[17] ALGO MEJOR

Michonne y Lara pasaron la noche discutiendo qué hacer con el grupo de Magna. Aunque Michonne dudaba en dejarlos quedarse en Alexandria, Lara insistió en que no podían enviarlos de regreso allí para que se las arreglaran solos.

¿Quién sabía qué pasaría si lo hicieran?

Eventualmente, Lara logró convencer a Michonne de que tal vez podrían ayudarlos volviendo a buscar sus cosas para que pudieran continuar su camino. Michonne los acompañó en el viaje, sentada en la carreta con los demás, y Lara cabalgó junto a ellos en su caballo.

—¿Hasta dónde despejaron las patrullas? —preguntó Michonne.

—Hasta la curva del río en la ruta D —respondió DJ—. Su plataforma está a unos ocho kilómetros de ahí. Si su historia es cierta.

—Supéralo, DJ —dijo Lara.

Michonne miró a Siddiq—. Te sentirías mejor si solo dijeras.

—¿Qué te hace pensar que quiero decir algo? —preguntó Siddiq.

—No te escucho negarlo —respondió Michonne.

—Iba a decirte que me alegra que cambiaras de opinión sobre ellos —respondió Siddiq.

—Pero crees que debería haberlos dejado quedarse en Alexandria —dijo Michonne.

—Bueno, te está costando mucho no dejarlos —dijo Siddiq—. Teniendo en cuenta...

—¿Qué cosa? —preguntó Michonne.

—Que te agradan —dijo Siddiq.

—¿En serio? ¿Eso es lo que pienso? —respondió Michonne.

Siddiq asintió—. No te escucho negarlo.

—No significa que confíe en ellos —murmuró Michonne.

Lara suspiró—. Iré a explorar más adelante, ¿de acuerdo? Voy a asegurarme que la costa esté despejada.

—Ten cuidado —le advirtió Michonne.

Lara le guiñó un ojo—. Siempre lo tengo.

Espoleó a su caballo y siguió las instrucciones que había recibido de DJ sobre el paradero del campamento del grupo de Magna. No encontró caminantes, lo cual fue sorprendente, pero no le dio importancia hasta que llegó al claro donde Judith había encontrado a Magna y su grupo.

El lugar estaba abandonado, pero las pertenencias del grupo estaban esparcidas por el suelo. Desmontando el caballo, Lara lo dejó pastar mientras sacaba su espada por si había caminantes. Dio una vuelta mientras esperaba a los demás, ocupándose de los caminantes aplastados bajo el contenedor.

Mientras mataba al último caminante, escuchó la voz de Luke—. Mira este lugar. Los enfermos destruyeron todo.

—No pensé que lo encontraríamos así —dijo Yumiko—. ¿Es lo único que quedó?

—Me temo que sí —dijo Lara, caminando por el costado del contenedor con la espada desenvainada.

—¿La horda de la que huyeron hizo todo esto? —preguntó Michonne.

—No, debió pasar una más grande —respondió Magna.

—Lo siento —dijo Lara.

—DJ, recoge sus armas —dijo Michonne.

—¡De ninguna manera! —exclamó Magna—. Tomaremos lo que nos pertenece.

—No —espetó Michonne—. Mis hombres no entrarán con cinco desconocidos armados a Hilltop.

—¿Tus hombres? —preguntó Yumiko—. ¿Qué hay de ti?

—Vine a ver si tu decían la verdad —respondió Michonne—. Y así es. Siddiq, DJ y Lara los acompañarán el resto del camino.

—Así que no solo no fuiste a ese lugar en quién sabe cuánto tiempo, sino que no irás con nosotros y no nos darán nuestras armas —dijo Magna.

—¿Quieres tus armas? Tómalas —dijo Michonne—. Entonces los dejaremos solos aquí.

—Michonne —dijo Siddiq.

—¿Quieren una escolta a Hilltop? ¿La oportunidad de algo mejor? Quédense con nosotros —terminó Michonne.

—Yo voto por la segunda opción —dijo Luke.

—¿Así que debemos confiar en ella aunque ella no confíe en nosotros? —preguntó Magna.

Connie se encogió de hombros y señalizó—: ¿Tenemos elección?

—Chicos, llegamos hasta aquí —dijo Kelly—. Yo digo que corramos el riesgo por nuestra cuenta.

—No —respondió Luke—. La segunda. ¿Están conmigo? —miró a Connie—. ¿La segunda?

—¡Basta! —exclamó Yumiko—. Luke tiene razón. No nos habrían reunido solo para volver a separarnos. No. ¿Dijiste que llegaríamos a la mañana?

—Así es —dijo Lara.

—Sé que no te gustan sus reglas, a mí tampoco —dijo Yumiko—. Pero sobrevivimos aquí solos por mucho tiempo, con menos que esto. Entonces, para tener una oportunidad real, para tener un lugar seguro para vivir, podemos esperar unas horas más. ¿De acuerdo?

—El sol se pondrá pronto —dijo Michonne, mientras Magna se marchaba—. Deberíamos buscar refugio.

—Sí, odio estar en la oscuridad —dijo Lara.

—¿No acampas con Daryl la mayoría de las noches? —preguntó Michonne.

—Sí, pero eso no significa que lo disfrute —dijo Lara—. Me recuerda a Atlanta y la granja, y me pone triste.

Encontraron refugio para pasar la noche y, después de asegurarse de que su caballo estuviera bien alimentado y cuidado, Lara salió para vigilar. Trepó por el tubo de desagüe oxidado, rezando para que no se rompiera bajo su peso, antes de subirse al techo con las piernas colgando por el borde.

Sacó de su mochila una lata de pudín de chocolate caducada que aún estaba sellada. Supuso que no sabría tan mal al estar cerrada porque lo enlatado duraba mucho tiempo, así que usó su cuchillo para abrir la lata y sacó una cuchara de su bolso.

Tenía el arma de Rick atada a su muslo, y mientras miraba hacia el cielo nocturno, pensó en lo hermoso que era realmente el mundo. Con la ausencia de humanidad, y sin fábricas envenenando la atmósfera, el cielo estaba más claro que nunca. Lara podía ver las constelaciones sobre ella, recordando los días en los que se acostaba en el patio trasero con Carl sobre una manta, señalando las diferentes formas y tratando de no reírse cuando él no podía pronunciarlas. Se había acostumbrado a hacer lo mismo con Judith, Rosie y RJ, tratando de criarlos como niños en lugar de guerreros.

Pasó la noche en el techo y Kelly se unió poco después. Ofreciendo su mano, Lara la ayudó a subirse al techo y se sentaron juntas por un rato.

—Entonces, ¿tú y Michonne tienen una historia difícil? —preguntó Kelly.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Lara.

—Por como se hablan entre ustedes —dijo Kelly—. No quiero insinuar nada con eso.

—No, no tenemos una historia difícil —dijo Lara—. Quiero decir, todos tenemos un pasado difícil, pero Michonne y yo somos amigas. Es solo que... perdimos a alguien importante para los dos; mi hermano Rick. Michonne tomó su pérdida con más dureza que cualquiera de nosotros, incluso yo, y desde entonces nunca ha sido la misma.

—Me di cuenta antes de que tienes una cicatriz en la espalda —dijo Kelly—. ¿Cómo sucedió eso?

Lara pasó una mano por la cicatriz en su espalda, la misma cicatriz que se encontraba en las espaldas de Michonne y Daryl—. Bueno... es una larga historia. ¿Tienes tiempo?

Kelly se encogió de hombros—. Sólo si quieres contármelo.

Lara asintió—. Bien. Ocurrió hace casi seis años...

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