O81 ▬ commonwealth


🧬 RIDE OR DIE !
eighty—one; commonwealth

Desde que tengo memoria Halloween fue de mis celebraciones favoritas. Realmente no recuerdo mucho antes de que esto comenzara pero tengo muy presente el Halloween en Nueva York. Todas las calles decoradas, todos los niños disfrazados pidiendo dulces y no importaba el frío que hiciera, solamente queríamos estar afuera y conseguir la mayor cantidad de caramelos posibles.

Jamás creí volver a ver algo parecido, ni mucho menos que mis hijos puedan disfrutar de esto, de la sensación de disfrazarse y salir a las calles para pedir dulces. Alcé mi vista cuando escuché la voz de mi hija, ella y Carl salieron de la casa de terror, sonreí al ver a mi hija acercarse a mí con una gran sonrisa. —¿Cómo les fue? —pregunté, apretando levemente su mejilla.

—Papá se ha asustado —dijo Max entre risas mirando a su padre con burla.

Reí al ver a Carl con las mejillas rojas, avergonzado ante la confesión de nuestra hija. Mi esposo cargó a nuestra hija y dejó un beso ruidoso sobre su mejilla. —La valiente fue Max, me estaba muriendo de miedo allí dentro pero esta niña me salvó de todo —habló Carl, haciendo reír a nuestra pequeña mientras se aferraba más a los brazos de su padre.

Mi esposo bajó a nuestra niña y mi sonrisa se agrandó al verla con su disfraz, se veía preciosa disfrazada de princesa con ese vestido rosa y esa pequeña tiara que adornaba su cabello rojo. Max estaba emocionada por su disfraz que al instante que se lo puso salió de la casa para que todo el mundo la viera.

—¿Glenn y Maddie? ¿R.J y Jude?—preguntó mi esposo al no ver a nuestros niños conmingo.

—Aren se llevo a Glenn a ver los animales junto a mi mamá y Coco. Maddie está con Vik y Alden, la llevaron junto a Adam a los juegos para pequeños. Y Judith fue con los demás niños a pedir dulces, R.J está con Daryl, fueron al juego de manzanas —hablé provocando que mi esposo se tranquilizara al saber que los niños están a salvo.

Los aplausos resonaron por todo el lugar y nos acercamos hacia donde provenían encontrándonos a Pamela Milton, la gobernadora de Commonwealth, lanzando dulces al aire y repartiendo algodones de azúcar. Ella indicó que el concurso de disfraces comenzaría y de inmediato los niños se pusieron en una fila frente a la tarima. Solo concursaban los niños mayores, por lo que mis pequeños Glenn y Maddie no pudieron participar, una pena porque sus disfraces eran los mejores. Glenn era una pequeña calabaza y Maddie era una fresa, y Adam no se quedó atrás pues el pequeño era un motociclista.

Max se había llevado el segundo lugar y el primero fue una niña que iba disfrazada de los soldados. Original pero mi hija se veía preciosa en su vestido.

Después de aquel concurso llevamos a los niños a la mini granja que había en la feria. Max y Judy alimentaban a los pollitos mientras Carl se encontraba con Glenn acariciando a los conejos, Maddie estaba en mis brazos y trataba de inclinarse para agarrar a los animales.

— Hola, familia. ¿Cómo andamos? —sonreí al escuchar la voz de Vik a mis espaldas.

—¡Tío Vik! —mi hija corrió hacia los brazos de mi amigo, él la recibió gustoso con un fuerte abrazo.

Carl llegó a mi lado y me abrazó por detrás. —Ten cuidado, Maxi —musitó, para que no tirara a Vik.

El ojiverde apenas comenzó a caminar con la prótesis que le habían dado en el hospital. Es raro tener un hospital, empleos, dinero, fiestas y todo lo que teníamos antes de que el mundo se derrumbara. Solo con la diferencia de que ya no soy una niña, ahora soy una adulta con tres hijos y felizmente casada.

Como una familia normal.

—Es bueno verlos por aquí —dije con una sonrisa mirando a Alden y al pequeño Adam en sus brazos.

Alden me sonrió. —Es un buen lugar para criar niños y para vivir. Es una nueva oportunidad.

¿Nueva oportunidad? Tal vez tenga razón.

Los meses han pasado más rápido de lo que me gustaría. Hace casi seis meses dejamos Alexandria para llegar a Commonwealth, esto por el trato que se hizo para que apoyaran la reconstrucción de Alexandria. Maggie no había aceptado el trato y por lo que sé, Oceanside tampoco lo haría. Realmente estos meses han sido de tranquilidad, aquí no debo de preocuparme si mis hijos van a comer o no, la preocupación y el estrés de que muchas vidas dependen de las decisiones que tomes, si los muros van a caer de nuevo o los caminantes entraran. Aquí es diferente, es obvio que extraño Alexandria y a toda la gente con la que crecí, pero mi mayor prioridad desde que soy madre son mis niños y mi familia.

Carl había entrado a la policía, al igual que mamá y Daryl. Si Rick estuviera aquí estoy segura que estaría sorprendido de que Carl haya seguido sus pasos. Alden y Vik trabajaban en una pastelería. Aren está en el proyecto de reconstrucción de Alexandria por lo que viaja constantemente allá y yo ayudo medio tiempo en el hospital.

Un tironeo en mi pantalón hizo que dejara la cena de lado para ver al pequeño que se encontraba de puntitas con los brazos alzados para que lo cargue. Tomé a Glenn entre brazos y él de inmediato rodeó mi cintura con sus piernas. Maddie estaba dormida en la habitación. Max, Gracie, R.J y Jude aún se encontraban haciendo tarea en la mesa y Coco estaba en el sofá jugando con sus juguetes. Me estiré un poco para sacar los vasos, Jude se puso de pie de inmediato y me ayudó a colocar todo sobre la mesa para que cenemos.

—Gracias, cariño —le agradecí y como respuesta recibí una cálida sonrisa de su parte —. Niños, hora de cenar —de inmediato todos recogieron los materiales escolares, se fueron a lavar las manos y se sentaron esperando el plato de su cena.

Serví las verduras en el plato y un trozo de carne a cada uno. Daryl había cazado a un ciervo ayer por la tarde y teníamos carne para al menos una semana. Dejé el plato frente a cada uno y sonreí cuando vi los ojitos brillosos de los niños al ver el gran pedazo de carne que tenían, en la sartén aún había unos cuantos trozos para mi esposo, para Daryl y mamá. Coco y Glenn solo comerían puré de papa con verduras hervidas. Y Maddie comerá cuando se despierte de su siesta.

Amaba pasar tiempo con mis niños, era la primera vez que podía criarlos sin la necesidad de dejarlos al cuidado de alguien más porque Carl y yo necesitábamos procurar la comunidad. Commonwealth me estaba dando la oportunidad de verlos crecer y la estaba aprovechando al máximo. Pero si soy sincera, es algo extraño tener esta tranquilidad. Cambié mi arma por una pala de cocina, algo irónico porque jamás creí estar en una situación así.

—¿Papá va a tardar? —la voz de Max hizo que pusiera toda mi atención a ella. Sus ojos tenían un brillo de esperanza y se me rompía el corazón al verla así. Por el trabajo, Carl en los últimos meses ha llegado tarde y se va temprano provocando que casi ya no vea a los niños.

Relamí mis labios, dejando los cubiertos sobre el plato. —Esperemos que no, cielo. El trabajo de papá es importante y hace todo lo posible para regresar temprano con nosotros —dije con la mirada fija en todos los niños que estaban atentos a la conversación.

Mi hija resopló, dejando el plato en la mesa y poniéndose de pie para abandonar la mesa y encerrarse en su habitación. Suspiré con cansancio, recargándome en el respaldo de la silla. Judith y Gracie me miraron con preocupación y ambos también se levantaron de la mesa para ir con Max.

R.J estaba confundido, se notaba en su mirada y noté que tenía la misma intención de levantarse de la mesa pero me negué de inmediato. — Termina de comer, enano. ¿O no quieres estar igual de grandote que tu hermano? —él rió y siguió comiendo.

Más tarde hablaría con las niñas.

12:00 a.m. marcaba el reloj y Carl aún no llega a casa. Los niños ya se encuentran dormidos y hace unas horas Eugene había venido por Coco y Carol me ayudaba a cuidar a R.J, Gracie y Judith. Me moría de sueño pero nunca puedo dormir hasta que Carl llegue a casa, lo cual lo hace muy desgastante porque en unas horas tengo que dejar a los niños a la escuela y él vuelve al trabajo.

Dejé el libro que estaba leyendo en la mesa e iba a apagar la luz de la lámpara para ya irme a dormir pero el sonido de la puerta abriéndose me lo impidió y a los pocos segundos mi esposo entró a la casa y al verme su semblante serio cambio por una gran sonrisa. Carl se acercó a mí, se inclinó para besarme con suavidad y se dejó caer a mi lado, recostando su cabeza en mi hombro. Respiraba con pesadez debido al cansancio, tomé su mano y él comenzó a dejar caricias en el dorso de la mía. 

—¿Cómo están los niños? —preguntó en murmuro.

—Los pequeños se la pasan jugando y apenas le entregaron calificaciones a Max, sacó buenas notas —musité y escuché una sonrisita de su parte —Carl... Deberías hablar con Max, que no estés tanto tiempo en casa comienza a afectarle.

Max siempre ha sido muy cercana a su padre y la distancia comienza a afectarle. En Alexandria, él se iba de expedición por semanas pero ahora es diferente, Carl está en casa pero los niños ya no lo ven y eso a Max le duele, Glenn y Maddie aún son pequeños y no entienden mucho la situación pero Max ya va a cumplir 8 en unos meses. No es porque Carl quiera ser un padre ausente, el trabajo es indispensable ahora donde vivimos y sin trabajo no hay dinero, y sin dinero no podemos comprar lo básico para el hogar. Es irónico porque jamás creí que volveríamos a pagar las cosas como antes de todo esto, desde comenzó el caos era saquear casas y guardar las cosas que vayas encontrando en el camino. Ahora, con el nuevo mundo que nos están ofreciendo, las cosas cambiaron y tratan de que sean como antes.

Mi esposo se separó levemente de mí y se pasó las manos por su rostro con frustración. —El trabajo me está matando, amor. Lo que más quiero es estar contigo y con nuestros hijos pero Sebastián es un dolor de cabeza, el idiota nos obligó a pasar por una horda de caminantes a recuperar dinero que había en una casa. Está loco... pero al menos me pagaron el doble —musitó, sacando unos fajos de billetes.

Rodé los ojos, poniendo mi mano en su nuca mientras enredaba suavemente mis dedos en su cabello. —Regresemos a Alexandria —dije sin pensar y él me miró con incredulidad —. No me malinterpretes, adoro las comodidades de este lugar y amo que los niños puedan tener un poquito de lo que nosotros tuvimos antes de esto, pero en Alexandria las cosas eran diferentes, estábamos más tranquilos y no te sobreexplotabas de trabajo.

Él asintió, inclinándose a besar mis labios. —Salir de aquí no va a ser fácil.

Tenía un mal presentimiento de todo esto y sé que no va a acabar bien.































────── (🪐) AUTOR'S NOTE

lo admito, no quiero que RoD dé fin 😞


diivolved ♡

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