Capitulo 4 - Miedo

Pase la mañana comiendo plácidamente unas tortitas de jarabe de arce. No había tenido un desayuno completo desde hacía mucho tiempo… y definitivamente iba a aprovechar la oportunidad.

“¿Te gustaría tomar más té, Lia?” Me ofreció la Sra. Briffen mientras me miraba como quitaba la comida de mi plato.

Me limpie la boca con una servilleta. “Solo un poco más.”

Sus labios estrechos formaron una sonrisa mientras servía el cálido líquido en mi taza, llenándolo por tercera vez. “Si te gustan estas tortitas, las puedo hacer otra vez para almorzar mañana.”

“Gracias, Sra. Briffen.”

“No te preocupes. ¿Cómo dormiste anoche?”

“No pude dormir”

Me pase la noche entera en la habitación de invitados rodando entre las sábanas. La cama era cómoda, incluso lujosa pero había un miedo dentro de mí que no me permitía dormirme.

Mi cuerpo se retorcía en diferentes posiciones para intentar distraerme de mis pensamientos y de la espantosa aprensión de que me pasaría en los siguientes días. Tenía una imaginación salvaje y eso era algo que me gustaba de mí pero esa noche, solo deseaba que mi mente se callara.

“¿Tienes planeado volver a la escuela algún día?” Me preguntó la Sra. Briffen. Nos habíamos pasado toda la mañana hablando y le conté muchísima información sobre mí pero ella aun quería saber más. Aunque yo no tenía problema en contárselo. Ella era una mujer increíblemente buena quien solo necesitaba alguien con quien hablar.

“Me encantaría. Pero no creo que pueda.” Respondí, moviendo la cucharilla en círculos. “Por cierto,”

“¿Sí?”

“Este chico,” Moví mi cabeza hacia la puerta de la cocina. “¿Por qué su padre le ha dado una… Baby Doll?” No es como si no tuviera miedo pero Richard me había dicho mentiras sobre él para asustarme. Debería haber sabido que no podía creer todo lo que decía.

La Sra. Briffen y yo estuvimos hablando por un rato pero ninguna de las dos mencionó ni una cosa sobre el chico que estaba dormido en el sofá de la sala de estar. No estaba segura si estaba asustada para preguntar o si solo quería mantenerlo lo más oculto en mi mente que pudiera. Quizá fueran las dos pero finalmente la curiosidad pudo conmigo.

“Su nombre es Harry.” Explicó con un murmuro. “Y él es emm… bueno, él ha estado con un montón de chicas pero ninguna se ha quedado. Creo que su padre no le gusta eso mucho. Oh y es una tradición de su familia eh… estar con una virgen antes de cumplir los veinte. No me preguntes sobre eso, no tengo ni idea el por qué. Es su creencia.”

Mis labios se partieron para hablar pero no pude encontrar las palabras adecuadas.

“Su madre murió cuando tenía trece. Empezó a ser así por esa edad. He estado con su familia lo suficiente como para saber que ella era la persona más cercana a él y su muerte le impactó. El chico se metía en problemas y-”

“¡Sra. Briffen!” La voz masculina que lleno la casa la otra noche gritó, interrumpiendo nuestra conversación.

“¡Voy!” Respondió antes de girarse hacia mí, masticando su labio inferior. “Quizá he dicho mucho.” Susurró antes de rápidamente tambaleándose fuera de la cocina.

Rápidamente até mi pelo con una goma elástica. Cuando la voz se acercó a la cocina, mi primer instinto fue ocultarme. Salté de mi asiento mientras mis dedos cogían el dobladillo de mi vestido hasta la rodilla para bajarlo más.

Mi cabeza miró cada rincón, buscando un sitio donde esconderse cuando la puesta se abrió hacia un lado, revelando al desaliñado chico que vi la otra noche.

Su pelo aún estaba enmarañado en un gran desastre y su camisa aún estaba desabotonada, exponiendo una colección de tatuajes mientas entraba. Frotó sus ojos antes de que conociera los míos y cuando lo hizo, no fue por un largo tiempo. Rápidamente miré hacia abajo.

“¿Quién es?” Preguntó.

La Sra. Briffen se acercó, poniendo sus manos en mis hombros. “Ella es Thalia. Estoy segura de que tu padre te ha hablado sobre ella.”

“¿Esta es la chica…?” Encarnó una ceja.

“Sí.”

“No parece una de ellas.” Habló como si no estuviera en la habitación. “De todos modos, qué edad tiene?”

“Vamos, díselo cariño.”

“T-Tengo diecisiete.” Respondí, manteniendo mi cabeza baja.

Siempre he sido rara para socializarme y siempre me ha sido difícil mantener el contacto visual con extraños. Era debido a mi falta de confianza y coraje – características que mi padre intentó  inculcarme antes de morir. Justo antes de su muerte, le prometí que me mantendría de pie por mí misma y que no dejaría que nadie se aprovechara de mí.

Pero mírame ahora. Estaba en la última posición la que él quería verme.

Harry se sentó en la encimera de la cocina mientras la Sra. Briffen le preguntaba que quería para desayunar.  Mis ojos recorrieron la cocina mientras buscaban un lugar donde descansar, pero se me hacía difícil sintiendo unos ojos en mí.

A pesar de que no lo estaba mirando, podía sentir como Harry me miraba. Una chica siempre lo sabe. No me atreví a pensar lo que corría por su mente.

Si hubiera tenido el valor, hubiera corrido fuera en ese momento. Pero no lo hice. Me sentí como un tímido cervatillo dando sus primeros pasos lejos del calor de su madre y adentrándose en el denso bosque de lo desconocido. La expansión del bosque quedó como una terrible imagen; los sitios para nada familiares, sonidos, nuevos olores y un primitivo deseo de correr y ocultarme.

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