- Barba blanca -
Shirohige suspiró. Ya iban cuatro días y sus mocosos no regresaban a casa. Sabía que estaban bien y dónde estaban porque sentía sus hakis, pero ya era demasiado tiempo para capturar a un trío de niños. Se levantó de su silla.
—Izo, estás a cargo —dijo. Detrás, escuchó que alguien murmuraba "¿Por qué él?" o "¡Yo soy mayor!". Izo les respondió con una sonrisa—. Cuida de tus hermanos, voy a buscar a esos mocosos.
—Seguro, oyaji —Izo y los demás vieron a Barba Blanca dirigirse rápidamente hacia la jungla.
—Ellos están en problemas —Haruta sonrió, mientras los demás comenzaban a reír.
Barba Blanca caminó tranquilamente hacia donde sentía el haki de sus mocosos. Parecían cansados, así que se aseguraría de que descansaran bien, ya que Marco y Thatch tenían la manía de no hacerlo. Marco pasaba horas con el papeleo, y Thatch se quedaba horas eligiendo los alimentos para todos.
Se demoró más de lo esperado, pero finalmente los encontró, con caras concentradas y cubiertos de ramitas de árboles, espiando desde detrás de unos arbustos. Por precaución, Barba Blanca caminó más despacio, bajó su haki y se agachó detrás de ellos.
—¿Se puede saber qué están haciendo, mocosos? —susurró, aguantando la risa al ver las caras de sobresalto de sus hijos.
—Casi me orino —susurró Thatch, llevándose una mano al corazón.
—Papá, te he dicho que no hagas eso, yoi —gruñó Marco.
—Aún no sé cómo hace eso siendo tan grande —Thatch lo miró con un puchero.
—Está bien, perdón niños. ¿Qué están haciendo? —preguntó Barba Blanca, mirando a los dos.
—Míralo tú mismo, oyaji, yoi —dijo Marco, señalando detrás de los arbustos.
Barba Blanca agrandó los ojos al ver su marca ya terminada en la espalda de un niño que estaba pescando.
—Ayer se nos escapó porque fue a salvar a sus hermanos. Él es el único con la marca. Parece que viene a pescar todos los días —informó Thatch, y Barba Blanca asintió con calma.
—Es muy rápido, papá, y no queremos lastimarlo, por eso hemos tenido algunos problemas, yoi —dijo Marco, mirando a su padre. En ese momento, Barba Blanca se levantó rápidamente, asustando al niño.
—¿¡Quién demonios eres y por qué eres tan grande!? —Ace se echó hacia atrás, desconfiando de Barba Blanca.
—Soy tu papá —respondió Barba Blanca con una sonrisa, disfrutando al ver el enfado en el rostro del niño, que de repente se encendió en llamas.
—¡Yo no tengo ningún papá! —gruñó Ace.
Barba Blanca sabía que primero tenía que calmar al pequeño fogoso. No quería ser rudo, así que lanzó unos pequeños terremotos para hacer que Ace cayera, pero el niño no dejaba de levantarse. Era fuerte, un pequeño gatito fuerte.
—¡Deja de hacer eso, viejo! —gritó Ace, agotado.
—Ven aquí, niño —Barba Blanca lo tomó con delicadeza entre sus manos.
—¡Suéltame! —Ace pataleaba, asustado.
—Vamos, niño, no seas testarudo. Te encantará la familia, y encontraremos un buen hogar para tus hermanos —le dijo Barba Blanca con una sonrisa tranquilizadora.
—Papá, creo que eso no fue buena idea —intervino Thatch. Barba Blanca lo miró confundido.
—¿Por qué? —preguntó Barba Blanca, quedándose quieto al ver a Ace en su mano, temblando de rabia, con los labios fruncidos. Antes de que se diera cuenta, Ace hizo lo inesperado.
—¡Buaaaaaaa! —Ace comenzó a llorar, desatando un haki del rey mientras pataleaba.
—Papá, dile que no le harás nada a los otros niños, y yoi —gritó Marco, cubriéndose del haki, que era demasiado fuerte para un niño de esa edad.
—E-está bien, tranquilo, tranquilo. No le haré nada a los otros niños, está bien —dijo Barba Blanca mientras mecía al niño de arriba a abajo.
—N-no puedes... s-son mis hermanos —sollozó Ace, secándose las lágrimas con una mano mientras con la otra se aferraba a su pantalón.
Barba Blanca sonrió. Iba a necesitar más delicadeza de la que había previsto.
—Bien, ¿te gusta este lugar para ti y tus hermanos? Estoy seguro de que la gente del pueblo los trata mal —le dijo Barba Blanca, mientras Marco y Thatch se acercaban con una actitud amistosa.
—N-no... pero no importa. Shanks dijo que vendría por nosotros cuando cumpliéramos 17 —Ace miró al suelo. Shanks lo había prometido. Aunque le molestaba que el pelirrojo siempre lo abrazara, sabía que nunca rompía una promesa y era una buena persona.
—¿Qué pasa si vienes con nosotros? Somos piratas, pero somos buenos, palabra de capitán —dijo Barba Blanca, mirándolo a los ojos. Ace tenía miedo, pero sentía una confianza inexplicable hacia ese hombre.
—No sé... —respondió Ace, aún dudando. Barba Blanca lo observó fijamente antes de preguntar:
—¿Dijiste Shanks?
—¿Dijiste Shanks? Yo conozco al pelirrojo, es amigo cercano de mi tripulación —dijo Barba Blanca, y Ace lo miró, mordiéndose los labios.
—¿Conoces al rojo? —Marco asintió.
—Sí, es un borracho, yoi —respondió Marco con una sonrisa, lo que provocó una pequeña risa en el niño arisco.
—¿Shanks tiene una hija? ¿Cómo se llama? —Ace lanzó una pregunta de prueba.
—Uta —respondió rápidamente Thatch.
—Vale... confío en ti, viejo —dijo Ace, algo incómodo. Thatch sacó una canasta de algún lugar.
—Qué bueno, porque una señorita Makino envió esto —dijo Thatch, mientras Ace recibía la canasta llena de cosas médicas.
—Gracias... —murmuró Ace, aún con dudas, pero comenzando a confiar un poco más.
—Toma —Barba Blanca intentó pasarle a Ace a Thatch, pero el niño se aferró a su mano. Al intentar con Marco, Ace se dejó pasar lentamente a sus brazos.
—Yo puedo sostenerte mejor —murmuró Thatch, celoso, mientras Ace solo podía pensar en "niños, tengo dulces", estremeciéndose un poco.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top