016. un hijo de puta

Me había pasado toda la noche anterior enviándole mensajes a Winter y llamándola, intentando conseguir que nos viéramos al día siguiente. Sin embargo, ella ni había abierto mis mensajes ni había respondido mis llamadas. No podía decir que estuviera sorprendido por su actitud, pero sí estaba decepcionado. Así que decidí acompañar a Dom a un brunch con sus amigos en el club de golf, para centrarme en trabajo y olvidarme de la rubia durante un rato.

Cuando ya habíamos terminado la deliciosa comida y Dom estaba pagando la cuenta mientras los demás nos dirigíamos al campo de golf para jugar un rato, pude ver que por la puerta principal entraba James. Pensé en acercarme a él para preguntarle por Winter, pero no me hizo falta ya que apenas unos segundos después la rubia entró tras él, sujetando la mano de otra chica. Arqueé la ceja y le pedí a los socios de Dom que se adelantaran, que les alcanzaría en un momento, para luego seguir a James, Winter y la otra chica hacia una de las salas privadas que el restaurante tenía para reuniones.

— ¿Harry? – preguntó James al verme entrar unos segundos después de él – ¿Qué estás haciendo aquí? Tienes que irte.

— Llevo desde ayer intentando comunicarme con Winter.

— Si no te he respondido es por algo, Harry. Pilla la indirecta.

— Ah... éste es Harry... – susurró la chica morena.

— ¿Y tú quién eres? – pregunté, olvidándome de mis modales por un momento, cegado por los celos.

— Me llamo Brielle – dijo la chica, arqueando la ceja.

— Harry, ¿puedes irte, por favor? – pidió James, amablemente, sujetando la puerta para que saliera.

— No, quiero hablar con Winter primero.

— Está bien, dile lo que quieras.

— No... a solas.

— Lo que quieras decirme puedes decírmelo delante de ellos.

— No tengo nada que decirte delante de un traidor y una desconocida.

— Brielle es mi novia, Harry – dijo Winter, completamente seria. Casi me lo creí.

— Sí, claro – reí –. Winter, por favor, ¿puedes salir que hablemos?

— Cariño, no me habías dicho que fuera tan idiota – dijo la tal Brielle, agarrando la mano de Winter y acariciando su brazo –. ¿No has oído lo que ha dicho?

— Creo que merezco una explicación... no entiendo qué está pasando.

— Brielle es mi novia, tenemos una relación abierta. James y yo también estamos saliendo. Tú y yo no porque tú estás casado, una relación monógama. Así que tú y yo ya no tenemos nada que ver.

— Pero... ¿por qué? – dije algo confuso.

— Harry, ten un poco de dignidad. ¿Vale? Winter no quiere estar contigo, y si siguiera probablemente Erika acabaría enterándose de lo vuestro, así que simplemente agradece que tu esposa no sepa nada y vete.

— ¡Cierra la boca, traidor! – grité – Winter, no puedes hacerme esto... ayer, nosotros... estábamos tan bien... ¿por qué ahora quieres dejarlo todo?

— Vete.

— No, no quiero...

— ¿No le has oído? – bufó Brielle, soltando a Winter y acercándose a mí, empujándome hacia la puerta – Vete de aquí. Ahora. Sino llamaremos a seguridad.

— Está bien – bufé –, me voy. Pero... no entiendo nada.

— Con que te vayas es suficiente – dijo la chica, cerrando la puerta frente a mí.

Me quedé parado por un momento, sin comprender nada de lo que había pasado en los minutos anteriores. Sin embargo, no pude reflexionar demasiado porque escuché a mi suegro llamándome. Así que tomé una larga respiración y me acerqué a él. Dom sonrió y me dio una palmada en la espalda.

— ¿Qué hacías?

— Saludar a James, está ahí comiendo.

— Ah, sí... esta tarde tengo una reunión con su novia, la rubia que contrataste para la fiesta de compromiso. Va a cantar un par de demos para un posible álbum, creo que tiene potencial... quizás le falta algo de técnica, pero eso puede arreglarse fácilmente. La chica tiene alma.

— Sí... es muy buena – murmuré entre dientes, sin querer hablar de Winter.

— Vamos, nos están esperando.

Seguí a Dom un par de pasos por detrás, sin decir nada, mientras él seguía hablando. Sin embargo, no estaba escuchándole, ya que mi mente estaba en otro lugar, maquinando. Pensando en el plan perfecto con la información que tenía. Y poco a poco aquel plan vino a mi cabeza.

— ¿Puedo ir contigo a la reunión con Winter esta tarde, Dom? – le pregunté a mi suegro, mientras esperábamos a que uno de sus clientes hiciera el primer golpe del hoyo en el que estábamos.

— Claro, tienes muy buen ojo, siempre que he escuchado tu opinión nos ha ido muy bien – asintió –. Además, tú fuiste el que descubriste a Winter, así que es solo justo que te nos unas.

— Gracias, Dom – sonreí.

No iba a dejar que Winter jugara conmigo, no iba a dejar que se saliera con la suya. Si quería jugar sucio, así sería. Pero debía estar preparada, porque nadie sabía jugar mejor a aquel juego que yo. Era la manera en la que había llegado a tener la vida que tenía. Aquella vida de ensueño la había conseguido engañando, mintiendo, jugando sucio y destrozando a la gente que quería lo mismo que yo. Era el mejor en aquel juego, nadie me había ganado nunca. Y Winter no iba a ser la primera. Iba a destrozarla si aquello era lo que quería.

Después de una buena mañana jugando al golf con mi poderoso suegro, nos fuimos a los vestuarios para ducharnos, arreglarnos e ir hacia la discográfica. Por el camino fui moviendo mi pierna nerviosamente, ya que tenía que sacar todos mis nervios antes de la reunión para que Winter no lo notara.

En el ascensor que llevaba hasta la planta donde estaba el despacho de Dom pude notar lo mucho que estaba sudando. Agradecí el haberme puesto americana, ya que si el sudor traspasaba mi camisa aquello al menos lo cubriría. Dom y yo fuimos hacia su despacho y él se sentó en el escritorio, revisando la montaña de papeleo que había sobre ésta, mientras esperaba a que llegara la hora de la entrevista con Winter.

— ¿Me echas una mano con esto? Sino esta noche no llegaré a casa hasta tarde y mi mujer me matará.

— Claro, sin problema.

Me senté al otro lado del escritorio y agarré uno de los contratos, revisándolo. Dom y yo avanzamos a través de aquella montaña de documentos hasta que la voz de su secretaría nos avisó de que Winter Rose estaba fuera. Así que ambos dejamos lo que estábamos haciendo y él le pidió a su secretaria que dejara entrar a Winter. La rubia entró en la oficina con una sonrisa, pero al verme aquella sonrisa decayó por un segundo antes de volver a todo su esplendor.

— Bienvenida a Red Queen Records, Winter – dijo Dom, poniéndose de pie  yendo hacia ella para darle la mano.

— Muchas gracias, señor Richards – sonrió ella, tomando la mano de Dom y sacudiéndola energéticamente.

— Puedes llamarme Dom. Harry va a estar con nosotros, he pensado que te gustaría tener una cara familiar, para estar más tranquila.

— Claro... es muy buena idea – dijo ella, sonriéndome levemente.

— Bienvenida, Winter – dije yo, acercándome a darle la mano.

— Gracias, Harry – susurró, agitando mi mano con fuerza, apretándola más de lo debido, para mostrarme lo enfadada que estaba.

— ¿Por qué no tomas asiento para que hablemos un poco? – dijo mi suegro, señalando las dos sillas que había frente a su escritorio – ¿Quieres café, o agua...?

— No, estoy bien, gracias.

Dom se sentó a un lado del escritorio, mientras que Winter y yo nos sentamos en el otro. Dom empezó a hacerle varias preguntas a Winter, su edad, de dónde era, cuándo había empezado a cantar, qué tipo de música le gustaba más... Yo aproveché aquel momento para inspeccionar a Winter. Pensé que quizás debería haber usado algo de la ropa que se había comprado con Erika. A mí me encantaba su estilo indie, aquellos tejanos negros rotos y una camiseta de Red Hot Chilli Peppers cinco tallas más grande, pero atada justo bajo su pecho. Le quedaba genial. Pero no era lo que la discográfica buscaba, y seguro que si la contrataban le harían cambiar de imagen.

— ¿Qué te parece si bajamos al estudio? Hay algunos productores esperando, podrías cantarnos algunas de tus canciones. Así podríamos ver quién se siente más cercano a tu estilo y ver si podríamos grabar algunas canciones.

— Sí, claro... me encantaría – sonrió ella.

— Harry, ¿puedes acompañar a Winter al estudio? Tengo que hacer un par de llamadas, tardaré sólo unos minutos. Ve presentándole a los productores.

— Por supuesto, Dom. Sígueme, Winter.

Dom nos sonrió cuando salimos de su despacho. Llevé a Winter hasta el ascensor. Donde introduje una llave para que nos llevara hasta los estudios, ya que aquella era una planta cerrada a la que solo podía accederse con aquella llave. Al cerrarse las puertas del ascensor, Winter se giró hacia mí, con el ceño fruncido. Yo mantuve mi sonrisa.

— ¿Qué estás haciendo aquí, Harry? Esto es idea tuya, no de Dom, ¿verdad?

— No sé de qué me estás hablando. Muchas veces estoy por aquí, trabajo aquí, ¿recuerdas?

— Oh, y una mierda.

— Vigila tu vocabulario, Winter... No quieres hablarle así a alguien que tiene tu futuro en sus manos.

— Eres un hijo de puta.

— Sí... literalmente – sonreí levemente –. Por eso soy tan bueno en este juego.

— No sé de qué juego me hablas, Harry. Dom ha sido el que ha querido reunirse conmigo, llamó a James preguntándole por mí. Yo no he hecho nada, solo canté en la fiesta para salvarte el culo y que tu mujer no sospechara que te habías liado conmigo. No entiendo por qué tienes que hacerme esto.

— Porque nadie me deja y se va de rositas.

— ¿Dejarte? Harry, nos hemos acostado dos veces. Y estás casado.

— Tú fuiste la que empezaste a ponerme celoso liándote con uno de mis amigos – dije entre dientes.

— ¡No deberías ponerte celoso! ¡No somos nada!

— Hemos estado casados, ¿cómo puedes decir que no somos nada?

— Eres idiota.

— Te repito: no deberías estar insultando a quién tiene tu futuro en sus manos.

— Harry, no me fastidies esta oportunidad, te lo ruego...

— Eso depende de ti.

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