29.

—Dime una cosa. ¿Realmente se pueden hacer tratos con demonios? -preguntó Talia casi para sí misma y con el rostro colorado.

—¿Qué? -dijo Jacob sosteniéndose la pierna —¿A qué viene eso? -dijo dandose vuelta para mirarla a la cara y asegurar que habia escuchado bien.

Talia se puso más roja al notar la mirada inquisitiva de Jacob y se arrepintió de haber abierto la boca. Ella decidió cambiar de tema.

—¿Te duele mucho la pierna? -le dijo acercandose a él.

Ambos estaban en el auto de Jacob, aun en el estacionamiento.

—Nunca había sentido este dolor. Es realmente horrible. -Talia río —¿De qué te ríes?

—A mí la tía Ingrid me lo provocaba a diario. -le dijo intentando ver la herida.

Al inicio Jacob se rehusó, no queria que ella lo tocara y mucho menos sintiendose tan indefenso; el dolor que sentia era terrible y sentia que se iba a morir.

—¿Con todo y la cosa negra que evita la curación? -preguntó Jacob sin creer que Talia pudiera soportar tal dolor. Talia asintió y se bajó del auto para ir hasta el asiento del conductor.

—Se llama Hiedra negra. Provoca que tus células sobrenaturales pierdan su capacidad de curación acelerada y aumentan el dolor porque dañan los tejidos sensoriales.

—Maldición. -Jacob se retorcía del dolor.

Ver como Jacob trataba de evitar que las lagrimas salieran la hizo recordar esos momentos que pasaba con la tía Ingrid evitando ser herida por esa cosa. Dolía como el demonio. Ahora ya sabía como manejarlo y la cortada que tenia en el vientre solo le incomodaba.

Talia ayudó a Jacob a levantarse y cambiarse de asiento. En el asiento de atrás podria recostarse mejor y no haria tanta presión en la pierna.

Condujeron hasta el centro de Durstain, Jacob no quería ir a su casa y Talía tampoco quería ir a la suya. Talia estacionó el auto frente a un minimercado.

—Voy a comprar algunas cosas que ayudarían con el dolor. -Jacob negó con la cabeza y le rogó que se quedara con él.

—No estás bien. Yo sé que te duele demasiado -Talia se quitó el cinturón y se dio la vuelta para mirarlo —Tu rostro de dolor lo deja muy en claro.

Jacob cerró los ojos y se cubrió el rostro con el antebrazo. Talia se acercó a él para comprobar su temperatura y ver como seguia la herida. La zona infectada se estaba haciendo más grande y Jacob estaba sudando como si hubiera corrido una maratón.

Cuando Talia llegó al cajero con un cuchillo, unas tenazas para ensalada, varias toallas de cocina, una olla, hielo, un ramo de menta y una botella de soda el chico que la recibió se le quedó viendo extrañado. La situación se volvió peor cuando Talia le pidió también una caja de cerillos y un juguete antiestres.

Incluso Jacob la miró atemorizado cuando abrió la puerta pues Talia también había pasado a una farmacia y había comprado un paquete de pastillas y alcohol.

—Porfavor no me mates, quiero tener una vida larga. -dijo el chico tratando de disminuir el terror que traia dentro.

—No te preocupes, yo también quiero que así sea. -Talía le extendió las bolsas y él se fijo en el contenido de ambas sientiendo que su amiga le estaba mintiendo y ese seria su ultimo día.

—Vayamos a un lugar donde no te escuchen gritar. -dijo Talía tomando el volante y riendo para sí misma.

—Si no te conociera pensaria que lo estás disfrutando. -los ojos de Jacob cambiaron de color cuando el auto empezó a moverse. —Vas a lograr que me orine del miedo.

Llegaron a un parqueo abandonado y cuando Talia se bajó a Jacob se le erizó la piel, se habia quitado la blusa y solo traia un top. Ella dejó la bolsa en el suelo y sacó el hielo del mini congelador.

—Toma esto. -dijo ella ofreciendole una pelota. Él entendió el propósito de eso.

Talía comenzó con su labor. Colocó varios cubos de hielo en la herida y al tacto el hielo se tornaba negro. Jacob gritó de dolor y Talia le frotó la pierna para tranquilizarlo.

—Aguanta un poco más. -dijo ella para calmarlo.
En realidad ella estaba sorprendida del autocontrol del chico pues, a pesar del dolor inimaginable que estaba pasando lo único que hacía era gritar y no pataleaba o trataba de moverse.

Seguía la peor parte. Tomó el alcohol y se lavó las manos; luego tomó las pinzas y revisó la herida, sacó todas las hojas y tierra para finalmente tomar la jeringa y extraer un líquido negro verdoso que salía de los bordes de la cortada.

Cuando todo estuvo listo tomó unas vendas y cubrió toda la herida con las hojas de menta.

—Listo. -dijo Talía, pero Jacob había perdido el conocimiento del dolor —Fue lo mejor.

Talia acomodó mejor a Jacob en la parte de atrás y ella se sentó en el asiento del conductor a esperar que Jacob despertara. En algún momento ella también se quedó dormida.

***

—¿Cómo te sientes? -preguntó Keitlyn a Andrew.


Ella habia estado esperando que despertara y apenas el chico dio señales de vida ella lo intereceptó sin pensarlo.

—Estoy bien Keit, solo estaba cansado. -él aún parecía un poco molesto con Keitlyn pero su cabeza seguía en Durstain.

—Dormiste casi por un día entero. -Andrew solo se encogió de hombros para restarle importancia y se dirigió a la cocina; tenia un hambre terrible.

—Tú lo haces incluso sin estar cansada. ¿Y tú estás bien? -esa pregunta la tomó por sorpresa. Desde que había vuelto de Durstain ella tampoco había podido dormir bien ni dejar de pensar en su amiga.
El mensaje que le habia enviado la habia dejado desconcertada y el hecho de que los padres de Talia no la hubieran dejado entrar cuando fue a buscarla solo lo empeoró todo.
Él era el unico que podia darle respuestas, y su actitud despreocupada la enfurecia.

Touche. -dijo Keitlyn de mala. Puso los brazos en jarra y Andrew entendió la intención.

—Keit yo...

—Que bueno que despertaras. -el padre de Keitlyn venía entrando a la cocina cuando los vió y puso una mano en el hombro de Andrew —Misión dura ¿Verdad, hijo? -Andrew tragó grueso. Él habia informado a la oficina hasta que habian perdido al objetivo. De ahí en adelante, lo que habia sucedido con Talia, y su visita a santo Tomas no estaban registradas.

—Todas son tan únicas que uno nunca se acostumbra. -dijo Andrew. Él debía pensar bien sus palabras y gestos pues, si alguien de los altos mandos se enteraba de lo sucedido además de ser condenado por traición, Talia llevaría la peor parte siendo buscada y cazada para hacerle quién sabe que.

Ralf sonrió de oreja a oreja y le golpeó la espalda en modo de despedida.

Cuando su padre se habia marchado, Keitlyn se volvió hacia Andrew esperando respuestas.

—Hablaremos luego. -dijo él tomando una naranja e ignorando a Keitlyn.

Andrew regresó al cuarto y cuando iba de salida le dió un beso en el cachete a Keitlyn. La chica se quedó helada y confundida.

—Hay algo que debo hacer. -al ver su reacción, Andrew sonrió tiernamente antes de irse.

Cuando ya se había ido Keitlyn notó un pequeño rollo de papel en su bolsillo, no recordaba que estubiera ahí y lo abrió.
Era un escrito algo viejo sobre un ser antíguo.

—Lycans. -dijo Keitlyn en un susurro.

Ella nunca había escuchado ese nombre y su curiosidad le ganó. Esa noche aprendió por primera vez de aquella mítica criatura que solo eran rumores y leyendas de alguien que parecía no tener un tornillo.

***

Querido roble
¿En dónde fuiste a quedar?

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