XXIV

🌙 Vencer al Diablo 🌙

          —Según La Muerte, con mayúsculas... Mi verdadero apellido... Es Winchester. Lo que significa que uno de vosotros es mi padre.

          Sam y Dean no podían verse más consternados. Frente a ellos, y con timidez, una adolescente que desapareció hacía ya varios años y se había dado por muerta por diversas fuentes, resultaba, no soli ser uno de los entes más poderosos que existen, sino que además, les decía que era hija de uno de ellos.

          Y es que no era solo la impresión. Acababa de soltar una bomba inmensa y los había dejado a todos por los suelos. Es que, el hecho de que fuera una Nefilim, daba mucho que pensar. Uno de ellos tuvo que acostarse con un Ángel. Y no era posible. Ella ya tenía una edad, por lo que, Sam y Dean debieron ser muy jóvenes para cuando ella nació o fue concebida. Era imposible, no cuadraba el tiempo.

          —No, eso... No es posible —se rió Dean con tal de ignorar lo que había dicho —. ¡No puede ser! La primera vez que vimos un Ángel, fue hace unos diez años... ¿No? —miró, aterrado a decir verdad, a su hermano.

          —Más o menos, sí... —titubeaba sin quitarle los ojos de encima.

          — ¿Lo ves? No puede ser. Seguro que solo era un truco, Maison. No podemos ser tus padres si nunca habíamos visto a ningún Ángel...

          Gabriel dio un paso al frente, con una sonrisa burlona en la cara.

          —Dean, Dean, Dean... ¡Ni que hubieras nacido ayer! Los Demonios rondaban en torno a Sam, sabiendo el plan de Lucifer. Pero no eran los únicos. Ambos estábais siendo vigilados por los Ángeles, por seguridad. ¡Con lo importante que fue vuestro nacimiento! ¡¿Cómo no os iban a seguir vigilando después?! Pudo perfectamente un Ángel algo pirado saltarse las normas y acostarse con uno de vosotros...

          —Gabe, por favor, detente. No quiero imágenes mentales —lo frenó Maison con rapidez —. Mirad, sé que es difícil de entender, ¿vale? Ni yo misma sé qué pensar. Lo único que sí que sé es que... Os juzgué mal, sí, pero sois lo único que tengo. Solo vosotros podéis protegerme y ayudarme a descubrir la verdad. 

          Sam y Dean se miraron un segundo y se alejaron un par de metros para hablar en privado. No estaban muy convencidos, pero, en algo estaban de acuerdo: no podían dejarla así.

          —No sé qué pensar de todo esto... —murmuró Dean.

          —Ya, pero, tiene razón. Ahora mismo, somos su única esperanza, nadie más va a ayudarla.

          —Sí, pero... ¡¿Un Nefilim?! ¿En serio? Yo puedo esperarme que aparezca una cría diciéndome que soy su padre, pero esto... Es demasiado.

          —Dean. Sea o no una Winchester, tenemos que ayudarla. Tómate esto como un caso.

          Dean miró de reojo a la chica, que desde la distancia, los observaba con pesar, esperando a que aceptasen. El peso de su mirada pudo con él, que después de poner los ojos en blanco, volvió a mirar a Sam.

          —No. Es una cría. No un caso... Y vamos a ayudarla a encontrar respuestas, al fin y al cabo —se encogió de hombros —, creo que se lo debemos, nos ha salvado ya un par de veces, ¿no?

          Los hermanos, ya con la decisión tomada, regresaron junto al Arcángel y la Nefilim para comunicársela, con una pequeña sonrisa en la cara:

          —Vale, tú ganas. Te ayudaremos —dijo Sam.

          —Sea cual sea la verdad, lo averiguaremos, Maison. Te lo prometemos —continuó Dean.

          Maison, con la felicidad contenida asintió más aliviada. Gabriel dio una palmada rompiendo el silencio.

          —Bueno, ¿qué? ¿Cuál es el plan para detener a ese clon apocalíptico de Miguel?

§

          El búnker era algo asombroso. Un tremendo complejo subterráneo, sujeto por altas columnas y compuesto por dos pasillos conectados entre sí, que daban a las habitaciones, una cocina y otras salas dispersas. Pero no era para nada lo que Maison tenía en mente cuando escuchó que viviría en un búnker, no. No era un lugar oscuro y frío de paredes de metal. Era un lugar bonito, bien decorado, y una biblioteca inmensa. 

          Maison caminó revisando el lomo de los libros, acariciándolos con el dedo, fascinada por todos los conocimientos que había allí guardados. Por detrás, los Winchester hablaban con Gabriel de algo que probablemente debería interesarla, sobre qué sucedía con Miguel, Mary, que era su madre, y Jack. Cuál era el gran plan, cómo lo harían... Pero ella se había quedado hipnotizada con la belleza de aquel sitio. Nunca había vivido en un lugar así, tan grande, tan firme. Sintió que, quizás allí, su vida podría encarrilarse de una vez por todas. Gabriel y Sam se marcharon por uno de los pasillos, aligerando el paso. Dean iba a seguirlos pero al llamar a Maison y no obtener respuesta, se quedó ahí parado, viendo lo que hacía.

           —Dean —Una voz lo llamó y él se giró para recibir al otro Ángel que había en la casa; luciendo su gabardina como de costumbre y con sus brillantes ojos azules, Castiel se acercó a él —. Me había parecido oíros hablar.

          —Sí. ¿Cuándo has llegado? —preguntó Dean, ambos mantenían la voz más bien baja, haciendo de esa conversación algo más privada.

          —No hace mucho. Rowena me ha contado lo que pasó; ¿cómo está Sam?

          —Oh, bien, bien, no te preocupes —sonrió.

          — ¿Y qué ha pasado al final con Gabriel?

          —Todo bien. Le ayudamos con el tema de Loki y eso; si lo buscas está con Sam —Castiel asintió —. Y luego... Está ella —concluyó Dean.

          El Ángel siguió la mirada de Dean hacia el otro lado del búnker, donde podían ver a una fanática de los libros entrando en un colapso mental pensando solo en todo lo que iba a poder leer. Tan solo la vio de perfil, pero Castiel recordó aquellos enormes ojos azules, tornándose en un color dorado.

          — ¿Qué? —preguntó Dean, curioso ante su mirada.

          —Maison —Dean lo miró ahora confuso —. ¿Qué está haciendo ella aquí?

          —Vino con Gabriel. Y —se rió con suavidad —, resulta que es o hija mía o de Sam —ante esto, Castiel lo miró, algo alarmado —. ¿Es que...la conoces?

          —Sí. ¿Qué quieres decir con eso de que es hija tuya o de Sam?

          —Eso le dijo Billie.

          Castiel se quedó algo confuso tras su declaración. Los dos miraron de nuevo a la adolescente con la duda rondado, aunque tan solo fue por un par de segundos, pues volvieron a mirarse rápidamente. Cas lo miraba con seriedad, preguntándose cómo es que uno de los Winchester era el padre de una Nefilim que había pasado desapercibido durante 18 años, y sobretodo se preguntaba si ellos sabían cuál de los dos era. Lo que Dean pensaba era completamente distinto. Dean se estaba cuestionando si sería Cas el padre Ángel de Maison, aunque eso conllevaría que él o Sam...

          — ¿Cas? —Maison, que se había girado hacia rato, los llevaba observando un rato mirándose a los ojos, de una manera que parecía que nada podía romper, decidió que debía llamar su atención de alguna manera o sería testigo de algo que no quería ver en primera persona, que mejor se dejaran a estar solos.

          —Maison... —repitió el Ángel, dibujando en la chica una sonrisa.

          —Me alegra ver que escapaste de Asmodeus —agregó ella.

          —Espera un momento, ¿Asmodeus? —preguntó Dean, intentando comprender lo que pasaba allí — ¿Sabéis qué? No hay tiempo que perder; hablaremos de esto más tarde. Venga, los demás nos esperan.

§

          —Aquí está —anunció Gabriel, entrando en la sala, donde los Winchester, Cas, Rowena y Maison se reunían, con un pequeño frasco de cristal en la mano —. El último ingrediente: una ración de gracia de Arcángel —decía con dramatismo.

          Dejó el frasco sobre la mesa, en el centro de la sala, en torno a la que todos se reunían, sin embargo, aquel dramatismo con el que daba a entender lo importante que era su aportación, solo era apariencia. Sí que era algo muy importante y difícil de conseguir, pero, el problema era que no había más que una uña, un par de gotitas plateadas en un pequeño, no, pequeñísimo frasco de cristal. La bruja pelirroja cogió el frasco para observarlo con indignación. En el fondo, Sam se agachaba mucho para ver el frasco a la altura de los ojos, viendo la diminuta "ración" que les había servido el Ángel.

          — ¿A esto le llamas una ración? —preguntó Rowena.

          —Eso es el combustible de las emanaciones divinas. Será más que suficiente para hacer este... Trabajo.

          Maison lo miró un tanto sorprendida. En cuestión de días, no, de horas, su imagen sobre Gabriel estaba decayendo, de ser un protector serio y de confianza, a... Bueno. A Gabriel. Miró a Rowena, que buscaba el contacto visual con ella.

          — ¿Seguro que no hay tiempo para que aprendas a abrir las puertas?

          —Créeme. Si pudiera hacerlo, habría chasqueado los dedos hace rato.

          Y con ese ánimo. Todos se prepararon para su incursión. Sam, Dean, Gabriel y Cas se sumergirían en esa arriesgada misión de rescate mientras Maison se quedaba fuera con Rowena —con quien, por cierto, tenía que hablar urgentemente, antes de que se les escapara algo indebido delante de los Winchester —. Estaban preparados, moralmente decididos y optimistas. No iban a fracasar, y conseguirían traer a Jack y Mary de vuelta antes de que la brecha se abriera y Maison y Rowena tuvieran que volver a prepararlo todo para rescatarlos a ellos. La bruja mezcló todos los ingredientes en un cuenco, dejando para el final la escasa gracia de Gabriel. Pronunció unas palabras en latín y agitando las manos en el aire, señaló el camino para que la magia rasgara la línea entre mundos.

          Ante ellos, y casi sin creerse que hubiera funcionado, apareció una línea dorada, una grieta que la mayoría ya habían visto antes. Se miraron entre sí, sorprendidos antes de dar un paso hacia ella.

          — ¿Todos preparados? —preguntó Cas.

          —Sí. Claro —respondió Sam.

          —Vamos allá —Dean dio un paso al frente, y como a modo de señal, todos lo imitaron un segundo después.

          Sin embargo, no fueron capaces de dar otro, pues la luz de la grieta se apagó violentamente, como si los fusibles fallaran. Los seis la miraron con los nervios a flor de piel y fueron inclinándose a la par que lo hacía la grieta, de una forma cómica y típica de los dibujos animados, hasta que, finalmente, desapareció.

          —Ha sido... Rápido —observó Cas.

          —Muy, muy rápido —añadió Sam.

          —Podría decirse que precoz —continuó Rowena.

          —Ha sido como Flash... —concluyó Maison, mirando al mismo tiempo que los otros al Arcángel.

          —Creí que sería bastante.

          —De acuerdo, ¿y ahora qué hacemos? —preguntó Sam a su hermano, que parecía tan o más perdido que él; en cambio, Cas miró al vacío un segundo antes de que una luz iluminara su mirada, dando así con una solución.

          —Y yo qué sé... —respondió Dean.

          —Lo sabes —corrigió Cas de inmediato —. Todos lo sabemos —Maison se preguntó si era un buen momento para decir que no, que ella no tenía ni idea de lo que estaban hablando, luego pensó, que ese comentario, sería muy de Gabe, además de inadecuado, y prefirió escuchar y enterarse del tema —. Necesitamos gracia de Arcángel. No sabemos cuánto tardará Gabriel en recuperarse, Maison no sabe abrir puertas a otros mundos... Así que solo nos queda una opción posible en la Tierra. Necesitamos a Lucifer.

          —No —negó de inmediato Sam.

          —A mí tampoco me gusta, pero es la única opción.

          —Es una locura —insistía —. Lucifer...

          —Sam, no podemos hacer nada más.

          Dean vio las miradas entre Sam y Cas. Rezumaban tensión, mucha tensión. No querían tener que vérselas con Lucifer, pero, como decía el Ángel, no había otra.

          —Hablemos esto tranquilamente, ¿vale, chicos? —sugirió Maison.

          Sam, Dean, Cas y Maison se marcharon a la cocina, donde poder hablar en privado. La chica fue con ellos simplemente por curiosidad y por no quedarse a solas con Rowena y Gabriel. Maison y Dean se apoyaban en el mueble central, de frente a Sam, sentado en los escalones de la puerta, mientras que Cas se apoyaba en la mesa. Allí reunidos, la discusión que parecía no ir a acabar nunca, se agravó más.

          — ¡Pues claro que quiero salvar a mamá y a Jack! No pienso en otra cosa. Pero ya hemos intentado colaborar con Lucifer...

          —No es colaborar —reprochó Dean.

          —Solo queremos su gracia —añadió Cas.

          — ¡Oh, claro, solo!

          —Ya le hemos atrapado antes...

          —Sí, y todas las veces acabamos igual. Con el diablo suelto por ahí, ¡otra vez!

          —Escucha, Sam, también me ha utilizado Lucifer. Fue la peor violación posible. Así que no me tomo tus recelos a la ligera, pero ya está suelto por ahí y le hemos ignorado, y hemos evitado tratar con él porque tenemos miedo —Maison recordó a Lucifer; si que es cierto que no recordaba un Lucifer tenebroso, terrible, no recordaba a un monstruo, solo a un idiota sarcástico encerrado en un calabozo y sin poderes. Pero no debía menospreciarlo por ello. Sabía de buena mano,  las cosas que le hizo a Crowley, el propio demonio se las contó. Guardaba cierto rencor hacia él, posiblemente, nada comparado con lo que los Winchester se guardaban —. Nosotros sacamos a Lucifer de su jaula, y nunca ha dejado de ser nuestra responsabilidad.

          — ¿Entonces? —preguntó Maison.

          —Necesito... Un momento para pensarlo, ¿vale? Dadme solo... Solo un momento.

          Sam salió de la cocina con un dolor de cabeza inmenso, reflexionando en silencio dando un paseo por el búnker. Cas y Dean se miraron algo agobiados. No tenían mucho tiempo, no sabían en qué condiciones estarían Mary y Jack, y para colmo, se veían obligados a hacer algo que no querían hacer porque, como Cas decía, tenían miedo. En el fondo, tenían miedo de que saliera mal y que Lucifer lo estropeara todo, por no hablar de que, su máxima prioridad, era mantenerlo lejos de Jack. Solo por si acaso.

          En el bolsillo de cazador sonó una baja melodía, una canción de rock que provenía de su teléfono. Dean lo cogió sin mirar si quiera el nombre.

          — ¿Diga? —preguntó, pasándose una mano por la cara, algo agobiado —Hola, Jody... ¡¿Cómo dices?! —Cas y Maison miraron alarmados a Dean, que parecía realmente preocupado —Sí... Vale, gracias... Mantente informada.

          — ¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó Maison.

          —El puto FBI. Eso es lo que pasa —respondió.

          — ¿Qué pasa con el FBI, Dean? —preguntó Cas, haciendo como Maison, acercándose a él.

          —Era Jody. Unos federales han pasado por su casa preguntando por nosotros —miró de reojo a Maison —y por ella... Creo que podemos confirmar el hecho de que es una Winchester; esos polis también le han dicho a Jody que eres hija de uno de nosotros.

          — ¿Y qué vamos a hacer? —preguntó Maison.

          —Nada. No podemos hacer nada. Buscaremos la manera de traer a Lucifer hasta el búnker sin llamar demasiado la atención.

          —Sin salir, querrás decir —corrigió la chica.

          —No os preocupéis. Buscaré una solución a esto, pero... Antes van mamá y Jack.

          Dicho esto se marchó de la cocina sacudiendo la cabeza y gruñendo; Maison se dio cuenta de que hacía eso mucho, y que eso también era algo que ella hacía a veces. ¿Genes?

          Maison y Cas se miraron en silencio. Los federales, la familia de Will, andaba buscándola. La habían seguido hasta allí, o quizás, incluso, fuera el propio Will. No había vuelto a hablar con él desde que se marchó con Gabriel, dejándolo por Jack, o al menos eso era lo que parecía en ese momento, ahora no estaba tan segura de ello... Pero, no, no podía ser él. Antes que venderla por venganza, la protegería, no debía caberle ninguna duda. Y sí, no había respondido a ninguno de los mensajes que le había dejado desde entonces, pero, quizás si le contaba que los federales la estaban cercando, aparecía... No tenía nada que perder y si no se presentaba, al menos, intentaría alejar al FBI del búnker, daría a los Winchester el tiempo que necesitasen para traer de vuelta al resto de la familia. Maison volvió a mirar a Cas, decidida y salió corriendo de la cocina, mirando a ambos lados, en busca de los dos hermanos.

          — ¡Dean! —lo llamó Maison, siguiéndolo por el pasillo. Corrió hacia él, por su rostro, parecía algo angustiada.

          —Maison, ¿qué pasa? ¿Estás bien?

          —Sí, sí, yo estoy perfectamente. Quería hablarte de algo... ¿Los federales? No hay problema; me ocupo yo de ellos.

          —Eh, vale... Pero, ¿estás segura de que quieres hacerlo? Estando aquí no corremos ningún peligro y... 

          —Lo sé, Dean, pero... Quiero hacerlo. Yo os he metido en este lío y yo pienso solucionarlo; tengo un as en la manga... Creo.

          Dean la miró inquieto. Aún no se hacía a la idea de que aquella adolescente pudiera ser su hija, y en caso de no serlo, sería su sobrina. Debía reconocer, que en muchos aspectos, la chica le recordaba muchísimo a su hermano, tenía rasgos solo suyos, cosas que se heredan, aún sin verlas y aprenderlas, sino porque se llevan en la sangre. Y es por ello, que aún incómodo, se convencía cada vez más de que, efectivamente, era una Winchester. Maison llevaba la caza y todo ese mundo sobrenatural en las venas, incluso con lo poco que la había visto en acción, pero podía sentir en ella, lo mismo que su hermano y él sentían al cazar monstruos y salvar a la gente: una identidad.

          — ¿Quieres que avise a Sam o prefieres ir tú?

          —Díselo tú, si no te importa... Preferiría acabar con este lío lo antes posible.

          —Bien, pues... Adelante, confiamos en ti, en serio. Ten cuidado, ¿vale?

          —También vosotros. Traed de vuelta a Jack, ¿vale? Pero no os quedéis ninguno por el camino —Dean sonrió y asintió con cierta confianza.

          —Hasta luego, entonces.

          —Sí. Hasta luego... —Dean vio a la adolescente alejarse a toda prisa por el pasillo en busca de Sam para decirle exactamente lo mismo — ¡Y Dean! —Al oír su voz, el mayor de los hermanos se detuvo, ella había retrocedido unos pasos —Gracias. Por traerme a casa.

          Una vez dicho esto, Maison se marchó corriendo.



Ay, Chuck! Muchísimas gracias a todos por vuestro apoyo en los Strange Squad. No me puedo creer que BELIEVE esté compitiendo por el primer puesto con IT WAS ON SUMMER (si no la habéis leído, ya estáis tardando), porque es una de mis historias Destiel favoritas. En fin, que eso, que muchas gracias y seguid votando, por favor!!!!

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