rubor adornó sus mejillas. —Yo quiero estar con él, quiero seguirlo cuidando.

—Abandonar Inazuma es peligroso, para ti. —Dijo ella. —Lo mejor es que el clan Kamisato tome cartas personalmente.

(...)

Él se despertó, y tan pronto como abrió los ojos se quejó por el dolor.

—No te muevas. —una dulce voz le indicó. —Aún estás muy herido.

—¿Dónde estoy?

—Esta es una base de la resistencia, has estado bajo el cuidado de energía elemental curativa, pronto estarás bien.

Desconcertado miró hacia los alrededores, una sensación familiar apareció cuando no reconoció el lugar, casi la misma impresión de su primer despertar, poco después la miró.

No podía describirlo mejor, en sus ojos estaba grabado el océano, su cabello rubio se combinaba con ese mismo tono y sus ropas extravagantes la hacían resaltar, tanto como para no dejar de verla.

—¿Quién es usted?

—Mi nombre es sangonomiya Kokomi. Tu feroz batalla pudo sentirse incluso al otro extremo del país, debes estar muy agotado después de enfrentar mano a mano a la shogun raiden.

Las imágenes de esa contienda, de momento fueron confusas y desordenadas, solo prevaleció el recuerdo de aquellas damas que acudieron a él ofreciéndole su preocupación.

—¿Dónde están Yoimiya y la señorita Ayaka?

Las olas golpeaban con calma la costa, y el viento soplaba tranquilo, Ayaka observaba serena el mar mientras que su propio silencio le presionaba.

—Al parecer estamos lejos de casa. —La varonil voz le interrumpió su pensar. —Esta isla es muy rara, tuve que escaparme de la señorita sangonosé para llegar hasta aquí.

—¡¿Cuándo despertaste?! —Exclamó perpleja, pero agitando su cabeza regresó la prioridad al asunto. —¡Deberías estar descansando!

—Pero eso es muy aburrido, me gusta mucho más estar así. —explicó y, tomando una roca la arrojó hacia el mar. —Espero que Thoma esté bien.

—¡¿Por qué enfrentaste así a su alteza?! ¡Pu-pudiste morir!

—Lo sé.

—¿Por qué ir tan lejos Entonces?

—¿Por qué no iba a hacerlo? —Regresó la duda. —Di todo lo que tenía, y me alegro que haya sido por una buena razón. Pero no sé si haya servido de algo, ni siquiera sé si pude ganar.

—Lo hiciste. —Recalcó ella. —Lo que hiciste puede marcar el inicio de una nueva era para Inazuma, y todo es gracias a ti.

—Ojalá pudiera hacer más. —Dijo él y reposó junto a Ayaka, seguramente habría muchas aclaraciones y explicaciones que habría de darle a su amiga, pero en vez de eso, solo se dedicó a ver el azul extenso que refleja la luz del sol.

—Lo que hiciste no equivale a nada que yo pudiera ofrecerte. —declaró la princesa, pero no pareció tuvo impacto en el varón.

—Cuando veo el mar, me siento solo, es como si pudiera recordar y a la vez no. Algo me dice que en el pasado no pude proteger algo verdaderamente importante, y esta es la segunda oportunidad que se me ha dado, era lo correcto.

—Este también es un momento que aprecio. —Dijo ella. —Más que un simple gesto de ocio, se ha transformado en mi parte del día.

—Veamos a una nueva inazuma juntos a partir de ahora entonces.

Ayaka era una mujer de clase, que nunca ha dependido de nadie más que de ella misma, sin depositar esperanzas ni fe en algo ajeno a lo que podría hacer, y este hombre poseía la fuerza necesaria para hacer lo que le convéniese, la simple acción de pensarlo, le presionaba el pecho, causaba que no pudiera verle directamente como antes, pero a pesar de eso, la hacía feliz.

Desde entonces, la oposición tomó cartas en el asunto, y se encargó de todas las negociaciones. A este punto muy claro era que enfrentar a la fuerza que doblegó a la shogun raiden no era una opción, por lo que, de momento, se detuvo el decreto de captura de visiones.

El tiempo pasó, y poco más le quedó que ver a Gokú reponerse de las secuelas que una batalla así dejaría, claro que aún existían dudas sobre el poder que hizo frente a una deidad, pero solo eran incógnitas efímeras cuando pensaba en él, y poco a poco, comenzó a ser mucho más frecuente.

Si el solo estar cerca de él era una paz para su solitaria alma, ahora todo tenía una perspectiva más intensa, le cuidó con sus propias manos la mayoría del tiempo, y cada herida que cubría, cada raspón y músculo desgarrado tenían un peso para su consciencia, y aquella cicatriz en el torso sería el recuerdo de esta voluntad que no se dejó doblegar, incluso por la muerte.

Verle jugar con los niños de la isla watatsumi se convirtió en una pequeña adicción, le gustaba como les cargaba sobre sus hombros y corría, dándoles felicidad que es muy escasa en esa isla llena de conflictos y que ahora las risas llenas de júbilo rebosaban en todo el pueblo, quien creería que alguien con tal fuerza podría actuar así, tan dulce, amable y despistado incluso, y no porque algo de él hubiera cambiado, más bien, era su perspectiva la que difería al pasado.

No conocía nada de él, ni siquiera lo más básico como su comida favorita, y ahora, esas ganas repentinas de compartir más tiempo eran insistentes, amaba ver esa mirada llena de vida cada vez que sus ojos se encontraban, y se encantaba del tiempo en que las libertades expresivas se dirigen al otro, donde él ignora su faceta elegante y perfecta, le incomodaba cuando preguntaba frecuentemente por Yoimiya, y le traía la preocupación el pensar que dada la situación, él no regresaría a la hacienda Kamisato.

Sangonomiya Kokomi era una mujer que había dedicado toda su vida a combatir contra la política de la Shogun Raiden, pocas son las veces que ha tenido de tratar directamente con ella, no la conoce salvo por sus hazañas, y fue la persona que menos esperaría para aclarar lo que su corazón venía ignorando.

—¿Es un buen hombre no crees? —Comentó kokomi, quien desde su misma posición observaba al joven hombre. —De alguna manera, logra contagiar a los demás con su ánimo, inspira seguridad y todos en la isla lo adoran.

—Es la forma de ser de Gokú.

—Aunque, siento que aún hay dudas, no logro discernir lo que ven sus ojos en especial cuando ve al mar, a veces pienso que intenta encontrar la ciudad, a alguien que allí está, o algo que solo el mar puede entregarle y que va más allá de las fronteras de inazuma, o cualquier otro sitio de Teivat, busca algo que no está aquí.

Concordó con ese pensamiento, y es que, aquello que perdió hace mucho dejaba de ser una prioridad. Sus recuerdos y memorias, sus dudas, eran menos evidentes con el pasar de los días, solo era cuestión de tiempo para que tomara una decisión para todo esto y él mismo.

Ella no quería que se fuese, ¿Y si le ofrecía un buen puesto? ¿Y si le ofrecía trabajar en la organización secreta que lidera su hermano? ¿Si solo pedía quedarse en Inazuma?

No sabía a ciencia cierta por qué su corazón le insistía a tener cerca a Gokú, supuso que era su responsabilidad cuidar de él en el estado actual que se encontraba, pero la verdadera razón vino esa noche.

(...)

Cuando las buenas noticias llegaron a los puertos, todo el mundo celebró, porque finalmente el decreto de cierre de fronteras y captura de visiones fue anunciado y lo siguiente a considerar serían las negociaciones.

Esa fue una velada llena de júbilo y alegría en la isla Watatsumi, los soldados bailaban y celebraban, el fuego se encendía en medio del pueblo y todos bebían, alababan al causante del regocijo que simplemente compartía de ese ánimo, pero la felicidad no dependía de esa victoria, estaba claro en su mirada que muy en el fondo, nada de esto se le era relevante.

Más tarde, y bajo la luz de la luna Ayaka le hizo compañía en una colina, fue una nueva perspectiva de la noche la que ambos tuvieron, bella y tranquila, solitaria que resaltaba la compañía del otro, como si nadie más existiese en el mundo terrenal, nadie excepto ellos dos.

—¿Puedo saber cómo te sientes?

—Me siento un poco mejor, pero la señorita dice que por mi estado fui muy vulnerable a los ataques de la shogun, pasará mucho tiempo antes de que sane completamente, parece que me salvé por los pelos.

—Pues no pareces estar contento de estar vivo.

—Es que todo fue tan increíble que, por un instante, creí que no me importaba morir, porque hacía con mi vida algo que tendría mucha más importancia, para mí es un bonito recuerdo.

—¿Un bonito recuerdo?

Él afirmó.

—hay tanto que quisiera hacer ahora, tal vez debería visitar al resto de esos arcontes, la señorita Kokomi dice que las leyendas y relatos son comparables a la fuerza de la shogun.

—¿Quieres enfrentarlos también?

—Bueno, no voy a negar que es una idea muy llamativa, pero también debería empezar a buscar mi lugar en este mundo.

—¿Y te irías para eso? ¿No es más conveniente para ti que te quedes aquí?

—¿Qué puedo hacer? No podría dirigir a estas personas, ni encargarme de asuntos políticos, lo que estaba en mis manos ya lo hice.

—Pero ¿No has creado ya relaciones? Las personas que te aprecian y esperan que vuelvas a su lado, el clan Kamisato no te dejará solo, no ahora que todo tomará un rumbo mejor.

Hubo silencio antes de que la respuesta naciese de Goku.

—Alguien me dijo que debería empezar de cero, darme una nueva oportunidad, pero no hay nada aquí para mí, veo a las familias felices, hogares cálidos y amistades que me hacen preguntar si alguien como yo podría tener todo eso, si hay algo allá afuera que esté esperando por mí.

Una afligida Ayaka se encogió, con la melancolía acusando sus confusos sentimientos, tristeza por dejar ir a gokú, culpa por permitirle sentirse de esa forma.

—¿Y eso no cambiaría, incluso si hubiese alguien que quisiera tenerte a su lado?

—¿Quién podría pensar eso de mí? Aquí no tengo hogar, ni mucho menos familia, no tengo nada. —exclamó con una risueña voz que ocultaba su melancolía, no obstante, esos pensamientos se interrumpieron cuando sintió el tacto de Ayaka sobre su mano.

—Pero podrías tenerla, con alguien que quiera también. —sugirió, y tímidamente, ocultó el rostro, alejada de la mirada intrigada del hombre, evitando en su totalidad que descubriese su vergüenza, pero, su corazón no pudo contenerse, y entonces, la verdad nació. —No quiero que te vayas..

Fin del Capítulo 5

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