Roma. Italia.

7 de enero del 2020.

ESTEBAN

Después de sorprender a Camila y a Pablo y recibir aquel golpe, bajamos de nuevo a la fiesta. Después de unas horas quedamos Pablo y yo solos. Pablo no quiso volver a hablarme durante el resto de la noche. Después de que se fue el último invitado se encerró en su cuarto y comenzó a tocar su guitarra. En eso decidí llamar a María para saber el estado de Camila.

– ¿Aló? ¿Esteban? –

– Hola Mari, quería saber que tal está Camila –

– Pues acaba de encerrarse en su cuarto. Y tú, ¿Cómo está Pablo? –

– Pues tampoco está bien, está encerrado en su cuarto tocando su guitarra –

– Sin duda esos dos son tal para cual–

– En eso tienes razón. Esperemos que se calmen– 

– Creo que esta vez si nos equivocamos– 

– Tranquila, para mañana ya todo será como antes. Créeme– 

– Eso espero. De lo contrario rodará tu cabeza– 

– ¿Por qué? Yo no fui el único que planeó esto– 

– Al autor material le va peor que al autor intelectual. Así que prepárate–

– Eso no es justo. Tu cabeza también rodará–

– Es broma, no te tomes todo tan literal– 

– Creo que ahora no estoy para bromas. Ya tuve suficiente con la de hoy–  

– Hay Dios, Bien. Lo mejor es que esperemos hasta mañana a ver cómo siguen –

– Sí, creo que es lo mejor. Descansa –

– Igualmente Mari, adiós – 

Luego de eso me dirigí a mi cuarto, aún se escuchaba que Pablo tocaba su guitarra, cerré mi puerta y me acosté pensando cómo me iba a disculpar con Pablo y con Camila.