Aprendiz | Future Donnie
⭐ Future Donnie x Fem T/N
⭐ Donnie edad: 35 años
⭐ NSFW | Smut
⭐ Nota: Ambientado en la línea temporal apocalíptica.
⚠️ Advertencia: relación maestro-aprendiz, diferencia de tamaño, celos, sexo oral, lenguaje vulgar.
Hace algunos meses atrás iniciaste como aprendiz del maestro Donatello. Querías ser útil para la Resistencia y nada mejor que aprender del más grande inventor que ha existido.
Claro, comenzaste con cosas pequeñas como ordenar archivos o limpiar el laboratorio, aun así sentías que contribuías.
Durante esos meses conviviste de cerca con tu maestro y ahora podías desmentir un rumor que pasaba de boca en boca entre los miembros de la Resistencia: «Donatello era un ser malvado sin sentimientos».
No puedes negar que su rostro y –sobretodo– su altura intimidaba. Podía llegar a ser inexpresivo y un poco cortante, pero eso no significaba que fuera malo.
Gustabas mucho de escucharlo hablar con términos que no entendías del todo, podías notar que su mirada ojerosa se alegraba cuando hablaba acerca de química, física o cualquier otra ciencia. Cuando te hablaba, suavizaba sus facciones y su tono de voz, generándote confianza. Te daba la impresión que disfrutaba compartir su conocimiento contigo.
Con el paso del tiempo, cada vez que estabas junto a él tu corazón se aceleraba y te costaba mantener contacto visual sin ruborizarte. No fue difícil darte cuenta que te habías enamorado de Donatello.
Sin embargo, planeabas guardarte el sentimiento para ti. Dudabas si tu maestro sentía lo mismo que tú y preferías no arruinar la conexión que ya habían establecido.
Pensar en Donatello y en ser o no correspondida te carcomía la cabeza, por suerte pudiste mantener ocupada tu mente las últimas semanas debido a que retomaste tu entrenamiento con el maestro Leonardo. Hace un año te habías lesionado y ahora te sentías segura de volver a ejercitar.
Sin duda, el maestro Leonardo era fuerte, decidido y con carácter pero también era divertido y comprensivo y hacía ameno tu entrenamiento. Entendías el porqué Casey lo admiraba tanto.
También tenía un lado coqueto que dejaba entrever con cumplidos que te hacía. No le avergonzaba mostrar evidente interés en ti, expresándolo abiertamente con comentarios que dejaban en claro su atracción. A pesar de ello, te limitaste a agradecer los halagos, siempre marcando una clara distancia.
Continuaste asistiendo al laboratorio, pero pasabas menos tiempo en él, generando que tu maestro sintiera tu ausencia. Donatello, astuto como de costumbre, pronto captó las intenciones de su hermano, y era algo que no dejaría pasar por alto.
♡
Terminabas de barrer mientras Donatello revisaba bitácoras pasadas en su tableta. Apoyaste la escoba en la pared y te acercaste a tu maestro con el propósito de despedirte antes de asistir a tu entrenamiento.
—Maestro, ya terminé. ¿Necesita algo más?
—¿Ya te vas? —preguntó dejando de lado el dispositivo.
Asentiste.
—Tengo que ir con...
—Nardo —completó a su manera.
Notaste un poco de molestia en su tono de voz.
—Sí —respondiste esperando que autorizara retirarte.
Soltó un suspiro cansado y se cruzó de brazos.
—Bueno, si quieres desperdiciar tu tiempo con Leo, adelante.
—¿Desperdiciar?
—Ya sabes, entrenar con él.
Lo miraste confundida, estabas consciente de los roces entre Donatello y su hermano, pero nunca había hecho un comentario así frente tuyo.
—Supuse que también debía prepararme físicamente...
—¿Con él?
Donatello se había encargado de tensar el ambiente. Te daba la impresión que a tu maestro le molestaba que pasaras más tiempo en el dōjo en lugar del laboratorio.
—Es que...
Te sentiste cómo en un interrogatorio, buscabas en tu mente la respuesta correcta, pero fue en vano ya que tu maestro habló primero.
—Leonardo puede ser el líder, pero no es el que más sabe.
—Solo me ayuda a ejercitar —repetiste de forma boba.
No sabías qué responder ni qué hacer, estabas de pie frente a su mesa de trabajo, inmóvil. Guardaste silencio esperando alguna orden u otro cuestionamiento.
—Puedo ayudarte con eso también.
Tu corazón se aceleró de nuevo, tomaste valor para mirarlo a los ojos, pero él ya había desviado la mirada a su tableta.
—¿Iremos al dōjō?
Negó con la cabeza mientras se levantaba de su asiento y se dirigía hacia ti. La tensión en el aire se intensificó cuando sobrepasó la distancia que solía mantener.
—Hay formas más eficientes de aprender.
Tomó tu mentón haciendo que elevaras la mirada, con sus ojos fijos en los tuyos, se inclinó eliminando el poco espacio que los separaba. La proximidad hacía que sus alientos se combinaran.
En un instante, sus labios encontraron los tuyos en un beso. Poco a poco la sorpresa en tus ojos fue desvaneciéndose, los cerraste y te dejaste llevar. Su lengua exploró tu tímida boca mientras te tomaba de la mejilla, correspondiste de forma torpe evidenciando que los nervios se apoderaban de tu cuerpo.
Volvió a atender tus dulces labios mordiéndolos con gentileza, como si quisiera marcarte de su propiedad.
—Déjame mostrarte que soy mejor que Nardo... —susurró a escasos centímetros de tu rostro.
Apenas procesabas lo que acababa de decir cuando una vez más se apoderó de tus labios. Sin dejar de besarte, te cargó con facilidad hacia la mesa de trabajo, dejándote encima. Levantó tus piernas haciendo que abrazaras sus caderas con estas. Sujetabas su rostro y él tu cintura mientras devoraba tu boca, dejando de lado la suavidad con la que inició.
Acarició el contorno de tu caderas, bajó sus manos hasta tus muslos y los apretó, haciendo que soltaras un suspiro entre besos. Sus dedos te recorrieron hasta llegar al botón de tu pantalón.
—¿Puedo? —preguntó con tono grave.
Consentiste con un leve murmuro, aquello había escalado demasiado rápido y sería una pena no saber en qué terminaría.
Desabrochó tu pantalón y alzaste un poco tus caderas para ayudar a bajarlo. Si bien era obvio su próximo movimiento, te tensaste un poco al sentir uno de sus dedos acariciar tu vulva por encima de la ropa interior.
Se acercó a tu cuello para besarlo y cerraste los ojos disfrutando de su tacto. En el proceso deslizó su mano entre la tela de tu calzón y tu piel, encontrándose con tu húmedo coño. Sin dificultad, introdujo su dedo haciéndote estremecer al instante.
—Ah... —suspiraste bajo.
Lamía tu cuello y parte de tu hombro mientras exploraba tu interior con movimiento profundos.
Un poco insatisfecho, bajó tu ropa interior, quitándola junto a tu pantalón y zapatos, dejandote desnuda de la parte inferior.
Tus mejillas ardían al sentir cómo tu maestro te comía con la mirada. Volvió a posicionarse entre tus piernas, pero ahora con su rostro frente a tu intimidad.
Esperabas que Donatello pronunciara alguna palabra, pero directamente lamió los pliegues de tu coño. Su lengua se escabulló hasta tu clítoris, con el cual jugó un rato. Sus movimientos te generaban pequeños espasmos en la entrepierna, hundió su lengua en tu entrada y en respuesta apretaste tus muslos alrededor de Donatello, haciendo que pegara completamente su rostro contra tu intimidad.
—Nhg~ —contenías tus gemidos en tu mano.
Nunca imaginaste estar en aquella situación, pero estaba sucediendo... y te estaba gustando mucho. Donatello comía ruidosamente tu coño sin cuidado, lamía y saboreaba tus fluidos. Recién te acostumbrabas a la calidez de su boca cuando se separó de ti poniéndose de pie y desabrochando su pantalón. Te sentías agitada y apenas esto comenzaba.
No perdiste de vista el hábil movimiento de su mano sacando su miembro de sus pantalones. Abriste un poco la boca al ver el tamaño que tenía ya erecto, lo cual provocó un escalofrío en tu vientre.
Frotó su glande contra tu entrada, provocando que mordieras tu labio por lo bien que se sentía. Donatello tomó esto como una invitación a tu interior.
Elevó tus piernas sosteniéndolas con firmeza mientras apoyabas tus manos hacia atrás sobre la mesa. Con lentitud empujó su polla dentro de ti, deslizándose entre tus estrechas paredes que de manera instintiva se contrajeron alrededor de él, apretando placenteramente su circunferencia.
Sus caderas iniciaron un vaivén lento que no tardó en hacerte gemir. Mantenía su mirada en tu rostro y en los tiernos gestos provocados por el roce de su polla; te avergonzabas de los sucios sonidos que escapaban de tu boca, pero Donatello parecía más que complacido al escucharte.
Cuando notó que te habías acostumbrado a él, dió una embestida profunda que te hizo soltar un chillido. El dolor causado por la intromisión completa de su grosor fue sobrepasado por el placer del mismo. Sus embestidas se tornaron un poco más rápidas y constantes, chocando repetidamente con tu tope vaginal.
—Maestro...
—Llámame por mi nombre —jadeó.
Inclinándose hacia ti, envolviste su cuello necesitada de su cuerpo. La penetración profunda en tu intimidad nublaba tu mente y revelaba gradualmente tu faceta más lasciva.
—Esto es mejor que entrenar con Leo, ¿no crees? —gimió cerca de tu rostro.
No necesitabas contestar, tus gemidos eran la respuesta que necesitaba.
Jugaba con la velocidad de sus embestidas, haciéndote pasar de pequeños jadeos a una cadena de interminables gemidos que pronunciaban su nombre. Te sentías tan pequeña y frágil debajo de él siendo follada sin esfuerzo; lo que para Donatello eran ligeros e insignificantes movimientos de cadera, para ti significaban el paraíso.
Tu maestro apenas calentaba cuando sentiste que te corrías. Tus paredes se apretaron alrededor de su polla, haciéndolo gruñir.
—Donatello... —gemiste su nombre.
El escucharte jadear su nombre mientras disfrutabas de tu orgasmo aumentó su deseo de descargar su semilla en ti y hacerte suya de una vez por todas.
Donatello dejó de contenerse, volviendo agresivas sus embestidas. Te encontrabas sensible y vulnerable por tu primer orgasmo así que cada estocada te hacía sollozar del placer. Este se agachaba en busca de tu cuello para mordisquearlo y ahogar sus gruñidos en él, sin importarle si dejaba marcas en tu piel.
Detrás de sus gemidos roncos y fuertes embestidas, se encontraba un deseo ardiente de demostrarte todo lo que podía ofrecer, sobre todo, de mostrarse superior a su hermano, al cual no permitiría que acaparara tu atención nuevamente.
Sin salir de ti, te cargó sujetando firme tus piernas y comenzó a subirte y bajarte sobre su miembro, follándote de pie. Jurabas que no podía llegar más profundo pero con esto te mostraba lo contrario.
—N-gh aah-h~
Su aprendiz era un desastre sollozante, nunca habías sentido tanto placer y no sabías cómo manejar aquellas sensaciones. Tenía control total sobre tu cuerpo y tu solo podías gemir y suplicar que siguiera cogiéndote con rudeza.
Después de un rato, ya habías alcanzado tu segundo orgasmo y, de igual forma, Donatello también sentía que llegaba al clímax. Te movió unas cuantas veces más sobre él hasta que se detuvo, liberando su cálido esperma en tu interior.
Volvió a sentarte sobre su mesa y apresó tus labios en un dulce beso. Envuelta en su abrazo, tu cuerpo se había acostumbrado al de tu maestro y agradecía la gentileza con la que ahora te trataba.
—¿Estás bien? —preguntó con dulzura cerciorándose de no haberte lastimado.
Asentiste ruborizada y este sonrió aliviado.
Cada beso en tu rostro y las delicadas caricias en tu espalda disiparon cualquier incertidumbre sobre si tus sentimientos eran o no correspondidos. Te sumías en la felicidad, anhelando que ese momento perdurara eternamente.
Desde aquello, no hubo día en el que no te presentaras en el laboratorio de tu maestro. Sus encuentros iban más allá de la intimidad sexual y las lecciones que te impartía; se forjó una linda relación de la cual Donatello presumía orgulloso, en especial, a su líder.
ʕ´•ᴥ•'ʔ Hola, soy la escritora, Mafer.
Un cap largo como la de Donnie 🥵 JAJSJSJS NOOO, disculpen la vulgaridad
y si no tienes matriz, pues acomodón de tripas yo que sé JAJAJAJ
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