Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 3

La primera vez que Judith se sintió amada fue cuando aquella mujer de cabellos castaños llegó a su casa.

Jamás conoció a su madre, y su padre se la pasaba trabajando, por eso cuando su padre se volvió a casar y esa mujer puso un pie en la casa se sintió amada.

Esa mujer la quería, la abrazaba, la cuidaba, le decía que era la hija que siempre quiso tener y que no pudo. Ella era su madre.

Entonces cuando aquella vez se enfermo horrible, cuando la calentura que tenía no podía dejarla tan si quiera un momento de lucidez, cuando lo único que sentía era su cuerpo cortado y los sollozos de su madre.

Sabía que moriría, porque su familia no tenía dinero, no para poder internarla en un hospital. Sin embargo y como un milagro, despertó en la cama blanca de un hospital. Sus padres la veían con amor y ella supo que podría estar aquí por más tiempo.

No sabía que era lo que había pasado, porque unos meses después de haber cumplido los 13 años unos señores visitaron su casa. Su madre le dijo que se fuera a su habitación y que no saliera.

Escucho gritos y sobre todo escuchaba a su madre sacándolos de su casa.

— ¡Largo!, yo les dije que no, mi hija no se irá de esta casa —escuchaba gritar a su madre una y otra vez.

Fue cuando un día se despidió de papá, mamá como todos los días la acompaño a su escuela. Fue cuando en medio de una clase, la orientadora fue a decir que su tía estaba ahí y que tenía que hablar con ella. Camino hacia dirección y ahí vio a una mujer que no era su madre.

Recordaba las palabras, recordaba que esa mujer le hacía dicho que en la hora de recreo necesitaba que saliera por lo baños traseros.

Recuerda que le dijo que era la única forma de ayudar a su padre.

Fue cuando lo hizo, recuerda que aquellas personas la llevaron a aquel lugar donde también estaba su madre.

Las llevaron con engaños, diciéndoles que no les pasaría nada si coperaban, fueron amables, y después Judith se encontraba con 17 años en una celda fría con lágrimas en los ojos.

Los resultados eran los esperados, se había logrado embarazar, pero, no quería más. Se sentía cansada, agotada, lo único que quería era... Simplemente dormir y dejar de pensar en todo, por su culpa esos niños sufrirían, por su culpa su hija había muerto y por su culpa matarían a estos chicos que se encontraban con ella.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó con los labios pálidos.

— Esos niños están siendo... Dios, esa mujer está loca —hablo el chico de tes negra a su lado.

Daba las gracias que alguien pudiera hablar inglés.

— ¿Por qué te trajeron? —preguntó la castaña.

— Por mi padre, llegaron con una propuesta de estudios, una beca gestada por la misma escuela fue como me trajeron —dijo el chico suspirando.

— ¿Sabes por qué? —un rubio, igual extranjero hablo.

— Mmm por lo que he escuchado tengo algo que me diferencia de los demás hombres, eso es lo que buscan —dijo el chico.

— Tu debes saber más Judith, eras su favorita —respondió el albino.

— Pero no me decía nada, solo sé que antes era infértil y ahora ya no lo soy, no sé que tenga que ver con todos esos niños encerrados —respondió la castaña sentandose con cuidado.

— Yo he escuchado cosas de las enfermeras, dice que los avances son perfectos y que todo el dolor está siendo recompensado —el rubio hablo con la mirada perdida.

— Debemos salir, ayudar a esos niños, yo ya no quiero esto —hablo la castaña.

— ¿Y cómo?, Judith estás al borde de la muerte —hablo el chico negro mientras la veía.

— Pero ustedes no —fue lo único que dijo.

— Si bueno, estamos en las mismas condiciones que tú Judith —dijo negando con la cabeza.

— Cole, Damon, hay alguien aquí que no está del todo feliz con lo que está pasando —la chica hablo con cuidado.

— ¿Quién? —preguntó Cole con una ceja alzada.

Kobayashi, él, no quiere esto —dijo la chica con un suspiro cansado.

— ¿Hablas del señor que siempre acompaña a la bruja? —preguntó Damon con una ceja alzada.

— Creo que busca a alguien, debió estar en la planta b —hablo con una mirada triste para después continuar —. Pero ahora esos niños están muertos, no creo que se quede con los brazos cruzados.

— Entiendo tu plan, aunque es muy arriesgado —Damon hablo con el con fruncido.

Fue de las últimas cosas que esos adolescentes hablaron.

La siguiente en morir había sido quien había condenado el futuro de aquellos niños desde que sus pies tocaron aquel lugar.

Leorio no había podido dormir, no había podido dejar de pensar. Era, sorprendente.

Era tan ilógico.

Pero a la vez tan fascinante.

Un compañero de su escuela lo veía con la ceja alzada.

— Hombre, que mal te ves —dijo con una sonrisa burlona.

— Lo sé —se quitó los lentes pasando sus manos por su rostro cansado.

— Bien, la clase va a empezar —la profesora entro tomando un marcador de su mochila, tomo un poco de café de su termo y escribió en gran pizarrón la palabra fertilidad.

— Bien, cómo saben y como futuros médicos deben de saber lo último acerca de los avances en infertilidad en mujeres —la mujer hablo, se colocó en medio del pizarrón y comenzó a explicar.

Leorio estaba reacio, a pesar de todo lo que había leído había algo que no cuadraba mucho menos ahora que sabía lo que realmente hacían con aquellos niños. Había algo, algo que no estaba bien y necesitaba saberlo, necesitaba la verdad, no análisis que seguramente estaban incorrectos.

Necesitaba la verdad y la única forma de saberlo era adentrándose en el lugar donde todo había comenzado.

La casa ecológica en aquel bosque.

Pero, ¿cómo llegar?, ¿encontraría algo?, por supuesto que no. Esa gente no era estúpida, estábamos en la vida real seguramente todo lo que tendría que ver con estos experimentos ya estaba resguardado.

Tenía que ser inteligente y la única forma de saberlo era con Kurapika, tendría que hablar con él, y saber lo que pasó en ese lugar, tenía una hipótesis porque, claro, no se creía mucho lo que esos análisis decían, siempre tuvo sus dudas, investigo por su parte y con esto solo las dudas entraban en él.

Cuando las clases y sus prácticas terminaron se fue hacia su departamento, con Kurapika, quien descansaba en el sillón, los dolores habían comenzado de nuevo.

Tocó su frente no tenía temperatura, el rubio al sentir el toque abrió sus ojos.

— Bienvenido —dijo aún somnoliento tallando sus ojos.

— ¿Te sientes mejor? —preguntó con duda.

— Me duele el vientre y la cabeza, también el brazo —reapondió sentandose con sus pies cruzados en el sofá.

— Lo siento por eso —dijo el alto con una sonrisa leve —. Kurapika, tu, ¿sabías que le hacían a Judith?

— Mmm, no, ella siempre estaba junto a la doctora Suiko, muy pocas veces hablábamos —contesto.

— Y a ti, ¿sabes que te hacían? —el castaño oscuro pregunto con una leve esperanza.

— No lo sé, tal vez escuchaba cosas pero el dolor... E-era insportable a veces que yo... escuchaba bien —el rubio hablo posando sus manos en su vientre.

— Trata de recordar Kurapika —dijo Leorio.

— Había algo que la doctora siempre decía —dijo recordando las veces en las que aquella mujer se reía o se ponía seria —. Siempre decía que gracias a Judith ahora ya no se podía hacer artificialmente.

— ¿Artificial? —ahora tenía más dudas.

— Si, yo soy artificial al igual que Gon, eso fue lo que escuche algunas vez, también lo habían escrito en nuestros expedientes —hablo el chico.

— Kurapika, ¿escuchaste en el algún momento sobre la fertilidad? —la pregunta hizo que el rubio abriera los ojos.

— Cuando a mi me tocaba hacer unos estudios las enfermeras hablaban con mucha emoción porque habían dicho que Judith había madurado sexualmente y ya había alcanzado la fertilidad —dijo el chico, hizo una mueca que le hizo saber a Leorio que estaba pensando —. Y... dijeron que ella era la clave.

Leorio se concentro en ello, ¿alcanzó la fertilidad?

Tenía que estudiar eso de nuevo.

— Iremos al hospital, hoy también —dijo como último.

Killua había salido a comprar cosas al supermercado, él no salía porque aún había una persona preguntando por Kurapika y por él.

Cosa que le asustaba.

Además se sentía mal, comenzaba a dolerle el vientre, sentía su cabeza doler y se sentía muy caliente. Bebió agua, y se recostó en el sillón, no quería pensar en nada, a pesar de que era mucho dolor no era tan fuerte como el que le daba después de las operaciones o cuando inyectaban sus brazos.

Al otro lado de la puerta, Mizuki había regresado de sus comprar, estaba abriendo la puerta de su departamento cuando un hombre de edad media tocó su cuerpo.

— Disculpe, busco a estas personas señorita —el hombre saco unas fotografías, una era de un chico de cabellos azabaches algo largos, la otra de un rubio y la última... Era de ¿Gon?

No sabía que contestar, ¿Killua sabría de esto?

— Es mi hijo, estos dos son sus amigos, hace tiempo escaparon de casa estoy verdaderamente preocupado —dijo y la azabache no sabía que hacer, podría decirle que Gon de hecho estaba en el departamento de enfrente. Pero, no podía.

No sabía si era verdad, en todo caso, por algo se habría escapado de su casa, ¿no?, tal ves lo maltrataban y ella no quería ser cómplice a ese tipo de cosas, lo había conocido, era un buen chico después de pláticas con Killua salía a colisión Gon y realmente le caía bien.

— No señor, perdone, no conozco a esa persona —hablo con una sonrisa amable.

Antes de que el señor hablara su celular sonó. El hombre se alejo un poco con una sonrisa haciendo un además y contesto.

— Okey, si, estoy en el lugar... ¿no lo buscarán?... no.... Okey, si señorita... Bien —eso fue lo único que escucho de aquel hombre.

— Me tengo que ir señorita, gracias por la información, tenga una linda tarde —contesto el hombre.

— Igualmente —dijo la chica. Todo era extraño. Aun así se metió a su hogar, esperaba que lo que fuera que le pasaba a Gon en su casa se arreglará.

Por otro lado, Killua estaba con Bisky, metiendo cosas en el carrito.

— ¿Y, que pasó con Gon? —preguntó.

— Nada, solo bailamos, vimos una película y listo —respondió el albino.

— ¿Y solo eso piensas hacer? —preguntó la rubia.

— Yo... no por supuesto que no, pero tengo miedo —el de mirada azulada dijo tomando dos paquetes de ramen instantáneo.

— ¿Por qué? —

— Solo piensa Bisky, Gon no sabe del mundo, estuvo encerrado en ese lugar durante 12 años, ha sufrido de muchas cosas, ya visto muchas cosas, él no esta bien. Hay momentos que las crisis de ansiedad o de pánico le ganan totalmente. Tengo miedo de estar haciéndole un mal —el albino hablo —. Lo quiero, pero él no sabe del mundo, no sabe cómo es de verdad una sociedad y tengo miedo a no poderle ayudar.

— Killua, escucha, lo has ayudado, sea lo que sea que pasen ambos tu lo ayudaste y lo estás haciendo ahora, no lo veas como alguien que no sabe. Porque Gon es muy inteligente, sabe que hay cosas que tiene que vivir por si solo y te juro que una vez encontremos su familia podrás ayudarlo —la chica dijo con una sonrisa cariñosa —. Disfrútalo.

El albino sonrió, quería disfrutar a Gon, quería salir con él enseñarle todo lo que le arrebataron, quería que fuera a una escuela, que tuviera metas por cumplir, que aspirará a más.

Pero no podía.

No lo hacía porque tenía miedo a salir con él y que alguien lo reconociera y lo llevará totalmente lejos de él, no, no quería.

Debía tener cuidado.

Poco después, se despidió de su amiga, aún pensaba en aquella plática.

Al entrar escucho can't help falling in love, odiaba esa canción, porque siempre la había escuchado en momentos románticos. En películas, historias, libros. Estaba harto de esa canción, sin embargo, alguien hizo que la amara.

Vio que el chico dueño de sus pensamientos, tomaba un vaso de agua, se veía algo cansado, dejo las bolsas en la barra de la cocina y se acercó a él, no sabía que era lo que eran.

Dormir con él le traía paz, incluso había visto que el mismo Gon buscaba sus brazos cuando dormían, les gustaba ver películas o series juntos sobre todo compartir música. Había visto que en los últimos días a Gon le gustaba bailar. Era lindo, muy muy lindo.

— ¿Ya te sientes mejor? —preguntó Killua porque ayer se sentía mal.

— Me dormí un rato, estoy mejor —respondió el azabache.

La canción sonaba de fondo, de verdad que le estaba tomando gusto solo por ver a Gon balancearse de un lugar a otro con los ojos brillosos.

— Me gusta esa canción —hablo el moreno —. Porque fue con la que te conocí.

No podía, de verdad, ¿cómo podía decir cosas tan lindas?

Sus mejillas tomaron un color carmín, no le importaba.

— Te daré tu siguiente clase de baile, Gon —dijo el albino tomándolo del brazo y jalandolo a la improvisada pista de baile.

— Soy pésimo bailando —hablo, pero aún así tenía una sonrisa emocionada en su rostro.

Killua puso sus manos en la pequeña cintura de Gon, mientras tanto este último rodeaba el cuello contrario con sus brazos. Comenzaron a balancearse, al azabache le gustaba, le gustaba mucho, inconscientemente se apego más al cuerpo contrario, recostando su cabeza en el hombro del albino.

Todo era mágico para ambos, eran ellos y la música, Gon piso a Killua haciendo que ambos suelten una leve risa.

Para seguir con ese baile del que no querían salir.

Killua se alejo un poco, haciendo que el chico diera una vuelta sobre su eje, Gon sonrió cuando el albino volvía a tomarlo por la cintura, le gustaba que lo hiciera.

Cuando la canción termino y se quedaron como la vez pasada, sonrieron porque ahora se escucha la misma canción pero el cover de Haley Reinhart.

Killua poso una de sus manos en la mejilla contraria, miraba con amor el rostro del chico que lo tenía como un loco. Murió de ternura cuando Gon se sonrojo y aún así ladeó su cabeza hacia la mano de Killua.

Era ahora o nunca.

— Quiero hacer algo Gon —dijo el chico en un susurro que solo el chico delante de él escucharía.

— Hazlo —fue lo único que respondió, porque su corazón moría de expectativa, quería que sucediera.

Sus corazones brincaban como locos en sus pechos sobre todo cuando Killua se acercó más al rostro se un momento que entendía lo que pasaba porque era inteligente y porque Bisky le había explicado.

Poco a poco ambos juntaron sus labios, fue un beso corto, un roce ligero. Gon sonrió, y de verdad que Killua nunca había visto una sonrisa tan linda, tan pura, tan preciosa.

— Hazlo otra vez —dijo el moreno con una sonrisa.

Killua sonrió, volviendo a juntar sus labios con el contrario, está vez se alargó más. Killua enseñaba a Gon quien aprendía rápido, aún así seguía siendo dulce, tierno. La inexperiencia de Gon solo lo hacía todo más lindo.

Y Killua juraba que eran los labios más dulces que había probado.

Esa noche hubieron abrazos y besos sin importar todo los que ambos llevaba sobre los hombros.

Eran ellos y solo ellos. Y eso estaba bien, porque Killua no quería dejar a Gon y;

Gon, no quería dejar a Killua.

Yamato estaba enojado, últimamente veía a Killua con una sonrisa tan brillante que le asqueaba.

Lo peor, no sabía porque aunque se hacía una idea. Y la confirmaba más cuando aquella sonrisa boba y ese sonrojo venían cuando Retz mencionaba algo en particular.

¿Gon?

Ese chico que lo beso en su presencia, como si estuviera reclamando algo que le perteneciera.

Rodó los ojos, pensaba que la única piedra en el camino era su estúpida amiga pero ya veía que no. En todo caso, ¿de dónde venía ese chico?

Tal vez de la universidad pero si eran novios era claro que se vieran por lo menos entre alguna clase pero no. Tal vez otra escuela.

Killua conocía mucha gente.

Se enojo consigo mismo. Tenía todo para comenzar desde 0, para enamorarlo y ¿qué pasaba?, llegaba un chico que le robaba la atención de Killua.

Tenía que hacer algo, no podía quedarse así, sentado sin nada que hacer.

Cuando las clases pasaron y él ya se iba a su casa, vio a Retz apoyada en la pared viéndolo. ¿Qué mierda quería?.

Trato de ignorarla pero la rubia fue más rápida.

— Yamato, ¿podemos hablar? —preguntó con una sonrisa falsa.

— Lo siento, tengo cosas que hacer —hablo con una sonrisa amable, tenía que pretender su personalidad amable, no podía dejar de fingir enfrente de todos sus compañeros.

— Oh no te preocupes, no te quitaré mucho tiempo —respondió con una sonrisa.

— Está bien, vamos —dijo el chico, caminando a una parte más alejada volteando a verla con fastidio —. ¿Que quieres?

— Wow, cuánto puedes cambiar en un minuto —dijo la chica con burla —. O será... ¿por qué soy yo?

El chico rodó los ojos.

— ¿Vas a hacerme perder el tiempo? o ¿ya me puedo ir? —dijo cruzándose los brazos. Al ser hombre era unos dos centímetros más alto que Retz, por lo que la miro con una ceja alzada.

— Oh no, es solo que me llega la intuición de que quieres hacer una estupidez —dijo la chica dejando las apariencias y viéndolo mal —. De verdad deja a Killua, tuviste tu oportunidad y la desaprovechaste.

— ¿Y eso a ti que?, no debería importarte lo que haga o no haga —

— Claro que me importa, porque estás metiendo a Killua en tus perversos planes solo por un estúpido capricho. Ni siquiera lo quieres —la chica hablo con algo de enojo.

— Cállate, tu arruinaste todo, todo esto no hubiera pasado si tú simplemente te hubieras alejado de él y no fuera a hacerte la víctima —el chico hablo enojado.

— ¿Disculpa?, no quieras culparme, tu y tu celos tóxicos fueron lo que rompieron su amistad, por que, ¡oh, sorpresa! —la chica puso su mano en sus labios con un ademán sorpresivo para después continuar — ¡Eran amigos!, ¡no tenías ningún derecho a ponerte celoso!

— Eso a ti no te incumbe —volvió a hablar —. Solo eres una perra arrastrada que busca fervientemente la atención de Killua.

El chico dijo con una sonrisa burlona, sabía que el autoestima de esta chica era una mierda, se sorprendió al ver la mirada de la chica.

Retz sonrió con sorna.

— Y está perra arrastrada la sigue teniendo —dijo con un sonrisa, haciendo que el chico perdiera la sonrisa burlona que tenía su rostro — ¿Y tú?, ¿qué tienes?, ni siquiera tienes su amistad ¿y crees que puedes enamorarlo?, después de lo que le hiciste. Estás muy mal Yamato, alejate de él, déjalo ser feliz no le traigas más problemas, él no quiere nada de ti. Así que toma la poca dignidad que te queda y ve a hacer vida a otro lado, créeme que te también te ayudará a ti dejar esa enfermiza obsesión por Killua —la chica lo miro mal —. Nos vemos Yamato, y no hagas una estupidez.

El chico la miro con enojo, si las miradas matarán; Retz ya estaría más muerta.

Cuando el tiempo pasó, y Retz fue al departamento de Killua para ver a su amigo. Tenía suerte porque el albino saldría más tarde. Al llegar escucho una canción que le encantaba, tocó la puerta con el código que habían hecho para que Gon supiera que tenía que abrir.

Cuando abrió sus ojos se iluminaron al ver a Retz.

— Wow wow —la chica entro con una sonrisa emocionada —. Esa canción es supeeer bottom.

— ¿Bo-bottom? —preguntó el chico con confusión.

— Mi deber es guiarte no corromperte y si te lo digo Bisky se molestará conmigo —la chica dejo su mochila en el sillón y le subió el volumen al tv, la música se escuchó más y comenzó a cantar — ¡Do me, do me, do me like that. Hurt me so good, make me wanna be bad!

El moreno la miro con una sonrisa divertida.

— ¿Y, que tal Gon, ya no te has sentido mal? —preguntó la chica.

— Ayer tuve algo de temperatura —dijo el chico —. Pero hoy estoy bien.

— Me alegro mucho, ¿no te han dicho nada Killua y Bisky de tu familia? —preguntó la rubia, bailando al compás de la canción.

— Nop —nego con la cabeza.

— Rayos —dijo la chica con una mueca, fue cuando Ariana Grande comenzó a sonar —. Ohhhh esa canción es buenísima.

¡A little more touch my body. 'Cause i'm so  into you, into you!

A Gon le gustaba Retz, era tan diferente a Bisky quien era un poco más tranquila y siempre lo trataba con cariño, le daba clases de algunas materias y sobre todo le ayudaba a descubrirse y saber que era lo que quería hacer una vez que encontraron a su familia. Ayudaba a descubrir sus sentimientos por Killua.

Por otro lado Killua era algo que jamás había vivido, esa sensación linda que tenía al verlo dormir o escribir, o cuando bailaban, le gustaba a pesar de que era malísimo. Su corazón palpito con fuerza cuando recordaba los besos que solían darse, la sensación cálida en su pecho, esos nervios que amaba al sentir el toque contrario. Era simplemente diferente, se sentía completo, no tenía que verlo todo el día para saber que llegaría a casa. Porque sabía que lo haría.

Y Retz, era... Muy diferente, tan divertida que estar con ella eran horas de risa o de palabras que no entendía, era estar viendo vídeos de diferentes bandas, era verla cantar como ahora, era escucharla hablar de la moda que más le quedaría, era escucharla hablar de los lugares a los que lo llevaría una vez que pudiera salir, era ella molestandolo con Killua.

Eran tan diferentes y aún así los quería a los tres demasiado. Kurapika se hubiera llevado muy bien con Bisky.

Fue cuando el celular de Retz sonó.

— ¿Aló? —preguntó al contestar, bajando un poco el volumen.

— ¿Retz, cómo estás? —la voz del chico sonó y la rubia sonrió.

— ¡Leorio!, súper bien, ¿y tú? —preguntó la chica con una sonrisa.

— Muy cansado —respondio con sinceridad —. Oye, ¿crees que nos podamos ver, todos?

— ¿Todos? —preguntó Retz —. ¿Hablas de Killua, Bisky y yo?

— Exacto, hay... algo bueno —se escuchaba su voz algo dudativa —. Solo necesito su ayuda, tengo a alguien quien presentarles.

— Oh, ¿nos vemos hoy? —preguntó la chica.

— Mañana, por favor, si es posible en casa de alguno de ustedes —dijo el estudiante de medicina.

— Mmm sisi, yo te mando mensaje en dónde, nos vemos mañana —respondió la chica.

— Gracias, Retz —dijo el chico, colgando el celular.

— Uy conoceras a Leorio, es buen amigo de nosotros —dijo la chica subiendo el volumen de la televisión.

Cuando Killua salió de la escuela, recibió una llamada que le sacaba una sonrisa.

— ¿Qué pasa hermana? —respondió con una sonrisa.

— Killua, tendremos comida familiar, este sábado —hablo la chica con una sonrisa.

— Oh, es verdad, lo había olvidado —dijo el chico con una sonrisa.

— Illumi también se olvidó, pero hará espacio para vernos, dijo que nos presentaría a su pareja —la chica sonaba muy emocionada.

— ¿También ya tiene pareja? —preguntó sorprendido.

Sin haber notado la tontería que acababa de hacer.

— ¿También? —la voz de la chica sonó sugerente —. Dijiste, ¿también?

Killua se quedó callado. La había cagado, si, Killua y Gon, podría decirse que eran un pareja, ¿cierto?

Bueno se trataban como una.

Pero, dios mío, ¿cómo se le ocurría decir aquello?, se escucha una risa.

— Si quieres presentarnos a tu pareja llévala, si no te esperamos ver hermanito —la chico dijo colgando el teléfono.

Amaba que su hermana lo entendiera, bueno las cosas iban cada vez mejor en estos casi 5 meses.

— ¿Se encontraron a todos? —preguntó la mujer, sobando su pequeña panza.

— Así es, dos número están ya con nosotros, los demás están afuera, las personas que los tienen ya fueron rastreadas —la mujer dejo unas carpetas con los nombres de quienes tenían a su cuidado un número.

— Vigilen a estás personas y a los números, si ven algo extraño saquenlos de ahí —respondió la mujer sobando su sien.

— ¿No sería mejor traerlo para acá? —preguntó la mujer.

— No, ahora tenemos que ver qué vamos a hacer con todo lo que mi hermana hizo —hablo la mujer con una mirada preocupada —. Tengo que quedarme con su investigación y con estos números, no puedo dejar que alguien más los tome.

— ¿Señora no estará pensando? —la mujer la vio con sorpresa.

— Así es, en eso estoy pensando —dijo la mujer tocándose una vez más su panza.

Tenía que hacerlo.

Holaaaaa ❤️

Estamos en la recta final, en un inicio iban a hacer 5 capítulos pero he decidido que sean 3 capítulos (este último será el más largo)

Aaaah estoy emocionada ❤️

Ahora sí,

¿Les gustó?

Espero que se encuentren bien, tengan una linda tarde nos leemos hoy y mañana ❤️

Bye bye ❤️

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