24
KARA
Camino entre los grandes y altos pasillos. El eco de cada palabra, cada movimiento y cada paso se escuchan hasta el más pequeño y lejano rincón. Las paredes pueden ser nuestras amigas o enemigas, depende de que tan alto hables y que tanto quieres que te escuchen. Es por eso que las paredes siempre necesitan algo nuevo, se caen de tantos secretos que saben.
Debía llegar pronto al patio central del castillo, donde mi madre, mi padre, James, el rey y la reina están esperándome para tener una grata comida llena de comentarios obscenos de parte de mi padre, maltratos de parte del rey, muestras fingidas de amor de parte de mi madre hacia mi padre y James tocando mi pierda por debajo de la mesa sin que yo pueda reclamar sobre los recurrentes toqueteos de su parte.
El pequeño vestido que traía hoy fue pedido específicamente por el rey Francis con la excusa de que es un color muy bonito y que combina a la perfección con mi cabellera rojiza. Le creería de no ser por que es el vestido más abierto que me permiten tener. Un gran escote al frente y también en la espalda, dejando ver todo este cuerpo desnutrido y desnudo.
Voy llegando al patio y entro por el gran arco que hay para luego estar al aire libre. La gran mesa repleta de comida, fruta, vino, agua, postres. Todo lo que puedas imaginar. Al rededor de todos caminaban en círculos varios de los esclavos que teníamos y guardias reales por seguridad.
El viento soplaba con fuerza y el frío comenzaba a predominar en la época. El poco sol que había solo te quemaba, más no te calentaba.
Al llegar a la mesa todos los hombres se paran por educación y caballerosidad. Un esclavo se acerca para alejar la silla de la mesa para poder sentarme. Tomo asiento y el chico pega nuevamente la silla a la mesa.
— Espero que no los haya dejado esperando mucho tiempo —hablo amablemente y el Rey Francis sonríe ya ebrio.
— Para nada princesa, ustedes es la realeza aquí. Esperaremos el tiempo que sea necesario.
— No he querido ser inapropiada.
— Y no lo eres —interrumpe James—. Te ves bellísima —toma mi mano y deja un pastoso beso que al separarse puedo ver los hilillos de saliva que deja.
— Muchas gracias —sonrío e intento actuar enamorada, intento pensar que el que ha besado mi mano, ha sido Tom—. Creo que seria bueno degustar de esta gran mesa.
Las sirvientas comienzan a servir todos los platillos que hay y como siempre, han sido ordenadas de servirme menos que al resto.
Mientras la plática entre mis padres y los de James se hacía cada vez más irritante por la cantidad de alcohol en sus sistemas, tiré uno de los cubiertos por accidente el cual fue levantado por Harrison. Al verlo le sonreí de una forma sutil y el hizo lo mismo. Se alejó de la mesa y se puso junto a Tom. Al verlo ahí no pude evitar mirarlo fijamente y el solo me miraba de reojo unas veces.
— ¿Pasa algo? —la voz de James suena a mi lado, casi a centímetros de mi y yo regreso la vista a la mesa. Él voltea a ver en la dirección de Harrison y Tom, pero ellos miran a un punto perdido.
— No, nada, es solo que creí haber visto algún insecto y no me agradan.
Los esclavos comienzan a quitar la mesa y entre ellos también esta Harrison y Tom. Cada vez que pasan cerca de mi me siento mejor, se siente como si esta comida no fuera tan mala como las de siempre.
— Tengo un anuncio que dar —dice James en voz alta y todos volteamos a verlo—. Quería decirlo frente a todos para poder hacerlo posible.
Se levanta y junta las manos haciendo un puño y luego colocándolas frente a su pecho.
— Como mis padres sabrán, soy un chico muy ansioso. Me cuesta esperar por las cosas -los dos adultos comienzan a reír y todos sonreímos. No por felicidad, si no por compromiso—. Es por eso que he decidido hacer oficial esto.
— ¿Qué cosa hijo? —pregunta la reina.
— La boda con Kara será en dos semanas —anuncia con voz fuerte. Tan fuerte que siento como si mis oídos explotaran al escucharlo.
Se escucha el caer de una charola de oro. Un sonido estruendoso y dominante, pero no tanto como el anuncio reciente. Llama la atención de todos y al voltear Tom está levantando la charola recién tirada.
Al ver que James se iba a acercar a Tom por lo sucedido, me pongo frente a él y lo abrazo con la poca fuerza que tengo. Mi padre comienza a festejar al igual que los demás. Las copas se vuelven a llenar de vino y el olor a alcohol regresa a dominar el ambiente. Mientras que, desde lejos veo la mirada herida de Tom.
La comida ha terminado, estamos en la alcoba tomando medidas de mi cintura, espalda, brazos, piernas, busto, cadera. Todo lo medible. Comienzan a poner joyas sobre mi, coronas, me revuelven el cabello como si fuera un gato jugando con un estambre. Escucho a mi madre dar órdenes y humillando cada vez que ve algo que le disgusta.
— ¡Que es lo que le estas poniendo! —dice— ¡No es una de ustedes, es una princesa!
Mientras las chicas remueven todo lo que no le gustó.
Me siento como Ygritte. La muñeca de trapo que tenía. Le quitaba las pocas telas que tenia y las combinaba con otras. Trenzaba el cabello negro y largo todos los días, o a veces solo la peinaba como yo. Siempre me quise sentir como ella, estar con alguien que se preocupara por mi y que trenzara mi cabello por las noches, pero solo tenía un frio y un vacío en la gran cama que le daban a una niña pequeña.
—Suficiente —reclama mi madre desde la esquina y se pone de pie—. Son unas incompetentes. ¡Largo de aquí y si las vuelvo a ver en el castillo, su cabeza colgará en las puertas!
Todas las chicas salieron casi corriendo y me dejaron en un un corset, un pequeño vestido debajo y la gran crinolina pesada. Mi madre me dejó sola en la habitación y comencé a quitar todo sola.
La puerta se abre y un chico entra sin percatarse de mi presencia. Al cerrar la puerta y voltear quedó inmóvil. Ya traía el vestido puesto, sin embargo los dos nos mirábamos fijamente.
— Perdón princesa, no sabía que estaba aquí —comentó con mirada baja.
Seguía sin pronunciar una palabra.
— Mi hermano ha estado buscándola —pronuncia en voz alta y sube la mirada. El respeto se ha ido y la crueldad salen a flor de pie en Harry—. Lo ha dejado aturdido por la comida.
—No sé de que me hablas.
— Siempre me he preguntado si alguna vez han pensado en la boda. En la boda fantasía que tendrían, seguramente habría unicornios y criaturas asombrosas capaces de producir arcoíris solo para dar un efecto más mágico. Es decir, mi hermano es una persona ilusa; el piensa que los "felices por siempre" si existen y también cree que podrá cambiar algo solo amando —comienza a acercarse a mi—. Pero veo tu Kara, bueno... tú tienes conciencia del presente y sabes lo que pasará. Sabes que al final terminarás rompiendo el frágil corazón de mi hermano. Así como rompiste nuestra familia.
— Soy tu princesa, no me hables como si fuera alguien que come de tu misma mesa.
— No, pero comes a alguien de mi mesa.
Sonríe con malicia. Como una serpiente asfixiando a su presa para devorarla sin pensarlo. Por que lo necesita, necesita matar para sobrevivir. Pero lo que no sabe, es que no se puede matar a un león siendo serpiente.
— Rétame Harry, rétame como lo hiciste con mi padre, rétame como lo hiciste con mi tío y terminarás peor que mi hermano. Soy la princesa Kara Teagan Mountbatten-Windsor II. Rétame como lo estás haciendo y te enseñaré el poder que tengo sobre las cosas, te mostrare lo que soy capaz de hacer y te mostrare que conmigo, no debes meterte.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top