- Marca -
Thatch y Marco tuvieron que acampar porque se hizo de noche. Ace, Sabo y Luffy regresaron a la casa del árbol y se durmieron.
El sol pasó por la ventana que ellos mismos habían hecho y golpeó en el rostro con pecas de Ace. El pecoso abrió lentamente sus ojos, molestos por la luz solar, y se empujó hacia arriba, estirándose como un gatito y bostezando.
Iba a comenzar como siempre en silencio para no despertar a sus hermanos, pero un chillido salió de su boca.
—Ay, ay, me duele mucho —Ace cerró sus ojos y se llevó la mano a la espalda; le dolía mucho.
—¿¡Ace!? —Luffy y Sabo se levantaron cuando escucharon a Ace chillar; miraban nerviosos a su hermano, esperando que no estuviera lastimado.
—Me duele la espalda —Ace trató de respirar despacio para evitar el dolor. Luffy miró a Sabo.
—Voy a levantarte aquí atrás, Ace; si te duele, dime —Sabo tomó las esquinas de la ropa de Ace y la levantó. La mancha era muy grande, estaba tomando la forma de una calavera, pero aún no estaba definida.
—Es tu marca —susurró Sabo, y Ace con Luffy lo miraron con la boca abierta.
—¿¡La marca de Ace!? —Luffy estaba muy feliz por Ace, pero Ace no parecía para nada feliz.
—Yo... no la quiero —Ace gruñó y Sabo le dio con la mano en la cabeza.
—Ya no puedes hacer nada, pero... si no quieres ir, entonces no irás. Luffy y yo nos encargaremos de eso —Y la sonrisa apareció otra vez en el rostro de Ace. Se bajó la polera y respiró. Sabo le dio una de las pocas pastillas que les quedaban de la medicina de Makino y bajaron de regreso; tenían provisiones porque habían cazado por si Luffy no conseguía nada, y sobró para hoy.
—¿Vamos a la playa? —preguntó Luffy.
—Sí, pero solo a hacer castillos. No quiero estar pescándolos por todo el mar —Ace sonrió; Sabo siempre sobrepensaba las cosas.
—¡Vamos! —Ace y Sabo comenzaron a correr detrás de Luffy, que reía mientras corría directo a la playa.
Cuando llegaron, se ubicaron bien en una esquina y comenzaron a hacer castillos de arena, mientras Luffy se peleaba con unos cangrejitos bebés que estaban por ahí.
Ace lo estaba disfrutando; eran muy pocas las veces en las que se podía permitir disfrutar de un momento tan pacífico y dulce como este.
Marco y Thatch escucharon unos gritos desde lo que parecía ser un risco; caminaron directamente hacia las risas infantiles y se encontraron a los tres niños jugando mientras se lanzaban arena mojada con risas, lo suficientemente lejos de las olas del mar para no estar en ningún peligro.
—¿Son ellos, yoi? —le preguntó Marco a Thatch desde la altura; se veían muy felices para no tener ningún adulto que se encargara de verdad de ellos.
—Sí, el pequeño del sombrero de paja es Luffy. Supongo que los otros dos son Ace y Sabo, pero no sé quién es quién —Thatch se agachó junto con Marco para que los niños no se dieran cuenta de su presencia.
—Voy a hacer una fogata aquí, Sabo; ya está empezando a hacer un poco de frío —el pecoso sonrió mientras juntaba unos palitos, y con su dedo prendió fuego rápidamente con una sonrisa.
—Ahora sirves para algo, Ace —el rubio se burló de su hermano, y muy pronto los dos estaban rodando por el piso mientras Luffy se reía.
—Bueno, supongo que el pecoso es Ace y el rubio es Sabo, yoi —Thatch asintió; ambos miraron cómo los niños terminaron de pelear con una sonrisa.
—Diablos, ahora estamos llenos de arena —Sabo se sacó la parte de arriba de la ropa y extendió su mano para que Ace le diera la suya.
Ace, con una sonrisa, se sacó su polera y se la entregó a su hermano, dejando la mancha aún no formada en su espalda a la vista de los dos comandantes de Barba Blanca, que abrieron los ojos sorprendidos.
—¿Esa es...? —Marco le cubrió la boca a Thatch, que estaba hablando demasiado fuerte. Ambos se miraron y asintieron; esa marca era exacta a como se veía antes de que sus hermanos florecieran. Después de tanto tiempo, podían identificar su marca antes de florecer.
—Esa es nuestra marca, yoi —Marco y Thatch se volvieron a asomar por el barranco para mirar a los niños debajo que estaban peleando. Sabo había lavado la ropa en el agua, y Ace la estaba secando con su calor corporal.
—¿Ace puede ser una calefacción humana? —preguntó Luffy, y Ace se sonrojó.
—No voy a hacer eso, Luffy —Luffy hizo un puchero mientras Sabo se reía y recibía su ropa para ponérsela con una sonrisa.
Entonces Ace se iba a levantar para jugar otra vez, pero se quedó quieto, mirando serio a la nada, como si estuviera muy perdido en sus pensamientos.
—¿Hermano? —Luffy preguntó confundido. Ace miró a los lados; estaba buscando algo. Ansioso, se quedó quieto y miró hacia arriba, encontrándose con la mirada de los dos comandantes de Barba Blanca.
—¡Es el pelo de pan! —Luffy apuntó al cocinero, que sonrió nervioso y levantó su mano para saludar al niño.
—¡Es Thatch! —El cocinero sonrió.
—Eso... Thatchy —Ace miró a Luffy.
—¿¡Qué te hemos dicho de hablar con los piratas!? —Chillaron los dos niños.
—Luffy, ¿por qué no vienes aquí con tus hermanos?... Tenemos dulces —Luffy iba a decir que sí, pero Ace y Sabo lo detuvieron.
—¡Ese hombre es un secuestrador! ¿Que no te das cuenta? —Sabo agarró a Luffy de la parte de atrás de su camisa.
—Pero parece una buena persona —Luffy chilló.
—Eso no significa que sea bueno. Sabo, vámonos de aquí —Y antes de que Marco y Thatch pudieran hacer algo, los dos mayores se fueron corriendo con el menor entre los brazos mientras lo regañaban.
—¿Y ahora qué hacemos? —Thatch miró a Marco.
—Ahora que sabemos que el pequeño Ace es nuestro, con más razón no podemos volver al barco sin nuestro nuevo hermanito, yoi —Thatch y Marco asintieron.
Tenían que secuestrar a estos niños.
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