OO9 ▬ barn


🧬 RIDE OR DIE !
nine; granero

—¿Otro libro desaparecido? —preguntó Glenn al ver que revisaba como loca mi mochila.

—Sí —resoplé y recargué mi cabeza en el tronco —. Empiezo a creer que hay duendes que esconden mis cosas.

—¿Duendes? —el coreano sonrió de manera burlesca.

Asentí. —Es que los libros no se pierden, sólo desaparecen por unos días y después vuelven a aparecer dentro de mi mochila. Es rarísimo —fruncí los labios —. El ladrón debe estar entre nosotros —entrecerré los ojos y Rhee soltó una risita.

Contexto: Hace algunas semanas mis libros de Harry Potter comenzaron a desaparecer por días pero siempre volvían a aparecer en mi mochila. Algunos libros aparecían con manchas de tierra y sangre.

—He pensado en Daryl —Glenn frunció el ceño y ambos miramos a donde Dixon se encontraba.

—¿Por qué en Daryl?

—Una vez me escondió mi libro de Juego de Tronos para que cazara con él. No resulto bien... Perdí la mitad de sus flechas —abrió los ojos como platos y yo me encogí de hombros.

El coreano se sentó a mi lado y buscó algo en su mochila. —Ten —me tendió una gorra roja.

Tomé la gorra con confusión. —¿Y esto?

Él sonrió mostrando sus dientes. —Un regalo de cumpleaños.

—Pero... mi cumpleaños fue hace cuatro días.

—Lo sé, y realmente pasé estos días queriéndote regalar algo —arrugó un poco su nariz y sonreí al ver eso —. Tenía en mente dulces pero esos se los di a Carl en su cumpleaños y quería ser original —ambos soltamos una risita —. Así que te doy esto.

Miré la gorra y sonreí. —Gracias, Glenn.

—Cuida esa gorra. Es importante —asentí —. Era mía... Esta gorra ha sobrevivido desde el inició.

—¿Es como una herencia familiar o algo así? —reí.

Él soltó una risa nasal y agarró mi mano. —Eres mi mejor amiga, Nyd. Quiero que tengas algo mío.

Esas palabras bastaron para que mi pobre corazoncito de pollo se enterneciera.

Lo abracé y él me rodeó con más fuerza. —Te quiero, Glenn —murmuré en su oído —. Tú también eres mi mejor amigo.

Nos separamos y mi amigo coreano sonrió haciendo que sus ojos rasgados se hicieran más pequeños.

—También te quiero, Nini —revolvió mi cabello y se puso de pie.

Hace pocos días fue mi cumpleaños, ahora tengo catorce, mierda...

Alcé mi vista de la gorra para encontrarme con la electrificante mirada de Carl Grimes.

Maldito, estúpido y lindo Grimes.

Hace unas semanas atrás fue su cumpleaños, ¿qué le regalé? una rama con forma de círculo. Él aún la conserva. Y él me regaló hojas de árboles. Es lo único que podemos dar en cumpleaños.

El ojiazul me saludó con la mano y yo imité su acción. Aún no me agrada del todo.

Oficialmente ambos teníamos catorce.

Deambulando en la carretera como si fuéramos caminantes, y aquí lo curioso es que un pequeño grupo de caminantes estaba detrás de nosotros. Unos cuantos metros atrás.

—Debemos deshacernos de ellos, Rick —mencioné y él asintió.

Caminamos unos metros más y llegamos a una parte de la carretera donde había un tipo de acantilado.

Rick explicó el plan de hacerlos caer sin la necesidad de re-matarlos.

Michonne, Glenn y Rick estaban de un lado. Abraham, Sasha y Maggie del otro.

—Voy con ustedes.

—No.

Miré a Rosita y volví mi mirada a Rick. —Aún tengo fuerzas. Si algo sale mal puedo ocupar mi cuchillo —el señor Grimes negó —. Además, ustedes ya están cansados. Yo no. Rick, déjame ayudarte.

Él lo pensó un poco pero terminó aceptando. —Quédate atrás de algún adulto, ¿entendido?

Asentí y me coloqué atrás de Sasha.

Los caminantes llegaron. Cada vez que algún muerto trataba de acercarse, nosotros nos hacíamos a un lado o los empujábamos. El plan estaba funcionando.

Sí, era un buen plan como para ser real.

Sasha desfundó su cuchillo y lo clavó en la cabeza del primer caminante que venía hacia ella.

—Les dije —murmuré, sacando mi cuchillo.

Plan fracasado.

Me quejé del dolor al sentir el corte de un cuchillo en mi mejilla. Di la vuelta para ver quién me había cortado y supe que era Sasha al verme con el ceño fruncido.

Limpié la sangre del cuchillo con mi playera y volví a donde se encontraba el resto del grupo.

—¿Estás bien? —Noah llegó a mi lado y limpió el hilo de sangre que caía de mi mejilla con un trapo.

Asentí e hice una mueca de dolor cuando Rosita colocó algodón con alcohol en el corte.

—Caminaremos dos kilómetros más y descansaremos —indicó Rick.

Colgué mi mochila en mis hombros y comencé a caminar a lado de Noah.

Noah se integró al grupo cuando fuimos al hospital. Él fue amigo de Beth. Y ahora él es como un hermano mayor para mí... Nos llevamos bien desde el inició.

¿Es posible extrañar personas que no conociste? La verdad es que ahora no sé... Extraño a Hershel y a Beth, y ni siquiera los conocí.

Todos estábamos cansados, hambrientos y sedientos. No hemos encontrado agua y la poca que nos queda la guardamos. En mi caso, la mayoría de mis alimentos y toda mi agua se la daba a Judith. La pequeña no tiene porque pasar hambre ni sed, y no me importa no comer o beber con tal de que ella este bien.

Nos pusimos alerta al ver los arbustos moverse. Cuatro perros salieron del bosque y comenzaron a ladrarnos.

Solté una risa cuando Carl gritó. Más tarde lo molestaré con eso.

Me puse de pie y caminé hacia los perros.

—Nydia, ven acá —Rosita murmuró pero no le hice caso.

Extendí mi mano y uno de ellos la olió y se dejó acariciar. Sonreí, tal vez pueda quedármelos. Me hinqué y en pocos segundos ya tenía a los cuatro esperando a que los acariciara. Giré levemente mi cabeza para ver al grupo, los cuales, me veían sorprendidos.

—¿Puedo quedármelos? —pregunté con una sonrisa.

Antes de que alguno contestara, los chillidos de los perros se hicieron presentes y la sangre de los caninos ya estaba salpicada en todo mi rostro y ropa.

Sasha tenía el rifle en sus manos... otra vez fue ella.

Daryl y Rick agarraron el cuerpo de los perros.

Al final... los habían cocinado. Todos con hambre comenzaron a comer desesperados, pero Noah y yo, no. No podía comerme a un perro. Amo a los perritos.

Mi vista estaba ida en los collares llenos de sangre.

Me extendieron un plato con carne. Negué.

Quién estaba enfrente de mí resopló y se sentó enfrente de mí. —Come —la voz del menor de los Grimes llegó a mis oídos —. Come —extendió el plato una vez más.

Negué.

—Nydia, tienes que comer —agarró mis muñecas —¿Crees que no me doy cuenta de que le das tu comida a mi hermana? Tú también tienes que comer, Nydia.

Quité su agarre con brusquedad. —Deja de fingir que te importo ¡maldita sea!

Su mandíbula se marcó debido a que apretó los dientes con fuerza. —¿Y qué pasaría si te digo que no estoy fingiendo?

—Serías un idiota. Aún más.

Bufó. —No hagas esto más difícil. Come.

—¡Qué no, carajo! No pienso comer eso, Grimes. Ahora, vete y llévale esa carne a alguien más.

Él se fue.

Limpié mis manos con el trapo tratando de quitar la sangre de los animalitos.

—Ten —el ojiazul volvió.

Sonreí con burla. —Sí que no puedes estar sin mí.

Rodó los ojos. —Sólo tómalo —me entregó dos latas de comida; una de frutas y una de sopa —. Aunque sea come eso.

Confundida, tomé las latas. Carl me sonrió y siguió comiendo la carne. Había arruinado el momento.

—¿Puedes comer eso en otra parte? —murmuré y Grimes soltó una risita.

—Esperaba un: Gracias, Carl. Eres tan amable que no me dejaras morir de hambre —agudizó su voz.

Reí con burla. —Sí, claro. Eso no va a pasar, Woody barato.

Grimes suspiró y se encogió de hombros. —Lo intenté.

De parte de un amigo. Eso era lo que decía la nota.

Todos queríamos agarrar el agua y beber pero hay que tener precauciones, ¿quién deja botellas de agua en medio de la carretera?

—Eugene, ¿qué mierda haces? —hablé al verlo tomar una de las botellas con desesperación.

—Control de calidad.

—Es la excusa más tonta que he escuchado en mi vida —Tara asintió, dándome la razón.

Antes de que Porter tomara el agua, llegó Abraham y le dio un manotazo a la botella tirándola al suelo.

Tara y yo nos miramos aguantándonos las ganas de reír por la cara que Eugene hizo.

Y como si fuera un milagro, las gotas de lluvia comenzaron a caer. La sensación de las gotas chocando con mi piel era reconfortante. Abrí mi boca para que el agua cayera ahí.

Tara y Rosita se recostaron en el pavimento y yo saltaba en los charcos que se formaban.

—¡Se hizo el agua! —exclamé con los brazos abiertos.

Todos pusimos las botellas vacías para que se rellenaran. Dios, gracias por oír mis quejidos moribundos.

Judith comenzó a llorar, así que me acerqué a ella y la cargué en mis brazos. Carl frunció el ceño. —Préstame esto —quité el sombrero de Sheriff de su cabeza y se lo coloqué a Judy para que no se mojara tanto.

—Rick, no podemos quedarnos aquí —alcé la voz para que me pudiera oír ya que los truenos retumbaban en todo el lugar.

—¡Hay un granero! —avisó Daryl.

Dixon nos guio al granero, el cual estaba adentrado en el bosque.

Rick, Maggie, Carol y Daryl fueron los primeros en inspeccionar el lugar y pocos minutos después, todos ya estábamos adentro.

Lo primer que hice fue sentarme en la paja con una dormida Judith en brazos. Acaricié su mejilla y la arrullé cuando comenzó a moverse.

—Mocosa, ven aquí  —gritó Daryl para que me sentara al rededor de la fogata.

Siseé al llegar con Dixon, él se disculpó cuando vio a Judith dormida en mis brazos.

—Me iré a dormir, buenas noches.

Sin esperar respuesta, dejé a los adultos y entré a un establo. Recosté a Judith en el piso y me acosté a lado de ella.

Desperté de golpe, sudando frío y escalofríos recorriendo mi cuerpo. Me puse de pie con cautela de no despertar a Judith y salí del establo para sentarme a donde estaba la fogata.

—¿No puedes dormir? —Rick se sentó a mi lado.

—Pesadillas —mascullé, abrazándome a mí misma.

—Yo también tengo pesadillas... Con mi esposa.

Lo miré. —Lo siento.

Él alzó la mano como señal de que no importaba.

Los truenos y relámpagos se hacían presentes... Lo que era una pequeña lluvia terminó siendo una feroz tormenta.

—¿Recuerdas cómo inició esto?

Fruncí el ceño tras la pregunta de Rick. —¿Cómo empezó esto?

Asintió.

Suspiré y abracé mis rodillas. —Era el cumpleaños de mi papá —él abrió levemente la boca con sorpresa —. Estaba en mi departamento, con mi familia... recuerdo que le estaban cantando feliz cumpleaños cuando los gritos comenzaron a oírse por toda la calle. Mi abuela fue al balcón y todo el mundo corría desesperados... Los militares llegaron y nos obligaron a desalojar el edificio —tragué en seco tratando de deshacer el nudo de mi garganta —. Nos llevaron a un refugio a las afueras de la ciudad, no sabíamos lo que estaba pasando. Dos días después el refugio fue destruido por caminantes. Sólo salimos mis padres, mi hermano y yo con vida. Mis abuelos fueron devorados allí... Así fue como inició todo esto para mí.

Apoyé mi mentón en mis manos. —¿Y tú Rick Grimes? ¿Cómo comenzaste esto?

—No lo sé... Estaba en coma —eso no me lo veía venir —. Desperté dos meses después de que el virus se propagara.

—Vaya mierda.

—Sí...

Ambos ya no dijimos nada más. Yo me dispuse a solo mirar el fuego y Rick hablaba de otras cosas con Michonne y Glenn.

Corrí hacia Daryl al ver que estaba sosteniendo las puertas del granero. Una horda de caminantes estaba afuera, intentando entrar al granero. No tardó mucho para que todo el grupo llegara a ayudarnos. El lodo que se formaba en el suelo era un obstáculo ya que nos resbalábamos y perdíamos fuerza y soporte.

Miré a Carl que estaba a mi lado y su rostro estaba lleno de miedo, terror, preocupación y pánico. Seguramente mi rostro está igual o peor que el de él.

Los gruñidos, los truenos y nuestros quejidos, eran lo único que se escuchaba en ese momento.

Sólo unas puertas de madera desgastada nos salvaba la vida y nosotros hacíamos todo lo posible para que no se derrumbaran. Hacíamos todo lo posible para sobrevivir a la tormenta.

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