Capítulo 09

No tenía idea cuanto tiempo había pasado o cuanta distancia le quedaba por recorrer para alcanzar su preciosa libertad.

Choi se sentía cansado, sus piernas pesaban cada vez más, pero aun así no pensaba detenerse.

Un aullido resonó a lo lejos.

La sangre de Choi se heló y su corazón empezó a golpear con fuerza su pecho.

Uno, dos, tres... varios aullidos más. Miró al cielo y vislumbró la luna justo al centro, era media noche ya.

¿Cómo había pasado el tiempo tan rápido? se preguntó Choi.

¿Estaría cerca ya?

Dios él esperaba que así fuera, de pronto fue más consciente de los sonidos a su alrededor. El sucio monstruo del pánico había empezado a emerger invadiendo los pensamientos de Choi, haciendo menguar su resolución.

Se detuvo un instante y tomó varias respiraciones profundas tratando de despejarse. Metió su mano temblorosa al bolso de cuero para sentir la navaja, la tomó y el frío metal en su mano le hizo ganar un poco de confianza.

—¡Vamos maldición, tu puedes! —se animó a sí mismo.

Se acomodó la correa en su hombro y sujetando aún el bolso, reinició su carrera.

Siguió corriendo con renovada energía, de alguna manera había logrado transformar el pánico creciente en el combustible que le hacía falta para seguir.

Tenía todos y cada uno de sus sentidos puestos en ello, pero entonces, otro sonido lo detuvo nuevamente, uno más atemorizante que el anterior...

Un grito humano.

Si bien no parecía provenir de cerca, el silencio de la noche le permitió sentir la angustia y terror del emisor de tal lamento.

Choi no sabía qué hacer, su parte humana y compasiva le gritaban que debía regresar y buscar la fuente de ese grito desesperado. Por otro lado, la parte racional de su cerebro y su instinto de supervivencia le urgían a seguir corriendo y huir lo más rápido posible.

El pensamiento de llegar a la carretera y buscar ayuda de pronto le golpeó. Se dijo que era lo más sensato por hacer y ello fue suficiente para empujarse de nueva cuenta a la carrera.

Con esta nueva meta en mente, alejó el pánico creciente y los remordimientos que le causaba el abandonar a los otros.

El tiempo dado a las ofrendas había concluido.

El grupo de candidatos, el Alfa incluido, con un fuerte aullido dirigido a la luna llena, iniciaron la cacería.

Agudizando sus sentidos, se dispusieron a seguir el rastro del aroma de su tributo elegido.

Si bien ellos podían llamar a su cambio y tomar mayor ventaja en su forma animal; para el ritual estaba prohibido, debían permanecer en su forma humana para que el desafío fuera mayor.

Sin embargo, aun prescindiendo de su cambio sus habilidades eran por mucho superiores a las de cualquier humano. Su velocidad y fuerza eran formidables, así como su vista y olfato.

Yeonjun, el Alfa tomó una respiración profunda captando el hilo de aroma que debía seguir.

Pese a negarse a reconocer el efecto de ese joven en él, debía aceptar el hecho de que su olor le había vuelto loco, el impacto de la esencia del humano sobre sus sentidos fue arrolladora. Fue malditamente difícil para Yeonjun soltar el pequeño trozo de tela, le hubiera gustado sostenerlo un poco más, tal vez guardarlo para sí como un recuerdo. Pero sabía que le esperaba algo mucho mejor y eso le consoló, pronto tendría ese pequeño cuerpo retorciéndose debajo suyo, sería libre entonces de embriagarse a su antojo de la deliciosa esencia.

Tan concentrado en su torbellino de pensamientos que no fue capaz de atender nada más, se olvidó por completo de que alguien más intentaría tomar, lo que ya había decidido que le pertenecía.

Im no era capaz de apartar su furia, nadie osaba interponerse entre él y sus presas y esta vez no sería la excepción. Apenas podía dar crédito al hecho de que Chew se presentara, era un obvio desafío y aunque estaba que hervía de furia, sabía que tenía que ser más inteligente y aprovechar esta oportunidad para tomar el puesto que siempre había querido tener. Si bien Chew era más fuerte, Im sería más hábil.

Esperó a que todos abandonaran el claro para salir último, necesitaba desviarse un poco y tomar algunos objetos que asegurarían su victoria absoluta esta noche.

La seguridad le envolvió, ganaría mucho más que una follada placentera. Si algo tenía que decir Im al respecto, era que hoy habría un nuevo Alfa líder y su ego se infló con la idea.

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