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Nota: La canción de arriba sugiero que la coloquen en las partes que son con está letra, de verdad que le da un aire bien turbio y queda muy bien.

Dos semanas habían pasado, Killua estaba con sentimientos encontrados.

Un día después tenido aquella charla con Bisky, tuvo que ir a uno de los pueblos cercanos al bosque para comprar ropa.

Porque bueno, no dejaría a ese chico en aquel pans y sudadera todos los días, mucho menos usando la misma ropa interior. Por lo que tuvo que dejar al chico solo en la casa; en un inicio lo iba a llevar pero, sus heridas aún estaban frescas, por lo que decidió arriesgarse y dejarlo en la casa. Sabía que si era un charlatán la mitad de sus pertenencias no se encontrarían en su hogar y podría ser llamado como el idiota que quiso ayudar y le robaron. 

Sin embargo, cuando llegó encontró al moreno viendo una serie en Netflix, porque unas horas antes Killua le había enseñado a ocupar la televisión.

Era raro, cuando escribía le gustaba estar totalmente solo, solamente él, su historia y su música. Odiaba estar con otra persona aunque sea su familia, pero Gon era...

No sabía que era, lo que si sabía es que era cómodo.

Sabía que había alguien ahí con él, pero realmente no lo siente molesto, incluso le gusta ver cómo baila en su lugar o como mira aquella tableta con gracia.

En las comidas come con él y sinceramente se siente cómodo con el menor. Por las mañanas ven alguna película que el menor quiera ver, de verdad es algo que le gusta.

No lo interrumpe y de alguna forma cuando está escribiendo siente que Gon lo entiende y por ello no lo llama. Aunque si lo hiciera realmente siente que no habría problema. Por las tardes lo ayuda a caminar, sus pies poco a poco sanan.

El único problema es que el tiempo se acerca para ir a la escuela, ¿qué demonios va a hacer? 

Gon no ha dicho nada más de dónde viene o de quién huía, no contestaba o simplemente alzaba los hombros y por ello Bisky decía que era un charlatán aprovechado. Pero, Killua no lo veía así, si quisiera algo más ya hubiera desaparecido.

Estaba siendo tonto lo sabía, era ilógico. Pero, tal vez se llevaría al azabache con él, suena tan estúpido pero no llamaría a la policía, no ahora.

Killua miro a Gon quien estaba durmiendo en el sillón, ¿en realidad que le había pasado?

— ¡No, lo prometo! —los gritos sonaban desgarrados.

— ¡No lo volveré a hacer!

— ¡Seré bueno!

— ¡Por favor!

Veían como esos hombres jalaban al número 005 con fuerza. Era un chico de cabellos negros mayor a ellos.

Gon tapaba sus oídos con fuerza, ¿por qué se lo habían llevado?, no había hecho nada.

Kurapika a su lado lo abrazaba con fuerza y con lágrimas en los ojos, en las demás celdas los chicos que estaban ahí se veían asustados.

Pronto se escucharon gritos, hasta que la voz se silencio, lo único que escuchaban eran sollozos y gruñidos.

— ¿Nos pasará lo mismo? —el pequeño niño de 12 años preguntaba con miedo.

— No, no, seremos buenos, y no nos pasará nada —la voz temblorosa de Kurapika sonaba con suavidad, sin embargo Gon podía ver sus ojos con lagrimas y su cuerpo temblar. Tenía miedo. Mucho miedo.

Unos tacones se escucharon, era aquella mujer de ropa blanca y cabellos negros.

— Bien, lleva al 005 a la sala de observaciones —hablo, alado de ella iba un hombre alto asintiendo con la cabeza —. Y por favor lo limpian, la última vez dejaron al pobre chico manchado, así que cuando vaya quiero que esté limpio y vestido.

— Entendido, doctora —la voz grave se escuchó.

— Bien, ahora —hablo la mujer viendo con aburrimiento unas hojas —. Necesito al número 023 en laboratorios, llevenlo y al número 024 a quirófano.

— ¿Doctora?, ¿quirófano? —preguntó el hombre sorprendido.

Gon y Kurapika habían comenzado a sollozar.

— Si, ¿que tiene? —contesto la mujer con una ceja alzada.

— El número 024 tiene 13 años, es demasiado pronto, no resistirá a la cirugía. El último no lo hizo —dijo el hombre.

— Pues es a prueba y error, podemos ocupar lo que le pase a este número para no cometerlo con otro número —hablo sin interés.

— Doctora, con el espero que se merece —el hombre la vio con aquella mirada fría —. Recuerde que no podemos ir matando a los chicos, no ahora que las desapariciones han ido en incremento, lo sabe, el jefe se lo ordeno también.

La mujer chasquo la lengua.

— Solo lleven al 023, —dijo sin más, dándose la vuelta y caminando a la salida.

El hombre se dirigió a las celda 15 dónde estaba aquel niño, con una mirada amarga lo vio llorar abrazado de aquel rubio.

Odiaba este trabajo.

Odiaba hacerle esto a estos niños.

Lo tomo del brazo sin tanta fuerza haciendo que el niño llorara más fuerte.

— ¡Lo siento, lo siento, no haré nada malo! —los gritos del niños desgarraban su corazón.

— ¡Por favor!

— ¡Por favor!, ¡seré bueno! —la voz del moreno se escuchaba asustada, Killua se levantó rápidamente viendo al chico gritar, y con lágrimas en los ojos.

Killua se acercó, Gon estaba teniendo una pesadilla.

— No toques, por favor —aquel sollozo puso en alerta al albino...

¿No... pudieron o si?

Su corazón se sentía enojado, triste. Con suavidad fue despertando al moreno quien sollozaba con fuerza.

— Estás bien, estás bien, no harán nada, no dejare que te dañen —el albino abrazo suavemente al moreno quien al sentir que lo tocaban de aquella forma se abrazo con fuerza.

El moreno sollozaba con fuerza, lágrimas caían mojando el suéter de Killua quien lo abrazaba, sobando su espalda de abajo a arriba.

Se sentía mal, tenerlo así, llorando. Sin saber que decir o hacer.

Poco a poco sintió que el cuerpo contrario se alejaba de él, vio su rostro con lágrimas aún formándose en sus ojos, la mejillas rojas, las esquinas de sus ojos de un color rojo y esa mirada desolada sin brillo. Solo atino a abrazarlo, se sentó en el sofá e hizo que el moreno recostara su cabeza en las piernas del albino.

— No pasa nada, nadie te lastimara aquí —hizo su voz suave, el chico aún lloraba, aunque menos fuerte.

Killua acariciaba su cabello negro, que caía hacia abajo, esto era raro. Killua no era cariñoso, ni siquiera con sus hermanos o amigos; pero había algo en este chico que le hacía querer verlo bien. Tal vez porque se ve gran frágil, como un cristal el cual puede romperse por un mínimo toque.

— Gracias —un susurro adormilado salió del muchacho, esta pobre persona debió haber vivido un infierno, no podía dejarlo.

Pequeñas gotas golpeaban con delicadeza las ventanas de aquella cabaña. Gon sentía su cuerpo calientito, se sentía cálido. Fue abriendo los ojos encontrándose en la cama que estos días había ocupado.

Pensó que estaba solo hasta que vio al chico albino sentado en la silla de madera durmiendo con la cabeza baja y una manta tapando sus piernas.

Lo miro, ¿por qué lo ayudaba?, no lo conocía y aún así estaba aquí, no lo había regresado a aquel lugar.

¿Podría confiar en él?, ¿así como cuando confiaba en Kurapika?

Gon sonrió. Tal vez podía hablar con él y encontrar a sus padres, ¿seguro lo recordarán?

Hace mucho que no los veía. Quería verlos.

Recordó aquella horrible pesadilla, no quería volver. No quería. Sintiéndose asustado le gritó al muchacho que dormía incomodamente.

— ¡Hey, Killua! —dió un gritito haciendo que el chico en la silla despertara rápidamente.

— ¿¡Qué pasa!?, ¿estás bien? —las preguntas salían del chico quien se había levantado rápidamente.

— Estoy bien —hablo el moreno con una sonrisa divertida. Killua le gustaba, era una buena persona.

— Oh —ya un poco más despierto lo vio en la cama, sentado —. Eso es bueno.

Se dejó caer en la silla de nuevo, cerrando los ojos con fuerza para luego abrirlos.

— ¿Necesitas algo? —preguntó el chico con una sonrisa.

— Mmm, Killua, mis pies ya sanaron. Ya no duelen —dijo el chico mirando sus pies que estaban dentro de las cobijas.

— ¿De verdad? —preguntó el albino sin creerle.

— Si, si —asintió con su cabeza.

— Déjame ver —el albino se sentó en la cama, tomando las cobijas y alzandolas viendo los pies vendados del chico. Fue quitando una venda con cuidado viendo que en efecto ya habían empezado a cicatrizar aunque faltaban algunos rasguños.

— Ves, ya están bien —dijo el chico mirando al albino con una sonrisa.

— Mmm, si pero hay algunas que siguen abiertas y, ¿si se infectan? —preguntó el albino con una ceja alzada y cruzando los brazos.

— No lo harán —nego el moreno.

— ¿Cómo sabes eso? —volvio a preguntar —. Se que quieres caminar pero, algunas siguen abiertas y andarás descalzo por la casa; eso es peligroso Gon.

Gon hizo una mueca.

— Llevaré las vendas —dijo el chico buscando que el albino le dijera que si.

— No lo sé —Killua miro al chico con una mueca no muy convencida, sin embargo con lo único que se encontró fue con una mirada suplicante de aquel chico de cabellos negros alborotados por todos lados.

Dios, ¿de verdad me diría que si?

— Por favor, prometo que si me duelen dejo de caminar —el chico dijo con una mano alzada.

— Está bien, pero deberás decirme, es una promesa —dijo el chico con una sonrisa al ver el brillo que creció en sus ojos avellana.

— ¡Si, si, si!, lo prometo —dijo el chico con una sonrisa emocionada.

— Bien, ve a dormir aún es de madrugada y yo tengo mucho sueño —el albino se levantó de la silla bostezando y estirando sus brazos.

— Descansa Killua —dijo el chico con una sonrisa, volviendo a acostarse.

Si, completamente, estaba loco.

Al día siguiente hizo lo prometido, dejo que Gon caminará por dónde le plazca. El chico iba de un lado a otro, de verdad que no caminar le había dolido, sin embargo, ahora podía hacerlo. Mientras la música de Killua se escuchaba de fondo, aunque también dejaba que él pusiera las canciones que le gustaban.

Fue así que lo días pasaron, la cabaña se había llenado de dos personas totalmente diferentes.

Killua era divertido si, pero también era muy serio sobre todo si de escribir se trataba. Le gustaba poner música en todo momento y simplemente disfrutarla mientras descansaba o mientras hacía alguna actividad.

Gon era tan diferente, Killua no sabía en qué momento fue que el chico se abría cada vez más. Hablaba de Kurapika y como lo conoció, se emocionaba con pequeñas cosas, así como también disfrutaba de ver la tv, aunque... Lo que si le encantaba, era bailar las canciones que escuchaba.

Aunque si definición de bailar era solamente moverse de un lado a otro.

Habían risas, y sobre todo un sentimiento cómodo que Killua no sabía que empezaba a surgir en él. Ambos se estaban acostumbrando al otro.

— Iré al pueblo cercano —hablo el albino tomando su cartera.

— ¿Puedo ir? —preguntó el moreno levantándose de la alfombra en la que estaba acostado y dejando el libro que Killua le había prestado.

— ¿Estaras bien? —preguntó el albino poniéndose su abrigo negro y haciendo que el chico se levantará con rapidez.

— ¡Si! —dijo con una brillante sonrisa.

— Ve ponte zapatos y ponte un suéter hace frío —el albino se sintió como todo un padre responsable al decir aquellas palabras. Pasaron unos 10 minutos cuando el moreno salió de la habitación donde dormía con una emoción palpable.

El albino le sonrió, abriendo la puerta y dejando que el chico saliera primero, lo subió al auto y comenzaron a ir hacia el pueblo más cercano.

Dentro del auto Get cool se escuchaba en las bocinas, un Gon se encontraba feliz tarareando la melodía y moviéndose de un lado a otro recordando la coreografía de la canción con una sonrisa. Viendo cómo lo autos pasaban de un lado a otro, viendo el cielo algo nublado. Se sentía bien ir en auto de nuevo, hace mucho que no se subía en uno de ellos.

— ¿Estás emocionado? —preguntó el albino, mirándolo de reojo de nuevo, desde hace momentos atrás lo había hecho.

— Mucho —contesto el chico, disfrutando de las pequeñas gotas que empezaban a caer.

Get Cool seguía escuchándose, a Killua le gustaba ese grupo y al parecer habían robado el corazón de Gon también, con una sonrisa volvió a verlo, viendo que el chico cantaba en silencio (o al menos trataba de hacerlo).

— Me alegro, cuando estemos allá, no te alejes de mi, ¿okey? —cuestiono dándole una mirada.

El moreno volteo y le sonrió asintiendo.

Minutos después llegaron al lugar, y con ello al objetivo que era el supermercado que estaba en aquel pueblo. Killua bajo alado de un moreno muy emocionado. Killua muchas veces se preguntó ¿qué había pasado?, el chico no quería hablar y él no podía hacer que le dijera todo lo que su cabeza se cuestiona. Después de aquella pesadilla, estás se hacían constantes, muchas veces encontró al chico llorando y de verdad que no sabía que hacer en esos momentos.

Por eso verlo tan feliz le hacía sentir tranquilo.

— Vamos Gon —el chico llamo al moreno quien asintió con la cabeza. Era nuevo para él todo esto. Bueno, en realidad casi nuevo, aún recordaba cuando acompañaba a su abuela a ir por comida al supermercado.

Gon recordó lo que el albino le había pedido no separarse de él, por lo que recordó que en muchas de las películas y doramas que veía siempre se tomaban del brazo o de la mano al caminar por lo que alcanzo a Killua y engancho su brazo en el brazo contrario. El albino se tenso un poco ante el toque sorpresivo, ya que no eran fan de ser tocado, sin embargo, al ver al moreno con esa sonrisa tierna y emocionada no pudo decir nada.

Así que ignorando algunas miradas desaprobatorias por parte de varias personas entraron al supermercado, Gon parecía niño chiquito viendo hacia todos lados aún así sostenía con fuerza su brazo. Killua tomo un carrito y comenzó a caminar por todos los pasillos buscando lo que necesitaba, a pesar de que quería quedarse por más tiempo en la cabaña tenía que regresar para hacer algunas cosas referidas a su escuela, eso le hacía pensar en que debía saber tan siquiera algo de este chico además de hablar con él de ¿que van a hacer? o ¿qué quiere hacer?

Además tenía que pensar en un plan b por si Bisky lo quiera matar por las estupideces que ha hecho.

— ¿Quieres algo? —preguntó el albino una vez tomado todo lo necesario para dos días.

— Chocolates, por favor —dijo el moreno haciendo sonreír a Killua, al menos tiene buenos gustos en los dulces por lo que con la gran excusa de comprarle a Gon lo que quería él también tomaría una pequeña caja de chocolates.

Es por una buena causa.

Una vez tomado todo fueron a la caja, una chica de cabellos negros los atendía, una vez terminado, salieron.

Killua entendía las miradas de las personas dentro y fuera del establecimiento, aunque no eran nada parecía como lo fueran todo y en un pueblo algo alejado de la ciudad su mente sería más cerrada, no ganeralizaba porque la chica de la caja los veía sin ninguna sorpresa, normal, como deberían ser vistos.

Así que metierob las cosas a la cajuela para después entrar al auto con sus cajas de chocolates. Y tal vez, este era el momento de hablar con Gon.

— Gon, hay algo que quiero preguntarte —dijo el chico arrancando el auto.

— Mmm —hizo un sonido de afirmación para que continuara.

— Yo, en dos días tengo que regresar a la ciudad —el moreno lo miro con confusión —. Y, bueno, la verdad es que quiero saber ¿qué pasó ese día?, antes de encontrarte.

Gon bajo la mirada, sus ojos se llenaron de tristeza, Killua no quería verlo así pero era de alguna forma necesario si de verdad quería ayudarlo.

— ¿Estabas huyendo? —preguntó de nuevo.

— Explosión —susurro el chico, Killua lo miro confundido, ¿explosión?,  y como una bomba recordó la radio y la televisión diciendo que hace poco había pasado un incendio en aquel bosque en una de las casas ecológicas del lugar... Pero, ¿eso que tenía que ver con Gon?

Pensando y pensando su mente solo hizo que imaginará cosas irreales que solo pasaban en libros y películas.

— Esa noches hubo una explosión, y, todos pudimos escapar —la voz del moreno se hizo temblorosa —. Pero yo y Kurapika saltamo al río, ¿me llevarás a ese lugar?

Killua no podía verlo con esa expresión de miedo, no podía escuchar su voz de esa forma.

— No, claro que no, solo quiero entender para poder ayudarte —hablo el albino mirando de reojo.

— Esas personas eran malas —contesto —. No quiero volver ahí Killua.

— No lo harás, pero entonces, ¿qué quieres hacer?, puedo llevarte con la policía o buscar a tu familia —le dijo, Gon no contestaba tenía la mirada perdida en la ventana.

— Quiero buscar a mi familia —contesto, porque había recordado haber visto a hombres como los que se vestían en el supermercado y él no quería ayuda de ellos.

— Bien, solo quiero saber tu apellido, eso nos servirá —contesto el albino con tranquilidad aunque estaba inquieto.

— Freecss, ese es mi apellido.


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