O71 ▬ surrounded


🧬 RIDE OR DIE !
seventy—one; rodeados

—¿Cómo estás? —pregunté, sentándome a un lado de mi madre.

Ella hizo una mueca de disgusto, encogiéndose de hombros. —Al menos estoy viva.

Ladeé la cabeza al ver que se removía adolorida agarrando la parte baja de su abdomen. —Déjame ver —ella negó, tratando de cubrir con sus brazos y con una sonrisa sumamente falsa en su rostro —. No es pregunta, estoy diciendo que me dejes ver —mamá rodó los ojos y sin más remedio alzó su blusa dejando al descubierto su abdomen morado e inflamado.

—Estoy bien —musitó, tratando de bajar su blusa lo cual no permití que hiciera.

La miré con reproche y antes de decir algo ella señaló la herida de mi cuello. —No es nada, me rasguñé con una rama —contraataqué, maldita excusa más falsa.

—¡Nydia! —reclamó en un susurro para no llamar la atención de los demás, ladeó su cabeza entrecerrando los ojos. Me quedé en silencio sin saber que responder —Me imagino que la rama también te salpicó de sangre todo tu rostro, ¿no?

—Tienes razón, lo siento... Fue Alpha —hice una mueca de desagrado, tocando con las yemas de los dedos la sangre seca de la herida.

Mamá tenía una mirada de horror en los ojos. —Nydia, ella...

—Ella ya no hará nada en contra de nosotros —su expresión confundida me hizo soltar un suspiro pesado —. Está muerta.

Titubeó, tratando de encontrar las palabras para decirme, sin embargo, lo único que hizo fue cubrir su boca con su mano y mirarme con los ojos cristalinos. —¿Tú... ?

—Tenía que hacerlo —su semblante cambió a uno serio —. Es algo que yo debía hacer.

Antes de que mamá pudiera decir algo llegó Eugene sentándose junto a mí, justo enfrente de ella con una traste lleno de agua y un trapo húmedo. —¿Cómo te sientes? —preguntó, colocando aquel trapo en su frente.

—Genial —murmuró mamá relamiendo sus labios y soltando un suspiro.

Eugene dirigió su vista hacia mí. —¿Tú cómo te sientes?

—Cansada, nada fuera de lo normal.

Él vio mi herida del cuello pero no dijo nada al ver que no toqué el tema. —Puedo llevarlas a ver a Alex, cuando lo encontremos. 

Yo me mantuve en silencio cuando mi madre negó de inmediato. —Otro puede hacer eso. Debes irte —fruncí mi ceño cuando en la mirada de Eugene se notaba pánico —. Maldición, Eugene. Ya diles.

—Eugene... ¿decirnos qué?

Su silencio me ponía los pelos de punta hasta que asintió un poco desorientado y se puso de pie llamando la atención de todos en la habitación. —Disculpen, ¿me prestan atención, por favor? Tengo algo que confesar y un pedido para hacerles —suspiró, tomando el valor para decir lo que sea que tenga que decir —. He estado comunicándome con alguien de afuera, otra persona. Y arreglamos un horario para encontrarnos. 

Los murmullos comenzaban a hacerse notar por todos, mi vista buscó a mi esposo y al verlo me acerqué a él quién aún estaba procesando lo que Eugene había dicho, y para ser sincera, yo también estaba de esa manera, lo que dijo fue literalmente soltar una bomba. ¿Personas de afuera? ¿Reunirse? No podemos confiar en otras comunidades, no ahora en la situación en la que nos encontramos, acabamos de perder Hilltop y el Reino, somos vulnerables al solo tener Oceanside y Alexandria.

—¿Quién es?

—Se llama Stephanie y...

—Espera. ¿Es de otra comunidad?

Las preguntas inundaron a Eugene al punto que ya no sabía ni que responder, sé que sus intenciones son las mejores pero el riesgo es mayor.

 —Cuidado con Glenn —les dije a mis niños que jugaban con unas ramas cuando el gordito de mi hijo se acercó a pasitos chiquitos hacia ellos. Sí, Glenny comenzó a caminar hace un par de semanas atrás.

Judith era quién andaba detrás de Glenn con una sonrisa y cuidándolo de que no cayera de trasero.

Un beso en mi cabeza me hizo despegar la vista de los niños para mirar a mi esposo que ya se encontraba sentado a mi lado. Le di una pequeña sonrisa para volver a poner toda mi atención en los nenes que corrían por todos lados.

Me sobresalté un poco al sentir algo húmedo en mi rostro, volteé a ver a Carl que sostenía un pedazo de tela mojado mirándome con una pequeña sonrisa. —Aún tienes sangre —murmuró, volviendo a poner el trapo sobre mi mejilla haciendo un poco de presión para quitar las manchas.

—¿Por qué?

Él ladeó su cabeza con su mirada de confusión. —¿Por qué, qué?

—¿Por qué me ayudaste con lo del trato? —le cuestioné, cabizbaja.

Sus finos dedos se posicionaron en mi mentón, alzándolo para quedar a la altura de su rostro, sus hoyuelos se marcaban en sus mejillas por la sonrisa que me brindaba. Se acercó a depositar un casto beso sobre mis labios y se separó acariciando mi piel.

—No pienso dejarte sola —susurró en mis labios —¿Recuerdas lo que dijimos el día de nuestra boda? En las buenas y en las malas. Amor, jamás pasarás por algo sola mientras yo este aquí. Somos un equipo.

Enternecida, junté mi frente con la suya cerrando los ojos, disfrutando de su compañia. —No lo hubiera logrado sola. Me hubiera vuelto loca —ambos soltamos una risita —. Te amo, Carl.

Su sonrisa se agrandó, besando mis labios de manera corta. —Te amo más, Nyd.

Suspiré con pesadez, apoyando mi cabeza en la pared. Hace unas horas llegamos a un hospital a refugiarnos pues no podíamos estar todos en la misma cabaña, nos encontrarían fácilmente. Bostecé, me estaba durmiendo, una hora atrás cambié el turno de vigilancia a Lydia al ver que se encontraba cansada, lo admito, yo también estoy muerta del cansancio pero ella es una niña, debe dormir o no aguantara lo que probablemente venga, y para ser sincera creo que tampoco yo. 

Sentí unas manos en mi cintura y la cálidez de mi esposo rodear mi cuerpo. Carl apoyó su mentón sobre mi hombro, dejando un par de besos en mi cuello. —Deberías ir a dormir —murmuró en mi oído, acariciando mis brazos.

Negué levemente, abrazando con más fuerza sus brazos. —No puedo. Sé que va a pasar algo malo, y Carl... Va a ser mi culpa por haber matado a Alpha —giré sobre mis talones, quedando frente a él.

Su mirada pérdida chocó con la mía. —¿Te arrepientes?

—No, claro que no. Mató a nuestra familia, nos lastimó demasiado, pero sé lo que Beta es capaz de hacer y odio el presentimiento de que algo mala pasará. Espero estar equivocada.

Hace años que no salía sola al bosque, la última vez que lo hice tenía quince años, después de la muerte de papá y Glenn. Recuerdo que salir al bosque era lo que me hacía no pensar tanto en esa noche en la que ellos se habían ido. El tiempo pasaba pero aún dolía su ausencia.

Unos pasos detrás de mí me hicieron dejar de pensar en eso. Saqué mi cuchillo lista para re-matar al caminante pero mi sorpresa fue al ver a mi pequeña Judith allí cortando el cráneo del errante. Me acerqué a ella con rápidez, tomando sus mejillas para revisar cualquier rastro de herida. —¿Qué haces aquí?

—Estoy bien, Nyd.

—¿Con quién estás?—pregunté con preocupación.

—Con nadie.

Hice una mueca de desaprobación. —Anda, volvamos —tomé su mano, comenzando a caminar pero ella se zafó al instante.

Jud negó. —Por favor, no. Quiero quedarme.

—Cariño, es peligroso.

—Le dejé una nota a Carl. Lo juro, no hay problema —trató de defenderse pero no podía dejarla aquí sola.

—Judy, vamos por favor.

Volvió a negar. —Odio estar ahí. Huele a pis de gato... Además, quiero aprender lo que haces tú. A mantenerlos a salvo. Por si pasa algo.

Me puse de cuclillas, tomando sus mejillas con suavidad. —¿En qué momento creciste tanto? —me pregunté con nostalgia.

Lancé mi cuchillo al ver un susurrador siguiéndonos, la persona cayó de espaldas y aproveché eso para correr donde se encontraba. Se quitó la máscara dejando ver a una mujer con uno de mis cuchillos enterrado en su hombro, ella desfundó una navaja, apuntándome con ella. —Arrójalo —ordené, apuntando una flecha a su cráneo con el arco que Diana me había prestado.

—Lo haré si me quitas esto. No puedo morir así. No es natural.

—Suelta el cuchillo, y lo pensaré —ella ni lo pensó y lanzó el arma lejos de ella —¿Dónde está tu gente?

—Unas millas al este. Van hacia el oceáno.

Ladeé mi cabeza al saber que se dirgien hacia Oceanside.

—¿Están con la horda? —asintió —¿Eres una exploradora?

Su respiración comenzaba a hacerse pesada. —Lo era —murmuró como pudo —. Me fui por mi cuenta.

—¿Por qué?

—No tenía opción. Quiero a esa gente, pero él es... No podía quedarme ahí. 

Agarré con más fuerza el arco. —¿Él es qué?

—Perdió la cabeza. Luego de lo que le hicieron a ella. ¿Me quitas esto? —suplicó.

Hice caso omiso a su petición. —¿Él sabe dónde estamos? 

—No lo sé. Pero seguirá viniendo por ustedes. Se llevaron demasiado —estiré más la cuerda del arco, con la intención de soltar la flecha —. No, por favor. Después quiero ser caminante.

Solté la cuerda y la flecha salió disparada directamente a su cráneo, matándola al instante. Me acerqué al cuerpo para quitarle la máscara, la flecha y los cuchillos. Judith miraba con lástima a la mujer. —Iba a morir. Mejor que fuera rápido.

—¿Vamos a dejarla? —preguntó atónita.

Asentí, dándome vuelta para irnos.

—Tal vez tiene familia —susurró, cabizbaja.

Me acerqué nuevamente a mi pequeña, acariciando su cabello con delicadez. —Mira cielo, tenemos que irnos, si están a unos kilómetros, podríamos ver algo.

El resto del camino nos la pasamos en silencio, Judith iba un par de metros adelante de mí. Sabía que se sentía mal por aquella mujer pero no podemos darnos el lujo de enterrar a todos, el mundo cambió, el mundo me hizo cambiar.

Judy se paró en seco, haciéndome detenerme. —No puedo creer que la hayamos abandonado. En una zanja —se dió la vuelta y hubo una pequeña parte de mí que se arripintió de haber hecho eso enfrente de mi pequeña —¿Y si tú estuvieras perdido y nadie pudiera encontrarte? o R.J, Carl o mamá...

—¿Por qué piensas tanto en esto, Jud?

Ella cerró sus ojitos por unos segundos. —Solo quiero que volvamos a estar todos juntos de nuevo. En casa. Eso es todo.

—Carl le habló por radio a tu mamá para avisarle que aún no regrese, para que este a salvo.

—¿Le respondió? —negué levemente, su semblante cambió totalmente y su voz comenzaba a entre cortarse. —No importa. Hablé con ella después del incendio. Y me preocupa. Tal vez nunca regrese.

—¿Qué dijo?

—Fue a ayudar a unas personas que conoció, que la necesitaban. No quería decirte.

—¿Por qué cariño?

—Porque tú y Carl también podrían irse —alzó su rostro dejando ver las lágrimas que salían de sus ojos.

Mi corazón se estrujó al verla así. —No nos iremos —susurré, limpiando las lágrimas que recorrían sus mejillas.

—¿Lo prometes?

Un suspiro salió de mis labios. —No puedo, cielo.

—¿Por qué?

—Porque no puedo mentirte. No sé qué sucederá. Y nadie puede decirte lo contrario... Solo sé una cosa. Allá hay mucha gente que haría cualquier cosa por ti. Y, algún día, cuando seas grande, necesitarán que tú hagas lo que sea por ellos. Tienes mucha familia —me agaché a su altura para mirarla mejor —. Nada puede reemplazar a alguien que tú amas. Pero eso no significa que todo lo que venga vaya a romperte el corazón.

Ella me abrazó con fuerza. Nos tuvimos que separar cuando en el radio se comenzaron a escuchar voces. —Nydia, ¿dónde estás? —la voz preocupada de Daryl me llenó de pánico.

—En el bosque, Daryl ¿qué sucede?

Necesitamos... carro... Rodearon el...

—¡Daryl! ¡Se corta. No puedo escucharte!

¡Ayuda!

Judith y yo corriamos lo más rápido que podíamos, en el camino nos encontramos a Carol y Kelly. Tuvimos suerte que los caminantes aún no llegaban a rodear todo por completo así que entramos por la puerta trasera y de inmediato la aseguramos una vez que todos estábamos adentro.

Mis lágrimas se acumularon al ver a Carl y Max frente a mí, ellos al verme corrieron hacia donde estaba para rodearme en sus brazos. Mi esposo se separó de mí para abrazar a su hermana y unirla al abrazo que Maxi y yo teníamos, el ojiazul nos abrazó a las tres con fuerza. —Me tenían tan preocupado.

—Estamos bien, eso es lo importante —musité, volviendo a abrazarlo.

Todos comenzamos a caminar por un par de minutos hasta que nos reunimos con los demás. Lo primero que hice fue buscar a mi hijo y al ver que se encontraba dormido en una de las habitaciones entré con él. Gabriel era quién decía las instrucciones de que debíamos hacer, podía escucharlo desde la habitación pero no podía prestarle atención, mi vista estaba fija en la ventana y en la gran horda que ya había rodeado todo el hospital. Estábamos atrapados y no sé cómo reaccionar ante esto. Mi mirada chocó con la de Beta, sus ojos no se desprendían de mí y sabía que estaba planeando en asesinarme, no me preocupo por mí, me preocupo por mi familia, por mis hijos, por mi esposo.

—¿Nydia? —la voz de Gabriel me hizo dejar de poner atención a la horda y acercarme a todos.

—¿Qué sucede? —pregunté, ganándome una mala mirada de muchos, mi mente está en otro lado.

—El auto se encuentra en el bosque, del otro lado de la horda... Algunos saldrán para ir por el y colocar las bocinas encima para ahuyentar a la horda. Nos hace falta gente, ¿irías?

Lo pensé un poco, pero al final acepté. Beta me busca, es mejor que me tenga de frente.




































────── (🪐) AUTOR'S NOTE

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diivolved ♡

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