Capítulo 2: Mi héroe

KISUGI'S POV

Mientras íbamos corriendo para llegar aquí, iba pensando en la vez en que conocí a Izawa. Recuerdo cada segundo, recuerdo hasta cuando me cargó para llevarme a la enfermería.

Estaba en casa con mis padres preparándome para mi primer día de escuela. Estaba nervioso y ansioso al mismo tiempo. Mei en ese entonces tenía tan sólo unos meses de nacida. Yo era un niño muy inquieto.

─Teppei, hijo, por favor no hagas tanto ruido. Mei está durmiendo─ me pidió mi madre mientras mecía a Mei en brazos.

─Perdón, mami. Es que estoy muy emocionado y nervioso por iniciar la escuela.

─Escucha, campeón─ mi papá se agachó a mi altura y me miró a los ojos─...Sé que estás emocionado por esta nueva etapa de tu vida. Que tienes que acostumbrarte a los deberes y a las tareas. Pero trata de no hacer tanto ruido para no despertar a tu querida hermanita─ acarició mi cabeza. Extraño cuando papá hacía eso conmigo, y también cuando me llamaba "campeón".

─Sí, papi─ esbocé una gran sonrisa, de esas en las que se me notan los hoyuelos característicos de mí. A mamá y a papá les encanta cuando sonrío así, y eso me hace sentir orgulloso de mí mismo. 

─El desayuno está listo─ dijo mi madre.

Hambriento, me devoré los hotcakes que mi madre me preparó en dos segundos. Yo soy rápido para comer. Luego fui derechito al baño a hacer mis necesidades.

─¡Qué emoción!─ dije alegre mientras organizaba mi mochila.

─¡Teppei, ya nos vamos!─ gritó mi mamá desde la cocina.

─¡Voooooy!─ bajé corriendo las escaleras, con cuidado para no caerme.

Los cuatro partimos para la escuela, que quedaba a diez cuadras de casa. Mamá llevaba a Mei en el cochecito y mi papá me llevaba a caballito. El camino era tranquilo y silencioso. Y mis nervios se incrementaban mientras nos acercábamos más y más a la escuela.

Cuando llegamos, ¡no lo podía creer! ¡La escuela era enorme! Había mucha gente.

─No estés nervioso, Teppei. Harás muchos amigos, y podrás jugar a tu deporte favorito en el mundo─ papá acarició mi cabeza.

─¿Estás seguro, papi?

─Más que seguro. Ahora ve y disfruta tu día.

─Te vendremos a buscar a la salida, Teppei─ mi madre saludó con la mano.

─¡Nos vemos, campeón!

─¡Adiós!─ entré al salón al que entraron varios niños.

Me sentí extrañado cuando entré y vi unas mesas grandes con sillas por todo el salón, ya que en la guardería nos sentábamos en una alfombra gigante en el suelo. La maestra nos dijo que nos sentáramos en las mesas. Conmigo se sentaron un niño grande, un niño con dientes de conejo, y un niño de cabello largo. Yo me quedé callado esperando la clase de Gimnasia para poder jugar mi deporte favorito: fútbol.

Cuando tocó el timbre de Gimnasia, fuimos a la cancha e hicimos dos equipos para jugar. En la primera mitad anoté tres goles, dejando sorprendido al profesor de Gimnasia y al resto de mis compañeros. De repente me tropecé con una piedra y me caí al césped. Cuando me quise levantar, un niño del otro equipo me pasó por encima. Escupí sangre y me quedé tirado sin moverme. Ya no quería seguir jugando. Me quería ir a casa. Quería estar con mis padres y Mei. Pensé eso hasta que...

─¿Estás bien?─ me preguntó el niño de cabellera larga que se sentó conmigo en la mesa.

─Me duele─ le dije, tratando de pararme, pero fue en vano. No tenía fuerza para levantarme.

─Te llevaré a la enfermería─ me cargó como una princesa. Yo me ruboricé con este gesto─. Eres liviano─ rió y empezó a caminar conmigo en brazos.

Todos los demás niños se burlaban de nosotros, sin ser por los otros dos niños que se sentaron conmigo en la mesa. Yo quería llorar, pero la voz del niño interrumpió esa acción:

─¡Cállense, tontos! ¡Ustedes son malos por no ayudar a este niño! Fui el único que se preocupó por él. ¡Son unos inútiles!─ siguió caminando hasta llegar a la enfermería.

Cuando la doctora me revisó, nos dejó a solas para comunicarle a la maestra lo que me pasó en la cancha.

─¿Cómo te llamas?─ le pregunté al niño.

─Mi nombre es Mamoru Izawa. ¿Y tú?

─Yo soy Teppei Kisugi. Muchas gracias por salvarme─ le sonreí.

─No agradezcas. Sólo hice lo que una buena persona haría.

─Me caes bien, Izawa─ le volví a sonreír.

─Tú también me caes súper.

─¿Quieres ser mi amigo?

─¡Sí! Me encantaría tener un nuevo amigo. Alguien con quien jugar fútbol. Además, mis padres querían que socializara. 

─Sería genial tener un compañero para jugar.

─¡Amigos por siempre!─ chocamos los cinco.

La doctora regresó, y nos dijo que ya podíamos volver al salón.

Izawa y yo salimos de ahí e hicimos una carrera para ver quién era el más rápido.

Y así fue cómo me enamoré de Izawa. Desde ese entonces no dejo de conciderarlo como mi héroe.


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