[ 𝟑 ]
— ¡Basta Killua! —el sonido de las risas se escuchan en todo el departamento, Killua hacía cosquillas a un Gon que seguía acostado en la cama. Aún con los gritos de Gon, el albino no paro, hasta que llegado a un punto y que el moreno sacará fuerzas quedó a horcajadas sobre Killua.
Se habían levantado desde hace rato, ya se habían aseado cuando Gon propuso ver una película, sin embargo, una cosa llegó a otra y ambos se habían sumergido en una pelea de cosquillas.
Gon reía con la respiración agitada por estar jugando desde hace rato con Killua, hasta que dejó de reírse y notó la posición en la que estaban, el albino alzo su brazo, para llevar su mano a la mejilla sonrojada por las risas pasadas. La acarició levemente, Gon podía ver los ojos de Killua brillar en miles de tonos azulados, siempre que veía esos ojos lo hacía sentirse hechizado.
— Eres tan hermoso —escucho decir a Killua, haciendo que sus mejillas se volviera aún más rojas. El albino sonrió ante la hermosa imágen de Gon sobre él, con las mejillas rojas y una sonrisa tímida.
En estás semanas, los besos eran más constantes, los abrazos, los juegos entre ellos. Eran una pareja y ambos lo sabían, aunque Killua a veces pensaba en que debía decirle.
Aún así vio como el moreno se inclinaba hacia enfrente, besando los labios de Killua, quien le correspondió, sus labios danzaban con complicidad, sus corazones palpitaban en sincronía. Se querían, demasiado.
Las manos de Killua se fueron hacia la cadera de Gon, quien se tenso un poco ante el toque, sin embargo no se alejo, confiaba en Killua, el albino nunca lo lastimaría.
Los besos siguieron, hasta que ambos se separaron con una sonrisa en el rostro, fue cuando la puerta fue tocada haciendo que ambos dieran un saltito.
Gon se bajó de Killua y este último fue a abrir la puerta. Dejando ver a Bisky con una sonrisa, inconscientemente vio los labios de su amigo.
— ¿Interrumpo? —preguntó la chica con una sonrisa burlona.
— Claro que no —el albino había entendido lo que su amiga quiso decir pero realmente no quería entrar en detalles, en todo caso Leorio llegaría en poco tiempo — ¿Y Retz?
— Dijo que llegaría después —hablo la rubia entrando al departamento — ¿Y no ha venido tu madre?
— Nop —contesto cerrando la puerta de su hogar y entrando junto a la rubia quien se sentó en aquel sillón.
— Que raro, yo de verdad pensé que ya conocía a Gon —la chica sonrió al verlo salir de la habitación en las mismas condiciones que Killua, solo esperaba que el albino supiera llevar la relación —. Hola cariño.
— Hola Bisky —el moreno se acercó y se sentó con ella, posando su cabeza en el hombro de la chica. Killua los vio con una sonrisa y una ceja alzada.
— Me robas la atención de mi novio, Bisky —hablo el chico con una sonrisa, realmente no le importaba de hecho le gustaba mucho ver a ambos juntos.
Killua tenía 4 mujeres importantes en su vida, por las cual daría todo: su madre, su hermana, Bisky y Retz.
Por lo que tener a una de sus mujeres importantes llevarse bien con la única pareja con la que se ha sentido totalmente aceptado y querido era una de las cosas más buenas que este año le pudo pasar.
— Sorry, pero soy como su hermana mayor —dijo la chica con una sonrisa —. Y como hermana mayor solo tengo que decir que me dañas al niño y descubrirás el mismísimo infierno.
Gon se rió antes aquella amenaza haciendo que Killua lo viera mal.
— ¿Qué te ríes?, defiendeme de esa bruja —contesto el chico con una sonrisa burlona.
— Lo siento, pero como hermano menor tengo que hacerle caso a Bisky, lo siento Killua —el chico le sonrió inocentemente.
Bisky sonrió y abrazo al chico a su lado con la mirada sorprendida y "dolida" de Killua, comenzaron a hablar de varias cosas que Gon comenzaba a entender. La puerta fue tocada, Killua fue a abrir encontrando a Leorio y a Retz hablando, junto a ellos había un chico más pequeño que usaba una sudadera con capucha y lentes de sol.
— Pasen —Leorio puso una mano en la espalda de Kurapika haciendo que pasará, el rubio no se alejo del alto, sabía que no lo entregaría aún así tenía miedo.
— Es un gusto volver a verte —dijo Killua viendo a Leorio, que a pesar de que ya no se había visto solían hablar mucho.
— Tengo algo que decirles, se que sonará estúpido e incluso irreal —caminaron a la sala donde Leorio vio al mismo chico de la foto cuando preguntaron por él.
Kurapika al ver a Gon ahí sentado corrió literalmente a sus brazos.
— Gon, estás bien —el chico hablaba mientras abrazaba al pobre moreno que aún no asimilaba lo que estaba pasando.
— Ku-Kurapika —el rubio ya no llevaba esas gafas, ni siquiera la capucha.
Todos en la sala se sorprendieron al ver tal reencuentro.
— Y-yo c-creí que habías muerto, cuando desperté no estabas ahí —el moreno dijo abrazando con fuerza a su amigo como si de no hacerlo Kurapika se esfumaría.
— Yo, te solté y luego —las lágrimas salieron de los ojos del rubio.
— Kurapika, te extrañe mucho —el chico dijo aferrándose a él como cuando estaban en esa celda fría y lo único que tenían eran los brazos contrarios.
— Yo igual, pero mírate —se separó y lo vio —. ¡Estás bien!, incluso parece que comer de más, estás más rellenito.
El moreno rió con alegría.
— Tu igual Kurapika, tienes más cachetes —el moreno sonrió pellizcando su mejilla haciendo que este soltará un risita.
Al haber pasado bastante tiempo sin comer en las celdas su cuerpo había enflacado, estos meses ambos habían subido de peso a uno normal, que deberían tener.
Los amigos que estaban ahí decidieron ir a la habitación de Killua para darles la privacidad que ambos necesitaban.
En la habitación de Killua había una plática sobre ambos chicos.
— ¿Tu también lo encontraste en el bosque? —Leorio preguntó con sorpresa.
— ¡Si! —respondió Killua —. Desde hace 5 meses que he estado con él.
— El mismo tiempo tengo con Kurapika —dijo el chico con una mirada agotada —. Supongo que sabes lo de los experimentos y todas esas cosas.
— Lo sé —el albino contesto —. Aunque Gon dice que no sabe para que los tenían en ese lugar.
— Kurapika me dijo lo mismo —el alto se sentó en la cama —. Aunque yo tengo mis teorías.
— No esperaba menos de ti Leorio —la rubia menor hablo con una sonrisa orgullosa.
— Pero para confirmarla o desmentirla necesito hablar con ambos tal vez estando juntos sea mucho mejor —el alto dijo, miro a Killua quien se veía serio ante lo que dijo.
— Solo ten tacto a la hora de preguntar —el albino dijo suavizando la mirada.
— Tranquilo, tuve que hacerlo con Kurapika ahora con los juntos también tendré que hacerlo —el chico le sonrió y Killua le regreso aquella sonrisa más aliviado.
— Awww, viste como protege a su novio —Retz chillo emocionada.
— ¿Novio? —preguntó el alto.
— Oh, digamos que Gon y Killua se enamoraron durante estos meses que pasaron juntos, tal parece que ambos tienen mucho en común —la rubia mayor hablo viendo las mejillas sonrojadas del albino.
— Oh, eso es increíble, bien por ti Killua —el futuro medido dijo alzando el dedo pulgar.
Cuando Retz se asomo pudo ver a ambos chicos platicar cosas, el moreno estaba escuchando atento a lo que sea que el rubio le estaba diciendo.
— Son tan lindos —dijo la rubia —. De verdad que espero que no les hayan hecho algo horrible.
— Escuchen, yo... analice a Kurapika y descubrí algo... sorprendente —el alto dijo haciendo que todo lo vieran —. Killua, ¿Gon ha tenido dolores estos meses?
— ¿Qué tipo de dolores? —preguntó el albino.
— Ya sabes, dolores abdominales, temperatura, dolores de cabeza, también pesadillas —enumero el futuro médico con los dedos.
— De hecho si, habían días en las que así se la pasaba y al siguiente día ya estaba mejor —contesto el albino.
—Ya veo, Kurapika los tenía muy seguido —contesto —. Ahora, hace unos días y preocupado por la salud de Kurapika le hice algunos análisis de sangre e hice un ultrasonido.
— ¿Cómo le hiciste para que no te cuestionaran? —preguntó Retz.
— Tengo mis métodos —respondio orgulloso.
— ¿Y, Kurapika está bien? —la rubia mayor pregunto.
— Lo está, su sangre estaba limpia, sin embargo cuando hice el ultrasonido encontré algo —el chico los miro a los tres —. Se que sonará tonto y estúpido pero esa la verdad.
— Solo dinos Leorio —hablo Killua impaciente.
— Kurapika, tiene... útero —respondió viendo los rostros sorpresivos de los tres chicos.
— Estás de broma, ¿cierto? —hablo la rubia sorprendida.
— No, no lo es —dijo con un semblante serio —. Se que suena a algo estúpido, pero es algo que realmente sucedió. Yo lo ví, tengo los resultados pero de verdad necesito hablar con ellos.
— Estás diciendo que se pueden embarazar —la rubia mayor dijo aún sorprendida.
— No sé si pueda gestar, pero se lo que ví y eso era un útero, por lo que pienso que tal vez por eso los están buscando —el chico puso una mirada pensativa —. Tiene sentido, que los busquen con vida, tiene sentido.
— Entonces... ¿Gon? —Bisky preguntó viendo de reojo a Killua.
— Puede ser —dijo el médico —. Yo, solo necesito saber, porque no sabemos si eso traiga consecuencias a largo plazo, debemos estar preparados para lo que pase.
Y ahí, Killua sintió que cayó en un oscuro y profundo hoyo. No lo quería, claro que habían noches dónde simplemente miraba a Gon dormir, lo miraba con miedo, ¿qué haría si algo le pasaba?, no estaba preparado para perderlo.
Era su pareja y amigo, estos 5 meses juntos han sido lo mejor que le pudo haber pasado, porque era diferente había una química hermosa entre ambos, cada día que pasaba era solo el recordatorio de que Killua Zoldyck estaba cayendo rápido y muy profundo por Gon.
Porque sabía que el cuerpo del moreno y en si todo de él guardaba un secreto, porque sabía que en algún momento partiría.
No podía tenerlo aquí todo el tiempo, Gon tenía que salir y vivir lo que en 13 años le habían arrebatado, la libertad, el poder tener sueños, las amistades, las parejas, las meta que se pondría, porque seguramente el único objetivo que tenía dentro de ese lugar era sobrevivir.
Él tampoco quería arrebatarlo de ese lado que debería vivir. Que debería sentir, pero no estaba listo para dejarlo ir.
Mucho menos de saber que fue lo que le hicieron.
No quería saberlo porque le dolería horrible, no estaba preparado para dejarlo ir.
Mucho menos a saber que tal vez su vida corre riesgo.
— ¿Estás bien Killua? —y ahí estaba su ángel, aquel que con unas solas palabras podría calmarlo, que con solo esa mirada preocupada lo hacía sentir como el hombre más amado.
— Estoy bien —respondió con una sonrisa —. Gon, él es Leorio.
— Lo sé —respondio, Killua vió que el rubio y el moreno entrelazaban sus manos, sonrió. Le gustaba verlo feliz, le gustaba que su amigo no estuviera muerto.
El moreno se acercó al alto quien estaba sentado aún en la cama.
— ¡Gracias! —dijo con una sonrisa alegre —. Por cuidar a Kurapika, él es como un hermano para mí.
Leorio le sonrió y despeinó sus cabellos en una acción cariñosa. Esas que le solía dar su padre.
— Kurapika, Gon —ambos como niños chiquitos miraron al chico que aún estaba sentado en la cama —. Quiero hablar con ustedes, quiero saber todo lo que sepan de ese lugar, quiero saber que fue lo que les hicieron.
Ambos chicos se miraron y asintieron con la cabeza. Pronto la habitación de Killua estaba vacía dejando solo a estos dos chicos y al médico que empezaría con las preguntas.
— ¿Cómo te llevaron Gon? —preguntó Leorio.
— Por mi madre —respondio —. Unos hombres llegaron a mi casa, hubo una gran pelea, mi madre estaba muy enojada y mi padre le repetía que no podía hacer eso. Mi abuela lloraba, fueron unos días después que llegaron por mi, cuando no había nadie en la casa.
— ¿Estabas solo? —
— Si, ellos llegaron y me llevaron —
— ¿Recuerdas a tu familia? —
— Si, los recuerdo —la voz se quebró un poco.
— ¿Recuerdas cuál fue la primera vez que te estudiaron? —la mirada de Gon se perdió, como si estuviera recordando. Su boca se abrió dejando las palabras salir.
— Tenía... Tenía 10 años, ellos me llevaron a los laboratorios —las imágenes comenzaban a salir como si de una película se tratara. Una que no quería repetir.
Gon no quería recordar.
— ¿Qué te hicieron ahí, Gon? —la voz calmada de Leorio lo hizo calmarse.
— Dijeron que me inyectarian ¿ce-celulas?, no recuerdo —el moreno se mordió el labio inferior. Cuando salió de aquel lugar y en las largas noches que pasaba en la cabaña de Killua siempre pensó en... Eso.
Esos días que poco a poco su cerebro fue bloqueando y que solo con pesadillas podía recordar y revivir.
— Calma Gon —el alto dijo con voz suave el rubio le tomo de la mano con fuerza.
Entendía lo que sentía, porque para él fue igual.
Recordar era doloroso, pero concentrarse para saber si algo dijeron era aún peor.
Se sentía estúpido por no haber puesto atención. Aunque realmente siempre pensaron en quedarse ahí, jamás pensaron que cuando la explosión sucediera llegará ese hombre y los ayudará a salir.
— A nosotros no nos decían nada, simplemente nos llevaban y listo, íbamos a los quirófanos o a los laboratorios —el rubio contesto.
— ¿Conocieron a Judith? —preguntó está vez.
— Si, yo la conocí, era muy linda con todos, pero, llegó un momento en el que la mandaron a otra lugar y ya no pudimos hablar con ella —el moreno dijo recordando esas sonrisas y caricias maternales.
— ¿Gon, eres artificial? —preguntó Leorio.
— Si, eso era lo que decía la doctora Suiko, ella una vez nos dijo —el moreno recordó las palabras que esa mujer había dicho, cuando estaban haciendo su chequeo semanal —. "Ustedes son mi mayor trabajo, y ahora podemos decir que logramos que la maduración no afecte su cuerpo"
Leorio alzo una ceja. ¿Maduración?
— Oh, es verdad, Gon, ¿recuerdas a los extranjeros? —el rubio lo miro esperanzado. El moreno asintió con la cabeza.
— Demon y Cole —respondió el azabache.
— Recuerdas que la enfermera dijo que ellos no pudieron soportar la maduración —el azabache se sorprendió, recordaba a Kurapika estar acostado en aquella camilla con los ojos cerrados mientras las enfermeras hablaban del último suceso: los extranjeros habían muerto.
— Ese día también nos enteramos de la hija de Judith —hablo Gon, Leorio abrió los ojos sorprendido.
— ¿Judith tuvo una hija? —preguntó.
— Si, pero murió al mes —dijo el rubio.
— ¿Por qué? —preguntó.
— Una, ¿malformación? —respondió Gon aún sin recordar del todo aquel día.
— Las enfermeras decían que era por su maduración —respondió el rubio para después hablar —. No como nosotros que nos decían que a pesar de ser artificiales, estábamos completos.
Leorio estaba confundido, aún no entendía eso de ser "artificial", mucho menos lo de "maduración".
— Oh, fue como cuando... —el moreno calló, estaba recordando aquella vez que cuando despertó todos tenían una sonrisa en el rostro. La doctora Suiko lo felicito y le dijo que era uno de sus mejores proyectos.
Después de ese día hubo temperaturas y dolores abdominales.
Jamás supieron para que los necesitaban, no supieron más de Judith o de los tres extranjeros.
Cuando la explosión sucedió y ese hombre los saco de ahí, lo único que había en sus cabezas era huir.
Akina estaba sentada alejada de todos esos hombres que la miraban mal, alejada de toda esa gente que no quería que estuviera ahí.
Suspiro, esto sería difícil.
Recordó la carta de su hermana, tenía que hacer esto, por ella, por esos niños.
Cuando la primer ministra llegó con una vestido negro arriba de las rodillas, con el cabello recogido en una coleta supo que tenía que hacer todo, decir todo lo que estuviera en sus manos para que la investigación quedará en sus manos.
— Señores, pueden pasar —el secretario dijo, haciendo que todos estarán a aquella sala.
— Estamos aquí, reunidos para por fin decidir que haremos con la investigación de la doctora Suiko Hamada —la mujer se sentó en la silla de su escritorio y miro a los presentes.
— Primer ministra, si me lo permite —aquel hombre dió un paso adelante y con una sonrisa hablo —. Creo que lo mejor que podemos hacer es esconder está información, tanto los niños, como los experimentos.
— ¡No! —la gemela se levantó y dió un paso adelante.
— ¿Cómo de que no? —preguntó el hombre viendola mal.
— No podemos hacer eso, escuché primer ministra —la mujer la miro sin ningún rastro de emoción en su rostro —. Jamás defendería a mi hermana, lo que hizo... estuvo mal, fue enfermo y creo que todos aquí estamos de acuerdo con ello, pero, no podemos echar la vista gorda.
— ¿Por qué no? —el doctor Nakamura hablo con una ceja alzada.
— Porque no, no podemos hacer eso, hay muchos niños y niñas que están naciendo con estás condiciones, y que usted llama infértiles —la gemela lo vio —. Solo está desinformando a la gente.
— ¿Una mujer que no ha estudiado tan siquiera medicina me va a venir a corregir a mi? —el hombre se rió, sin embargo la chica pálida de ojos cafés oscuros, labios rojos, y cabellos como el carbón lo miro impasible.
— Le recuerdo que no soy estúpida como para no entender lo que ustedes está diciendo y como para no entender los resultados de mi hermana, por algo estoy aquí —la mujer lo vio con dureza.
— Exacto, es muy extraño que una mujer como usted tenga esa posición en el gobierno —el hombre hablo con una sonrisa burlona.
— Insinue lo que quiera, piense lo que quiera. Pero no voy a dejar que sigan haciendo lo que quieran —la mujer volteo a ver a la ministra —. Están naciendo muchos niños y niñas con esta condición, muchos de ellos "infértiles", pero, claro no han hecho nada.
— ¡Durante años ha pasado esto!, ¡nadie hizo nada!, mi hermana descubrió la forma para que el cuerpo tanto de la mujer como el hombre resistiera una maduración acelerada —
— ¿Y que quiere señorita Hamada, volver a experimentar con niños? —ese hombre volvió a hablar.
— Por supuesto que no, porque ya sabemos cómo hacerlo sin recurrir a esas atrocidades. Piénselo ministra todos los países están lidiando con la misma problemática —la mujer hablo con esperanza —. Los índices de infertilidad aumentaron este año como nunca había pasado, los médicos se están desesperando porque si el ser humano deja de ser fértil será el momento de despedirnos de nuestro hospedaje en la tierra, sabemos que tenemos algunos problemas con otros países, la crisis económica también ha aumentado en algunas regiones de nuestro país.
Mucho de los que estaban ahí asintieron con la cabeza. El país estaba pasando por una crisis, al igual que mucho otros. El pánico que la ciencia obtuvo al ver los valores de infertilidad fue enorme, porque en todo el mundo estaba pasando.
— Es nuestra oportunidad para dar un paso adelante —la mujer dijo, dejando un portafolio en el escritorio de la ministra —. Seremos el primer país que tiene un plan ante una crisis de nivel mundial.
— ¿Claro y le diremos a todos esos países lo que su hermana dijo?, primer ministra no la escuché, tal vez está igual de loca que su hermana —hablo el hombre negando con la cabeza.
— ¿Acaso es tonto? —la mujer hablo viéndolo —. Por supuesto que no diremos eso, para nada, todo se cambiara, diremos una historia más bonita ante todos y nadie dirá nada, porque nadie sabe nada, la sociedad no lo sabe, muy pocas personas con poder dentro del gobierno lo saben —la mujer hablo con simpleza —. Los países tienen sus secretos y nosotros tenemos uno que no puede salir de estas paredes.
El hombre la vio mal.
— ¿Y qué haremos con los adolescentes y niños que sobran?, ¿qué propone hacer, señorita Hamada? —la ministra hablo, leyendo los documentos.
— Llevarlos con nosotros, darles atención médica y psicológica, reintegrarlos de nuevo a la sociedad y seguir analizandolos saber que esto no tiene efectos secundarios y sobre todo hablar con la sociedad —
Todos la miraron sorprendidos.
— Tenemos que decirles lo que realmente está pasando, que sepan que los hombres están presentando un nuevo genoma que es normal, porque si no lo hacemos, pueden pasar cosas horribles con esos niños, cosas que no debemos permitir, si el gobierno lo habla como algo normal, si la ciencia lo habla como algo genético lo entenderán —la mujer hablo.
— Primer ministra, yo daré toda mi vida a esto, a estos estudios, trabajos, a nuevos planes de estudio acerca de esto, si usted deja en mis manos la investigación de Suiko yo le juro que no habrá ningún error o mentira, no más —dijo la chica con haciendo una perfecta reverencia.
No podía dejar que la investigación cayera en manos equivocadas.
Mucho menos en manos como el doctor Nakamura, si su hermana tenía razón darle a él todos los derecho de la investigación sería el fin.
Y solamente más niños sufrirían.
La ministra la miro, era tan diferente a su hermana, mientras que la gemela fallecida era de pocas palabras, sarcástica y callada, Akina era dedicada a su trabajo, era social y con una gran corazón; no quería imaginar el golpe que tuvo al saber que su hermana había sido la cabeza de todo esto.
Y aún así tenía las dudas de dejarle todo este trabajo en sus hombros, si tan solo hubiera sido más inteligente hubiera podido parar todo cuando aún se podía.
Necesitaba pensar.
Holaaaa ❤️
JAJAJAJ adivinen a quien se le fue el internet desde ayer :)
Adivinen quien está entrando en crisis JAJAJJAJA, como sea, quedan dos capítulos aaaaah.
¿Están entendiendo ajsjjsj?, ¿tienen alguna teoría/hipótesis de que es lo que está pasando con los niños y niñas?
Yyyyyy
¿Les gustó? xd, tengo que cambiar esta pregunta jajajja.
Bueno, los leemos al rato.
Bye bye ❤️
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