¿Cumpleaños feliz?
Salimos del garaje del juzgado como quien sale de su casa. Numerosos fotógrafos, apartados de la salida por policías, usan sus cámaras.
Gustavo nos espera en casa, Lourdes le avisó nada más irnos al juzgado.
—Pablo, ¿Hay algo nuevo que contar?
—Lo mejor. Es todo nuestro.
Por supuesto, ocultamos lo que contó el juez. Explicamos que la reunión fue un mero trámite de firmas y que el juez ya tenía decidida la sentencia. Tampoco contamos la artimaña de la secretaria, por si le causamos problemas.
Gustavo acaba la entrevista y a Marcos se le escapa una sonrisa, Paul no puede ver la tele en horario infantil, le pregunta y nos responde:
—No se ofenda. Hay un programa para niños donde sale una rana con el nombre de Gustavo, el reportero más dicharachero.
—Ya no me ofendo, pero al principio fue un suplicio aguantar las bromas de mis compañeros.
Responde y se despide para ir a la redacción.
Por ser día laborable, todos los invitados al cumpleaños llegan a la hora de la comida. Son Miguel, Rafa, Luis, Antonio. Ana, Noelia. Laura y Aurelio.
Como postre comemos la tarta que Paul hizo la víspera y Luis ha traído. Le piden que hable y Paul accede:
—En el libro que estoy leyendo hay una comunidad de personas bajitas llamadas hobbits. Son gentes que disfrutan de sus reuniones compartiendo comida y bebida. Sus cumpleaños son peculiares porque nadie regala nada al anfitrión, es él quien regala a todos los invitados. Yo quiero hacer lo mismo, cada uno de vosotros recibirá un talón de cien mil pesetas.
A eso de la 4 cada uno va saliendo con su talón bien guardado. Pero aún queda alguien que hoy también cumple diecisiete años. Paul le llama:
—Dígame.
—Feliz cumpleaños, Jose.
—Feliz cumpleaños, Pablo. Felicita también a Cristina.
—Lo haré de tu parte. ¿Tienes la tarde libre?
—Sí, por desgracia.
—Jose, es tu cumpleaños, disfruta. Quiero darte un regalo y una oferta de trabajo. Cris y yo te visitaremos a las 6. ¿Te parece bien?
—Me alegraré de veros, podéis venir.
La soledad y decaimiento de Paul durante el otoño fue una menudencia comparada con lo que pasaba su mejor amigo. Jose nunca había tenido iniciativa por nada. Eso sí, tenía una inteligencia y memoria superior a la media. El director del colegio Jovellanos recomendó a su padre Antonio que Jose valía para estudiar una carrera, el mismo día de la misa de funeral de África. Pero precisamente ella era quien le guiaba por el camino a seguir y ahora sin ella se encuentra perdido.
Jose comenzó su quinto curso de Bachillerato con la mayor ilusión, arrastrado por la inercia de su esfuerzo durante el verano y comprobando que merecía la pena. Pero esa inercia solo le sirvió durante el primer mes. No es lo mismo repasar lo aprendido el curso anterior que encontrarse con lecciones nuevas y que le costaba un mundo aprender.
Paul seguía siendo su amigo invisible, puso voluntad para ayudarle, pero por ser también algo nuevo para él y estar inmerso en una situación personal poco halagüeña, no pudo servirle de mucha ayuda.
Como remate fatal, la situación familiar tampoco le ayudaba. Se comentaba en el barrio que su cuñada no era la más indicada para sacar adelante una familia con seis bocas y dos sueldos. A nadie le extrañó que el joven matrimonio se mudara a otra casa en Carabanchel antes de Navidad.
Pero esa solución llegó demasiado tarde para Jose. Sus notas en la segunda evaluación tuvieron más suspensos que aprobados. Su padre Antonio tuvo una charla con él para averiguar si podía superar el fracaso a lo largo del curso. Jose no estaba convencido y decidieron que abandonara el instituto.
Jose nunca tuvo una clara vocación. En un principio quería ser profesor, pero no era una vocación motora que le guiara. Disfrutaba cuando aprendía sastrería con sus primos, pero el cambio de barrio junto a su desgracia provocaron que perdiera el interés.
Se enteró de que una empresa de mudanzas en el Barrio de Bilbao contrataba gente por horas. Empezó a ir en el mes de enero a las 8, junto a otros diez o quince. Dependía del trabajo pendiente que escogiesen a una parte o todos los que se presentaban. Si algún día quedaban algunos sin elegir, otros particulares les contrataban. Jose siempre era elegido y su ánimo mejoró con creces. Ya se veía en un futuro como profesional de la mudanza y con un sueldo mensual en vez de una paga diaria.
Pero la fatalidad quiso que un día Jose tropezara cuando llevaba un espejo en sus manos, por fortuna él no se cortó. Desde ese día, nadie volvió a elegirle y tuvo que dejar de ir.
Jose probó con otros trabajos, pero siempre sin éxito. Hasta que llega el día de nuestro cumpleaños.
Le felicitamos y nos invita a un trozo de tarta y una copa en vez de hacer café, no se atreve a encender el fuego.
—Jose, toma mi regalo.
Le entrega un sobre con el talón firmado por Lourdes y Miguel, con el mismo importe de cien mil pesetas.
—Gracias, Pablo. Lamento no poder regalarte nada.
—A partir de ahora todo cambiará para ti. Mi jefe quiere jubilarse y cederme el negocio. Pero lo que yo quiero es abrir otra pastelería más cerca de mi casa. Su hijo Antonio no tiene mucho éxito en la suya y le gustaría quedarse en ésta. Necesitaremos un dependiente, puedes elegir si quieres ir a la mía o trabajar en esta más cerca.
—Prefiero contigo. Aunque tenga que andar mucho o coger el autobús. ¿Para cuándo?
—Hay muchos detalles que resolver, no tengo ni idea. Supongo que este verano.
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Lourdes sigue preocupada por Adrián. Le llama por teléfono, pero no responde. Piensa en llamar al mismo comisario que Paul conoció, sugiere:
—Lourdes, prefiero llamar yo.
Ella acepta. Paul llama: —Buenas tardes, Soy Pablo García Sevilla, quiero hablar con el comisario.
Se pone: —Hola, Pablo. ¿Has vuelto a soñar?
—Sí, pero no es como los anteriores. Adrián Guerra se ha suicidado.
—No hablas en futuro, ¿es que ya lo ha hecho?
—Temo que sí, —Paul miente: —Lo he soñado en la siesta, tengo el día libre.
—Vamos a ver. Te avisaré.
—Tengo que salir, puede informar a Lourdes.
Volvemos a casa y recibimos la información. Soy la única que no se sorprende viendo la reacción de Paul. Ya lo habíamos soñado, pero la realidad es mucho más dura que los sueños, porque el destino es caprichoso. Lourdes trata de consolarle diciendo que el sinvergüenza de su hijo no merece sus lágrimas.
Apenas tiene apetito para cenar, pero sí desea beber hasta emborracharse, no le dejo. Subimos pronto a nuestra cama y dormimos en seguida.
Todos en Gea saben lo sucedido. Mostramos nuestro plan de acción. Sebastián quiere formar parte del grupo, pero Paul le convence:
"Quiero usarte como señuelo para que tu hijo nos ayude. Si nota tu presencia, no nos ayudará."
Jesús vuelve a la Tierra por primera vez, acompañado por Paul y por mí. La mente de Adrián observa su cuerpo balanceándose del cuello. No sabe qué hacer.
"Adrián, de ti depende vivir la eternidad con tu padre."
"¿Hay alguien aquí?"
"Me conoces muy bien. Soy Pablo."
"¿Pablo? No entiendo nada. ¿Estás muerto?"
"Es una larga historia y tienes toda la eternidad para enterarte."
"¿Qué quieres de mí?"
"Quiero que nos hagas un favor. Déjate guiar por tu alma; Jesús, mi esposa y yo te acompañaremos. Tendrás la Paz eterna junto a tu padre."
Descendemos a las profundidades de la Tierra, donde ningún cuerpo ha llegado. Nos encontramos con seres que nos guían hacia donde se halla su lideresa. El odio que Gea sentía cuando perdió a sus hijos se ha ido acrecentando hasta tornarse en el responsable de toda la maldad sobre la Tierra. Ella se encontró con las almas de quienes no pueden viajar a Gea y les guió por los caminos del odio. Entran en la mente de los vivos para inculcarles sus malas artes. Todos la obedecen, no por miedo, nada peor puede sucederles; sino por su rencor a todos los seres que habitan la corteza terrestre. Tienen una idea distorsionada de la realidad en la superficie, donde creen que todos buscan su beneficio y nadie se interesa por nadie.
"Hola, Jesús y compañía."
"Hola, Gea. El odio solo daña a quien lo tiene. Me prometiste darme Paz y Amor."
"Mi vida acabó y no viniste a buscarme."
"Te busqué en Gea y la Tierra sin encontrar ningún rastro de ti, hasta ahora. Debo agradecer a Pablo, Cristina y Adrián que me hayan traído. Ven conmigo a Gea."
"No puedo ni quiero abandonarles."
"Escuchadme todos. Mi planeta Gea está abierto para todos los que quieren vivir en Paz y con Amor. Solo tenéis que arrepentiros de vuestras maldades y tener el firme propósito de no cometerlas."
"Jesús, me has devuelto el Amor que ya olvidé. Prometo darte Paz y Amor durante toda la eternidad. Amigos míos, la felicidad solo es posible teniendo Amor y sin odio. Aprovechad esta nueva oportunidad que Jesús nos ha dado."
El infierno era un sitio oscuro en las profundidades terrestres, ocupado por las almas llenas de odio que ningún alma pacífica quiso llevar a Gea. A partir de ahora, las nuevas almas impuras vagarán por la superficie o el interior de la Tierra, con la única compañía de un arrepentido que conoce el sitio a la perfección. Le irá explicando la existencia de un planeta donde todos son felices. Le guiará a Gea cuando el odio haya desaparecido de sí.
Paul y yo somos los únicos que no regresan a Gea, sino a nuestros cuerpos. Nuestro cumpleaños resultó ser feliz al fin y al cabo. Ya no lamentamos que Adrián haya dado ese paso, porque ha servido para que un milagro se produzca.
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