No te Odio

"El internado es bellísimo, Freddy", exclamaba la mujer castaña, madre del joven Alium de ojos azules, "Estoy impresionada... Debe gustarte mucho"

"En realidad, aún tiendo a perderme", comentó con voz desganada el chico castaño, algo que su madre prefirió ignorar. Era obvio que estaría así un tiempo, no es como si llegase a superar ese horrible trauma con solo un paseo con su madre.

"Me imagino, si es tan enorme... Espera, ¿y cómo me has estado guiando?", reaccionó de pronto Elisa a las palabras de su hijo, inmediatamente mirándolo para ver su expresión.

El chico se encongió de hombros, y volvió a agachar la cabeza, "Hemos ido por donde mis pies han querido"

Elisa frunció el ceño y luego vio como su niño tenía su mirada fija en el suelo. Se notaba que apenas quería hablar, y las pocas palabras que salían de su boca, eran tan melancólicas y depresivas que deprimirían a cualquiera. Ninguna madre querría ver a su hijo en tal estado, pero no había nada que la ojiambar pudiese hacer, más que simplemente acompañar a su pequeño retoño en aquel momento tan difícil para él.

Mientras que el ojiazul, se sentía tan quebrado que ni para caminar tenía fuerzas. Lo que vivió, nada podría hacerlo olvidar. Eran tantas emociones mezcladas que ya no sabía como expresarlas. Fred tampoco estaba mucho mejor, y uno que pensaría que él sería quien mejor canaliza ese tipo de emociones. Sin embargo, el muchacho entero estaba rendido.
Solo deseaba dormir, y ojalá nunca despertar.

El resto del camino, ambos castaños permanecieron en silencio. Cuando pasaron frente al Casino, Martha estaba saliendo de ahí, cerrando con llave las puertas de este. Al parecer, Freddy no solo se perdió la cena, sino que el hecho de que Martha ya estaba dejando su turno significaba que estaban próximos al toque de queda.
El ojiazul solo resopló abrumado, a la vez que con un gesto y una sonrisa fingida saluda a la mujer mayor que se retiraba, a lo que ella felizmente le contestó el saludo antes de retirarse.

"¿Quién era ella, cariño?", preguntó la ojiambar, un tanto más aliviada al ver que su niño sonrió... Aunque sea fingido.

"Era Martha...", contestó el castaño, volviendo a mirar el suelo, con el mismo tono de voz con el cual toda margarita se marchitaría, "...la cocinera del internado"

Elisa solo asintió, dando a entender que había entendido y así no molestar más a su hijo. Ella sabía que su osito no quería hablar, pero no podía permitir que se siguiera deprimiendo de esa forma. Es el momento en que mamá osa debe actuar.
Pero entonces, notó como su hijo levantaba sus brazos para estirarse ligeramente y volver a la posición cabizbaja de antes, pues estaba muy agotado. Y ahí noto sus manos, limpias e impecables, sin ninguna tela cubriéndoles.

"¡Freddy!", exclamó atónita la mujer, a lo que el joven Alium la miró un tanto angustiado, "¡Ya no tienes tus guantes!"

El muchacho miró sus manos y luego a su madre. Inevitablemente, dejó salir una pequeña risita, "¿Recién te diste cuenta?"

"Bueno sí, no había prestado atención a tus manos", la mujer sonrió al escuchar la disimulada risa del más joven, "¿Hace cuanto que los dejaste de usar?"

"Hace ya mucho tiempo", dijo con una pequeña sonrisa, sintiéndose orgulloso de sí mismo. Ya había aprendido a controlar un poco sus poderes, y al estar de buenas con Fred, no había razón para seguir usando sus guantes... Además que los perdió cuanto había escapado en su Primer Entrenamiento.

"¿Eso significa qué aprendiste a controlar tus poderes?", sonrió la mujer, entusiasmada.

"No del todo, pero estoy progresando", decía el castaño, manteniendo su sonrisa desganada.

"Y... ¿q-qué hay de... de... de Fred?", sabía que al hacerlo estaría echándole sal a la herida, pero la mujer tenía que preguntarle, "El director me comentó que los medicamentos-"

"No sirven en Aliums", paró en seco el castaño más joven, alterando a la ojiamarilla. Era un tema que ponía muy nerviosa a Elisa, y ahora que recordaba, era una de las razones por las cuales su hijo la odiaba. El ojiazul pudo notar la incomodidad de su madre, y no pudo evitar sentirse culpable, por todas las cosas horribles que le gritó, "M-Mamá... y-yo... l-lo siento mucho..."

"¿Qué?", su madre se sorprendió de escuchar aquellas palabras.

"N-No debí gritarte toda esa... mierda... pero, es que estaba tan enojado y, y-yo solo-"

"No tienes que disculparte por eso, cariño", Elisa lo detuvo, poniéndose frente a él y sujetando sus hombros, para poder verlo bien, "Dijiste lo que sentías, no puedo culparte por eso... A-Además... tenías razón..."

"¿E-Eh?"

"He cometido muchos errores, y todos ellos te han afectado como persona...", continuó la ojiambar, "...Jamás quise hacerte daño, yo solo quería lo mejor para ti, y tal vez en ese mismo sentido, terminé lastimándote... a ti y a Fred...
No he sido la mejor madre para ti... Y yo no se como es que tú llegaste a ser como eres ahora... No gracias a mí, eso está claro... Eres un chico maravilloso que solo se merece lo mejor... Y yo siempre te doy lo peor...
Entiendo porqué me odias..."

Algo se rompió dentro del castaño al escuchar a su mamá hablar así. ¡Él no sería nadie sin su madre!
Ella lo sacó adelante sola, siendo madre soltera. Lo protegió de un loco Aliufóbico toda su vida. Ella era la razón por la cual él es como es, "Mamá... Yo no te odio... ¡Te amo, ma! Yo fui un tonto en ese momento, no quería que te sintieras así... Es verdad que cometiste errores, pero bueno, eres humana, ¡todos los humanos cometen errores!"

"Pero... tú no eres humano..."

"¡Es un decir!", exclamó el castaño, no sabiendo si reír o llorar, "Mi punto es que... El pasado ya fue, ma... Los errores ya se cometieron, ahora hay que saber solucionarlos..."

La mujer, con sus ojos color amarillo ligeramente cristalinos, sonrió, "Eres un chico fuerte, Freddy... Eres el mejor hijo que cualquier madre quisiera tener"

"Pero soy TÚ hijo", sonrió el ojiazul.

"Sí... MI hijo"

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"¡Y esta es mi habitación!", exclamó el castaño, esta vez sonriente, sintiéndose mejor después de la conversación que tuvo con su madre. Mas, cuando abrió la puerta de su cuarto, esperando encontrarlo vacío, se llevó la gran decepción de que su compañero estaba en su cama, leyendo la misma revista de hace unas horas, "Ugh..."

"¡Wow, que bonita!", exclamó la mujer, echándole el primer vistazo al cuarto, "Y está ordenada... ¿por qué no era así cuando vivías conmigo?"

"¡Ejem...!", se escuchó desde la cama de la izquierda, algo que molestó al castaño. El sonido llamó la atención de la mujer, quien quedó anonadada cuando vio de quien se trataba.

"¡Oh por Dios! ¡The Golden Boy!", exclamó la mujer, emocionada de conocer a la celebridad.

"¡Mamá!", se quejó el ojiazul. No podía creer que su madre conociese al famoso The Golden Boy, pero él hace un tiempo ni sabía de su existencia, "Es el GOLDEN, es mi compañero de habitación"

"¡Increíble!", exclamó nuevamente la ojiambar, "Mucho gusto, yo soy la madre de Freddy"

"Es un placer", actuó caballeroso el rubio, acercándose a la mujer para besarle la mano, "Espero que usted sea amigable... No como su hijo..."

"¿¡Cómo dijiste, rubio teñido!?"

"¿Lo ve? Su hijo es un maleducado", sonrió el ojigris, con una sonrisa burlona, "Debería enseñarle buenos modales"

"¡MAMÁ! Creo que ya es hora de irte", habló entre dientes el castaño, tratando de no estallar en ira. La mujer entendió la indirecta, y con un simple beso en la mejilla y un "te escribiré para saber cómo estas", la mujer se fue.

"¿¡Qué te pasa, imbécil!? ¡Una cosa es hacerme la vida imposible y otra es involucrar a mi madre!", exclamó el ojiazul una vez que su madre ya se había definitivamente.

"¿Oh, ahora te importa tu madre?", se mofó el rubio, "Si ni siquiera abres sus cartas"

¡Déjame salir! ¡Quiero golpearlo! ¡Déjame salir para darle una lección!

No Fred, hoy no tengo ganas de pelear...

El castaño se quedó en silencio, antes de voltear y caminar hasta su cama. Inmediatamente se quitó la camiseta, y sin energías para ponerse la pijama como corresponde, se tumbo encima de las sábanas, usando sus pantalones de vestir aún.

El rubio no pudo evitar sonrojarse ligeramente por ver el torso desnudo del chico que le gustaba, pero se negó a caer en los encantos del mayor (por un mes), "¿Y te callas? Eso significa que me das la razón, ¿sabías?"

"Golden... No estoy de humor...", ya sin su madre, el castaño no pudo volver a evitar volver a recordar lo sucedido esa tarde. La depresión nuevamente lo atacó, algo que Fred pudo claramente notar.

"Oh, perdón... No sabía que había una excepción para cuando no estabas de humor", gruñó el rubio, "¡Oh, espera! Es que no la hay"

¡Freddy! ¡Déjame que lo mato!

"Golden, enserio... Solo déjame tranquilo...", fue la única respuesta del ojiazul, algo que fastidió al rubio. No entendía el porque su molestia, pero no quería dejar las cosas así.

"Pues, ¿sabes qué? Hoy no estoy de humor para dejarte tranquilo", fue la respuesta del rubio. Mientras, el castaño hacía lo posible para no salir de sus casillas. Lo único que quería era largarse a llorar por horas, hasta quedarse dormido o terminar deshidratado, lo que ocurriese primero. Mas, tenía orgullo, y no podía permitirse ese lujo. Pero aún así, el rubio estaba sacando lo peor de sí mismo en ese momento. Quería callarlo, de alguna forma quería callarlo. No tenía energías para pelear, no quería seguir siendo el chico fuerte que su madre y Fred creen que él es.
El ojigris seguía insistiendo, casi queriendo provocar al castaño. El azabache estaba rogando poder salir para golpear al rubio en toda su cara de primera plana, pero se negaba a tomar el poder a la fuerza. Es verdad, Freddy estaba muy débil, y por lo mismo quería ahorrarle problemas. Además, no es como si aquellos problema no le acomplejaran a él también, a fin de cuentas, son la misma persona, ¿no?

El joven de cabellos más oscuros no pudo resistir más, por lo que se levantó de su cama y se puso la camiseta que anteriormente se había quitado, y caminó hasta la puerta de la habitación, completamente en silencio, y con una mirada amarga.

"¿Vas a huir de nuevo? Clásico de ti, ¿no?", nuevamente el rubio atacó, provocando que algo se encendiera en el castaño que estaba a punto de abandonar el cuarto.

"No, voy a ir a hablar con el director...", dijo cortante el chico de ojos azules, con una mirada en la cual las lágrimas solo estaban a segundos de caer, "...para que nos cambie de compañero"

Ante esas palabras, Golden se quedó helado. ¿Cambiar de compañero? ¡Él no quería eso! Él quería a Freddy. Al principio solo era un juego, una forma de olvidar sus sentimientos, a lo cual ocurría todo lo opuesto. Por más que intentara odiar al chico, no podía.
No se daba cuenta que efectivamente le estaba haciendo la vida miserable al chico que le gustaba. ¿Qué clase de amor era ese? Él no estaba seguro, solo actuaba por impulso.
Antes de que el ojiazul pudiese salir del cuarto, Golden lo sujetó del brazo, impidiéndole salir.

"No lo hagas", dijo serio el rubio, causando cierto escalofrío al ojiazul y una mirada confundida, además de depresiva. Las lágrimas aún amenazando con caer, pero manteniéndose en su lugar.

"Déjame ir, por una vez estoy haciendo lo que tu quieres", habló casi en un susurro el chico de ojos cristalinos, sin mirar hacia a quien le hablaba, "Si tanto me odias, me querrás lejos de ti"

Una fuerte punzada se hizo presente en el pecho del más alto, algo que le dolía demasiado. ¿Qué se supone que estaba haciendo?

"Yo no te odio..."

Definitivamente, eso le hirvió la sangre al castaño, "¡Entonces, ¿qué?!", exclamó, ya harto de toda esa situación. Estaba demasiado sobrepasado, que solo quería mandar todo a la mierda, "¡Te repugno, ¿es eso?!"

"¡NO!"

"¡Pues yo no sé que es para ti el odio, pero al menos para mí, la forma en que me tratas es odio puro!", le escupió en la cara, ya completamente enfurecido, "¡Ya déjame en paz, ¿quieres?! ¡Solo déjame hacer esto para que por fin nos libremos uno del otro!"

"¡Pero yo no quiero eso!"

"¡JODER, GOLDEN! ¿¡QUÉ MIERDA QUIERES DE MÍ ENTONCES!?", gritó a todo pulmón el ojiazul, ya dejando caer todas sus lágrimas aguantadas durante ese rato, "¡Dime que mierda quieres de mí!"

"Y-Yo..."

"¡AGH! ¡No lo soporto más!", lloraba el castaño ardiendo en ira. La habitación completa se llenaba de escarcha, "¡No tienes idea de que lo he vivido! ¡No tienes idea de lo mal que me siento en este momento! ¡Me siento como una mierda, Golden! ¿¡Para qué!? ¿¡Para seguir aguantando todos y cada uno de tus caprichos!? ¡Que me odias, que no me odias! ¡Que me quieres lejos, que quieres que me quede! ¡Joder, Golden decídete! ¡No soy tu muñeco, no puedes jugar conmigo! ¡Estoy harto de todo esto! ¡Estoy harto de ti haciéndome la vida imposible! Así que dime de una puta vez Golden, ¿¡Qué carajos quieres de mí!?"

Tanto Golden como Fred se quedaron completamente mudos ante la declaración del castaño. La habitación completa estaba hecha un hielo, nieve por donde sea que miraras. Y para que decir, que la puerta estaba completamente congelada.

"Maldición...", suspiró el chico más bajo, mientras limpiaba sus lágrimas. Le daba mucha pena que Golden lo viese llorar siempre, pero no podía evitarlo. Estaba tan débil emocionalmente que sus poderes no parecían querer escucharlo, por lo que no podía descongelar la puerta, "Golden, derrite el hielo para que pueda salir de aquí"

El rubio se le quedó mirando impresionado. Su corazón le dolía verlo así. Y a pesar de que sentía que iba a morir de hipotermia, negó con la cabeza, algo que alteró aún más a su compañero.

"Mierda, Golden... Realmente no te entiendo...", gruñó por lo bajo el chico castaño, ahogando sus sollozos, "Si no me odias, ¿qué rayos sientes?"

El rubio ni lo pensó, "Estoy enamorado de ti"

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¿Quién quiere matar a Golden?

Jagsjgjsjsgjj, creo que me voy a desmayar.

Bueno chicos, la verdad es que en Chile está todo muy mal.
Ojalá puedan ayudarnos, todo aporte sirve.
Y si no pueden ayudar monetariamente, serviría mucho que compartieran el Rap del hermosisisisisisisisisimo DobleCero.

Gracias de antemano.

Bueno, a lo que nos convoca:

¿Freddy le contará a Golden lo que vivió?

-Sí, una forma de remendar el pasado (entre comillas)

-No, solo le contará lo justo y necesario (no queremos malos entendidos)

Bueno chicos, nos leemos ;)

-Natta

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