OO2 ▬ Maggie


🧬 RIDE OR DIE !
two; Maggie

—Mi grupo probalemente esté en Terminus —dice esperanzado Glenn mientras bebe agua.

Enarqué una ceja. —¿Probablemente?

—Eso espero —trató de sonreír pero le salió una mueca.

Glenn se puso de pie para seguir caminando. Imité su acción y caminé junto a él.

Sinceramente Glenn y Tara son buenas personas, él quiere encontrar a su esposa y ella está en "deuda" con él. Algo extraño pero tal vez así sean los de su grupo, tal vez sean sus reglas.

Mi vista iba dirigida a mis pies, pateaba una que otra roca e incluso recogía las hojas secas de árboles y las guardaba en pequeñas bolsitas para poder dibujar, o coleccionarlas. Algo se cayó del bolsillo de Glenn, recogí la pequeña fotografía en la cual se encontraba una mujer de cabello corto durmiendo, me acerqué al coreano y toqué su hombro para entregarle la pequeña foto. —Y... ¿cómo es ella? —pregunté con curiosidad.

Él sonrió. —Es hermosa... Tiene unos hermosos ojos verdes y una hermosa sonrisa, su cabello corto es sedoso... Es una persona muy fuerte y muy cariñosa, pero ruda cuando es necesario. Te encantara conocerla —ambos sonreímos. Él por pensar en su esposa y yo por ver como hablaba de ella.

—¿Y tu grupo? ¿Cómo es?

Pensó un rato hasta que habló: —Somos un grupo algo grande —sonrió de lado —. Está Rick, que es el líder, también Daryl, él siempre está con su ballesta y trae un chaleco de cuero con unas alas en la espalda —solté una risita al imaginármelo con alas de verdad —, y Beth, claro... Beth y tú seguramente serán grandes amigas, ella es la hermana menor de Maggie, tienen los mismos ojos verdes pero ella es rubia, de hecho me recuerdas a ella —me miró con una sonrisa —. También hay un chico de tu edad.

Fruncí el ceño. —¿De mi edad?

Asintió.

No dije nada más porque no quería ilusionarme, claramente me hacía ilusión tener una amiga y a alguien de mi edad porque desde que empezó esto nunca me he topado con alguien que tenga mi edad, y bueno, Rosita se podría decir que es mi mejor amiga pero no es lo mismo para ser sincera.

Nos paramos enfrente de un cartel de Terminus pero el cartel no era lo importante, lo importante era lo que estaba escrito.

Glenn ve a Terminus. Maggie, Sasha, Bob escrito con sangre.

Él empezó a correr demasiado rápido. 

—¡Corre, Glenn, corre! —grité y todos me miraron con el ceño fruncido —¿Qué? ¿Nunca vieron Forrest Gump? —ellos siguieron viéndome como si estuviera loca pero hice caso omiso y corrí detrás de Glenn tratando de no tropezar con las vías del tren.

—¿Podemos descansar un poco? Ya no siento mis pies —supliqué mientras sacaba la lengua como si de un perro se tratara.

Abraham me sonrió con burla. —No aguantas nada, enana.

—¿Disculpa? Corrí como cinco kilómetros y me duelen las piernas. ¿Podemos parar?

Asintió, dedicándome una sonrisa. —¡Espera! —le gritó a Glenn que seguía caminando demasiado rápido —. Nos detendremos aquí —el coreano parecía que quería reprochar pero antes de que emitiera una palabra Abe habló: —Cansados, vamos lento. Si vamos lento, nos morimos.

Glenn observó el cielo y nos miró con el ceño fruncido. —Apenas es mediodía.

—No me importa un comino. Yo quiero descansar —acomodé mi mochila como si fuera una almohada y me acosté sobre ella.

—Ninguno de nosotros durmió más de un par de horas seguidas desde que te seguimos en esta odisea. Este sitio parece seguro. Necesitamos descansar —el coreano quería negarse —. Entiendo. Debes encontrarla. Pero mi grupo y yo también tenemos una misión. Mantener vivo a este hombre —señaló a Eugene —, llevarlo a Washington y ¡salvar a todo el maldito mundo! ¡Así que vamos a subir a esa torre de inmediato!

El gruñido de un muerto nos obligó a callarnos. 

—¡Cuidado! —gritó Glenn y Abraham empujó a Eugene ya que el cadáver iba a caer sobre él pero esto provocó que Eugene empujara a Tara y que ella se torciera su tobillo.

—Debemos quedarnos aquí. ¿Quién me ayuda a subirla? —preguntó Rosita.

Glenn se acercó para hablar con Tara. —Si ella puede seguir, todos podemos.

Suspiré con cansancio, golpeando mentalmente al coreano. —Debería romperme una pierna, así tal vez descansaríamos.

Rosita me miró mal y yo sonreí inocentemente. —Deja de estar de mamona.

El coreano continuó hablando pero sinceramente yo quería callarlo de un golpe. No juzguen, estoy muerta del cansancio. —O pueden quedarse ustedes. No nos necesitan, ni nosotros a ustedes. No hay problema.

—Eres un imbécil —habló una muy enfadada Rosita —. Ella hará lo que digas porque cree que está en deuda contigo —él volteó a ver a Tara y ella agachó la mirada, acción que le hizo entender que la latina tenía razón.

—Glenn, sé hombre y quédate aquí unas horas. Tanto ustedes como nosotros necesitamos descansar.

Me ignoró completamente y caminó hacia Abe. —A ustedes solo les importa proteger a Eugene, ¿cierto? ¿Es la única razón por la que desean parar? Si seguimos hasta al atardecer, le doy a Eugene ya mismo mi equipo para motines. Todos salimos ganando.

—Salvo ella —la latina señaló a Tara.

Abe la miró. —No eres su mamá. Si ella dice que puede caminar, puede.

Ambos cerraron el trato y yo me froté la cara con frustración. ¿Puedo golpear a ambos?

—Genial, nunca creí probable morir de cansancio pero ahora lo veo una posibilidad —miré al pelirrojo —¿Me cargas? —alcé mis brazos como si fuera un bebé, él suspiró rendido y descolgó su mochila de su espalda, se agachó un poco para que subiera, tomé impulso y de un salto me colgué a él, abrazaba su cuello y cintura con mis brazos y piernas y recosté mi cabeza en su hombro.

GLENN VE A TERMINUS. MAGGIE, BOB, SASHA

Eso era lo que decía la entrada de un túnel oscuro donde pasaba el tren. Sí, no es buena idea entrar allí.

—Estamos achicando la distancia. Aún está mojado —avisó Glenn mientras tocaba la sangre.

—Es imposible pasar por arriba.

—¿Y si damos la vuelta? —sugerí.

Negó. —Eso nos llevará un día, quizás más.

Dios mío, ¿acaso ese coreano me quiere matar?

—Si Maggie pasó, yo pasaré. Estamos cerca.

—Cállate un segundo —dijo Abraham desesperado —¿Oyen eso? —los gruñidos comenzaron a oírse —. Ese es un túnel largo y oscuro lleno de cadáveres reanimados.

—No creo que todos salgamos vivos de ahí —advertí mientras bajaba de la espalda de Abe.

El pelirrojo carraspeó llamando la atención. —Mi recomendación sería tomarnos el día, hacer el desvío y no correr riesgos, pero sé que tú no harás eso. Así que aquí nos separamos. Lo siento —él abrió su mochila y le entregó unas latas de comida.

—No. Esas son suyas. Las necesitarán para el viaje.

—Ustedes también.

Tara tomó las latas y Glenn la miró con reproche.

Me coloqué al lado de Abe e igualmente abrí mi mochila y les entregué una linterna, Glenn la tomó no tan convencido.

—Lamento haberte golpeado en la cara —se disculpó con el pelirrojo.

—Yo no —solté una carcajada —. Me gusta pelear —se encogió de hombros.

Me lancé a abrazar a Glenn. —Me hubiera encantado conocer a tu grupo —traté de sonreír pero salió una mueca.

—Créeme que a mí también —me volvió a abrazar —. Fue un gusto conocerte Nydia.

Nos separamos y ahora abracé a Tara.

—Eres una niña ruda —me revolvió el cabello —. Qué mal que no me terminaste de contar Harry Potter —hizo un puchero y reí.

—Eres agradable Tara —chocamos puños.

Rosita y Eugene también se despidieron.

—Si tienen problemas ahí adentro, den la vuelta. Vamos a volver al primer camino que cruzamos. Quizá se topen con nosotros antes de que hallemos un buen vehículo.

—Gracias.

Los miré por última vez. —Intenten no morir —hablé y me di la vuelta para caminar junto Eugene.

—¡Oigan! —grité para que dejaran de pelearse y miraran a las personas que teníamos enfrente.

—¡¿Qué?! —los tres gritaron, mirándome de mala gana.

Rodé los ojos y me bajé de la camioneta.

Mi atención se la llevó la chica de tez blanca con cabello corto hasta los hombros, si no me equivoco ella es la descripción que me dio Glenn de su esposa. Tomé valor y le pregunté: —¿Maggie?

La chica frunció el ceño. —¿Quién eres tú?

—Nydia Denson y conocimos a tu esposo, Glenn —los tres abrieron los ojos sorprendidos.

—¿Dónde... dónde está? —con la mirada buscó al coreano en la camioneta.

—En el túnel —mencionó Rosita.

Ella empezó a correr.

—¡Maggie! ¡Maggie! ¿adónde vas? —gritó una chica morena.

—A salvar a mi esposo —gritó de vuelta.

Miré a mi grupo y ellos asintieron. —Suban —le dije a los acompañantes de Maggie.

—Gracias —sonrió el chico —. Soy Bob —nos extendió su mano y la estrechamos —. Ella es Sasha —la chica se limitó a saludarnos con la mano.

Tara, Glenn. Les salvaremos la vida... otra vez.

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