Había una vez un pequeño niño, el niño vivía con su padre y su madre al lado de un hermoso camino donde las estrellas fueron entregadas por el cielo.

El niño era muy feliz, en especial porque jugaba mucho con un dulce cuervo que rondaba cerca de un hombre siempre rodeado por una extraña y aromática flor.

El niño quería mucho al hombre... cuando menos se hicieron amigos. Aunque el niño veía como a un hermano mayor al hombre y el hombre le aseguraba también que lo veía como a un hermano menor.

Un día, el niño salió a jugar con el cuervo como siempre... el cuervo lo llevó hasta el hombre.

El hombre lo llevó hasta un enorme bosque, donde había una enorme torre rodeada de las mismas flores que tenía el hombre, era un lugar que cubría el cielo y ocultaba a las luminosas estrellas.

El hombre encerró al niño en la torre, donde el hombre lo obligó a hacer cosas feas... pero de esas cosas feas llegaron otro tres adorables pequeños que crecieron primero en la panza del niño, para después salir en diferentes momentos...

El niño adora a sus acompañantes... pero a veces, solo desea irse con ellos, lejos del hombre malo.

Desea irse lejos con ellos... a donde está su hogar cerca de aquel camino donde las estrellas fueron entregadas por el cielo y las flores crecen en su luz.