Competir | Rise Leo & Donnie
⭐ Leo x Fem T/N x Donnie
⭐ Leo edad: 19 años
⭐ Donnie edad: 19 años
⭐ 🔞 NSFW | Smut
⭐ Nota: one-shot de "Leo's Zone" resubido a este libro
⚠️ Advertencia: trío, sexo rudo, anal, felación, mención de voyerismo, lenguaje vulgar.
—Ngh~ Leo~ —gemiste bajo.
Hace apenas unos meses comenzaste una relación con Leonardo. Aunque ambos disfrutaban del final de su adolescencia, eso no implicaba que las hormonas se hubieran calmado. En realidad, esa era la esencia misma de su noviazgo; ambos querían apaciguar sus intensos deseos, pero sus ganas de follar solo parecían avivarse con cada encuentro.
—¿Te gusta? —murmuró contra tu vulva.
—S-sí~
La oscuridad y el silencio de la noche los envolvía, deberían estar dormidos pero el simple hecho de compartir la cama hacía que sus cuerpos entraran en piloto automático y pidieran desesperadamente la atención del otro.
Recostada en el borde de la cama, tapabas tu boca mientras Leonardo se encontraba de rodillas con el rostro entre tus piernas comiendo tu coño de forma descuidada. Su lengua acariciaba tu clítoris con rapidez, haciendo que curvaras la espalda cada vez que pulsaba sobre este.
—Mmph~
Un fuerte suspiro se reprimió en tu mano, causado por la succión de tu botón sensible. Leonardo separaba tus piernas que por reflejo buscaban cerrarse ante los pequeños espasmos que sufrías por el constante roce de tu clítoris.
Empujaste ligeramente su cabeza, indicándole que se separara. No negabas que sabía mover su lengua, pero no se comparaba con su polla chocando en tu interior. Se puso de pie y se despojó de sus shorts liberando su miembro endurecido.
Tomó asiento en la orilla de la cama y te colocaste sobre él, con la mano guío su húmeda punta hasta tu entrada y en un movimiento lento descendiste hasta tenerlo dentro.
Levantaste tu suéter retirándolo por completo. Leonardo respondió con una sonrisa ante tu petición implícita y se inclinó para chupetear tus pezones.
—Hm~ —murmuraste.
Sus labios ascendieron por tus pechos, trazando un sendero de besos y mordidas hasta alcanzar tus labios. Abrazaste su cuello, uniéndose en un beso fogoso donde sus lenguas luchaban por tomar el control. Sus manos sujetaron tus caderas y comenzó a moverte en vaivén sobre su polla.
Gemiste rompiendo el hilo de saliva que los unía, en respuesta, tu novio enterró sus dedos en tu piel recordándote que debían ser silenciosos. Subías y bajabas penetrándote a tu gusto. Tus paredes se ajustaban a la perfección a su grosor, apretaban tan bien su polla que lo hacía gruñir por lo bajo.
El sexo suave y delicado no era lo suyo y en eso coincidías con Leonardo. Sus robustas manos apretaron y manosearon tu trasero mientras su boca se apoderó de tu cuello, marcándolo con mordiscos voraces. Anhelaba devorarte, reclamarte como suya y dominar tu cuerpo repetidamente hasta dejarte exhausta.
—Te necesito tanto —murmuró con voz profunda en tu oído.
Tus saltitos descuidados y caóticos provocaron que el choque de sus pieles se hiciera evidente. Maldecías cerca de su rostro debido al insistente golpeteo contra tu punto más profundo. A Leonardo le encantaba tenerte en ese estado, desesperada y anhelante de cada embestida de su verga.
—M-mierda —pronunció entre jadeos—. ¿Dee?
Te detuviste de inmediato, atónita. Volteaste hacia la dirección donde Leonardo dirigía su mirada. Tras la pequeña abertura que dejaba la cortina, se perfilaba la figura de su hermano, apenas visible en la penumbra.
—L-lo siento —susurró Donatello—. Escuché ruidos y quería cerciorarme que estuvieran bien.
—Sí, claro —dijo sarcástico—. ¿Acaso nos espiabas?
—Y-yo no...
No lograbas apreciar su cara, pero por su voz jurabas que su inexpresivo rostro se había enrojecido.
Te preguntabas cuánto tiempo llevaba ahí y si es que había disfrutado viéndolos...
Cegado por la calentura del momento, Leonardo retomó el ritmo de tus caderas, incitándote a moverte lento.
—¿Te gusta lo que ves? —preguntó tu novio.
Detrás de las intenciones de Leonardo, no solo se encontraba una necesidad de reafirmar el dominio de tu cuerpo ante su hermano; buscaba tentarlo a través de tus lentos movimientos de cadera. Aún envuelta en la lujuria, clavaste tu mirada en Leonardo, tratando de descifrar sus pensamientos. Al volver a dirigir su vista hacia su hermano, entendiste lo que quería.
A pesar de disculparse por entrometerce en su «asunto», seguía ahí. Donatello no era tu tipo de chico, pero vaya que era excitante la sensación de ser observada, sobre todo por alguien tan meticuloso y que no se pierde detalle alguno... entonces te aseguraste de ofrecerle todo un espectáculo.
Tomaste el rostro de Leonardo, acercándolo con deseo. Tu lengua saboreó su cavidad bucal, descendió por sus labios y los mordiste ligeramente antes de dirigirte a su cuello. Este empujaba con fuerza tus caderas hacia abajo, embistiéndote con rudeza.
—No seas tímido, Dee —siseó Leonardo, invitándolo a pasar.
♡
Donatello era sumamente silencioso, sin embargo, su respiración en tu cuello delató su presencia. A la par que te movías sobre tu novio, Donatello deslizó sus manos hasta tus pechos y los masajeó, enfocándose en estimular tus pezones con pequeños pellizcos. Su boca humedecía tu hombro mientras que Leonardo reclamaba tus labios.
Naturalmente, Leonardo buscaba la atención absoluta de su novia, lo cual fastidió a Donatello. Con cierta envidia, se posicionó a tu costado y bajó sus shorts, tomando con firmeza su virilidad. Tomó tu rostro obligándote a romper el beso con Leonardo. Ya con tu atención puesta en él, comenzó a autocomplacerse frente a ti, rozando tus labios con su polla. Su fría mirada estaba clavada en tu lindo rostro, esperando ansioso que abrieras la boca.
No lo pensaste dos veces y dejaste que invadiera tu boca de una estocada. Tu lengua exploró cada centímetro de su verga, lubricándola con tu cálida saliva.
A primera vista, ambas tortugas eran semejantes en tamaño y musculatura, pero apreciabas una ligera diferencia ahora que follaban tu coño y boca: Leonardo sobresalía en grosor y Donatello en longitud.
Te preguntaste a dónde se había ido aquel chico nervioso y avergonzado que fue atrapado espiando; simplemente se había esfumado, dejando en su lugar a un chico dominado completamente por sus instintos salvajes.
—Mm-mph~
Leonardo continuó chocando en tu interior, provocándote una cadena de gemidos que fueron reprimidos por la verga de su hermano, que entraba y salía con ímpetu de tu boca.
—Mi chica es encantadora, ¿no crees? —preguntó presumido.
Donatello guardó sus palabras, pero sí gruñó en respuesta, en parte porque las vibraciones de tus gemidos le causaban gran placer, sin embargo, le molestaba que Leonardo buscara recordarle de forma insistente a quién le pertenecías.
Ante los ojos de Donatello, le parecías una chica muy atractiva, divertida y lista. Y así como Leonardo, buscó la forma de llamar tu atención y conquistarte, pero claramente no lo elegiste a él.
Donatello no era idiota, sabía perfectamente que follaban sin falta cada vez que te quedabas a dormir en la guarida. Respondiendo a la pregunta de Leonardo, sí, los espiaba. Invadido por la envidia, te observaba en silencio cada vez que cogían porque, si no podía tenerte, al menos disfrutaría de ti a la lejanía. Y ahora que disfrutabas de su polla, agradecía de haber sido descubierto.
Tus piernas se encontraban temblorosas, y por ende, tus saltitos eran erráticos. No pudiste aguantar más y tu cuerpo se tensó, alcanzando el orgasmo y corriéndote sobre Leonardo. Asimismo, ambos chicos estaban cerca del clímax, tu novio seguía moviéndote sobre su polla mientras que su hermano alcanzaba el punto más profundo de tu garganta con cada embestida. Como si estuvieran conectados, se corrieron simultáneamente, llenándote con sus fluidos.
Necesitada de aire, tragaste por completo el esperma albergado en tu garganta y jadeaste exhausta. En ese momento, sus respiraciones agitadas rompían el silencio en la habitación.
Aún sedada por la excitación, Leonardo se levantó contigo encima y comenzó a bombear dentro de ti. Pusiste los ojos en blanco por el cambio de posición; su verga rozaba con insistencia tu punto G, provocando que abrazaras con desesperación su cuello.
Una vez más, parecía que dejaban de lado a Donatello. Envuelto por esta interminable competencia por demostrar superioridad, se posicionó detrás y encaminó su punta hasta tu culo. Ya no entendías qué estaba sucediendo; mordiste con fuerza tu labio reprimiendo tus ganas de gimotear por la brusca penetración anal.
Tu cuerpo era cargado por las dos tortugas, sus manos se aferraban a tus piernas y te subían y bajaban sobre sus pollas con suma facilidad. Sus cuerpos aprisionaron el tuyo y tus manos pasaron a sujetarse de ambos chicos, que competían por marcar tu cuello y hombros con sus bocas.
A Leonardo no parecía molestarle compartir a su chica con su hermano, de hecho, le volvía loco verte sollozar desesperada e indefensa ante la violenta carga placentera que arremetía dentro de ti.
—A-ahh s-sí sí~ —gemiste repetidamente manteniendo tus chillidos apenas audibles.
Leonardo se permitía soltar uno que otro jadeo cerca de tu rostro, tu interior estaba caliente y mojado y el semen en tu interior comenzaba a escurrirse por tu entrada, debido a la salvaje penetración. Por otro lado, Donatello reprimía gruñidos en su garganta, causados por tu virgen y apretado agujero.
Ya no te sentías como tú, ahora eras un simple juguete sexual que podían romper y destrozar. No te importaba ser un simple objeto al que manipulaban a su antojo con tal de sentirte llena y experimentar constantes descargas de placer.
Donatello se estrellaba con fuerza contra tu culo y marcaba sus dedos en tus glúteos por la fuerza con la que te sujetaba. Su hermano no se quedaba atrás, quien marcó tus labios con mordidas.
—Ngh ah ahh~
Sus embestidas sincronizadas te llevaron a tu segundo orgasmo, pero no fue motivo para que se detuvieran. A este punto jurabas que competían por ver quién duraba más en pie follándote.
Tus pechos se movían al compás según subían y bajaban tu cuerpo, convirtiéndose en un gran estímulo visual para Leonardo. De igual forma, no desatendiste a Donatello, girabas cada tanto tu rostro permitiendo que lamiera tus enrojecidas mejillas.
Ambas pollas empujaban bruscamente dentro de ti, sentías cómo se aproximaban entre sí en tu interior.
Después de un rato, sus movimientos se tornaron arrítmicos. Te penetraban a diferentes velocidades y con distinta fuerza. Sus gruñidos ahogados erizaron tu piel y supusiste que estaban cerca de correrse. No estabas equivocada, te embistieron unas cuantas veces más y finalmente, ambos sucumbieron ante el climax, derramando chorros de semen caliente en tu interior.
Aquella noche, los tres durmieron juntos. Leonardo no estaba interesado en mantener una relación poliamorosa afectiva, pero accedió enseguida a repetir estas sesiones intensas junto a su hermano. Donatello estaba bien con eso, al final era otra forma de tener tu atención. Y tú, estabas más que feliz por coger con ambas tortugas.
ʕ´•ᴥ•'ʔ Hola, soy la escritora, Mafer.
Amo a estos dos 😔💜💙
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top