Capitulo 52 - Vete

 Harry PDV

¿Cómo sabían lo que le había pasado a Thalia? ¿Cómo habían sabido que estaba en ese hospital?

Suspirando, caminé hacia las puertas de cristal. Darren y la madre de Thalia estaban prácticamente rogando para que les dejaran entrar, pero el personal del hospital era firme y seguían sus normas y regulaciones, lo cual era divertido porque nadie más en esa ciudad obedecía las normas. Pero el hospital no era renombrado por cualquier razón.

No admitían a nadie a menos que hubieras llamado y pedido cita o si dabas alguna prueba de que eras familiar o un conocido cercano del paciente. Lo aprendí cuando estuve aquí hacia unos años para presenciar la muerte de mi tío abuelo. Y también sabía que la ropa era un factor importante que tendrían en cuenta antes de dejar a alguien entrar. Si te vestías como un pobre, sabrían que no serias capaz de pagar los servicios que ofrecían así que te echaban inmediatamente. La misma regla se aplicaba para los visitantes, por lo que veía.

Noté como Darren se tensaba y la frágil mujer a su lado se movía inquieta cuando atravesé las puertas de cristal. ¿Por qué él estaba acompañándola? ¿Ella no sabía qué tipo de cosas había estado haciendo tras su espalda? El personal de repente giró la cabeza hacia mí, dejando de caminar. Reaccionaban a mí de la misma manera que la gente reaccionaba a mi padre cuando entraba por la puerta.

“Tienes que decírselo.” La madre de Thalia tenía un trozo de pañuelo presionado entre su nariz y su boca y camuflaba su voz. “Tengo que ver a mi hija.” Sus ojos estaban llenos de lágrimas, sus dedos temblando mientras me miraba.

Entonces me enfoqué en Darren y como tenía agallas de presentarse aquí después de que su pequeño secreto fuera descubierto. Este tío sabia muchas cosas, incluso se las había apañado para localizar a Thalia. Y por esa razón, no quería que estuviese cerca de ella.

“Dejar que ella pase a la sala de espera.” Le dije al personal, particularmente al hombre alto que estaba plantado enfrente de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho. No pareció que le gustase la idea pero obedeció de todas formas, abriendo la puerta para que la madre de Thalia. Ella se escurrió por nuestro lado, viendo la oportunidad.

La ansiedad se reflejó en la cara de Darren, evidentemente había perdido la confianza que tenía la última vez que lo vi. “Sal de aquí cagando leches.” Le dije duramente. No protestó. Debía haberse dado cuenta de lo capullo que había sido y con suerte se estaba ahogando en la culpabilidad. Se lo merecía.

Volví a la sala de espera en el departamento de emergencias donde la madre de Thalia se movía inquieta en su asiento. Su pelo gris estaba encrespado, su piel pálida y su cuerpo demasiado huesudo. Mirándola en ese estado de nervios me recordaba la realidad de la situación, y mi corazón empezó a golpetear de nuevo.

Ambos teníamos preguntas para el otro mientras permanecíamos en silencio. ¿Sabía lo que le estaba pasado a su hija? Si lo hacía, ¿cómo? ¿Sabía que Thalia estaba embarazada? ¿Con mi hijo? Su presencia no causó ninguna tensión, no en ese momento al menos porque los dos estábamos tan preocupados por la situación que no nos podíamos molestar con nadie más. Caminé de un lado a otro, mis manos temblorosas colgando a mis lados, luego en mis bolsillos, si saber dónde ponerlas. Esto me estaba volviendo loco, y mi impaciencia me estaba matando. Tenía ganas de entrar en la habitación cada pocos segundos, y tomaba todo lo que tenía para no hacerlo.

Cuando un hombre vestido con una bata blanca, probablemente un doctor, salió de una de las habitaciones de emergencia, la madre de Thalia se puso de pie de inmediato y yo presté atención. “Soy su madre ¿cómo está? ¿Cómo está, doctor?” Sus preguntas eran aceleradas, y seis finas manos temblaban como si quisiera sacarle la información sacudiéndolo. El doctor se quitó la mascarilla de operaciones y lentamente sacudió la cabeza. Sentí la sangre dejar de correr por mis venas, mi corazón cayendo al suelo.

“¿Qué cojones significa eso?” Me encontré gritando mientras la inquieta madre de Thalia corría pasando al doctor.

Antes de que pudiera contestar, la seguí a la habitación de emergencias. Todo pasaba a cámara lenta, el fuerte olor a desinfectante invadiendo mis sentidos. Aparté a la gente de mi camino hasta que vi a Thalia. Sus ojos marrones fuera de mi vista, suaves parpados ocultándolos mientras su cuerpo descansaba en la cama del hospital, tubos transparentes enganchados a ella. Me encontré agradecido por la falta de sangre en mi visión. “Hemos hecho lo que hemos podido.” La voz del doctor sonó detrás de mí. “Pero parece que el aborto fue provocado.”

“Con buenos cuidado, ella estará bien. Pero no había manera de salvar su embarazo. Lo hemos intentado. Pero… lo lamento mucho.” El doctor estaba plantado detrás de mí, tirando de sus guantes blancos para quitárselos, genuina simpatía llenando su voz. “Os vamos a dejar un momento.  Os recomiendo que mantengáis distancia con la joven por ahora. Ha pasado por mucho, está en un estado frágil.”

Se fue con las enfermeras, dejándome en la habitación con Thalia y con su madre. Las maquinas pitaban y hacían otros sonidos que interferían con mis pensamientos. Me forcé para tragarme el bulto de la garganta y miré como la madre de Thalia empezaba a llorar a mi lado. Me sentía de alguna manera obligado a decirle algo pero tenía miedo de que mis palabras no salieran como quería así que me mantuve en silencio y ordené mis pensamientos, comprendiendo lo que acababa de pasar. Thalia estaba a salvo, y estaba lleno de alivio. Pero por otra parte había dentro de mí un profundo dolor.

Su madre lloraba, arrodillada en el suelo, tratándome como si fuera invisible. Esperaba que me insultara o algo así pero me estaba ignorando completamente. Quizá solo estaba demasiado distraída como para reconocer a alguien más en esta tragedia. O quizá estaba contenta de estar reunida con su hija y había decidido no culpar a nadie.

 Me moví mas cerca de la cama, yendo en contra de las órdenes del doctor mientras la madre de Thalia hundía la cara en sus arrugadas manos. Quité algunos mechones de pelo de la cara de Thalia y después acaricié con mi dedo pulgar sus labios secos. Entonces fue cuando la realidad me golpeó.

Había perdido un hijo. Nuestro hijo.

El embarazo era algo de lo que era completamente inconsciente hasta hacia poco tiempo y las cosas habían pasado tan rápido que todavía no lo había asimilado del todo. Solo podía imaginarme el trauma mental que Thalia tendría cuando se despertase. Ella ni siquiera sabía que estaba embarazaba. Debería habérselo dicho. Debería haberlo hecho mejor. Ella no se merecía nada de esto. No debería haberme acostado con ella en primer lugar.

Ella no estaba preparada, sabía que no lo estaba y aun así seguí con ello. Thalia siempre se preocupaba, manteniéndose atenta por algún peligro pero había bajado la guardia por mí, y yo lo encontré extremadamente tentador. ¿Qué diferencias había entre yo y los hombres del burdel? Me había aprovechado de su inocencia, y ese era el precio que tenía que pagar… verla en la cama, su pequeño cuerpo agotado tras todas esas noches de infierno. Me merecía un puto tiro en la cabeza.

Al igual que mi padre.

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Una inmensa carpa cubría la mayoría del césped recién cortado. Cintas blancas giraban con el frio viento, y las mesas y las sillas estaban siendo movidas de un lado para otro. Una lámpara de arazá estaba siendo colocada en su lugar, un hombre pequeño yendo arriba y debajo de una escalera para hacer las pruebas de iluminación. Había un grupo de personas riéndose, sus actitudes felices haciendo que creciera en mí un sentimiento de rabia.

Me alejé de mi coche, hacia el cercado de la finca de mi padre. Mientras me acercaba empecé a reconocer las caras en el público. Kaylee, sus padres, mi padre. Tenía una joven pelirroja en sus brazos la cual estaba riéndose con ellos. Miré alrededor, mis ojos escaneando la finca mientras caminaba por el césped. Se habían hecho renovaciones. Ahora era prácticamente un puto castillo. Mi padre tenía un montón de cosas, pero conciencia no era una de ellas. Mi mirada volvió a él y me puse enfermo con la vista. ¿Cómo podía estar tan feliz después de lo que había hecho? Se suponía que tenía que estar con Thalia pero supe que no podría estar cerca de ella sin ocuparme de mi padre primero.

Tragué duro mientras la adrenalina atravesaba mi cuerpo. Las cabezas se volvieron hacia mí mientras me aproximaba. “¡Aquí está!” El padre de Kaylee me dio la bienvenida primero. “Dentro.” Le ignoré y le hablé a mi padre, ladeando la cabeza. La boca de Kaylee se partió para decir algo pero no quería oír nada de ella, o de alguien más que no fuera mi padre. Me encaminé a la puerta, sin duda dejándolos confusos. No me estaba comportando como de normal y no me podía importar menos si Antonio me dejaba de ayudar con la universidad. Colegio, negocios, ricos… me importaban una mierda. Estaba ahí para enfrentar a mi padre, quitarme el peso de encima, entonces me iría.

Las sirvientas corrían por las habitaciones y pasillos. Me planté en el recibidor y me encontré a mí mismo cerrando las manos en puños mientras el hombre detrás de la atrocidad aparecía a mi lado. “Eres un puto monstruo.” Solté. Las palabras salieron directamente de mi corazón. “¿Cómo has podido hacer esto?” Mi voz creció, atrayendo la atención de las sirvientas.

“Mira, hijo.” Permaneció en calma, entrelazando sus manos enfrente de él. “Soy tu padre y siempre pienso en lo que es mejor para ti. Quiero darte lo mejor, incluso si eso significa llegar a extremos para que eso pase. Te he hecho un favor, Harry. ¿Qué? ¿Querías tener el crio?”

“T-Tú no eres nadie para decidir. ¡No tenías ningún derecho!” Avancé hacia él, y él se movió hacia atrás.

Un suspiro reverberó en su pecho antes de que empezara a hablar de nuevo. “La transición a la madurez es muy importante en la vida de una persona. Necesita ser cuidadosamente motorizada y darle los elementos necesarios para asegurarse de que te conviertes en el mejor hombre. Me gustaría pensar que soy un buen ejemplo. He mejorado bastante, creo. Tengo todo lo que alguna vez había querido, y quiero lo mismo para ti. Te he pavimentado el camino y estabas haciendo un gran trabajo siguiéndolo pero en algún lugar de él… te has distraído.” Sus cejas se fruncieron mientras sostenía su barbilla en su mano, los dedos frotando la piel afeitada. “Te di a una virgen para follar, no amar. Reconozco que ahí es donde te has confundido.”

Antes de saberlo, había cogido el cuello de su camisa, mi respiración aumentando. Sus ojos amarillos miraron por encima de mi hombro y sostuvo en alto una mano, sacudiéndola para alejar a las sirvientas. El buen señor Damian no podía ser visto así, a merced de su hijo. Él era diferente ahora que yo era mayor, más fuerte. Parecía algo intimidado - un estado que nunca pensé que vería en él. Me trajo una sensación se satisfacción. Era hora de dejarle saber que no podía empujarme como lo hacía antes. No iba a dejar que me impusiera sus ideas sin sentido por más tiempo. “No, solo me acabo de dar cuenta de que mi padre esta jodidamente enfermo de la cabeza. No voy a hacer la mierda que quieres que haga nunca más-”

“¡Es una puta, Harry! ¿Cuál es tu plan? ¿Casarte con ella? ¿Quieres ser el padre del hijo de una prostituta?” Su voz tembló a mitad de la frase y añadió una fría risa. “Pensé que había hecho un buen trabajo criándote, y tu quizá también lo pienses. Pero desafortunadamente la verdad es que sigues siendo un maricón por dentro. Ese tímido niñito siempre estará ahí-”

Fue instantáneamente cortado cuando mi puño se conectó con su mandíbula, el impacto emitiendo un débil sonido de algo roto. Le pilló desprevenido, tambaleándose hacia atrás hasta que colapsó en la mesa del centro del recibidor. El gran jarrón viró en su posición antes de caerse al suelo con él. Con un gran golpe seco, el jarrón fue reducido a pedazos de cristal mientras mi padre se sentaba boquiabierto. Su mano cubrió el golpe recién hecho mientras sus ojos negros se conectaban con los míos. De niño, hubiera estado aterrorizado de esa mirada pero ahora mismo solo me sentía satisfecho, contento. Se sentía bien. “Eso es por mama. Y por Thalia. Ese es su nombre.”

Fue un poco después cuando me di cuenta de que los fuertes jadeos de las sirvientas habían llamado la atención hacia nosotros. Kaylee y sus padres, junto con más gente que no reconocía nos miraban con expresiones sorprendidas.

________

Thalia PDV

La neblina en mi mente poco a poco se aclaró, como lo hizo mi visión. Me desperté con los sonidos distantes de una discusión. Me senté buen en la cama mientras las voces familiares llamaban mi atención.

“Ya has hecho suficiente. Por favor deja a mi hija en paz.” Mi madre. Estaba aquí, donde quiera que estuviese.

“No voy a hacer eso. No lo haré.”

Era Harry.

No, mama, no. Él no podía irse. “Harry…” Llamé con la voz muy bajita. La puerta estaba ligeramente abierta y podía saber que estaban justo fuera de la habitación. “Harry…” Por alguna razón estaba estirando los brazos.

Justo cuando mis ojos estaban cerrándose de nuevo, Harry entró en la habitación, corriendo pasando a mi madre. Su pelo era un lio, su cara agotada. Me miró por un momento, plantado a distancia como si tuviera miedo de acercarse a mí. Intenté sonreírle para saberle que estaba bien, y no fue mucho después cuando fui recibida en sus brazos. La sábana osciló con su pelo. “Estás bien.” Lo sentí respirar contra mi oreja mientras rodeaba su cuello. Él tenía cuidado de no tocar los tubos que estaban conectados a mi cuerpo. Espera, ¿tubos?

“No la toques, ¡por favor no la toques!” La voz de mi madre sonó desesperada. La vi moverse hacia nosotros mientras lentamente me di cuenta de que no estaba soñando. Me aparté de Harry, mi corazón golpeteando mi pecho. Mi madre nos había visto. “Aléjate de ella, ¡te lo suplico!” En segundos sus pequeñas manos estaban en los hombros de Harry, intentando alejarlo de mí mientras las enfermeras entraban corriendo. 

Lorena ♥

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