Antes de amar de nuevo
Empezaba a comprobar que si no tenias los suficientes calzones para hacer algo la vida te acababa orillando a hacerlo.
Apenas había pasado la semana del cumpleaños de mi hermana y yo seguía dándole vueltas en mi cabeza, del cómo afrontar a mi hermano hasta que como dije la vida me obligó a hacerlo. Llegué tarde como últimamente a la casa de Pablo.
Extrañamente todo estaba en silencio, pero dado mi cansancio no me importó al contrario lo agradecí, me dirigí con pesadez hasta la habitación que compartíamos, lo encontré acostado en la cama mirando su celular cuando me escucho alzó la mirada, me sonrió y dejó de lado su aparato.
—¡Hola! —me saludó con ánimo—Te estaba esperando, quería hablar contigo.
Al escuchar eso sentí que se me subían hasta la garganta, nunca es bueno cuando alguien te dice eso.
—¿Qué pasa? —pregunté con miedo, se acercó a mi como gato, atravesando la cama para llegar a la otra orilla.
—Ven, siéntate—me invitó, tomé valor y me senté a su lado, tomó mis manos entre las suyas, trataba de mantenerme tranquilo y le sonreí para disimular un poco mi inquietud
—Dylan va a dejar la carrera—comenzó, si bien era un tema serio no entendía por qué a mí me competía.
—¿Aja..?
—Alberto aun esta indeciso de continuar y la familia de Pol se va a mudar a la ciudad—no estaba comprendiendo cuál era su punto.
—¿Me dices esto por...? —quise saber, Pablo me sonrió estrechamente mientras sujetaba con un poco de fuerza mis manos.
—Quizás llevamos poco tiempo, pero se me ocurrió que podíamos irnos a vivir juntos—la última palabra me cayó como balde de agua fría.
—Ah... —respondí con un hilo de voz—Yo...—no sabía ni que responderle, había querido evitar que llegara a tomarse tan enserio esta relación y por mi cobardía no lo conseguí, no tenía el corazón de rechazarlo, pero ya no podía continuar la mentira—Pablo...
Supo de inmediato a donde iba porque en cuanto le dije su nombre comenzó a soltarme las manos.
—Entiendo, sabía que era demasiado.
—He querido decirte algo desde hace varios días, pero sinceramente no tenia el valor de hacerlo, por experiencia sé lo horrible que es que te destrocen el corazón y sin embargo hice peor las cosas.
—Ya lo suponía Alan.
—Lo siento —no pude decir más, de sobra sabía que era una disculpa demasiado sosa.
—Está bien, sabía que esto no iba a funcionar—aunque acababa de rechazarlo su voz se mantenía serena, me hubiera gustado que me exigiera una explicación, que me la mentara, bueno hasta un golpe se lo recibiría sin rechistar.
—Perdóname Pablo—mi voz se quebró, el nudo en la garganta apretaba más, en verdad estaba haciendo un esfuerzo por no romper en llanto.
—Sé que lo intentaste, pero no puedo llenar un lugar que ya esta ocupado.
Me abrazó y besó mi cabeza, eso fue suficiente para que no pudiera aguantar más y acabaran saliendo las lágrimas que había tratado de contener.
—Perdón—era lo único que salía de mi boca entre sollozos
—No es tu culpa, ya sabía en lo que me metía—me estrechó un poco y después me soltó, aunque no sentía lo mismo que él, en esos pocos meses le había agarrado cariño, el hecho de que se alejara y dejara de sentir su calor me hizo sentir un vacío en el estómago, no quería soltarlo, pero por su propio bien debía hacerlo.
—¿Estarás bien? —me preguntó, me hacía sentir peor que pese a todo aun siguiera preocupándose por mí.
—Me quedaré con mi hermano —respondí con voz gangosa. —¿Y tú? — se levantó y me sonrió un poco.
—Ya lo resolveré, aún no hay nada confirmado—respondió mientras se dirigía a la puerta.
—Pablo—lo llamé antes de que saliera, quería darle las gracias y seguir disculpándome, pero sabía que no tenía más palabras que añadir a lo poco que ya había dicho.
Él se giró, podía ver sus ojos vidriosos y aun así me sonrió levemente y asintió con la cabeza como entendiendo lo que quería expresarle y sin decir más salió de la habitación.
Me quedé sentado en la cama sintiéndome el peor ser humano del mundo, sentía como si tuviera una piedra oprimiéndome el pecho que me impedía respirar de forma adecuada.
Seguía haciendo lo mismo, extendiendo tanto los problemas que acababan volviéndose peor. Me puse de pie y comencé a juntar mis cosas, quizás no podía mudarme en una sola noche, pero tenía claro que esta vez no lo alargaría tal como lo hice con Marck.
Una vez que junté lo que más necesitaba, mandé el mensaje que no había querido mandar a la persona que había evitado por casi un año, mi hermano.
Sin darle demasiado contexto le avisé que llegaría a su departamento, tal como lo supuse no cuestionó nada.
Aunque esta vez el que había sido lastimado no había sido yo, otra vez me fui llorando, me hubiera gustado poder querer a Pablo, sentirme feliz y a gusto a su lado, era la mejor persona que mejor me había tratado, sobre todo quien había sido el más sincero conmigo.
No entendía porque aún me aferraba a un sentimiento que no tenía sentido con quien jamás volvería a toparme, alguien que ya había hecho su vida.
En el camino me traté de calmar para no llegar como guajolote con Gustavo, no quería hacer demasiado drama, aunque conociéndome era posible que acabara haciendo lo contrario.
No tuve que tocar porque nos había dado llave a cada uno por si cualquier cosa, cuando entre parecía que ya me esperaba, estaba sentado en la sala con un libro, no vi a Leo así que quizás lo corrió para hablar con tranquilidad.
Después de cerrar la puerta, dejó de lado su libro, me acerqué y me senté a su lado, por alguna razón me hacía sentir como cuando vas a confesarte con un padre, aunque solo lo había hecho en tres ocasiones.
—¿Estas bien? —fue lo primero que me preguntó, asentí con la cabeza, pero tal como ya lo suponía me solté a llorar, era inevitable. Para mí siempre fue muy fácil que cualquier cosa me sacara las lagrimas, era de esperarse que para ese punto de mi vida cualquier cosa me hiciera estallar.
Gus sin decir nada se acercó a mí y me rodeo los hombros con su brazo mientras que con la otra mano acariciaba mi cabeza.
—Suéltalo Al, aquí estoy—eso hizo que llorara más, tarde mucho en poder si quiera respirar un poco mas normal.
Cuando estuve un poco mas tranquilo traté de hablar.
—¿Tienes té de manzanilla? —pregunté con la voz quebrada.
—¿Té? —cuestionó extrañado.
—Si, té.
—Creo que si—me soltó para ir a buscar mi petición, para mi fortuna encontró, gracias a Marck había descubierto lo relajante que podía ser una taza de té caliente, mi hermano me dio la taza.
—Gracias.
—Es de hierbabuena —comentó mientras se sentaba de nuevo.
No sabía si serviría igual, pero fue reconfortante lo caliente, sorbí un poco, eso me ayudó a calmarme casi por completo, Gus soltó un largo suspiro que ya sabía que significaba—Leo me comentó que has pasado por momentos difíciles en los últimos meses, bueno aparte de los familiares.
Escuchar eso me asustó, a decir verdad, no quería que supiera todo el contexto.
—¿Te dijo todo?
—No me explico demasiado, solo que pasaste por lo mismo otra vez.
Entendí a que se refería, desde siempre era el primero en estar conmigo en cada ocasión en que alguien me rompía mi corazón, ya tenia experiencia al respecto.
—Fue diferente.
Aunque no quería darle detalles sabía que debía hacerlo, ya estaba ahí, él estaba aquí apoyándome, y ya no podía más con la carga que traía encima.
—Acabo de terminar con alguien—fue la primera confesión por que era lo que mas me dolía en este momento.
—¿El chico con el que te quedabas? —negué con la cabeza, pero luego asentí, me miró sin comprender.
—Si me estaba quedando con él, pero no era de quien te hablo Leo—el entrecejo de mi hermano se frunció.
—¿Cómo es eso, Al?
Tomé aire antes de soltarle todo.
—Con quien me estaba quedando se acaba de casar, pero me fui antes por... problemas.
—¿Acaso seguiste el peor ejemplo de uno de tus hermanos? —cuestionó poniendo los ojos en blanco.
—¿Cómo?
—Leo me mencionó que era una situación complicada, pero no creí que tanto.
—Antes de que te mal viajes, no me metí propiamente con él—aclaré, el alzó una ceja—al menos no como Leo.
—¿Pudieras ser más claro?
—Solo tomamos y las cosas se salieron un poco de control, te juro que siempre quise poner tierra de por medio.
—Lo único que acabo de escuchar es alcohol y siempre. —me miraba fijamente yo ya no podía más, empezaba a preferir buscar un puente para instalarme.
—Quizás me haya atraído desde que lo conocí—reconocí vagamente, Gus trató de mantener su cara neutra, pero podía notar el gesto que quería asomarse. —pero era yo quien iba a organizar su boda tenia clara la situación. —proseguí.
—¿Entonces lo alcoholizaste y le diste su despedida de soltero? —inquirió sin irse por las ramas como lo estaba haciendo yo.
—¡No! —expresé alterado—Tomar alcohol fue de mutuo acuerdo.
—¿Y lo demás?
—¡No hubo algo más! —aclaré, mi hermano me miró de manera inquisidora—si bueno quizás nos besamos pero
—¡Alan! A ver, no entiendo. Tu nunca te descontrolas cuando tomas ósea que...
—¡No abusé de él! —insistí—en mi defensa él empezó.
—Y tú le seguiste. —añadió con una mirada dura, pocas veces se ponía en esa actitud tan severa de hermano mayor pero cuando lo hacía podía dar más miedo que mamá.
—Tomé tequila— reconocí.
Mi hermano se llevó la mano a la frente.
—¡Sabes cómo te pones con algo mas que no sea cerveza! ¿No te acuerdas cuando cumpliste 18 que te pusiste a bailar con una planta?
Me avergoncé, en si no me acordaba de ese día, pero mis hermanos se encargaron de inmortalizar el momento en un video que atesoraban.
—¡Eso fue porque Leo hizo una bomba! —me defendí.
—¡Aun así Alan! —mi hermano trató de calmarse un poco—entonces tomaron y pasó... eso que dices.
—¡Aja, pero fue producto del alcohol!
—Alan ¿Qué no sabes que cuando estás borracho haces lo que eres incapaz estando consciente?
Eso me desarmó por completo, porque significaba que Marck había querido hacer eso que hicimos y también lo que casi hicimos, me dio un escalofrío, a decir verdad, nunca pensé estar con él en ese tipo de situación, me desinflé hundiéndome en el sillón.
—Entonces, a ver tomaron, se besaron y ¿luego? —me insistió mirándome fijamente
—Me alejé.
—Bastante sensato ¿y con quien te quedaste?
—Con un chico que conocí hace poco—respondí casi en un susurro que claramente fue escuchado por mi hermano, por su cara parecía estar a punto de ahorcarme.
—¿Con ese chico es con quien acabas de terminar? —asentí con la cabeza, Gus comenzó a frotarse la sien. —Entonces a ver... ¿Qué pasó?
—Después de eso supe que no podía quedarme a arruinarle la vida, me alejé, pero volvimos a coincidir, le acabé confesando lo que sentía por él y es cuando decidí irme. Me quedé con Pablo
—¿El que acabas de conocer? —me interrumpió.
—Si, y gracias a Leonardo regresé al departamento y tuve otro encuentro con el tipo.
—¿Leo? —preguntó sin comprender para luego poner cara de que le había caído el veinte —Por eso no querías ver lo de su costal. Ay, Alan, si nos hubieras dicho no te hubiéramos orillado a ir a buscarlo.
—Sinceramente sirvió para que las cosas me quedaran más claras.
—Ay Alan—siguió lamentándose mientras seguía frotándose la sien.
—No quería preocuparlos
—Serás idiota, nos tienes preocupados desde que te saliste de la casa—expresó casi gritándome.
—Perdón—yo ya no sabía cuánto me había disculpado en las últimas horas.
—Ay Alan, Ay Alan, Alan, Alan. ¿Cuándo vas a dejar de hacer lo mismo? —dijo con desesperación
—Lo mismo me dijo Joaquín.
—¿Joaquín? ¿Ese Joaquín? ¿Pato? —asentí
—Me lo encontré a principios de año.
—¿Y no le has dicho a Leo?
—No, pero se va a llevar una sorpresita.
—¿Qué hiciste Alan?
—Le di su número en vez del mío.
—Si no te mato yo lo va a hacer él.
—¿Puedo quedarme? —pregunté regresando al tema principal, antes de recibir una respuesta Gus me dio un buen golpe en la cabeza.
—No creí que te afectaría tanto la estampada que te di.
—¿De qué hablas?
—Nada nada un pequeño incidente, pero regresando ¡Serás imbécil! No se pregunta eso, esta casa esta disponible para cuando cualquiera que lo necesite, cuando me dijeron que discutiste con mamá esperaba que vinieras acá, todos esperábamos eso de echo y cuando supimos que acabaste en quien sabe dónde con quien sabe quién, tu madre casi me manda a tocar todas las puertas de Querétaro para encontrarte.
Lo miré asombrado.
—¿En serio? —cuestioné dudoso, recibí otro golpe más.
—¡Si no hubiera sido por Mariana tu cara hubiera estado en el boletín de personas desaparecidas!
Estaba bastante incrédulo.
—No se veía para nada preocupada cuando me ignoró por completo el día de su cumpleaños—no pude evitar decir eso.
—Si, quizás no actuó de la mejor forma —me concedió—pero tampoco ha sido fácil para ella Al.
Soltó un suspiro muy largo.
—Ven acá—me dijo mientras me estiraba los brazos, era un gesto extraño, de todos no era el mas cariñoso sin embargo me acerqué acurrucándome, de nuevo sentía las lagrimas cayendo por mi rostro, el pasó su mano por mi cabeza—ya estas bien, estas en casa.
Si no hubiera sido porque su tripa comenzó a chillar e interrumpió el arrumaco sin dudar me hubiera quedado toda la noche ahí, me hacía sentir protegido, me recordó en las noches en que le agarré miedo a la ventana, sentía que vería una cara entonces corría a la cama de Gustavo y me permitía quedarme con él, a veces si sentía que estaba muy asustado hasta se ponía a leerme un cuento para calmarme, aunque al día siguiente tuviera escuela o exámenes, su prioridad siempre habíamos sido nosotros.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top