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Una Declaración Inesperada, el comienzo de una nueva historia.
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15 de Agosto del 2019, Nazaret- Israel, 17:46 pm.:

Un gran paso estaba dispuesto a dar, no importaba si lo que hiciera le disgustara a su gobierno, esta vez haría esto de acorde a lo que su corazón le demanda a gritos.

Cansado de estar visitándola una vez cada año formulo una simple idea algo descabellada. Le pediría su mano a pesar de conocerse tan poco y de haber tenido un altercado el año anterior. Estaba en los planes de su gobierno que estuviese cerca suyo pero jamás pensaron intimar con ella, jamas pensaron vincularse de forma intima con aquel gobierno, de hecho su apoyo incondicional era más que suficiente.

Pero ¿quien manda en el corazón cuando este esta resignado a pertenecer al ajeno?. Hoy, vistiendo de gala había esperado este día con ansias, desde su llegada hace tres días atrás hasta este siendo especial.

Nuevamente las calles se pintaron coloridas y risueñas, alegría por doquier con fragancias espectaculares y el amor exparsido en el aire que respira. Con un ramo en sus manos vio como el sol caía dando origen al ocaso más hermoso que hayan presenciado sus ojos azules.

Un lugar distinto a decir verdad, bastante ambiguo conforme lo moderno perdura lo antiguo, cambiando su aspecto pero jamás lo que es. Parte del pasado se siente en sus calles y humildes moradas, aun el pastoreo es habitual mientras mirando más al norte se divisa la llanura de un hermoso oasis salvaje confabulado con la dureza del cruel desierto pequeño existente en aquel lugar.

Dando un hondo suspiro emprende su marcha, pasos decididos y temerosos se dirigen a la morada de donde sobresale la presencia de la fémina quien hace un ademán con sus manos para captar su atención. Este día como los anteriores ella lucia radiante, ante sus ojos era semejante a una diosa con aquella mirada de orbes inquietantes. Sus labios rojos con una sencilla sonrisa enorme en los mismos, mientras su boca y voz articulan su nombre con alegría, una exclamación bastante emocionante al orilla de su voz mientras lo abraza.

Que más pediría si aquello que más deseaba estaba entre sus brazos, recostando su cabeza sobre su pecho, escuchando el latir de su frenético corazón enamorado. Tan bella, tan sencilla, diferente y única. Radiante como sensible y amigable. Con una mirada hipnotizante y unos labios apetitosos, con una piel tan tersa y suave como ninguna otra, con unos orbes únicos y a la vez comunes.

Era una mezcla de todo lo bueno y extraño que existiese en el mundo, tan hermosa como enigmática, tímida como divertida, alegre como melancólica. Con un noble corazón que agrada por mucho a casi todo el mundo, siendo considerada como una hija, tal vez una hermana o siquiera una mejor amiga. Siendo el buen partido para cualquiera pero que ninguno podría tener porque era suya.

¡pasa por favor!.—lo guió hasta la puerta con amabilidad, claro, aun manteniendo el secreto de que eran novios.

¿Por que lo mantenía en secreto? Tenía miedo de que sus hijos se interpusieran en su relación, tenia miedo de que sus hijos la cuestionen cuando hace un tiempo sufrió por amor y por la partida de aquel amor, ninguno de ellos quería verla triste porque los días aun luciendo hermosos se tornaban grises y nostálgicos.

Fue por aquel miedo que le oculto su relación a sus hijos, por aquel miedo absurdo que tras lo acontecido hace un año, Tel Aviv empezó a ver con molestia al americano aun cuando este esta uno de sus mejores amigos.

Todos estaban ahí presentes, era una pequeña reunión familiar. Estaba Nazaret acompañado por su joven "hija" Belén, por otro lado estaban Beerseba y Haifa charlando con Ramla y Tel Aviv, quien después de haber oído como la puerta se cerraba quedo con un semblante de seriedad en el rostro al ver al americano, aquella ofensa que le hizo el año pasado jamas la olvidaría ni la dejaría pasar por un simple incidente.

—Madre, que hace aquel sujeto aquí.—lo miro con molestia, estaba aun molesto por lo sucedido el año anterior.

Todos quedaron en silencio, de hecho, todos lo miraban del mismo modo en que el joven bicolor lo hacía. A pesar de que Jerusalén estuviese ahí queriendo aminorar un poco la tensión en su hogar de nada sirvió su esfuerzo. Todos en silencio juzgaban su actuar, aquel que les había comentado su hermano. ¿Como se atrevía a venir con una sonrisa en la cara y un ramo de flores después de la escena que había hecho hace un año? ¿Acaso con aquel misero detalle venia a pedirle perdón a su madre después de haber desconfiando de ella y haberla "calumniado"?. Ideas diversificadas que agravan la situación siendo erradas envenenan sus corazones de resentimiento hacia quien en todo momento los apoyo incondicionalmente.

—Por favor...tratenlo bien, se merece ser tratado de buena manera cuando nos apoyo incondicionalmente durante varios años. —pidio a su hijo, tomándolo de la mano con delicadeza, cruzando sus miradas de forma efímera.—Por favor...hazlo por mí...

Tel Aviv suspiro con pesadez asintiendo con la cabeza, soltó las manos de su madre y sé dirigió a la presencia del americano, tan solo un abrazo forzado, un abrazo álgido aunque sus brazos estuvieran cálido, uno que ni siquiera era de corazón tan solo por obligación.

Todos empezaban a cenar, una cena familiar en donde las miradas se centran en su ser. Tal vez su peor aliado fue el silencio mientras degustaba las delicias que existían sobre la gran mesa, tal vez agravaba la situación cuando cubrió sus ojos con aquellas gafas oscuras frente a quienes estaban comiendo en frente suyo, sintiéndose ofendidos mostraban su molestia en su forma de mirarlo con fastidio.

—Gracias por la cena Israel, todo estuvo delicioso.—elogio a la fémina mientras que los hijos de la misma lo miraban con una mirada asesina.

Celosos de su madre lo mantenían bajo constante vigilancia, sintiendo que cada palabra que saliese de sus labios era una vil ofensa.

Tan solo su sonrisa sencilla aliviaron su alma, tan solo ver aquella hermosa sonrisa en sus labios rojo hicieron que sus penas y malestares se esfumaran como espuma en el mar. Se sentía bien al ver su mirada, el brillo de la misma complacía a su corazón que bombeaba con locura, la mirada sumisa que poseía cuando lo miro lo hizo sonrojarse al igual que ver el rosa de sus mejillas y el rojo de sus labios apetitosos, sintiéndose avergonzado al solo tener ideas sucias en la mente.

Pensamiento tras pensamiento transitan por su mente, formulando escenarios ficticios en los cuales su declaración es mal recibida y tiene un desenlace final fatídico debido a la situación actual en la que se halla, pero aun así estaba decidido a declarar aquello que vino pensando desde los primeros años en que empezaron a salir, siendo tan solo una posibilidad. Pasando de su mente a la realidad actual.

Justo ella venía de la cocina, con apetitosos postres  gelatinosos sobre posillos y sobre suma bandeja que sus manos delicadas traían para convidar. Suspiro como todo un romántico al verla de ese modo, con algunas hebras de su rizada cabellera cubriendo su angelical rostro con sutileza haciéndola ver aun más hermosa de lo que es.  Viendo su exuberante figura con aquel ceñido vestido de la cintura que lleva puesto, un vestido largo color naranja, suelto en la parte de la falda que llega hasta sus tobillos, sus hombros al descubierto mientras que la parte media de sus brazos esta cubierto por las mangas acampanadas y transparentes de aquel vestido.

No habría otra mejor oportunidad que la tenia en frente de sus ojos, debía hacerlo ahora. Debía atreverse a declararle aquello que tanto lo emociona. Debía lanzarse a aquel vacío de la intriga para tal vez ser recibido por los cálidos brazos de su amada, sostener su mano por la eternidad, volando hacia la verdadera felicidad sin siquiera pensar soltarse nunca.

Israel...—decidido se acerco a la fémina, tomando sus manos con delicadeza entre las suyas se dedico a contemplarla tal vez por ultima vez.—Se que hemos pasado por un momento difícil en nuestra relación, se que tu mereces algo mejor que yo pero yo te amo, aun en nuestra relación que posiblemente deje de verlo quiero atreverme a proponerte algo...—solto sus manos mientras rebuscaba en su saco una pequeña caja de terciopelo blanco. Semi arrodillado era asesinado con la mirada por los hijos de la fémina, observaba atento como la vergüenza, timidez y asombro se mezclaban en el rostro de su amada haciéndolo sonrojarse y emocionarse ante lo que daría a conocer.—Do you want to marry me, my love?.—abrio aquella pequeña caja dejando ver un hermoso anillo de oro con un diamante en medio, tan solo la emoción habla por él en su rostro al igual que su amada.

El silencio hace especial la situación, sus corazones conmovidos se aceleran más y más de forma frenética mientras que sus ojos se cristalizan y una sonrisa yace en sus rostros, una de alegría que uno tapa con sus manos y el otro lo muestra sin vergüenza. Se saco aquellas gafas oscuras dejando ver la emoción en su mirada azul, siendo suficiente muestra de amor para la hebrea.

Él la miro confundido pero manteniendo su sonrisa, parecía que lo había comprendido bien su propuesta así que opto por algo arriesgado. Hablar en árabe y declararle su amor y la misma pregunta seria tarea difícil pero ella lo valía. Lo intentaría y esperaría que su respuesta fuese un rotundo sí emocionante.

hal...turidin...alzawaj...bi... ya...hbybty?.—pregunto nervioso pero seguro de lo que decía, se había preparado para una situación como esta en donde debía emplear el idioma que ella más conocía.

Fue ahí que los hijos de ella explotaron de celos, más rojos por la emoción que el enojo que sienten, queriendo abrazar y golpear a quien parecía seria su futuro "padrastro" aun cuando ni siquiera aquel titulo existía como tal entre ellos. Aun cuando lo que le proponía a su madre era absurdo y único a la vez.

Ella retuvo sus lágrimas, lágrimas por felicidad que desbordaron de su profunda alegría. Muda presencio como aquel hombre la quería, hasta el grado de proponerle matrimonio en el idioma que ella más conoce siendo aquello un gran esfuerzo. América jamas había hablado árabe, nunca lo hizo porque no tenia aliados o amigos que hablasen aquel idioma hasta que ella apareció en su vida.

—¡Si, América!.—repondio eufórica a pesar de que sus hijos empezaban a oponerse no hizo caso a sus negativas.—¡Quiero casarme contigo!.—sin darle el tiempo para que el pusiera aquel anillo en su dedo anular se lanzo a abrazarlo y besarlo como nunca antes lo había hecho, enfadando más a sus hijos.

Su felicidad la celebraban ellos mismos frente a la negativa de los hijos de su futura esposa.

—De ninguna manera permitiré que te cases con él!!. —vocifero enfadado Tel Aviv en nombre de sus hermanos quienes solo asentían ante las palabras de su vocero.—¡No permitiremos que ese hombre te lleve con él, no permitiremos que te vuelvan a dañar!.

Pero todos al instante en que vieron la felicidad en el rostro de su madre no tuvieron mas que otra que callar sus opiniones, después fe tantos años veían aquella sonrisa especial en su rostro. Después de todo había dejado ir a quien tanto había amado y por quien había llorado tanto su partida. Todos resignados aceptaron su matrimonio sin oponerse, de hecho era la vida de su madre, de ella y nadie más. Tel Aviv se resigno a que pronto conviviría con aquel hombre a quien había empezado a detestar.

—Esta bien madre...—suspiro resignado al igual que miraba a sus hermanos asentir ante lo que diría.—espero sean muy felices.

Una lluvia de aplausos celebran su futura unión mientras comparten un beso tierno que no complace en nada a sus jóvenes hijos.

Pronto una fecha se celebraría, una llena de algarabía siendo esta la más amarga que todas las vividas.


El desenlace de su historia de amor estaba muy próximo.

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