01 ✨ WELCOME VK'S!













01. bienvenidos vk's!









      Pisoteando el perfecto y bien cortado césped, una acelerada Lilabell corría con desesperación directo a la entrada de la preparatoria, escuchó una alarma que advertía a los estudiantes a no pisar las áreas verdes pero hizo caso omiso y apresuró el paso. Estaba llegando muy tarde.

Le había prometido a Audrey que estaría en la puerta de su habitación a la hora indicada, sin embargo, se le había pasado el tiempo volando con Kitty y al ver el reloj, se le fue el alma a los pies.

Cuando llegó a la puerta con una bonita coronita rosa a la altura de su cara levantó la mano para tocar, pero esta se abrió impidiéndoselo.

— Veinte minutos tarde.

La rubia apretó sus labios ante la mirada de reproche de la morena frente a ella. Su rostro cambió a uno de confusión y señaló el pasillo.

— ¿Cómo supiste...?

Audrey rodó los ojos y la jaló del brazo adentrándola a su habitación y cerrando la puerta tras ellas.

— Eres ruidosa cuando corres, pero está bien, al menos no viniste volando — Lila observó como dentro de la habitación estaban también Jane, hija del Hada Madrina y Lonnie, hija de Mulán. Sintió unos golpecitos en su hombro y cerró los ojos. La escuchó suspirar. — Hablé muy pronto. Lila, sabes que la magia está en desuso, el Hada Madrina no está muy contenta de que tengas ese polvillo.

— Si está tan prohibida ya me la habrían quitado, ¿No?

— Tiene razón. — confesó Lonnie.

La hija de la Bella Durmiente sacudió su cabeza dejando el tema de lado.

— Siéntate y calla, parece que un tornado te escupió. — Lila rodó los ojos con diversión y se sentó frente al tocador de la princesa. — Se está haciendo tarde.

Claro, desde que Audrey le comentó a Lila la descabellada idea de Ben de traer a los hijos de villanos a Auradon, Lila no ha podido pensar en otra cosa que no fuera eso.

Lila conoció a Ben gracias a Audrey desde muy jóvenes. Un muchacho tan gentil, amable y empático se había ganado la confianza y cariño de Lila, y por supuesto, gracias a eso no fue para nada difícil entablar una amistad con el futuro rey, no obstante, desde que empezó con su preparación para su muy próxima coronación han tomado distancia y ya no comparten tanto como solían hacerlo.

Por lo que ahora su pequeño círculo social sólo se reducía a Audrey y Kitty. Que, de paso, no se llevaban bien la una con la otra.

— ¿Es necesario que yo esté allí? — la rubia acomodó un poco su perfecta blusa verde menta. — Digo, tú porque eres la novia del príncipe ¿Pero yo?

Audrey con un cepillo en mano se colocó a sus espaldas y miró su reflejo en el espejo.

— ¡Lilabell por supuesto! — Colocó sus delicadas manos en sus hombros y se agachó para quedar a la altura de su rostro. Ambas se miraron cara a cara. — Le agradas  a Ben y estará contento de que estés con nosotros. Y, como mi querida amiga y mano derecha, me parece muy necesario que estés allí.

Lila le regaló una sonrisa enternecida, haciendo que Audrey arrugara la nariz contenta.

Se enderezó y peinó el cabello de Lila, una costumbre que adoraba hacer.

>> Además tu presencia me ayudará, no son simples nuevos estudiantes. Son hijos de villanos y eso me pone de los nervios.

La ojiazul mordió su labio pensativa. Había crecido con todos los cuentos de hadas a su alrededor, no era hija de reyes ni de princesas, no tenía sangre real, pero nació en tierras mágicas y creció en la tierra de héroes y reyes, rodeada a diestra y siniestra por ellos. Desde muy pequeña escuchó como se hablaba de aquella oscura prisión en forma de isla que encarcelaba a los seres más viles y ruines que intentaron fracasadamente conquistar y corromper todo lo bueno que existía.

Esa isla y esa barrera mágica era lo único que los protegía del mal, de aquello que alguna vez casi los llevó a un horrible fin... ¿Y Ben quiere liberarlos?

Sabía sin pregunta de antemano, porque lo conocía, que Ben confiaba y creía ciegamente en las segundas oportunidades, sobretodo, en los niños que vivían en ese basurero. Si, él tenía razón, no merecían pagar por los pecados de sus padres, pero son niños que han crecido bajo el odio y resentimiento de sus padres. Es lo único que conocen. Lila estaba muy segura que los criaron para que tuvieran una gran sed de venganza y traer justicia para ellos.

Pero había algo que le quitaba el sueño a la chica. Y es que los entendía. Lila se sentía mal por pensar en que si ella hubiese tenido que crecer allá, encerrada sin ser su culpa, sin pensarlo dos veces tomaría venganza por mano propia. Porque no era justo. ¿Pagar por algo que no hizo? ¡Ni de chiste!

Y ese pensamiento le daba escalofríos, pues entonces no entendía el concepto del bien y el mal. Auradon y la Isla de los Perdidos. Se supone que creció en tierras del bien, porque es hija de una heroína y justo por eso no debería tener pensamientos de "villanos"

Campanita, su madre, es una heroína. Sin embargo, ha tenido comportamientos y decisiones cuestionables a lo largo de su vida. Pero es considerada heroína al fin y al cabo. ¿Sería ese el destino de ella también?

¿Qué era ella? ¿Dónde pertenece?

— ¿Entonces es cierto? — Intervino Jane con sus azules ojos bailando de preocupación. Lila salió de sus pensamientos y la miró a través del espejo. — ¿Ben sí los traerá?

Audrey asintió con una mueca.

— Todos le dijimos que es una mala idea, rey Adam está furioso.

Lonnie quitó una ramita que estaba incrustada en la falda de la hija de Campanita.

— Ben parece muy entusiasmado con esto. — Comentó.

La morena asintió con resignación.

— Si, y tengo que estar a su lado para apoyarlo.

Lila comenzó a sentir una extraña sensación en su estómago. Un cosquilleo. Estaba claro que la situación no le era insignificante, lo que el príncipe Ben estaba por hacer era una de las cosas más importantes para el reino, y era una proclama que estaba a la expectativa, pues de los villanos y de la Isla de los Perdidos sólo se puede esperar caos y destrucción.

Pero en el fondo, deseaba que todo saliera bien, porque si no, no habrá lugar en el mundo donde se puedan esconder de las garras del mal.

Pestañeó varias veces al salir de sus pensamientos.

— ¿Cuántos traerá? — se unió a la conversación.

— Cuatro. — reveló la hija de la Bella Durmiente. — El hijo de Cruella De Vil, el hijo de Jafar, la hija de la Reina Malvada y... — Tragó, tratando de calmar el ligero temblor de sus dedos. — la hija de Maléfica.

Lila alzó una de sus oscuras cejas al escuchar los nombres. Definitivamente, Ben se fué a lo grande.

— ¿No pudo empezar por villanos no tan... villanos? — comentó Jane para sí misma.

Jane fue ignorada. La de ojos rasgados clavó su mirada en la hija de Aurora.

— ¿Hijos? O sea, ¿chicos?

Lila rodó los ojos al escuchar el tono burlón. Ya sabía a dónde iba la conversación.

>> Cuánto a que Lila se encapricha con uno.

— Yo digo que con los dos. — Siguió Jane.

— ¡Chicas! no se pasen. — interrumpió Audrey con indignación. Dió unos últimos detalles al peinado de su mejor amiga. — Sí, puede que Lila sea enamoradiza ¡Pero que se enamore de un villano es demasiado! ¿Verdad Lila?

— Salió con Chad no veo la diferencia.

Audrey la miró con el entrecejo arrugado, luego, las tres chicas posaron sus ojos en la rubia sentada. Lila lo pensó un poco.

Se encogió de hombros. — No lo creo chicas, tranquilas.




🧚🏻




      Y ahí estaban. Con gran expectación y cierta aprensión, los hijos de los villanos más infames fueron recibidos en Auradon, la tierra de los héroes y princesas. La banda dejó de tocar la música de bienvenida y le daban paso a la directora de la preparatoria, seguida del príncipe y su novia.

Y claro, Lila.

Con las cejas levantadas y las comisuras de sus labios amenazando con revelar una sonrisa llena de diversión, Lila entrelazó sus dedos al mismo tiempo que observaba a los dos muchachos pelear por una manta.

El Hada Madrina carraspeó.

— Sólo limpiábamos. — "aclaró" con risas nerviosas el mayor sosteniendo varias cosas entre sus brazos pertenecientes a la limusina. De un jalón levantó al peliblanco. — Levántate.

— Déjenlo como estaba... — canturreó la mujer. — Y me refiero a que lo dejen, de verdad.

Con resignación, los muchachos lanzaron sin cuidado las cosas de nuevo en la limusina. Al cerrar la puerta, se produjo un silencio entre todos.

— Hola, bonita... — El muchacho de gorro rojo se acercó a Audrey con pasos confiados. Se cruzó de brazos con una sonrisa que quitaría suspiros. — Mi nombre es... Jay. — la morena ríe nerviosamente y, de manera automática, tomó la mano de Lila en busca de apoyo. Al ser jalada por esta, el muchacho de cabellos largos captó con sus ojos la presencia de una figura un poco más pequeña y de ordenados cabellos dorados. Silbó, revelando lo deslumbrado que estaba por el aura ligeramente brillante de la pequeña chica. — Y hola a tí también, muñeca.

Lila levantó su cabeza sosteniendo su mirada con las comisuras amenazando en revelar una sonrisa. Le divertía el intento de coqueteo del muchacho, que no era malo pero simplemente la situación, el contexto y el lugar no eran los mejores. Y eso le hacía gracia. Notó cómo cambió su mirada, de coqueta y juguetona, a una interesada. Así que, dejando los nervios de lado, ladeó la cabeza y sonrió con labios sellados.

— Hola, Jay.

Este sonrió con suficiencia alzando la cabeza y escaneó con sus rasgados ojos chocolate a la muchacha. No mentía, como suele hacer, sí era una muñeca. Tan ordenada, tan impecable, tan limpia y correcta. Encajaba perfecto con el entorno, cumplía con la misma gama de colores y orden de su alrededor, a comparación de él y sus compañeros que más bien, hacían contraste por obvias razones. Sin embargo, había algo en ella que no le cuadraba del todo.

Su tren de pensamiento se vió interrumpido cuando su bonito rostro de ángel fue sustituido por el del Hada Madrina. La sonrisa de Jay cambió por una mueca.

— ¡Bienvenidos a la preparatoria Auradon! — La mujer se enderezó. Mientras tanto, Audrey volteó a ver a su amiga con reproche ¡Cómo se atrevía a responder al coqueteo de ese villano! Lila la miró encogiéndose de hombros al mismo tiempo que una sonrisa divertida adornaba su cara. — Soy el Hada Madrina, la directora.

— ¿El Hada Madrina? — Habló la pelimorada por primera vez. Lila, al escanearla rápidamente, terminó encantada con su estilo, era tan único. Su cabello violeta le daba ese toque salvaje y rebelde que sus ojos verdes delataban. La chica movió su mano como si tuviera una varita. — ¿La del Bibidi Babidi Bu?

El hada mayor rió.

— Bibidi Babidi tú lo dijiste.

La joven sonrió con maravilla y una chispa extraña resplandeció en sus orbes.

Lila la miró con más atención. La diversión se había ido y de repente, una sensación de desconfianza se instaló en ella.

— Sí, siento curiosidad ¿Qué habrá pensado Cenicienta cuando apareciste como si nada? con esa varita brillante y una sonrisa. — La directora se conmovió por sus palabras y sonrió apenada. La chica juntó sus manos encantadoramente. — Y esa varita brillante...

— Eso fue hace mucho tiempo atrás. — Aclaró amablemente negando con su cabeza y su característica sonrisa. — Es lo que suelo decir, concéntrate en el pasado y te perderás el futuro.

Lila asintió estando de acuerdo con la frase, era una cosa que escuchaba casi todos los días tanto de ella como de sus tías. Impresionante.

Ben y Audrey dieron un paso adelante, preparados para presentarse. Lila los imitó.

— Es un gusto al fin conocerlos, soy Ben.

— Príncipe Benjamín — La voz de Audrey se hizo presente de inmediato, corrigiéndolo. Volteó a verlo con una sonrisa. — ¡Será nuestro rey!

Ben sonrió apenado. De inmediato, la chica de cabellos azules se acercó al príncipe con una mirada de adoración en sus encantadores ojos avellanas. Lila estaba sorprendida como semejante belleza podía resplandecer tanto con toda esa ropa maltratada y ligeramente sucia. Aún así, tenía gracia y belleza.

— Adoro a los príncipes, mi mamá es una reina y eso — Confesó revelando su aterciopelado tono de voz con un tono de adoración. Ben la miró amigable. Ella hizo una pequeña reverencia. —, me convierte en princesa.

Audrey rió.

— La Reina Malvada no tiene ningún título aquí, — Todos los pares de ojos se posaron en su amiga. Lila cerró los ojos, sabía que Audrey estaba empezando con aquella actitud cansante, y eso fue señal de que estaba nerviosa con todo lo que estaba pasando. La morena ladeó la cabeza mirándo a la peliazul con falsa amabilidad. — al igual que tú.

Uf.

— Ella es Audrey...

— Princesa Audrey — Con un dedo levantado, Audrey volvió a corregir al príncipe. Tomó su mano con emoción y miró a los nuevos. — ¡Su novia! ¿Cierto Benny Boo?

Lilabell no podía con la incomodidad que empezaba a sentir, carraspeó ligeramente y eso llamó la atención de su amigo Ben.

— ¡Oh! Y ella — El de cabellos mieles se soltó del agarre de su novia y la rodeó, llegando al costado de la pequeña mestiza. — es Lilabell de Nunca Jamás, hija de Campanita.

— ¡Mi mejor amiga! — confesó con una sonrisa radiante la morena.

— Uh si, conozco a alguien que amaría conocerte. — La de centelleantes ojos verdes y ropas violetas sonrió ladinamente.

Lila clavó sus ojos en ella con interés. — ¿Quién?

Revoleó los ojos y negó con su cabeza restándole importancia.

— Nadie interesante, ya sabes, tiene un garfio y huele a sal.

Para sorpresa de la hija de Maléfica, Lila rió divertida y sólo guardó silencio. Sin embargo, mentiría si no sintió un ligero escalofrío.

El Hada Madrina decidió intervenir otra vez.

— Ben y Audrey van a mostrarles el lugar y yo los veré mañana. — Los muchachos la miraron expectantes. — ¡Nunca se cierran las puertas de la sabiduría! pero la biblioteca abre de ocho a once y como saben, soy exigente con respecto al horario.

Y con eso, la directora se marcha, siendo seguida de los miembros de la banda en una organizada fila pintada de colores azul y amarillo.

Al quedar prácticamente solos, Ben se acercó aún más a ellos para presentarse más educada y confiadamente, uno por uno. Iniciando por el muchacho de vestimentas rojas, amarillas y azules, sonrisa peligrosamente encantadora y ojos tan oscuros y misteriosos como su aura misma. Muchacho que a Lila le generaba una curiosidad genuina, pero al mismo tiempo, un letrero de peligro brillaba y hacía ruido en todo él.

Luego detalló al otro muchacho, más pequeño, más joven que el resto. Tenía embarrada la cara de lo que parecía ser chocolate, y además de eso, lo que más destacaba eran sus exuberantes colores combinados: rojo, blanco y negro. Y claro, su cabello tenido de blanco con raíces negras. Estaba más que claro de quién era descendiente.

Si era honesta, Lila no se había dado cuenta de los nervios que actualmente su cuerpo estaba sufriendo por tener a los hijos de villanos a sólo unos pasos de ella, su naturaleza de hada gritaba alejarse de lo impuro y esconderse de todo. Protegerse. Pero su otra mitad tenía una sensación de curiosidad, y a parte de eso, las expectativas y los escenarios ficticios que había creado en su cabeza acerca de éste día quedaron sólo como eso, porque no ocurrió nada terrible como pensaba que pasaría. Más bien, los chicos no se veían tan viles y crueles como imaginó. Parecían chicos normales.

Y sobretodo, y con un poquito de esfuerzo, trató de reprimir esa creciente curiosidad por aquellos serpenteantes y astutos ojos oscuros que había conocido hace unos minutos. Le había llamado la atención, si, pero su orgullo no le permitía aceptar que probablemente Jane y Lonnie habrían tenido razón.







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