O47 ▬ the end


🧬 RIDE OR DIE !
forty—seven; el final

—Rosita debería aprender a decirte "no" —dice Michonne, mirándome con algo de incredulidad para después mirar a mamá con los ojos entrecerrados como forma de advertencia.

Y tal vez se pregunten, ¿cuál es la razón por la que Michonne está apunto de asesinarme y asesinar a mi madre? Simple... Pues ahora me encuentro en donde se supone que los Salvadores deben encontrarse para ser un último intento de acabar con esto, de ponerle un fin.

Y bueno, Michonne no es la única que quiere ahorcarme, prácticamente todos me regañaron y es entendible, hace algunas semanas una bomba explotó a lado mío por lo que obviamente salí herida pero ya me siento mejor, ya estoy perfecta... mentira, aún me duelen las costillas.

Pude venir con la condición de quedarme alejada del peligro, en pocas palabras, que me quede sin hacer nada, solo estar en el auto para vigilar el perímetro y pues no me quedó de otra que aceptar el trato.

—Yo digo que la solución más efectiva es amarrar a Nydia a una silla, piénsenlo, no se movería y estaría fuera del peligro —habló Vik, apoyando su brazo en mi hombro mientras revolvía mi cabello.

—Empiezo a creer que esa es una buena opción —murmura Carl entre dientes con algo de molestia.

Si... digamos que no le agradó mucho la idea de que viniera, pero qué puede hacer si ya sabe como soy de insistente.

Iba a reprocharle a mi chico pero me vi interrumpida cuando Rick se nos acercó. —¿Recuerdan lo que tienen que hacer?

Los cuatro asentimos al mismo tiempo.

—Cuando ellos aparezcan corran directo a los autos... Tengan —nos tendió una radio —. Manténganla encendida por si sucede cualquier emergencia.

Tomé la radio y la guardé en mi mochila. —Gracias, Rick.

Los cuatro fuimos a abrazar a nuestros padres para despedirnos, no, para decirles que regresen a salvo pues nosotros los esperamos.

Seguimos caminando por algunos minutos más hasta que los silbidos comenzaron a escucharse por todo el lugar y esa fue la señal para que corramos hacia los vehículos como Rick lo había indicado. Carl tomó mi mano para correr en sincronía y no dejarme atrás, una de mis manos estaba entrelazada con la de mi novio, mientras que la otra estaba sujetando la culata del arma. Corrimos un par de metros y en cuestión de segundos ya nos encontrábamos adentro del auto tratando de regular nuestras respiraciones.

Eché mi cuerpo hacia atrás, recargando mi espalda en el asiento mientras cerraba los ojos y respiraba con dificultad por la rapidez en la que corrimos, además de la adrenalina que corría en nuestro cuerpo en estos momentos.

Carl sujetó mi mano cuando en la radio comenzaban a sonar los disparos y los quejidos de las personas. Sabía lo que el ojiazul trataba de hacer y lo agradecía así que me dediqué a tratar de controlar mi respiración y a disfrutar las suaves caricias del tacto de Carl.

Honestamente todo está yendo bien y eso me aterra, pero hay una sensación de tranquilidad en mi pecho al saber que este día podría ser la última vez que estaremos a cargo de los Salvadores.

Enid y Vik se encontraban en los asientos traseros, mientras que Carl estaba en el del piloto y yo al lado. Mi par de amigos ojiverdes estaban pálidos por el susto que nos hemos llevado.

—Listo, renuncio, no vuelvo a correr así en mi vida. De verdad, algún día me voy a morir mientras corro... Mi condición física es como la de un koala, en pocas palabras, soy muy flojo, creo que se ha hecho ver pero el punto es que en mi vida vuelvo a correr como si se tratara de un maratón. Pensándolo bien, siempre digo lo mismo y termino corriendo, esas son puras mentiras —dice Vik, echando su cabeza hacia atrás mientras resopla con cansancio.

Sonreí con ternura al ver a Vik cerrando sus ojos a la vez que sacaba la lengua como perrito y sus mejillas coloradas lo hacía ver más tierno. Al final Vik es como un niño de cuatro años que siempre quiere jugar y descubrir todo de todo.

—Linda —miré a mi chico al escuchar el bonito apodo por el que me llamó —. Sabes que todo va a salir bien, ¿verdad?

Mis labios se fruncieron levemente al igual que mi entrecejo, indicando que no estaba tan segura. —Realmente espero eso... Ya estoy cansada de todo, es demasiado agotador tratar de sobrevivir así. Tengo esperanzas de que hoy se acabe todo. Aunque también tengo miedo.

La mano de Carl se dirigió a mi muslo y comenzó a acariciarlo al ver que me ponía tensa por los disparos que se escuchaban a través de la radio. —Todo saldrá bien —su sonrisa me reconfortaba y traté de sonreírle de vuelta pero salió una mueca de preocupación.

Él sabía que eso no se podía saber, pero ambos teníamos fé de que así fuera.

—Hey —el ojiazul tomó mis mejillas entre sus manos con demasiada delicadeza, las tomaba como si en algún momento se fueran a romper y eso me estremecía —. Bonita, vamos a estar bien. Todos saldremos de aquí y podremos vivir en tranquilidad como siempre lo hemos deseado... Cariño, ya pasamos por mucho, sé que este es el fin de algo, pero el inicio de una nueva vida.

Me acerqué a él, juntando nuestros labios en un lindo beso. Al separarnos juntamos nuestras frentes aún con los ojos cerrados disfrutando de la compañía del otro.

—¿Van a seguir fingiendo que no estamos aquí o van a seguir de cursis? —la pregunta retórica del Dixon nos obligó a separarnos.

—¡Vikram! —exclamó Enid con molestia —Deja de interrumpir su lindo momento.

—Bueno, pues ya besense pero no tanto que lloro por lo solo que estoy.

En los últimos minutos solo se ha escuchado por la radio los malditos disparos y los gritos de personas desesperadas pidiendo ayuda.

Cubrí mi rostro con mis manos, tratando de que el bonito de mi novio no vea mi preocupación y desesperación, aunque ya era demasiado obvia.

—No deberíamos estar aquí sin hacer nada —marmullé con notable molestia mientras pegaba levemente el volante del auto con mi mano por el nerviosismo.

—Pues si, pero ya sabes cómo son nuestros padres. Ni modo, ni que hacerle —dice Vik, apoyando su cabeza en el respaldo del asiento.

Apagué el radio con brusquedad y abrí la puerta del carro. —¡A la mierda! —susurré, bajando del vehículo.

—¡Nydia! —ignoré el grito de Carl y comencé a correr.

¿Por qué debo de ser tan terca?

Abrí mis ojos con sorpresa al ver como los Salvadores se encontraban arrodillados aceptando su rendición y con las armas en el suelo.

Miré a mi chico con una sonrisa de alivio y corrí a abrazarlo, enrollando mis piernas en su cintura mientras él me abrazaba por la esplada, escondiendo su rostro en mi cuello. Nos separamos del abrazo y Carl estampó sus labios con los míos aún estando yo aferrada a él como garrapata. —Te dije que todo iba a salir bien —murmuró en mis labios, dejando un pequeño besito en la punta de mi nariz.

—Lamento interrumpir —se acercó Vik y al principio pensé que iba a hacer alguno de sus chistes pero al ver su pálido rostro y la mueca de preocupación plasmada en él supimos que iba a decir algo serio —¿Dónde están Rick y Negan?

La sonrisa que tenía en mis labios se desvaneció. Bajé mis piernas de la cintura del ojiazul y comencé a buscar con la vista a ambos hombres faltantes y al darme cuenta de que lo que decía Vik era cierto todos corrimos hacia arriba en el pequeño monte que se formaba allí y detrás de este se encontraba una llanura.

Nos quedamos atónitos al ver a Negan en el suelo sosteniendo su cuello con sus manos para evitar que salga más sangre y a Rick con un trozo de vidrio en su mano manchada de aquel líquido rojo.

—Sálvalo —miró a Siddiq ante aquella órden que había dado.

—¡No! ¡Rick! ¡No! —quería correr hacia ellos para evitar que lo hiciera pero los brazos de Carl aferrándose a mi cuerpo me lo impidió —. ¡No, por favor! ¡Mató a mi papá! ¡Mató a Glenn! ¡Ellos te salvaron, Rick! ¡No puede vivir!

A este punto lo único que se escuchaban eran los quejidos moribundos de Negan y los gritos de Maggie y los míos suplicando que no lo salvara.

Mis piernas fallaron haciendo que cayera al suelo junto a Carl que me sostenía entre sus brazos y no me soltaba. El llanto fue incrementando al seguir escuchando los gritos desgarradores de Maggie.

—¡No se termina hasta que él esté muerto!

Entré a la enfermería dónde se encontraba Negan. Michonne lo sostenía del cuello, justamente en la herida, Rick hablaba y Carl estaba recargado en la pared con sus brazos cruzados escuchando la conversación. Yo no podía poner atención a las palabras que decía el Grimes.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas y sentir la impotencia de que Negan seguía vivo, Rick le dió una segunda oportunidad de vivir, a él le perdonaron la vida mientras que a mi padre y a Glenn no. Eso me hacía enojar.

El sonido de aquel bate con púas impactar en el frío suelo tiñendo de ese color rojizo el trozo de madera y las rocas no salía de mi mente.

Mi mandíbula se tensó y mis manos comenzaban a temblar pero tenía demasiado claro lo que tenía que hacer y no podía arrepentirme. El hecho de que fue alguien a quién quise muchísimo en el pasado no va a detener que lo asesine.

Llevé mi mano a mi cinturón dónde se encontraba mi navaja en su funda, la saqué de allí y la apreté con fuerza al punto en el que mis nudillos se tornaron blancos. A pasos lentos me acerqué al cuerpo de Negan y sin que los Grimes se lo esperarán incrusté el filo en el abdomen de aquel asesino.

Rick me empujó haciendo que cayera al suelo. —¡Carl, saca a Nydia de aquí! —gritó y el ojiazul al instante me tomó entre sus brazos y me cargó hasta la salida de la enfermería.

—Nydia, tienes que relajarte —dijo Rick, sentándose en la orilla de la cama.

Lo miré con incredulidad. —Quiero que respondas con sinceridad... ¿Por qué lo dejaste vivir? ¿Por qué decidiste eso después de todo lo que hizo?

Suspiró, recargando sus manos en sus rodillas. —Por Glenn.

Tomé una bocanada de aire, intentando no perder la cabeza. —Rick... Te respeto, te admiro y te quiero. Y no solo por ser el padre del chico al que amo. Te admiro por ser un gran líder que ve por el bien de su gente. Y mi papá pensaba lo mismo... —sentí el nudo en mi garganta y mi pie comenzó a chocar constante en el suelo con nerviosismo —. La decisión que tomaste no fue la correcta, y tú lo sabes... Esa era decisión de todas las comunidades porqué todas han sido afectadas por Negan.

Él mantenía la cabeza agachada y la mirada pérdida en el piso. —Lo hice por él.

—Si realmente lo hubieras hecho por él, Negan ya estaría muerto... Créeme que si tú hubieses muerto esa noche en su lugar, Glenn no hubiera dudado en matarlo. Y mi padre tampoco.

Antes de que dijera algo salí de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Apoyé mi espalda en la madera y tapé mi boca evitando soltar el sollozo que contenía.

—Cariño, tranquila —la suave voz de Carl resonó en mis oídos provocando un escalofrío en mi espalda haciendo que me aferrara más a él.

Las últimas horas he estado abrazada a mi chico, desahogándome en sus brazos. —Bonita, tienes que tranquilizarte un poco, te vas a enfermar y no quiero eso —con sus cálidas manos tomó mis mejillas y comenzó a acariciarlas con delicadeza a la vez que limpiaba mis lágrimas con sus pulgares.

Sorbí mi nariz y me separé de sus brazos para apoyar mis manos en la cama y mi cabeza en su pecho. —¿Por qué a ellos? ¿Por qué a nosotros? —sollocé con fuerza, sintiendo como mis lágrimas volvían a salir —Él no merece estar vivo, él no merece que le perdonen la vida —la mano de mi novio viajó a mi espalda, frotándola levemente en forma de consuelo.

—Hey, linda. Te entiendo, realmente lo hago, sabes que ellos también eran mi familia y los quería como a nadie... Y también sabes que me duele muchísimo su ausencia y la forma en la que murieron pero ellos no podrán estar en paz si nosotros no estamos tranquilos. Créeme que esto fue difícil, y será difícil... Mi papá tomó esa decisión porqué la vio correcta, aunque tal vez no lo sea, pero sé que le dolió dejarlo vivir  —murmuró entre dientes y su voz comenzó a quebrarse.

—No sé cómo me tienes tanta paciencia y no me haz dejado sola.

—Por qué te amo, y no pienso dejarte sola en estos momentos ni en la vida —la calidez con lo que dijo eso me enterneció haciendo que en mi garganta se formara un nudo.

—Te adoro, Carl. Te amo demasiado —juntamos nuestras frentes y cerramos nuestros ojos disfrutando de nuestro contacto.

—Créeme que nunca estarás sola mientras viva. Nydia, te amo.

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