Los Sueños, Sueños son [Parte 1]
El tiempo pasó.
Pasó rápido para algunos, lento para otros.
Simplemente pasó, como una de las cosas inevitables de la vida.
Y como su amigo conejo le había aconsejado, Freddy le dio tiempo al tiempo.
Mas no parecía funcionar.
El tiempo pasó.
Quedaba solo una semana para el Evento de Primavera, y los Animatrónicos practicaban cada día. Pero claro, muchas veces sin su cantante.
Los problemas entre Freddy y Golden iban de mal en peor. Apenas podían verse los rostros cada noche al regresar a su cuarto compartido. Cada pelea que tenían, Fred se encargaba de dejarlos bien parados y volver a caer en esas mini guerillas.
Esas peleas infantiles eran la perdición de Freddy, pues no era bueno siendo sarcástico con espontaneidad y esas cosas.
A pesar de las peleas recurrentes entre los dos osos, la banda iba muy bien encaminada para el Evento de Primavera. Algo que claramente preocupaba a la competencia.
Mientras que entre Freddy y Fred, su relación iba bien. Habían vuelto a sus andadas de niños, llegando al punto de jugarles bromas a los que sabían de ellos. TownTrap y SpringTrap ya tenían contadas las veces en que caían en el cuento de que, "Yo soy Freddy" o "Yo soy Fred" cuando era todo lo contrario.
En las noches, tenían platicas delirantes hasta la madrugada. O cuando Freddy no podía dormir, Fred le cantaba alguna canción de cuna... Cosa que nunca resultaba pues él siempre se dormía antes que el ojiazul.
Freddy estaba contento de haber recuperado a su amigo de infancia.
Sin embargo, algo que nunca olvidaban, ninguno de los dos, eran sus distintos propósitos. Fred seguía con sus insistencias de que los humanos no eran nada al lado de los Aliums, y que por lo mismo no deberían ser ellos los aislados sociales que obedecen ordenes. Mientras que Freddy seguía con su sueño imposible de ser un chico normal.
Y por lo mismo, su Sueño Perfecto, como lo llamaba él, se hacia más recurrente cada noche. Y siempre que lo soñaba, Fred era parte de este. Era muy extraño, sin embargo no se quejaba, porque eran los pequeños momentos que lo que más anhelaba se cumplía, y ya que estaba más que claro que era solo un sueño, Fred le seguía el juego.
Algo que Fred jamás mencionaba, pues se sentía patético al hacerlo, es que le causaba algo de miedo que soñaran lo mismo varias noches seguidas. No era algo normal, y tampoco era normal que él formara parte de esos sueños, y solo de esos. Las pocas noches que soñaban algo distinto, Fred solo era un espectador del sueño, como siempre ha sido.
"¡Eso es, Freddy!", alentaba TownTrap al castaño, pues estaban en pleno entrenamiento, interrumpiendo los pensamientos temerosos del pelinegro en ese momento.
El castaño terminaba de crear un gigantesca pared de hielo que a cualquiera dejaría boquiabierto, cuando sonó el timbre, indicando que la hora de entrenamiento había terminado, al igual que la jornada escolar.
TownTrap no hizo más que aplaudirle al castaño, cuando este comenzó a descongelar la pared de hielo, para que el lugar quedase intacto, "Haz mejorado mucho este último tiempo, estoy impresionado"
"Gracias, Town", sonrió el ojiazul, mientras rápidamente recogía sus cosas, apenas mirando por encima de su hombro para contestarle al ojinaranja.
"¡Wow! ¿Cuál es la prisa?", preguntaba divertido el león, a la vez que veía como el castaño guardaba sus cosas en su bolso a la vez que se cambiaba la camiseta sudada.
"Tengo ensayo con mi banda", decía el ojiazul, sin parar ni un segundo de hacer sus cosas, "Y la última vez que llegué tarde, Chica se molestó mucho conmigo"
"Je, bueno no retraso más", rió el pelinaranja cuando vio que su amigo ya estaba listo para irse, "Que tengas suerte en el ensayo"
"¡Gracias, Town!", gritó el castaño ya corriendo lejos de ahí, haciendo un gesto de despedida con la mano. Apenas estuvo fuera de La Cancha, corrió lo más rápido que sus piernas daban, pues tenía que pasar por su habitación primero, para dejar su bolso y buscar su guitarra.
Una vez que el ojiazul llegó al edificio de las habitaciones, disminuyó la velocidad un poco, pues podría chocar con alguien accidentalmente con lo torpe que él es. Y una vez que estuvo cerca de su habitación, se detuvo en seco.
Otra vez lo hiciste...
Lo sé, pero es que no es grato volver a mi habitación sabiendo que... él, va a estar allí con algún comentario estúpido o algo para criticarme.
Siempre te paralizas antes de entrar a nuestro cuarto, eso ya no es sano.
No hay nada que yo pueda hacer...
Dicho esto, el castaño tomó una profunda respiración y entró a su habitación. Obviamente, ahí estaba Golden Boy, tirado en su cama cómodamente leyendo una revista, donde claro, él aparecía en la portada.
Al escucharse el sonido de la puerta, el rubio de inmediato desvió la mirada de su lectura para centrarla en el chico que acababa de entrar. Ambos permanecieron callados, quietos, haciendo contacto visual por unos segundos que parecieron horas. Hasta que Freddy frunció el ceño y desvió su mirada. Caminó en silencio por su habitación, sin siquiera dirigirle la mirada a Golden, hasta su armario donde guardaba su guitarra.
Dejó su bolso encima de su cama, suponiendo que más tarde lo ordenaría. Sujetó el estuche con su guitarra dentro detrás de su espalda, antes de dirigir su mirada al rubio quien había vuelto a la lectura de su revista.
Digamos que Freddy no pudo evitar molestarse, "¿Acaso no vendrás al ensayo? Bueno, para que pregunto si nunca vienes a estos"
El rubio desvió la mirada de su revista con el ceño fruncido, "¿Ahora te vas a hacer el desentendido con mi situación? ¿Después de haber dicho que me entendías? ¡Ja! Hipócrita..."
El castaño solo gruñó enrabiado, "¿Cómo me llamaste?"
Freddy, no te alteres... No dejes que te provoque...
El rubio sonrió, "HI-PÓ-CRI-TA, con todas sus letras"
"¡Escuchame, ¿qué te crees-?!", iba diciendo el castaño cuando justo el comunicador del cuarto sonó, interrumpiéndolo. El comunicador, muy parecido a un teléfono de pared o citófono, era un aparato donde la cual la dirección del internado podía ubicar a los estudiantes por la razón que sea.
Freddy, a regañadientes, tuvo que dejar su respuesta de lado para contestar el comunicardor.
-¿Freddy Fazbear?
"Sí, él habla", contestó con cierto tono irritado.
-Tiene visitas, así que diríjase ahora mismo a la Dirección del Internado
"¿Visitas?", se preguntó el ojiazul. Que raro, pues no recordaba haberse comunicado con su madre para que lo viniera a visitar. Y bueno, era la única persona que vendría a visitarlo, pues no tenía a nadie más allá afuera, "'¿Está segura de qué no se equivocó de estudiante?"
-No joven, me pidieron que llamase a Freddy Fazbear, y ese es usted.
"Ok, entonces iré", dijo sin más antes de cortar la llamada.
"Quién es el que falta a los ensayos ahora, ¿eh?", se burló el rubio mientras se levantaba de su cama, para poder ir al ensayo.
El castaño gruñó con molestia a la vez que dejaba su guitarra encima de su cama y caminaba fuera de la habitación para comenzar su rumbo a la Dirección del Internado.
Mientras caminaba, no hacía más que quejarse de Golden, y Fred bueno, no hacía más que escucharlo y asentir, fingiendo que le importaba.
"¿Por qué tiene que ser tan atrevido?"
Ajá...
"¡Es un maldito presumido!"
Sí...
"¡Él no me conoce como para hablar así de mí!"
Eso mismo...
"¿¡Quién se cree que es!?"
Ajá...
"¡Quiero golpear todo su rostro bonito de principito!"
Sí... Espera, ¿qué?
"¡Lo único que quiero hacer es sacarlo de mi vida!"
Wow, wow, tranquilo Freddy... Eso no suena a ti...
El castaño quedó en silencio unos segundos, antes de dejar escapar en largo y profundo suspiro. Fred tenía razón, estaba demasiado iracundo como para pensar con claridad. Se decidió guardar silencio el resto del camino, cosa que dejó bastante preocupado al azabache.
Una vez en la Dirección, el ojiazul habló con la secretaria.
"Vengo por una supuesta visita", dijo sin más el castaño, con una mirada apagada y deprimida. Cosa que muy poco le importó a la secretaria.
"¿Es usted Freddy Fazbear?"
"Sí, lo soy", dijo en un suspiro agotado, ya se fastidiando, "¿Puedo ver a mi mamá de una vez por todas?"
"¿Mamá? No, se equivoca", dijo la secretaria, logrando sacar una expresión de confusión de parte del ojiazul, "La visita que le espera no es una mujer"
¿No es una mujer? Entonces, ¿quién rayos es? Si no tiene a nadie más. Tal vez solo se equivocaron, era lo más probable en la cabeza del castaño. La secretaria le concedió la autorización de poder pasar a la oficina de la visitas, lo cual el ojiazul no perdió el tiempo y entró.
Quien allí se encontraba... Era quien menos se esperaba...
Era un hombre, esbelto, alto, de piel blanca. Cabellos negros, oscuros como la noche, combinados por unos hipnotizantes ojos azules brillantes, como el cielo en el día. Vestía una ropa bastante vieja, y algo maltratada.
Sin embargo, había algo en ese hombre que Freddy sentía que conocía.
"¿Freddy?", preguntó el hombre, su voz era grave y profunda, algo que intimidó un poco al castaño, pero no duró mucho al notar la emoción del hombre. Era como si no podía creer que Freddy estuviese frente a él.
"¿S-Sí?", contestó dudoso el adolescente, bastante intrigado sobre quien era ese sujeto.
"Dios mío, ¡por dios mírate!", exclamó contento el hombre, sujetando levemente al más joven de los hombros, "¡Ya eres todo un hombre!"
Freddy intentaba liberarse del agarre del hombre, pero este era mucho más fuerte que él. Estaba muy nervioso, por lo que no pudo evitar más la pregunta inevitable, "¿Q-Quién es usted?"
La sonrisa llena de felicidad del hombre de pronto desapareció acto seguido de pronunciadas esas palabras. Eso puso aún más nervioso al joven Alium.
"¿N-No me recuerdas?", preguntó el hombre un tanto más triste, y antes de que Freddy pudiese algo decir, el mismo hombre se respondió, "Obvio que no me recuerdas, si han pasado ya muchos años"
El castaño seguía sin entender, y obviamente, se sentía realmente intimidado por la situación. No sabía que decirle al hombre, más supo que no tendría que hacerlo cuando notó que se acercaba a él, bastante triste. De pronto, el hombre lo abrazó.
Freddy se quedó completamente paralizado.
"Mi niño...", suspiraba el hombre mientras acariciaba tiernamente la cabeza del castaño, enredando sus manos en el cabello del chico, "...¿Cómo pudiste olvidarme?"
Freddy ya no soportó más.
Empujó como pudo al hombre lejos de él, y con la mirada más intimidante que pudo poner, miró al pelinegro, "¿¡Quién es usted!?"
"Freddy...", reía el hombre, "...Yo soy tu papá..."
De pronto, todo se detuvo en la mente de las dos personalidades opuestas.
No existía nada más que solo ellos tres.
Borrosos recuerdos de un rostro que no tenían, sorpresivamente comenzaron a brotar.
Pero de todas formas... ¡Era ridículo!
El castaño de inmediato estalló en un ataque de risa, e igualmente en su mente, el azabache era un mar de lágrimas por el dolor de su estomago por tanto reír.
"¡Ja, ja, ja, ja! ¡Ese es el mejor chiste que he escuchado en mi vida!", reía sin parar el joven, causando cierto revuelo en el hombre frente a él, "¡Es imposible que seas mi padre!"
"¿Por qué dices eso?", habló el pelinegro de ojos azules, con la voz un poco quebrada, pues no esperaba esa reacción.
"¿Por qué? ¡Porque mi padre está muerto!", reía aún burlesco el castaño, "¡Mi padre murió hace más de quince años!"
"Bueno, no sé quien te dio esa información...", empezó el hombre, "...pero déjame decirte que no estoy muerto, estoy aquí frente a ti"
"Ajá, claro", se burló el castaño, "Y dime, ¿por qué debería creerte?"
El hombre se acercó al muchacho, y de su bolsillo sacó su billetera. De esta sacó una foto arrugada. El pelinegro abrió lentamente la foto, para enseñársela al castaño, y cuando esta estuvo abierta, el joven Alium no lo podía creer.
Era su foto, la foto donde él era un bebé en los brazos de su madre, y su padre al lado de ellos. Sin embargo, esa copia estaba mucho mejor conservada que la suya, por lo que pudo ver claramente el rostro de su padre después de tantos años. Y se quedó completamente helado cuando aquel rostro era idéntico al rostro del hombre que tenía frente a él.
"Esta foto la tomaron cuando tenías 5 meses de vida", dijo el hombre con una sonrisa, "Ese pequeño bebé de ahí eres tú, y ella es tu-"
"L-Lo sé...", habló casi en susurro el chico, "T-Tengo la misma foto..."
Lágrimas comenzaron a descender por las mejillas de Freddy, casi como verdaderas cascadas. Su mundo comenzó a dar miles de vueltas, logrando marearlo por completo. Sus piernas comenzaron a tiritar, sus hombros a temblar.
Fred también llegó a botar varias al lágrimas por la emoción.
¿Cómo era siquiera posible?
Que creyeras toda tu vida que tu padre está muerto, cuando en realidad siempre estuvo vivo.
¿Acaso su madre lo sabía?
¿O ella de verdad pensaba que él estaba muerto?
"¿Freddy...?"
"Eres tú...", dijo sollozando, por una vez mirando directamente a los ojos del hombre, "...E-En verdad eres tú..."
Estaba completamente confundido, por lo que no sabía como reaccionar. Fred estaba en las mismas, pues ni siquiera podía hablar.
"¿En verdad creías que yo estaba muerto?", preguntó el hombre, a lo que Freddy solo pudo asentir. Sus piernas cedieron, por lo que cayó al suelo, mientras más lágrimas botaba.
El pelinegro solo atinó a abrazarlo, e intentar consolarlo, pero solo empeoraba su situación.
Necesitaba respuestas, y no se iba a quedar tranquilo hasta obtenerlas.
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ESPECIAL PARTE 1
-Natta
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