O57 ▬ seven years later


🧬 RIDE OR DIE !
fifty—seven; siete años después

—¡Judith! —grité desesperada el nombre de la niña al darme cuenta de que ya no estaba junto a nosotros.

Mi madre, Aaron, Eugene, Laura, Judith y yo salimos para recolectar algunas medicinas en una farmacia cercana que el grupo de exploración de mi esposo había encontrada días atrás, pero nuestro plan se echó a perder cuando un grupo de caminantes de cruzó en nuestro camino.

—¡Jude! —grité de nuevo, comenzando a sentir el pánico recorrer mi cuerpo.

—¡Aquí estoy! —el grito de mi pequeña hizo que mis músculos dejaran de estar tensos y mi respiración volviera a regularse.

Corrí hacia ella una vez que se detuvo frente a mí. La abracé con fuerza. —¿Estás bien? —me separé de ella, tomando sus mejillas con delicadeza en busca de cualquier herida.

Antes de que pudiera responder unas voces nos interrumpieron. Coloqué a Judith detrás de mí para protegerla. —Los oí gritar. Necesitaban ayuda.

—Unos enfermos tomaron nuestra guarnición —dijo el único hombre de un grupo de 5 personas. —Le debemos la vida a la señorita Grimes.

Jude le quitó la cantinflora a Aaron para acercarse a la mujer con una herida en su cabeza. —Aún necesitan nuestra ayuda.

Hice una mueca al saber lo que ella tramaba. —Cariño, no podemos hacer eso y lo sabes.

—Pero...

Iba a reprochar pero el hombre la interrumpió al ver el venado que cargaba Eugene. —Oye. Hace mucho tiempo, incursioné en las artes culinarias... y, con un poco de ayuda, puedo convertir ese ciervo en un excelente osobuco.

—Estofado —corrigió Eugene —. Nosotros hacemos estofado. Más combustible para las masas.

—¿Son muchos más? —preguntó una mujer con tatuajes.

Nos quedamos en silencio, responder sería un gran riesgo, pero el silencio no fue opción cuando Judy habló. —Sí, muchos. Estamos rodeados de muros...

Todos dijimos su nombre para que guardara silencio, al final de cuenta es una niña. Mi atención se la llevó a un par de mujeres que se comunicaban con lengua de señas.

El gruñido de los caminantes hizo que me alertara. Junto a Eugene comenzamos a re-matar a los que se acercaban. Dios, es la primera vez que salgo después de un año... No recordaba que fuera tan pesado. —Vienen más en camino —murmuré con preocupación al ver a más de una docena de errantes venir hacia nosotros. —Debemos irnos.

—Necesitan comida, agua y medicamentos —suplicó Jud, mirando fijamente a Aaron y mamá. Ella al ver que ninguno de los dos decía nada agachó la mirada con algo de lástima —. Si ellos no vienen, yo tampoco.

¿Por qué los Grimes son tan tercos con las personas que se encuentran?

—¡Mami!  ¡Te extrañé! —Max vino corriendo hacia mí, emocionada de que haya regresado. Quería decirle que no se acercara mucho pero fue en vano pues ella ya se encontraba abrazándome

Sonreí, abrazándola con más fuerza y una vez que nos separamos, me incliné hacia ella para besar su frente por unos largos segundos. —Corre con tu hermano —susurré en su oído.

Ella asintió pero antes de correr sacó una de sus manos de su bolsillo para saludar a los extraños, después de eso salió corriendo hacia los brazos de Henry, quién me veía con preocupación.

Cerré los ojos con frustración al escuchar el relincheo de dos cabellos a mis espaldas. Ahora si que estamos en problemas. Giré sobre mis talones al escuchar las pisadas de Michonne y Carl detrás de mí, el último mencionado frunció su ceño al verme parada junto a ellos, sí, no sabía que salí de los muros. —¿Alguien quiere decirme qué es esto? —preguntó Michonne, con autoridad.

—Cuatro desconocidos. Todos desarmados. Una va a la enfermería.

Michonne caminó frente a ellos, revisando con la mirada que fuera cierto. Mientras Carl vino directo hacia mí, tomando mis mejillas para revisar que no tuviera ninguna herida, él al ver que todo estaba bien me envolvió en sus brazos con fuerza, una vez que nos separamos besó mis labios sutilmente.

La morena se detuvo con la mujer de los tatuajes, examinando que no tuviera alguna arma, por alguna extraña razón también desconfiaba que aquella mujer estuviera completamente limpia de armas.

—¿Todos desarmados? ¿Están seguros de eso?

—Afirmativo —contestó Eugene a la pregunta que mi esposo hizo —. Más desarmados que un niño. Más desarmados, imposible. Entregaron voluntariamente sus armas y se dejaron revisar.

—¿Y por qué están aquí?

—Fue mi decisión —dijo Aaron, sorprendiéndome.

Mich lo miró, entrecerrando sus ojos con resentimiento. —Eso no te corresponde.

Y aún por lo que sé, a Michonne tampoco. Carl es el líder, no ella.

Judith saltó a la defensiva de Aaron, diciendo la verdad. —Yo lo decidí... Necesitaban ayuda.

El ojiazul soltó un suspiro, acercándose a su hermana. —Judith... Sabes las reglas. Todos las saben.

—En fin, ahora ya están aquí... y una está muy malherida. Siddiq la está revisando... —me interrumpí al ver la mala mirada que Michonne me daba —Michonne, debemos decir su destino entre todos.

—Pronto oscurecerá. Mañana a primera hora, los llevaremos ante el Consejo y votaremos. 

—Bien. Pónganlos en confinamiento.

Dicho eso me di la vuelta para dirigirme hacia mis hijos.

Carl se acercó con nuestro hijo en brazos cuando él no dejaba de llorar. Lo colocó en mis brazos con delicadeza, sosteniendo su cabecita con sumo cuidado, comenzando a comer de mi pecho.

Sí, bueno, hace dos meses que el pequeño Glenn nació.

Sorpresa.

Carl y yo volvimos a la rutina de cambiar pañales y no dormir durante los primeros tres años. Realmente ya no es difícil para nosotros, nos acostumbramos con Maxi... Hablando de ella, al principio pensamos que estaría celosa al tener a un nuevo bebé en la casa pero reaccionó de una manera muy buena pues ahora Glenn es su hermanito menor y Henry es quién más cuida de ambos.

—No me gusta que salgas sin decirme, Nydia —la voz de mi esposo resonó por mis oídos, provocando que suspirara al saber lo que viene —. No puedo dejar que salgas cada vez que tú quieras.

—Carl, dos cosas... La primera: Realmente no necesitas vigilarme las 24 horas del día, sé cuidarme sola, no necesito un niñero. La segunda: confía en mí cada vez que salga.

Él suspiro. —Ese no es el problema, sé que puedes cuidarte sola pero no quiero que mueras. Aún tengo miedo de que salgas y no regreses conmigo, con los niños.

Una opresión en mi pecho apareció al imaginarme a mis hijos sin su mamá, y a Carl sin mí. Suspiré, tomando con mi mano libre la mejilla de mi esposo. —Estoy bien. Siempre regreso.

Carl iba a responder pero el llanto de nuestro hijo en mis brazos lo interrumpió. El ojiazul cargó a Glenny para acomodarlo sobre sus hombros, dando pequeñas palmaditas para sacarle el aire y así pueda dormir tranquilo sin riesgo de que se ahogue.

Sonreí, admirando a mi esposo con nuestro niño en sus brazos. Una de las cosas que más adoro es ver a Carl con nuestros hijos.

Miré con reproche a Judith quién se encontraba en la sala de consejo en vez de estar en sus clases. Ella me devolvió la mirada, suplicando que no lo sacase del lugar, sé que quiere estar cuando decidamos que hacer con los nuevos, pero no quiero que se lleve una decepción si el consejo dice que no.

—Como podrán ver por la concurrencia, hace mucho tiempo que no vemos rostros nuevos entre estos muros. Somos una comunidad justa de personas decentes... pero no somos blandos. Y hoy no será la excepción. Así que comencemos.

Terminó de decir Gabriel, mirando a mi esposo para darle la palabra. —¿Quién de ustedes es el líder?

—¿Qué te hace pensar que tenemos uno? —la mujer de tatuajes dijo de manera frívola, mirando de mala gana a mi hombre.

Vamos a tener serios problemas ella y yo si sigue viendo de esa forma a mi marido. Ella notó mi mirada y ahora no solo observaba a Carl con rencor, sino a mí también.

—¿Se conocían desde antes? —pregunté, apoyando mis brazos sobre la mesa.

El único hombre del grupo negó. —Al principio, era Magna y luego se sumó Yumiko —señaló a la de tatuajes que ahora sé su nombre e hizo un ademán señalando su cabeza dando a entender que Yumiko es la herida —. Después... vinieron Connie y Kelly y luego... yo y Bernie. —no me fue difícil entender que el último mencionado había muerto al ver sus rostros. —Ayer perdimos a Bernie... Hubo otros más, claro. Pero, como Bernie, no...

Los miré con lástima cuando las lágrimas comenzaron a salir acompañadas de pequeños sollozos. Nosotros también sabemos ese dolor de perder a gente importante.

—¿Quiénes eran antes? —preguntó Aaron.

—¿Yo? ¿Antes de todo esto? Era profesor de música.

—Era mesera en un parador de camiones.

Connie habló con señas y Kelly, quién supongo que es su hermana, relató lo que dijo. —Dice que era periodista. Pero está siendo modesta. Expuso a un grupo de políticos depravados y los puso tras las rejas —mencionó con orgullo.

—¿Y tú? —le cuestioné con curiosidad.

—Iba a la secundaria. Me preocupada por tonterías que me parecían el fin del mundo.

Los de consejo nos miramos entre sí, hasta que Gabriel hizo la siguiente pregunta. —¿Y quiénes son ahora?

—Una luchadora —musitó Magna.

Connie comenzó a hacer las señas hacia su hermana. —Dice que es mi ángel de la guarda. Pero en realidad es al revés.

Luke pareció pensarlo por unos segundos más. —Supongo que aún soy profesor de música. La educación nunca se termina. Ni siquiera frente a los monstruos y el caos.

—¿Qué hicieron para sobrevivir?

"Lo que hiciera falta. Todo lo que hiciera falta." "Nunca rendirse" "Crecí". Esas fueron algunas de sus respuestas. 

Carl colocó su mano encima de la mía, apretando suavemente. —Si eso es todo. Votemos.

—Yo tengo una pregunta —Michonne miró a Carl en busca de aprobación, mi esposo asintió y de inmediato la morena se puso de pie. —Como comunidad... queremos ser buenos. Queremos ser generosos. Queremos ser caritativos. Pero, como sabemos... una decisión como la que estamos por tomar puede costarnos caro.

Caminó directo hacia Magna. La de tatuajes mantuvo la cabeza en alto, fulminando con la mirada a Mich. —¿Me muestras tu mano izquierda?

Magna apartó la mirada con nerviosismo, esto no pasó de largo para todos. —Michonne, ¿qué estás haciendo?

Ante la pregunta de Aaron, tomó con fuerza la mano de la castaña quitando el guante que llevaba puesto. —¿Eso te lo hiciste cuando trabajabas de mesera? —preguntó irónicamente.

—Vete al demonio.

Carl y yo nos levantamos de nuestro asiento para caminar hacia Michonne. —¿Qué es? —cuestionó mi esposo al ver los tatuajes en su mano.

—¿Quieres contarles?

—Michonne, si sabes algo...

—Es un tatuaje de prisión... Los cuatro puntos son los muros. El del medio eres tú, la convicta. Fue una condena larga —el lugar no tardó en llenarse de murmullos ante lo dicho por la morena. Para mí eran simples tatuajes.

Carl lamió sus labios, frunciendo la nariz con frustración ante el comportamiento de ella. Desde que Rick murió su actitud cambió, se volvió mas frívola, más directa, y ya no le importaba si lastimaba a las personas con sus palabras. —Que haya estado en la cárcel...

—Tengo una explicación.

—¿Quieres contarnos la verdad?

—Michonne —musitó mi esposo, mirándola fijamente.

Ella hizo caso omiso ante el llamado del ojiazul. —¿No tienes nada que esconder?

—Nada.

—Deja el cuchillo sobre la mesa —ordenó.

Todos nos miramos confundidos cuando Magna desabrochó su cinturón, quitando la argolla dejando ver un cuchillo pequeño ahí. Y de nuevo los murmullos volvieron a resonar por toda la sala acompañados de malas miradas hacia la castaña. —Yo no olvido. Y sé que ustedes tampoco. Así que adelante, voten.

Dicho eso Michonne salió sumamente molesta del lugar. Miré a Carl quién agarraba el puente de su nariz, tratando de no perder la cordura ante la actitud de la morena. A pesar de las votaciones, Carl es quién tiene la última palabra.

Glenn tiene una bomba en su pañal —escuché decir a mi hija, tapando su nariz con sus dedos para no oler el pañal de su hermanito.

—Bueno, para nuestra suerte papá va a cambiarlo —mencioné con burla, mirando a Carl que se encontraba descansando en el sofá.

Él al escuchar mis palabras se puso de pie con rendición, cargando al pequeño ojiazul, yendo escaleras arriba para cambiar su pañal.

La puerta de la casa se abrió, dejando ver a Henry. —Hola, mamá. Hola, pequitas —dejó un beso en las mejillas de ambas, para sentarse a un lado de Max.

—¿A dónde andabas, Henry? Son casi las diez de la noche —murmuré con preocupación.

—Seguro estaba besándose con Sarah —dice mi hija, haciendo sonidos de besos.

—¡No! ¡Qué asco, Max!

—¡Maxine! ¿Dónde aprendiste eso? —le pregunté confundida.

—Con el tío Vik —responde con simpleza, siguiendo el juego con sus muñecas.

Negué con una pequeña sonrisa en mis labios. Debería decirle a Vik que deje de perturbar la mente de mi hija.

—Este pequeñín ya está limpio. Libre de esa peste mortal —la voz de mi esposo sonó a mis espaldas y en pocos segundos ya se encontraba sentando junto a mí con nuestro hijo en brazos. —Hola, Henry —Carl le sonríe a nuestro hijo mayor.

—Hola, papá —el rubio le devuelve la sonrisa, mirándolo con rapidez para seguir jugando con Max.

Maxi se acercó a su hermanito, entregándole un pequeño carrito de juguete. Glenn apenas comenzaba a agarrar los juguetes y su hermana se encargaba de jugar con él, al igual que Henry quién es un gran hermano mayor. Max y él pasan la mayoría del tiempo juntos, ya sea jugando en casa con los juguetes, Henry leyéndole libros o corriendo por las calles junto a Judy, Gracie y R.J.





















────── (🪐) AUTOR'S NOTE

solo diré una cosa... Nydia mamá luchona en este y los próximos actos será >>>>>>

datazo: el nombre completo del bebé es Glenn Ronald Ford Grimes 😿

icon de Chandler y Phoebe 💗


diivolved 

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