¡Perdí a Eros!

Anastacia.

Camino con mucha velocidad entre tanta gente, el parque está lleno de colores... rojo, rosado, hasta el amarillo abunda, eso me provoca un fuerte dolor de cabeza. Los brazos me duelen porque Hanabeth está muy pesada y aún no sabe caminar, sólo gatea.

Las personas sonríen y caminan por todo el parque. Odio éstas fechas, odio a las parejas, pero lo que más odio es a Jonny. Lo busco con la mirada hasta que lo reconozco, con su camisa verde y el jean negro. Me acerco corriendo a él, noto un pequeño rubor en sus mejillas y nada más verlo me pone histérica.

—¿Qué ocurrió? —pregunto, miro alrededor de él esperando una tonta broma de su parte.

—¡Perdí a Eros! —contesta con nervios. En mi mente sólo hay dos pensamientos: encontrar a mi hijo y matar a Jonny.

—¿Qué? —grito enfadada—, ¿perdiste a Eros? ¿A tu hijo?

—Sí. Juro que no sé cómo, él estaba aquí jugando con los niños, en un parpadear desapareció. Lo busqué, pregunté, pero no lo hallo. Perdón Ana, perdóname...

—¿Cómo quieres que te perdone? Todavía no perdono lo del marcador rojo, ¿cómo perdono que perdiste a Eros? ¡Eres un idiota! ¡Seguro tu mirada se fue debajo de una falda y lo olvidaste!

—¡No, Ana, juro que no sé cómo pasó!

—¡Ya! Así no lo encontraremos —digo. Le entrego a Hanabeth—. Toma, carga a mi hija.

—Nuestra hija —corrige.

—¡Eros también es nuestro y lo perdiste! Te odio Cáceres.

—¡Dios! ¿Cómo hago? ¡No lo hice a propósito! ¡Trato de ser buen padre y siquiera lo valoras! —Quiero contestar, pero él me interrumpe—, ya me hartaste Dolores, me voy.

—Ah ¿te vas? Pues bien, yo busco a mi hijo sola y... dame a mi hija.

Me regresa a Hanabeth y con la cara roja, llena de idiotez y se marcha, dejándonos solas. Ahora yo, sola, debo buscar a Eros y eso es un problema porque hoy, catorce de febrero, día de San Valentín, el amplio parque está repleto de personas, niños, niñas y puntos de ventas, también hay un centro comercial en el centro de esta área recreativa.

Desesperación, sí, es lo único que siento en este momento.

✾✾✾

Marcos.

Llevo varios minutos viendo la sonrisa de mi bella Kaka, que tiene a mi hija en brazos y, mirando las tostadas que me preparó de desayuno. Ella afirmó que me haría un desayuno especial, pero esto no se ve nada especial.

—Lo sé, lo sé, te prometí algo especial, pero... Ay, era nueva receta y me costó hacerla o bueno, tú estás acostumbrado a comidas gourmet y no soy tan profesional en la cocina.

—Kaka, si lo hiciste dámelo. Por más comida gourmet, la que es hecha por tus manos me fascina.

Es real, Erika pudo haber aprendido a cocinar en su casa, no tiene títulos, ni certificados de chef, pero hace la mejor comida que yo haya probado en toda mi vida y mirar dos simples tostadas me deprime.

—Si no te gusta tienes derecho a botarme de tu casa.

—Erika, nuestra casa y si alguien tiene derecho de botar a alguien, esa, eres tú.

Los dos nos callamos porque escuchamos una melodía lejana. Erika la reconoce, con mucho cuidado me entrega a la pequeña Katalina y apresura el paso para buscar el causante de ese sonido. Aprovecho que me da la espalda para observar su trasero muy bien definido. Katalina me golpea en la cara.

—Oye... debes estar de mi lado, no del lado de tu madre.

Me levanto de la mesa, camino con gran velocidad y cuidado de no caer con la nena en brazos, llego a la cocina y el olor que impregna mi nariz, me produce deleite y quiero devorar lo que hay en las ollas. Mi hija inteligente, como su padre, aprendió a estar sentada solita, uso su astucia para dejarla en el mesón, que es bastante grande para ella.

Reviso las ollas y me sirvo de una manera moderada... Nah, me sirvo bastante porque esas tostadas no son de mi agrado y regreso al mesón. La nena se acerca a mí gateando y riendo.

—Ambos sabemos que mamá se molesta si comes conmigo... —advierto—, pero si no le dices no hay problemas.

Con el tenedor casi vacío le doy un bocado de comida, a veces, recuerdo cuando Anastacia estaba pequeña, siempre hacía travesuras con ella, sólo que mis padres no debían enterarse.

—Marco. —Tensión, presión, sudor, desesperación, traición y miedo siento con la aparición de Erika en la cocina y como si el destino tuviera una deuda conmigo la nena ríe con comida en la boca—, ¿no le estás dando comida a Kata? ¿O sí?

—Nooo —niego, Kata sigue riendo, estaba por regañarla por mal educada—. ¿Quién era?

—Oh sí, Jonny perdió a Eros y Ana está como loca buscándolo, porque el muy idiota la dejó sola.

—Te acompaño —afirmo.

—No, en ese parque hay mucha gente y no quiero perder a mi pequeña. Te quedas y no es discutible.

—Pero es mi hermana. —Me quejo.

—Pero ella ahora me necesita a mí, adiós y no le des comida de esa a Kata, ella tiene su leche. —Toca sus pechos mientras lo dice—, dale compota, sólo eso.

La observo marcharse, siento ganas de ahorcar a Jonny, pero debo contenerme porque ahora cuido a mi pequeña, lo único que sé es que alguien no saldrá vivo si mi ahijado no aparece... «¿en qué momento llegaron tantos niños a la familia?» pregunto en mi mente.

—Tu mamá está loca, la compota no llena... ven comerás conmigo.

✾✾✾

Anastacia.

Dos horas, dos insolentes horas y mi pequeño no aparece, nunca en mi vida había sentido tanto miendo... bueno sí, pero otras veces no tenía que ver con mi hijo... bueno una vez, con Oliver Gil, ¡Dios, necesito concentración! Jamás creí llegar a odiar a Cáceres como lo odio en este instante.

Los niños del parque me tienen miedo, a todos los he confundido con mi pequeño, aunque no se parezcan tengo la esperanza de encontrarlo.

—¡Anastacia! —grita mi amiga y siento un poco de alivio al ver su rostro y su apoyo—, ¿dónde está el idiota que perdió a mi Eros?

—No lo sé, me dejó sola, dijo que le hartaba mi actitud y se fue... yo quiero a mi pequeño, Eri, estoy asustada.

—Ven dame a Hana, descansa los brazos —ofrece, sin dudar le doy a la niña, Erika mira todo a su alrededor—, wow... hay demasiada gente y... niños.

—Lo sé. Lo sé, una de las madres casi llama a la policía porque toqué a su hijo.

—¡Uy, que delicada! —chilla.

—Esto podría costar mi custodia y no puedo, es mi hijo... Pensé que Jonny era capaz de cuidarlo, pero me equivoqué.

—¿Jonny? ¡Eros comía marcador rojo frente a él! ¿Eso es cuidar?

—Pero eso fue hace mucho tiempo...

—Igual, no hay tiempo que valga.

—Entonces yo temería por Katalina...

—Joder... tienes razón.

Erika llama a mi hermano para avisar que lo matará si hace lo que no debe con la pequeña. Mi mente y mi mirada viaja en una sola persona, estoy asustada, veo a un niño, veo a Eros, en una de las ventanas del centro comercial. Sin decir nada empujo a Erika conmigo, sin importarme su llamada con mi hermano. Sólo deseo que ese sea mi bebé. «Corre, Ana, corre» me digo a mí misma. Subo las escaleras mecánicas anonadada, pensando en la terrible decepción que no sea él.

El lugar a dónde me dirijo está casi vacío. Erika espande preguntas, pero no las escucho y casi no puedo responder sólo le digo "vamos", no puedo expresar otra palabra.

"Feliz día". Un día, leí esas palabras y lloré, porque soy una llorona, pero hoy leo esas palabras y no es felicidad lo que siento, mas bien son ganas de asesinar, de odiar. La escena frente de mí es de terror... pero no para mí, sino para ellos.

Eros jugando con Oscar, Adrian mirando a Eros y Jonny sentado en una mesa con un enorme globo, de corazón y las dos palabras para celebrar un día como hoy... "Feliz día". Eros está bien, Eros está bien y Jonny me sonríe. Erika hace un sonoro "Awww" Las risas de Hanabeth, Oscar toma la mano de Keith y ambos juegan con mi hijo que, gracias a Dios, está en perfecto estado.

—Pecas... —llama Adrian.

—Maldición —exclamo. Todos me miran atónitos, en mi vocabulario jamás existían palabras de ese estilo y eso los impresiona, a todos.

—Calma, Pecas...

Salgo del centro comercial corriendo, esa fue la peor broma que me pudieron hacer en la vida, corro hasta unos asientos desocupados y me siento cercana al parque, donde supuestamente mi pequeño se había perdido, empiezo a llorar.

✾✾✾

Jonny.

¡Mierda! La cagué. Veo a Ana huir sin mirar atrás, sin siquiera despedirse.

—Se fue —aseguro. Todos asienten afirmando lo ocurrido.

—Bella Pelinegra, sé que mueres por mis encantos, pero este corazón se lo robó Hanabeth —burla Adrian y en dos pasos alcanza a Erika y le quita a mi hija.

—¿Se habrá molestado? —pregunto.

—No que va —dice con sarcasmo Oscar—, únicamente le haces creer que su hijo se perdió entre la multitud, no la ayudas a buscarlo y de paso, todo fue mentira porque todo está bien. ¿Qué deseabas, qué te besara? Qué mal plan.

—Oscar tiene razón, Ana lo único que quería era matarte, Jonny... ¿La dejas sola? ¿En qué mundo vives, Cáceres?

—Muy mala sorpresita —musita Keith.

—Pésima idea Jonny, eres el peor romántico del mundo —regaña Andria.

—¡Oye! ¡La idea fue tuya! —gruño.

—¿Y? Tú la ejecutaste, lo que me deja a mí libre de pecados. —Lo asesino con la mirada.

—Son unos idiotas —afirma Erika—, llamaré a Anastacia y trataré hacer que hable contigo.

Se alaja un poco de nosotros. Tiemblo de miedo, si ésta vez la hice molestar más de la cuenta, puede que logré cruzar los límites de su paciencia.

—Papi... dijiste que comemos torta —dice Eros—, ¿mamá?

Puede que mamá me odie en este momento y me abandone con mis dos hijos y termine siendo padre soltero. ¿Será difícil ser padre soltero? Pues... ¡no importa! Demostraré al mundo que sí se puede.

—Ya viene —aseguro aunque lo dudo en mi mente.

—Idiota... digo Cáceres, Ana sí accedió hablar contigo.

Siento que sudo frío, mucho frío. Las manos me tiemblan, sin embargo es la oportunidad de solucionar todo.

—Hola...

Te odio. —Por lo menos lo admite—, ¿te das cuenta que esto pudo ser peor? ¿Qué tan difícil puede ser un almuerzo a las afueras de la ciudad? ¿Acampar? ¿Estar en casa? ¿Flores? ¿Una taza de té? Con un hijo no se juega, Jonny.

Quería ser original y no sabía cómo... Así que busqué ayuda, pero creo que a esa ayuda la llevaré al psiquiatra.

—¡No, Jonny, eso fue original, que a ella no le guste, no es mi culpa! —Se queja Adrian.

Dile a Don halagador, que él no se salva.

—Sólo si vienes a comer torta de chocolate, tu favorita, Eros no ha dejado de preguntar por ti.

Te salvas que amo a mis hijos y el sólo verlos reir me traerá la tranquilidad y recordaré cuanto te amo, pero sabes que no lo perdonaré tan fácil.

—Lo sé, siquiera superas lo del marcador rojo... pensé que sí.

—Jonny apréndelo, una mujer dice olvidar esos detalles, pero cuando la haces enojar te saca en cara, hasta el día que se te olvidó cerrar la ventana.

—Ooooh.

Sí, Eri tiene razón, iré a comer la torta de chocolate, pero no estoy nada feliz.

—¿Dolores?

—No me digas Dolores, ¿qué quieres?

—Mami, papi y yo y Hana, queremos torta. —Eros le regala un beso al teléfono—, eeeeh sí, te amo, mami y papi.

Cuelga la llamada y yo sonrío.

—Bueno, no seré padre soltero —grito con más tranquilidad y todos me miraron extrañados.

—Obvio no, si te voy abandonar, te abandono a ti solo, los niños se van conmigo.

Giro y la miro, con sus ojor un poco rojos, pero igual se ve hermosa, usa un vestido blanco con negro y unas zapatillas Converse negras, tan sencilla y delicada, el cabello es un desastre, gracias a los fuertes vientos del parque, mas sigue siendo preciosa.

Camino a ella y la beso, con devoción y ganas de que esté siempre a mi lado.

—Oigan no es agradable ver como mi novia se besa con su esposo. —Ríe Adrian.

—Estoy esperando el día en que Adrian se enamore y deje de coquetear con mi esposa —digo—. Bien hora de la torta.

—¡Chocolate! —celebra Eros.

—Así es pequeño —asegura Ana, toma la mano del pequeño y caminamos hasta la mesa en donde reposa la torta.

Cuando miro la torta, algo se revuelve en mi estómago, pero trato de no ponerle atención. Erika, después de llamar a Marcos, reparte la torta ágilmente y da un pedazo a cada uno.

Debo admitir que está deliciosa, mucho más si mirar a la mujer de mi vida y mis hijos es mi pantalla. Termino de comer la torta, las náuseas regresan con fuerza y troto hasta el baño, suelto el vómito hasta que no existe más en nada en mi estómago.

—Jonny ¿estás bien? —cuestiona Ana preocupada—, vaya... vomitaste.

—Sí, creo que no me cayó bien la torta de chocolate. —Miro con asco el baño y bajo el agua—, vamos, estoy bien.

—Eso te iba a decir... —dice nerviosa—, tengo un retraso de... dos semanas. —Una sola frase para explicar el porqué de mi vómito—, creo que estoy embarazada.

Sólo sonrío, nueve meses de síntomas de embarazada ¡Qué importa! Es un bebé mío en el vientre de la mujer que amo. Vuelvo a vomitar.

Gente bella 🍼
Capítulo sorpresa.

Este capítulo es dedicado a ti, que lees esto, porque eres grande y mereces lo mejor.

A ti, que odias los comentarios de los demás, yo también los odio, pero eso no te hace menos, eso los hace menos a ellos. Tú, vive.

A ti, que pasas por un mal momento, nada es para siempre, tenlo en cuenta.

Y a ti, que te da miedo arriesgarte, que no te dé miedo, de los errores se aprende.

«Sólo aquel que no hace nada no comete errores»
Joseph Conrad.


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