Pasaron dos meses y cada día aparecías por las noches como el mismo caballero de las tinieblas consumiendo alcohol para no levantar sospechas, hasta que dejaste de aparecer.

Todavía recuerdo aquella noche en la que no paramos de reír, recuerdo tus promesas y el sabor de tus labios. Recuerdo cada palabra y frase pronunciada por tus labios. Recuerdo claramente nuestro primer hola y nuestro primer beso, aquellos que sabían a te quiero, recuerdo todo muy claro. Es una pena que tu no recuerdes absolutamente nada, pero cariño, no te preocupes yo podría recordarte todo sí tan solo tú me regalaras una noche más.

Así fue cuando dejaste de aparecer, te esperé cada noche durante meses en el club, aunque jamás entraste por aquella puerta negra. Muchas cosas corrieron por mi cabeza, ¿Te habrían matado? ¿Estabas bien? ¿Te habrían atropellado? ¿Tendrías novia? Después de largas horas de espera y poniendo mi mejor cara fue cuando me di cuenta que jamás volverías, este lugar no era uno de los mejores para conocernos, eso lo tuve en cuenta cuando me ilusionaste con falsas promesas de encontrarnos aquí todas las noches, tus besos ya no sabían a dulzura sino que los recordaba de una forma ácida, y tus manos eran ásperas como dos lijas. El corazón que me prometiste no fueron más que patrañas al ilusionarme e irte con otra.