XL

-Sólo porque se parece tanto a ti, sentía que estaba contigo y no con ella.

-Años y no puedes enfocarte en tu esposa.

-No te amo, Beverley. Es sólo que siento que eso que no pude hacer hace años al fin lo logré. Estoy feliz con mi esposa pero ella despertó eso en mi pasado que no pude hacer.

-Sé lo que dices, lo comprendo más no lo apruebo. Pero sigue, quiero saber más sobre esta locura.-Seguíamos caminando y llegamos a un punto en donde debíamos regresar, sin embargo, la plática no se acababa.

-Ella me tomaba de la mano, me dedicaba miradas y me besaba cuando estábamos sentados. Poco a poco sentía que me gustaba todo esto así que seguimos pero le dije que mi esposa era eso, una responsabilidad con la que estaba casado, y ella sólo era algo pasajero. Aseguró que estaba de acuerdo y que yo era una práctica nada más. Cuando me escribía para venir, lo hacía, me daba energía estar con ella, el corazón se me aceleraba de saber que era algo prohibido, y eso gustaba más que nada.

-Ya es suficiente, ella conocerá al príncipe y no te necesitará, Hugh.-Si Su mirada estaba perdida hacia el frente, hacia la nada.-¿Me escuchaste?

-Lo hice, Bev. Lo haré, no tendré tiempo para ella en cuanto tenga a mis hijos así que haga lo que haga ya no nos volveremos a ver.

-Cumple, así como cumpliste esa promesa de ser mi confidente y nunca delatarme, ahora yo guardaré este secreto pero promete que esto se acabará.

-Confía en mí.-Se detuvo y me tomó ambas manos para besarlas y verme a los ojos. Ahí estaba, mi pequeño Hugh de nuevo, ese en el que no podía desconfiar jamás. Sus ojos me decían que su voz era en si una promesa leal.

-¡Madre! Sólo faltan ustedes.-Debby llegó corriendo y todo ya estaba levantado, únicamente esperando a que yo subiera al coche y Hugh a su caballo.-Me adelanté pero vi de reojo como mi hija le tomaba la mano al hombre para dejarle algo y luego salir corriendo hacia nuestro transporte. Él se fue a su caballo y fingí acompañarlo para ayudarlo y bendecir su camino, pero extendí mi mano y lo observé atenta, entendiendo de inmediato que debía darme el papel.

Me subí y me acomodé con mi mano escondiendo lo que seguramente, sería una declaración de amor de una aún niña de quince años con una enorme responsabilidad de la que ahora, dudaba si sería capaz de cumplir.

El trayecto fue largo, afortunadamente no tardamos mucho en el límite que dividía Normanda con Nova Escocia; este era un pase que siempre se encontraba lleno de mercaderes, visitantes, políticos y demás. Había guardias de ambos países revisando que todo estuviera en orden, lo que provocaba grandes filas, sin embargo, esto no nos tocó; solamente había cuatro personas frente a nuestro gran cúmulo de personas que nos acompañaban.

Al cruzar, el clima seguía siendo el mismo, pero las plantas y la tierra eran de un color más oscuro. Había concurrida niebla que nos obligó a ir más lento de lo que se por si ya íbamos. Les pedí que reduciéramos las paradas de comida y para hacer sus necesidades, cosa que ayudó a que en tres días por fin llegáramos a la cápital.

Debby se puso tan nerviosa y comenzó a preguntar si de veía bien, si su vestido estaba correcto al igual que su peinado y demás; con calma le dije que estaba perfecta y se acomodara su velo. Al parecer, una tradición es que el Príncipe no vea a su esposa hasta el día en que le descubra el velo el día de su boda. Podía interactuar, hablar e incluso pasear, pero el velo era algo sagrado que no debía levantarse. Bajamos cuando Hugh nos abrió la puerta y tomó la mano para ayudarnos una por una. Nos acomodamos e hicimos reverencia a la familia real de Nova Escosia, dándonos ellos la misma acción.

-Un placer conocerlas, altezas.-El rey se acercó y nos besó el dorso de las manos a las dos.

-Pido disculpas en nombre del rey, tuvo asuntos delicados en nuestro país por lo que no ha podido estar presente, pero asegura que hará un viaje próximamente para visitar. A cambio, le hemos traído un regalo.-Un sirviente se acercó con una almohada, y sobre ella, una figura tallada en oro con el emblema de la familia real de ese lugar; un lobo aullando hacia la luna.

-Es precioso, diga al rey que le agradecemos y que su ausencia no será tomada como ofensa. Soy un rey, y entiendo perfectamente el hecho de que a veces, no podemos si quiera complacer a nuestras familias con una cena todos reunidos.-Agradecí su comprensión y la reina junto con sus cuatro hijas y su único varón se acercaron para saludar, aludándonos. El Príncipe de acercó a mi hija e intentó ver a través del velo, pero, aunque éste tenía cierta transparencia, no se podían definir los rasgos de mi hermosa princesa.

-Anciaba poder llegar al día en que conociera a mi futura esposa. Debo decir que has sobrepasado mis expectativas, y estoy seguro de que el día en que vea tu rostro, quedaré anonadado.-Mi pequeña muy propia agradeció y devolvió los halagos, sonrojando al muchacho.

-¿Qué le parece, majestad, si dejamos que los muchachos se conozcan mientras nosotros disfrutamos del banquete?

-Me parece excelente, alteza.- El Príncipe sonrió y le ofreció el brazo a Deborah, ella lo tomó con ánimo y comenzaron a caminar hacia un costado del castillo grisáceo, doblando al llegar al limite para ir al jardín trasero. Me di la vuelta contenta a ver a Hugh quien tenía el ceño fruncido en dirección a los tortolos que acababan de desaparecer, entonces mis dudas de si eso era una simple aventura o se estaba transformando en algo más, incrementaron.

Caminamos hacia el interior del castillo disfrutando de la exquisita decoración y detalles de los que gozaba el castillo. Llegamos a un salón grande en el que las mesas estaban puestas para que se sentaran los invitados reales y mi guardia. La realeza nos sentamos en una mesa larga que se encontraba en la parte de enfrente sobre un para de escalones que nos elevaban del piso en general.

El banquete estuvo exquisito, no tuve más que agradecer y repetir lo delicioso que estaba todo. La plática fue amena, demostrando lo amables y simpáticos que eran los reyes. Todo siguió así hasta que entró la noche y pedí retirarme a dormir y ver si mi hija ya se encontraba en sus aposentos.

Al llegar a la habitación ella estaba ahí, acomodándose para dormir con su camisón.

-¿Cómo te fue, vida mía?

-De maravilla, madre. El príncipe Herol tenía una sorpresa en el jardín, dijo que sabía que llegaría con hambre así que preparó una comida sobre una sábana que puso en el suelo. Nos sentamos cómodos y comimos, después recibimos un masaje que fue tan relajante, estaba a punto de quedarme dormida pero hice un esfuerzo tiránico por mantener los ojos abiertos. Luego platicamos sobre nosotros, nuestras familias y países. Fue todo muy lindo, madre.

-Me alegro que te haya gustado estar en compañía del príncipe. Descansa, nos veremos mañana.-Le di un beso en la frente y me dirigí a mi propia habitación. Ahí, me acomodé y alisté para quedar cómoda y por fin descansar.

Me senté en el filo de la cama y saqué la carta que había estado escondiendo, la desdoblé y comencé a leer cada letra mientas mi mente buscaba mil posibilidades en las que debería parar con esto.

"Amado mío:

   He estado pensando en nosotros últimamente, en todo lo que hemos vivido en este corto período de tiempo tan intenso, sé de antemano que tu también te encuentras tan ilusionado como yo, lo veo en tus ojos cuando me estás besando y acaricias mi rostro y mi cabello con tanta ternura que me derrites por dentro.

   Tengo un plan, no importa que mi madre nos haya descubierto, se que hacer para que podamos seguir juntos. No quiero que nos separen, tu esposa es un obstáculo y debes desahacerte de ella, no puedo ayudarte con eso, amor de mi vida, pero puedes contar con mi total apoyo para ejecutar el plan que sea para sacarla del mapa.

   Espero tu respuesta, muero por tenerte de nuevo conmigo entre mis brazos recibiendo tus labios en los míos.

      Te ama profundamente: tu Debby."

Al terminar de leer, doblé la carta y la quemé en una vela para que nadie pudiera ver tan aberrantes palabras en un reino que sería sumamente insultado si se enteraran. Mis dudas se habían despejado, ahora estaba tan segura de que Hugh me había mentido, y está aventura, era un romance imposible.

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