006. en la suite presidencial

Escuché como alguien estaba golpeando a la puerta una y otra vez. Sin parar. Sin embargo yo no quería abrir los ojos, ya que tenía un fuerte dolor de cabeza. Pero los golpes no se detenían, y hacían que mi cabeza doliera todavía más. Así que decidí levantarme para mandar a la mierda a quien fuera que estuviera molestándome. Al abrir los ojos, estirada junto a mí, completamente desnuda, vi a Winter. Sonreí levemente, acariciando su pierna por un momento, antes de ponerme de pie. Me puse el albornoz blanco que estaba en el suelo y fui hacia la puerta. Al abrir vi a Louis, mirándome con el ceño fruncido.

— ¿Por qué no abrías?

— Esta durmiendo.

— ¿Y tu móvil?

— Uhm... no sé – dije, intentando disimular mi ronca voz –. Se me habrá quedado sin batería.

— Pues cárgalo y llama a Erika porque lleva tocándonos los huevos a todos desde anoche. ¿Dónde fuiste?

— ¿Qué?

— Anoche. Vine a las cuatro y pico y no estabas aquí.

— Fui a un bar a tomar unas copas – me encogí de hombros.

— Bueno, me voy a desayunar. Llama a Erika, está muy preocupada.

— Está bien.

Louis se fue, mirándome algo desconfiado. Yo cerré la puerta y volví a la habitación. En el suelo vi mis tejanos, de ellos saqué mi móvil, que había muerto la noche anterior. Lo puse a cargar en el salón y, mientras esperaba a que se encendiera, cogí el teléfono que había junto al sofá para llamar al servicio de habitaciones, pidiéndoles que subieran desayuno. Al colgar, vi como la pantalla de mi móvil se encendía, así que lo desbloqueé para llamar a Erika.

— ¡Osito! – gritó, tan solo unos segundos después.

— Hola, cariño.

— ¡Dios mío! ¿¡Estás bien!? ¡Estaba a punto de ir al aeropuerto para ir a buscarte!

— Estoy bien, Erika. Mi móvil se quedó sin batería.

— Podrías haberme avisado cuando me escribiste.

— Lo sé, lo siento – dije, la verdad era que al acostarme con Winter se me había pasado el enviarle un mensaje cada media hora y, cuando fui a hacerlo, los constantes mensajes de mi prometida habían hecho que la batería de mi móvil muriera –. Pensé que llegaría al hotel antes de que se me acabara la batería.

— ¿Ya estáis de camino de vuelta?

— No, nos vamos a quedar aquí unas horas más.

— Pero mi príncipe... te echo mucho de menos. Quiero que vuelvas ya.

— Erika, me lo estoy pasando bien con mis amigos. ¿No puedes dejarme solo un par de días libres?

— ¡Ya has tenido dos días! ¡Ya vas a tardar tres horas conducir hasta aquí! ¡No quiero tener que esperar incluso más!

— Por favor, Erika... – suspiré – Déjame, ¿sí?

— Tengo una idea... voy a comprar un vuelo para irme para allá. Así podemos pasar un par de días más allí, y tener unos días románticos. ¿Te parece?

— ¿Qué? – murmuré – No, no hagas eso. Está bien, nos pondremos de camino en un momento, ¿sí? Vamos a desayunar y luego nos vamos.

— Ay, vale, mi rey. ¡No puedo esperar para verte!

— Yo tampoco.

— Te quiero.

— Y yo a ti.

Colgué la llamada, suspirando. Pensaba pasar el día en la habitación con Winter y no marcharme hasta tarde. Sin embargo mis planes se habían visto frustrados. Lo cuál me enfadó mucho más cuando vi a Winter salir de la habitación, llevando únicamente una de mis camisas blancas, a través de la cuál podía adivinar la silueta de sus pechos. Sonreí levemente cuando la rubia vino hacia mí, sentándose sobre mis piernas.

— Buenos días – susurró, acercándose para darme un corto beso.

— Buenos días, preciosa. ¿Has dormido bien?

— De maravilla, entre lo borracha que estaba y lo cómoda que es esa cama... – rió ella, poniéndose de pie – ¿Por qué no volvemos a ella...? – sugirió, agarrando mis manos y tirando de ellas para que yo también me pusiera de pie.

— Te aseguro que nada me gustaría más... – asentí, soltando sus manos para enredar mis brazos alrededor de su cintura, agarrando su firme culo con fuerza – pero tengo que irme dentro de poco.

— ¿No puedes quedarte un poco más? – preguntó, haciendo un puchero mientras empezaba a desabotonar la camisa que llevaba, haciendo que yo suspirase de nuevo.

— No me hagas esto, Winter... – pedí, sin poder apartar mi mirada de su cuerpo.

— ¿No habías venido en coche? ¿Qué más da si sales un poco más tarde? – murmuró, desatando mi albornoz, y abriéndolo. Sin embargo, fuimos interrumpidos por unos golpes en la puerta. Me aparté de ella sobresaltado, pensando que podía ser uno de mis amigos.

— Espérame en la cama, ¿sí? – susurré, acariciando su mejilla – Enseguida voy para allá.

Winter asintió levemente, con una sonrisa traviesa, y volvió hacia la habitación. Yo volví a cerrar mi albornoz para ir hacia la puerta, preparándome para gritarle al que fuera que estuviera ahí fuera. Pero al abrir y ver a un empleado del hotel con un carrito con comida recordé haber pedido el desayuno al servicio de habitaciones. Le pedí que lo dejara junto al sofá, dándole un par de billetes como propina. Luego fui hacia mi móvil, teniendo que escribirle a mis amigos.

H.S: Hey, acabo de pedir desayuno al servicio de habitaciones, tengo una resaca importante. Voy a desayunar y a darme una ducha y saldremos en un par de horas. Estad listos para entonces.

Después de enviar el mensaje volví hacia la habitación. En ésta, vi a Winter tumbada sobre la cama. Nuevamente, estaba completamente desnuda. Me mordí el labio, mirándola de arriba a abajo. Ella rió levemente y se puso de rodillas sobre el colchón, agarrando mi muñeca para tirar de mí hacia ella. Hice que me soltara para poder agarrar sus mejillas, enredando mis dedos en su melena rubia, y luego me acerqué a besarla. Winter envolvió mi cintura con sus brazos, pegando su pecho a mi torso. Sus manos se pusieron sobre mi culo, manteniéndome cerca de ella. Yo sonreí, sin dejar de besarla, acariciando sus mejillas levemente con mis pulgares. Pero, de nuevo, como si de una maldición se tratase, escuché como golpeaban intensamente la puerta.

— Joder – bufó, separándose de mí –. Eres un hombre muy codiciado, ¿no?

— Eso parece – asentí –. Espera un momento, iré a deshacerme de quién quiera que sea – murmuré, señalando la puerta –. No tardaré.

— Eso espero... – susurró ella, mordiéndose el labio.

Le sonreí antes de ir hacia la puerta, realmente enfadado por ser interrumpido nuevamente. Al abrir, vi a mis tres amigos ahí. Sin decirme nada, o pedir permiso, entraron en la suite. Fueron directos hacia el sofá, viendo el carrito con el abundante desayuno que había pedido, así que agarraron varias cosas, empezando a comer.

— ¿Qué hacéis aquí? – pregunté enfadado, asegurándome de cerrar bien mi albornoz para que no vieran nada íntimo.

— Desayunar contigo... ¡No te íbamos a dejar solo en tu despedida de soltero! – exclamó Niall.

— ¡Si anoche me dejasteis solo por qué no ahora! Quería un poco de tranquilidad antes de irnos – dije, escuchando como mi móvil empezaba a sonar –. ¡Joder! – miré la pantalla, viendo que era Erika la que llamaba, así que di un suspiro – Es Erika, tengo que responder, pero todos vosotros id a vuestras habitaciones, o al restaurante, quiero estar tranquilo, ¿vale? – suspiré pesadamente y fui al balcón, atendiendo la llamada de Erika – ¿Qué quieres ahora?

— Solo quería saber si ya habíais salido... no me has dicho nada.

— No, Erika. Te he dicho que íbamos a desayunar primero. Estoy desayunando con ellos en este momento. Cuando acabemos nos vestiremos y saldremos.

— Bueno, escríbeme antes de salir, ¿vale?

— Que sí.

— Y no corras con el coche, no quiero que tengas un accidente.

— No lo haré.

— Bien. Te quiero.

Ni siquiera me molesté en responder. Estaba realmente enfadado. Solo quería volver a la cama y acostarme con Winter. Volví a entrar al salón de la suite, esperando encontrarla vacía. Sin embargo Liam y Niall seguían ahí, comiendo el desayuno. Fruncí el ceño, viendo el móvil de Louis sobre la mesa, así que no se había marchado.

— ¿Dónde está Louis?

— Ha ido al baño.

— ¡Mierda!

Corrí hacia la habitación, ya que el baño estaba junto a ésta. En ella pude encontrar a Winter, ya vestida con el otro albornoz blanco, junto a Louis, hablando en susurros. Él parecía enfadado, y estaba agarrando la muñeca de la rubia. Me acerqué a ellos y pasé mi brazo por encima de los hombros de Winter, haciendo que Louis la soltara.

— Harry... – dijo, mirándome decepcionado mientras negaba con la cabeza – No me puedo creer que hayas engañado a tu prometida.

— No te metas en mis asuntos, ¿quieres? – susurré, sin querer que los otros dos se enteraran, pero ya era tarde, se estaban asomando por la puerta, observando la escena.

— Harry... ¿en serio has engañado a Erika? Y a esta pobre chica... – dijo Liam, negando con la cabeza – Harry está comprometido.

— Ya lo sé – dijo Winter, cruzándose de brazos.

— Ah... ¿y no te importa?

— Yo no he hecho nada malo – se encogió de hombros –. Ha sido él.

— Oye, tú me conquistaste – me defendí.

— ¡Yo vine a cantar, tú me lo pediste!

— ¡Te sentaste encima de mí y me dijiste que querías tener sexo conmigo!

— Es verdad, hice eso... – asintió, recordándolo – Pero yo estoy soltera, así que puedo hacerlo.

— Tú no deberías acostarte con nadie que no fuera tu prometida – dijo Louis, señalándome –. Y tú no deberías acostarte con alguien que sabes que tiene una prometida – dijo hacia Winter.

— ¿Quién te crees que eres para decirme qué hacer? – respondió ella, frunciendo el ceño.

— Alguien con algo más de moral que tú.

— Eres un imbécil, eso es lo que eres – se rió Winter.

— Hey, preciosa... – susurré, agarrando sus hombros y haciendo que diera un par de pasos hacia atrás, sabiendo que no era bueno provocar a Louis – Lo siento mucho, de verdad... por mis amigos – murmuré, haciendo que se girara hacia mí –. Sé que si he engañado a mi prometida es únicamente mi culpa, no la tuya. No tienes que sentirte culpable.

— No me siento culpable – rió ella.

— Oh... bueno, está bien así – asentí –. Chicos... ¿podéis salir y cerrar la puerta, por favor? Saldré en un momento – mis amigos se miraron entre sí, algo dubitativos, pero terminando saliendo –. Tengo que irme, esos idiotas no van a dejarme tranquilo, y mi prometida no deja de llamarme preocupada. Lo siento mucho.

— No tienes que sentirlo. Fue una noche divertida.

— Sí, eso creo... no recuerdo gran parte de ella – dije, riendo levemente y abrazando su cintura –. ¿Sabes que eres increíble en la cama?

— Lo había escuchado antes, sí – rió, agarrando mi mentón para hacer que fuera a besarla.

— Puedes quedarte aquí en la suite hasta que acabe el día. Puedes pedir algo de comer si te apetece, les diré en recepción que lo carguen a mi tarjeta.

— No soy una prostituta, Harry. No tienes que pagarme por nada...

— Lo sé. Solo he pensado que quizás querrías darte una ducha y descansar un poco después de anoche... – sugerí – Y debes tener hambre.

— La verdad es que sí – asintió.

— Yo voy a vestirme y me iré ya, así que puedes disfrutar de la habitación por lo que queda de día.

— Gracias.

Winter se puso de puntillas para acercarse a besarme una vez más. Yo tuve que hacer un gran esfuerzo para que aquel beso no durara más que unos segundos, ya que todavía estaba algo excitado por el casi encuentro sexual que habíamos tenido poco antes. Ella sonrió cuando nos separamos y fue hacia el cuarto de baño, quitándose el albornoz por el camino, haciendo que pudiera observar lo espectacular que su figura se veía desde atrás. Di un largo suspiro, sabiendo que no podía ir detrás de ella, así que me di la vuelta para ir al armario, empezando a vestirme. Con la amarga idea en la cabeza de que probablemente no iba a volver a ver a Winter nunca más.

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