Club Parte 2 | Human Donnie

⭐ Donnie humano x Fem TN
⭐ Donnie edad: 21 años
⭐ 🔞 NSFW | Smut
Nota: para más contexto, leer parte uno.

⚠️ Advertencia: Sexo rudo, humillación, T/N sumisa, insultos, degradación, menosprecio, lenguaje vulgar.

Desde su último encuentro, las cosas transcurrieron totalmente diferentes para ambos. Donatello te lo dejó muy claro: te quería solo para coger y nada más.

En sus ratos libres, te enviaba mensajes sugerentes o fotos de él mastubándose en los baños de la universidad; debías responder enseguida, sin importar que estuvieras en clases, de no ser así, te castigaba dejándote sin tu clase «especial» en el club.

Veías tus apuntes esperando que la última clase del viernes terminara. Hacías garabatos en tu cuaderno cuando la pantalla de tu celular se encendió. Con rapidez dirigiste tu mirada al móvil, alcanzando a leer «Trae tu lindo culo al club, ahora»

No te molestaste en poner una excusa, no le importaba. Tomaste tus cosas y te levantaste de tu asiento dirigiéndote a la puerta.

Aún no termina la clase —dijo el profesor.

Necesito retirarme, es una urgencia.

Tome asiento, su urgencia puede esperar 15 minutos.

Volviste a tomar asiento. Contestaste el mensaje explicando tu situación pero Donatello ya no respondió y se limitó a dejarte en visto.

Después de esos largos 15 minutos, corriste hasta el aula del club, deseando que tu capitán estuviera ahí. Al entrar lo encontraste sentado guardando sus cuadernos en la mochila, preparándose para irse.

Lo siento —dijiste agitada—. Pero ya estoy aquí.

Donatello ni siquiera volteó a verte, él seguía en sus asuntos. Cerraste la puerta y te acercaste buscando su atención.

No quería dejarte esperando.

Los nervios comenzaron a invadirte. Él actuaba como si no estuvieras, preferías recibir miles de sus insultos que su indiferencia.

Lo siento.

¿No sabes cuándo callarte? —chasqueó la lengua.

Sonreíste cuando finalmente te dirigió la palabra. Se levantó con su mochila en mano y pasó a tu lado sin mirarte.

¿Ya te vas? —preguntaste desilusionada.

Sí.

Sentiste una presión en el pecho, no solo te sentías culpable por impacientar a Donatello, sino también por perder tu clase «especial». No estabas dispuesta a esperar hasta el lunes para volver a verlo.

En un arrebato, jalaste el brazo de Donatello. Cuando este se volteó para reclamarte, tomaste su rostro con firmeza chocando tus labios con los suyos. Al inicio quiso separarte de él, sabías que detestaba que lo tocaran de esa forma y seguramente odió que lo jalonearas, sin embargo, poco a poco se incorporó al intenso beso.

Soltó su mochila y te levantó haciendo que rodearas sus caderas con las piernas. Te llevó hasta una de las mesas y te sentó encima.

¿Tan desesperada está mi perra? —murmuró con desdén.

Tú me llamaste —rodó los ojos y rezaste por no haberlo hecho enojar aún más.

Levantó tu falda dejando visible la mancha de humedad en tu calzón. Metió la mano dentro, sin rodeos introdujo dos de sus dedos y los movió acariciando tu punto G.

A-Ah~

De forma repentina sacó sus dedos y los acercó a tu rostro.

Abre esa sucia boquita —ordenó.

Abriste lo mínimo suficiente para que sus dedos entraran, pasaste tu lengua limpiando y saboreando tus fluidos. Donatello mantenía una mirada altiva clavada en tu rostro, que reflejaba superioridad y control sobre ti.

No me hagas perder más tiempo —dijo mientras desabrochaba su pantalón.

Asentiste y bajaste en seguida tu ropa interior, dejándola caer al suelo.

Con rapidez, Donatello sacó de su cartera un condón. Mordiste tu labio al verlo deslizar el preservativo por toda su longitud.

Se posicionó entre tus piernas guiando la punta de su verga por tu entrada. Empujó bruscamente haciéndote soltar un fuerte chillido por la invasión en tu coño, el choque repentino te hizo tensar las piernas nuevamente alrededor de sus caderas.

Aw, mi puta todavía no se acostumbra —dijo con tono burlón.

Echaste las manos hacia atrás apoyándote en la mesa. Donatello comenzó a moverse en vaivén dentro de ti dando estocadas profundas y duras, sus manos se aferraban a tus caderas, clavando las uñas en tu piel.

Cada golpe en tu interior provocó una cadena de suspiros y gemidos constantes. Donatello se contenía; gruñía un poco y dejaba escapar resoplidos, pero siempre manteniendo el volumen bajo.

Los movimientos de Donatello buscaban la satisfacción propia. Incluso sin preocuparse por hacerte disfrutar, lo conseguía.

Cada embestida estaba cargada de coraje, no solo porque lo dejaste esperando; le molestaba que –con el mínimo esfuerzo– despertaste en su interior un profundo deseo y adicción por poseer tu cuerpo, pero sobretodo, por estar a tu lado.

Donatello se inclinó sobre ti, exigiendo la atención de tus labios. Abrazaste su cuello buscando la estabilidad que sus movimientos te hacían perder. Tus piernas perdían fuerza y comenzaban a temblar.

Ni se te ocurra correrte —gruñó mientras te embestía.

¿Q-qué? —lo miraste confundida.

Llegas tarde... ¿y todavía quieres correrte?

Quisiste protestar pero los gemidos tomaron tu boca.

P-por favor —suplicaste entre jadeos.

No querías ese castigo, no ahora. Tus ojos comenzaron a humedecerse por el esfuerzo que hacías conteniendo tu orgasmo. De alguna manera tu voz entrecortada y mirada convencieron a Donatello.

Qué pena me das.

Una vez más te besó con fiereza, accediendo a tus súplicas. Una estocada fue más que suficiente para hacerte desbordar en sollozos y gemidos, alcanzando el climax.

Donatello seguía estimulando tu interior, estabas sensible e indefensa y simplemente no podías más. Balbuceabas su nombre, provocando en él un tipo de enternecimiento lascivo.

No tardó en correrse, maldijo agitado por la exhausta sesión que acababan de tener.

Miraste a Donatello, este era el momento en que se arreglaba y se iba, dejándote sola en el aula. Sin embargo, esta ocasión se quedó junto a ti recuperando el aliento.

Finalmente salió de tu interior y ambos arreglaron sus prendas. La tensión y el silencio inundaron el salón, si acaso se escuchaban sus respiraciones o el sonido del exterior.

Podemos vernos mañana —sugeriste nerviosa.

Donatello frunció el ceño ante tu repentina propuesta.

¿Por qué querría verte?

Puedo compensarte los 15 minutos.

Notaste una ligera sonrisa en sus labios, lo que hizo acelerar tu corazón.

Como sea —tomó su mochila y se fue.

ʕ⁠´⁠•⁠ᴥ⁠•⁠'⁠ʔ Hola, soy la escritora, Mafer. Aquí la parte 2 para quienes lo pidieron 💋





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