Mañanero | Don Leonardo
⭐ Leo ranchero x Fem T/N
⭐ Leo edad: 36 años
⭐ 🔞 NSFW | Smut
⭐ Nota: Inspirado en mi AU TMNT Rancho.
⚠️ Advertencia: T/N dominante, lenguaje vulgar.
La luz matutina se filtraba a través de las cortinas. Disfrutabas de un reparador sueño hasta que el movimiento de tu esposo retirando su brazo que te servía de almohada te despertó.
—Hmm... —te quejaste aún adormilada.
—Buenos días —susurró dulcemente.
Acurrucaste tu cuerpo desnudo junto al suyo buscando que te rodeara con sus brazos, pero este se limitó a cubrirte con la sábana.
—Abrázame... —pediste con somnolencia.
—Ya tengo que levantarme, linda.
Frunciste ligeramente el ceño, aún no sonaba el despertador y ya te estaba abandonando.
—Quedé de verme con los proveedores, ¿recuerdas?
Claro que lo recordabas, pero lo abrazaste ignorando su explicación. Despertar antes de tiempo te ponía de malas y Leonardo lo sabía. Besó tu cabeza bajando un poco tu molestia, pero insistía en levantarse y dejarte sola en la cama.
Por berrinche, te subiste a él «impidiendo» que se moviera.
—¿Qué haces? —rió ante tu pobre intento de mantenerlo en la cama.
La vista de su mujer desnuda sobre él era bastante excitante, pero tenía un largo día de trabajo por delante y no quería iniciar algo que dejaría a medias por la falta de tiempo.
—Quédate otro rato —dijiste haciendo un puchero, el cual enterneció a Leonardo.
Te abrazó haciendo que te recostaras sobre su pecho.
—Tengo que ir —dijo muy a su pesar.
Al alzar el rostro, te encontraste con sus labios, de forma juguetona te acercaste para besarlos. No diste oportunidad a que Leonardo disfrutara de tu boca, tus labios bajaron hasta su cuello acariciando lentamente su piel, trazando un camino húmedo hasta su hombro, causando que suspira con sutileza.
—Linda, eso no...
Leonardo era fuerte e imponente, pero tú eras su debilidad y te aprovechabas de eso.
—¿No te gusta? —preguntaste con sensualidad.
—Sabes que me encanta.
Sonreíste y continuaste provocándolo con tus besos. Sus manos recorrieron tu espalda hasta tu trasero y el manoseo no se hizo esperar.
El deseo en él estaba instaurado desde ayer. El recordar la rudeza con la que te folló anoche calentó una vez más tu cuerpo; creíste haber quedado satisfecha pero siendo sincera contigo misma, tener a Leonardo dentro ti es algo de lo que nunca te cansarías.
Tu lengua se dirigió a su plastrón y comenzaste a descender poco a poco por su torso, pero te detuviste al sentir tu trasero toparse con su erección endurecida.
—Se me hará tarde.
Nuevamente te acercaste a su rostro y plantaste en sus labios pequeños besitos.
—Será rápido, ¿sí?
No podía negarse ante ti, incluso sabiendo que aquello no sería rápido en absoluto.
♡
Sonreíste divertida cuando accedió y sin desperdiciar el poco tiempo que tenían, te posicionaste sobre su punta y bajaste lentamente dejando que su polla se abriera paso entre la calidez de tus paredes, gemiste bajo al sentirlo completamente dentro de ti. Tu pareja te dió libertad de marcar el ritmo a tu gusto; el simple hecho de tenerte encima dominándolo le ponía cachondo.
Como si de un baile se tratase, moviste sensual y pausadamente tus caderas en círculos, buscando el roce de tu punto sensible. Leonardo recorrió tus muslos y los apretó en respuesta al placentero meneo, incitándote a continuar.
Echaste tu cuerpo hacia adelante apoyando tus manos en su pecho y comenzaste a moverte de adelante hacia atrás, provocando que gimiera por el cambio de velocidad.
Leonardo disfrutaba de los estímulos visuales por lo que no reprimiste tus gestos al gemir. Mantenías contacto visual con él en todo momento y este se mantenía atento a la obscena escena que protagonizabas al cabalgarlo. Su mirada devoraba tus labios jadeando por su verga, pero sobre todo, se perdía en tus senos, que se movían según el vaivén sobre su regazo.
Un poco impaciente por acariciar lo más profundo de tu coño, subió sus manos hasta tus caderas y las sujetó con firmeza, empujándolas cada vez que descendías sobre él. Leonardo buscaba la forma de moverte a su antojo, pero tu miraba sobre él lo mantenía a raya y le recordaba que en ese momento mandabas tú.
Te inclinaste buscando de forma desesperada sus labios y este avivó tu deseo con un lujurioso beso.
—Qué rico te mueves, preciosa —siseó contra tus labios.
La vibración de su voz profunda recorrió tu cuerpo. Leonardo te hacía sentir una diosa capaz de domar a cualquiera, pero solo deseabas dominar a tu hombre.
—Te gusta que te monte, ¿verdad amor? —gemiste cerca de su rostro.
—Joder, sí —sonrió ante tu actitud.
Contraías tus paredes a tu antojo, apretando deliciosamente su grosor. La presión ejercida sobre su polla causaba que se aferrara con fuerza a tus caderas, animándote a moverte más rápido. Sin embargo, retomaste los movimientos lentos, frustrando a tu pareja.
—¿Qué sucede, cariño? —preguntaste con un ligero tono burlón.
—Muévete más rápido, linda.
Detrás de su aparente petición amable se encontraban unas ganas de cogerte duramente hasta hacerte llorar de placer. Por desgracia, no podías seguir tentándolo a «castigarte» de esa forma por la falta de tiempo.
Echaste las manos hacia atrás recargándote en sus piernas. Ahora dabas brinquitos sobre su verga, dejando caer tu peso sobre él y gimiendo en cada descenso por el placentero choque en el interior de tu coño. Leonardo descansaba su cabeza en la almohada disfrutando de tus saltos y siseando lo bien que te movías.
Tus caderas subían y bajaban con ímpetu intensificando el golpeteo de sus pieles. Tu pareja no se resistió a apretar tus nalgas mientras te ayudaba a moverte sobre su polla ni tampoco se reservó las ganas de nalguearte.
—Ahh~ sí~
El cambio brusco de ritmo causó un hormigueo en tu vientre y una cadena de espamos que adelantaron tu orgasmo. Minutos después, tus piernas perdieron fuerza y terminaste corriéndote en un gemido agudo que dejó a Leonardo satisfecho.
—Ven acá —gimió.
Sus brazos rodearon tu tembloroso cuerpo y con vigor comenzó a mover sus caderas golpeando con rudeza tu interior. Tu coño seguía sensible y se encontraba vulnerable ante cada estocada.
—S-sí~ ah~ —balbuceabas contra sus labios pidiendo más.
Leonardo te consolaba con besos entrecortados por sus jadeos. Sentía próximo el clímax, pero no quería salir de tu húmedo coño, por lo que prolongó su orgasmo hasta que no pudo más. Relentizó sus movimientos y en una estocada profunda descargó su cálida esencia. Su polla seguía latiendo dentro de ti, impidiendo que sus fluidos se derramaran por tus muslos.
Te encontrabas satisfecha y feliz porque tu pareja cumplió tu capricho, pero en el fondo te sentiste un poquito culpable por ignorar sus obligaciones.
—Los proveedores se van a molestar —dijiste aún sin recuperar el aliento.
—Yo también te amo —suspiró agitado.
—Te amo —sonreíste.
Mimaste con dulzura sus labios y le diste la atención que tanto le gustaba recibir después de la intimidad, incluyendo caricias y palabras que lo hacían sentir querido.
Forzado por sus responsabilidades, te dejó en la cama sin antes advertirte –de forma juguetona– que retomaría esta sesión mañanera cuando regresara.
ʕ´•ᴥ•'ʔ Hola, soy la escritora, Mafer. A veces me da un chingo de coraje que Don Leonardo no exista, en fin.
Disculpen lo corto del cap, los proyectos y exámenes me exprimen 😔
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top