Vestido | Don Leonardo

⭐ Leo ranchero x Fem T/N
⭐ Leo edad: 36 años
⭐ 🔞 NSFW | Smut
Nota: Inspirado en mi AU TMNT Rancho.

⚠️ Advertencia: diferencia de tamaño significativo, lenguaje vulgar.

Aquella noche recibirían mucha visita en casa, tu marido planeó una fiesta para celebrar el cierre de una gran venta de parcelas a unos inversionistas.

No tuviste que preocuparte por la organización ni los preparativos. Tampoco te quebraste la cabeza pensando en un outfit adecuado para la ocasión; por la mañana tu esposo dejó en tu armario un lindo vestido corto en tono azulado profundo, con una linda caída en las mangas que dejaba a la vista tus hombros.

Si bien Leonardo delegó bastante trabajo, aún así debía estar al tanto para que todo saliera a la perfección, por lo que no pudiste verlo hasta el anochecer.

Él se encontraba duchándose mientras tú terminabas de maquillarte frente al tocador. A lo lejos escuchaste el bullicio de los invitados, quienes se encontraban conviviendo y poniéndose al día mientras esperaban a sus anfitriones.

Cariño, apúrate —dijiste alto.

Después de unos minutos, visualizaste a tu esposo por el espejo, el cual salió de la ducha con una toalla en la cintura.

Qué bien te queda ese vestido —dijo a tus espaldas.

Gracias —sonreíste.

Leonardo te apreciaba desde atrás, sus ojos te examinaban desde los tacones, pasando por tus piernas y fijando su mirada en tus curvas y, por su puesto, tu trasero. Eligió a propósito un vestido que se ciñese a tu cuerpo y resaltara tus atributos.

Se acercó abrazándote por la espalda, depositando un beso en tu mejilla.

Como que me dieron ganas de quedarme aquí contigo —dijo provocador.

Ya ve a vestirte —soltaste una risilla, pero Leonardo iba en serio.

Bajó su rostro hundiéndose en tu cuello, dando pequeños besitos juguetones que bajaban hasta tu hombro. Te tenía arrinconada contra el tocador, sus manos acariciaban tus piernas y no se aguantó las ganas de manosear tus nalgas.

Leonardo... —regañaste divertida.

No es mi culpa que estés tan buena.

A tu esposo le prendía muchísimo cuando usabas vestidos, tenías buen gusto y siempre lograbas equilibrar la elegancia con la sensualidad. Leonardo tenía un particular gusto por cogerte vestida así y no sería la excepción con la nueva prenda que había comprado específicamente para esta reunión.

Con descaro levantó tu vestido y te inclinó hacia adelante, dejando expuesto tu culo. A través del reflejo del espejo, lo observaste jugar con el encaje de tu calzón hasta hacerlo resbalar por tus piernas.

Inesperadamente, te dió una fuerte nalgada que enrojeció tu piel.

Lamió sus dedos lubricándolos y los deslizó sobre tu vulva, palmeó sobre tus pliegues tanteando tu intimidad. No recibió protesta de tu parte, al contrario, te inclinaste más incitándolo a seguir.

Por un momento recordaste a los invitados, pero podían esperar un poco más. A Leonardo le había surgido otra prioridad en este momento: satisfacer a su linda esposa.

Encaminó su dedo hasta tu clítoris y lo masajeó de un lado a otro provocándote un pequeño sobresalto de placer.

¡Amor! —te quejaste entre gemidos al sentir la velocidad de sus caricias en tu botón sensible, haciendo que apoyaras tus manos en el borde del tocador.

Leonardo se divertía haciéndote retorcer y temblar con cada caricia, tenía una vista hermosa de tu trasero levantado como si estuvieras pidiendo ser destrozada –en el buen sentido– en ese momento.

Estabas más que feliz por cómo te masturbaba. Introdujo por completo uno de sus dedos haciéndote contraer tus paredes alrededor de este. Después de tantos años juntos, Leonardo conocía bien tu cuerpo, por lo que no tardó en dar con tu punto G y estimularlo con su yema.

Gemiste indicando que siguiera, Leonardo sonrió complacido y agregó un dedo más iniciando una serie de movimientos que simulaban embestidas.

Mira cómo me la pones —dijo con voz grave.

Levantaste la mirada hacia el espejo y tu marido ya se había despojado de la toalla. Mientras te atendía con una de sus manos, la otra se deslizaba por toda la longitud de su verga erecta.

Leo~ —gemiste apurándolo.

Sería malvado de su parte dejar a medias lo que había iniciado. Guió la cabeza de su polla hasta tu entrada y empujó con lentitud introduciéndola hasta la mitad, haciéndote sisear en el proceso. Subió un poco más tu vestido dejando libres tus caderas, al sujetarlas te movió hacia atrás entrando por completo.

El grosor de su verga te hacía abrir las piernas intentando albergar toda su virilidad, en comparación con tu pequeño coño, Leonardo era enorme. Comenzó a moverte hacia atrás y adelante, saliendo y entrando en ti repetidas veces.

Cerraste los ojos disfrutando del constante choque en tu interior y te dejaste llevar por el ritmo de sus embestidas. Tus jadeos ante cada estocada sumaban al vigor con el que Leonardo te follaba, alimentando su deseo por poseerte en aquella posición.

Apoyaste tus brazos en el tocador buscando un soporte ante la fuerza con la que Leonardo movía sus caderas estrellándose contra tu culo. Tus altas zapatillas tampoco ayudaban a mantenerte estable, pero formaban parte de la fantasía de tu esposo.

Te hizo apoyar tu rodilla sobre el borde del mueble y continuó golpeando duramente tu interior, haciéndote experimentar un éxtasis constante.

Gimoteaste sin parar exigiendo más y más de sus deliciosas estocadas. Como el atento amante que era, se esforzaba por satisfacer cada uno de tus deseos. Sentirlo dentro de ti no solo era satisfactorio y excitante, sino que despertaba en ti un deseo insaciable de ser tomada con fuerza repetidamente.

Hmph~

Un fuerte suspiro salió de tu boca cuando azotó tu trasero, esa maldita costumbre de nalguearte sin previo aviso.

Leonardo gruñía y jadeaba pesado con cada contracción que ejercías alrededor de su circunferencia.

¿Más duro, linda? —gimió en aquel tono que tanto te prendía.

Sollozaste su nombre y pediste que siguiera rompiendo tu interior. La poca fuerza que tenías se concentraba en tus manos aferrándose a la superficie del mueble.

Leonardo apretó el agarre de tus caderas, su polla palpitante se enterraba abriéndose paso entre tus paredes.

Gemías a boca abierta sin reprimir ni un solo sonido, estabas en tu clímax. Por desgracia, no lograste avisar y terminaste corriéndote. Tu marido se quejó en un gruñido, le fascinaba cuando ambos llegaban al orgasmo juntos, pero para ti era difícil aguantarle el ritmo.

Después de unos minutos, sentiste su verga engrosarse en tu interior y palpitando listo para estallar dentro de ti. Leonardo se inclinó sobre tu espalda, hundiendo nuevamente su rostro en tu cuello. Bajó la velocidad de sus embestidas y finalmente descargó su cálido semen, chorreándose un poco por tu vulva.

Buscando suavizar la intensidad del momento, depositó besos delicados sobre tus hombros y trazó suaves caricias en tu cintura.

Leo... —interrumpiste con una pequeña llamada de atención, recordándole su rol de anfitrión.

Hmm, hay que quedarnos aquí —murmuró contra tu piel, provocándote cosquillas.

Ya vístete —reíste.

Luego de unos cuantos besos y algo de insistencia, lo convenciste de soltar tu cuerpo.

Está bien linda, pero aún no te libras de mí —susurró en tu oreja antes de irse a vestir.

Aún no estabas en la fiesta y ya ansiabas que concluyera para sentir una vez más las caricias de tu esposo sobre tu cuerpo.

ʕ⁠´⁠•⁠ᴥ⁠•⁠'⁠ʔ Hola, soy la escritora, Mafer.

Hoy se me antojó un cap con poca historia y mucho "acá" JAJAJAJA, ahí disculpen





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