O35 ▬ please let me go
🧬 RIDE OR DIE !
thirty—five; por favor déjame ir
—Nydia —giré sobre mis talones al escuchar la voz de Carl.
Tragué en seco y volví a dar la vuelta para seguir colocando los tubos para escalar el muro. —Tengo que ir a verlas. Tengo que ir a ver a Maggie, a Sasha y a Enid. No sé nada de ellas, y me estoy preocupando.
—¿Irás caminando hasta Hilltop? —preguntó con incredulidad.
—No tengo de otra, Carl.
—Pero queda lejos —murmuró con preocupación.
Comencé a subir los primeros cinco tubos que había puesto. —Estaré bien.
—Quizás —mencionó no tan seguro.
Lo miré con el ceño fruncido. —Estaré bien —aseguré —. Tengo mejor puntería que tú —me arrepentí enseguida al haber dicho ese estúpido comentario al ver como el ojiazul bajaba la mirada —. No quise decir eso. Lo siento.
—Voy a dejar de tratar de salvarte.
—¿Eso pasó en la armería? ¿Trataste de salvarme?
—Sí —respondió enseguida.
Resoplé y me detuve a mitad del muro. —Volvimos enteros. Seguimos aquí.
—No hablo de eso.
Volví a mirarlo. —Tengo que ir.
Él no dijo nada más, simplemente se dio la vuelta mientras negaba con la cabeza.
Con facilidad llegué al otro lado y comencé a caminar hacia Hilltop. Será un viaje largo y probablemente me lleve todo un día pero de verdad tengo que llegar. Enid había decidido mudarse temporalmente con su madre, y antes de irse dijo que me hablaría por el radio para avisarme que se encontraba bien y que todo iba en orden, pero han pasado más de tres días sin recibir su llamado y la preocupación comenzaba a consumirme.
Ir hasta Hilltop sería la única opción para sacarme de dudas y aclarar todos esos malos pensamientos. Mi mente comenzaba a jugar sucio creando escenarios que no eran verdad.
Maneobraba para no caerme de la bicicleta. ¿Han oído la frase de "lo que se aprende nunca se olvida"? Pues es mentira, andar en bicicleta era más difícil de lo que recordaba, pero era la única opción para no cansarme demasiado y ahorrar energía.
Claramente vi la bicicleta tirada a un lado de la carretera y fue lo primero que se me vino a la mente.
Esto me recordaba a los paseos que solía dar en Central Park en verano. Eran buenos tiempos... Antes de todos los problemas que surgieron en casa.
Me detuve y bajé del vehículo al ver sangre fresca en el suelo. Dejé caer la bicicleta al escuchar los jadeos de un caminante, saqué mi cuchillo e iba a acercarme al muerto, pero solté un gritito cuando un auto atropelló al caminante y chocó contra unos tubos, el carro retrocedió cuando el putrefacto se puso de pie y volvió a chocar, esta vez en un poste.
Caminé con cautela hacia el auto y apresuré el paso al ver aquel sombrero de Woody sobresalir del parabrisas. —¿Qué haces aquí? —le pregunté cuando bajó la ventanilla por completo.
Carl sonrió de lado. —Salí a dar una vuelta.
—Cada día me sorprendes más, Woody.
—¡Hey! Ya no me dijiste Woody barato. Es un gran avance —rió mientras se recargaba en el volante.
—No hagas que me arrepienta.
Él negó con una sonrisa. —Cállate y sube al auto. Ya casi anochecerá.
—Deberías regresar.
—No dejaré que pases la noche sola, Nyd.
Un vuelco inundó todo mi estómago al estar en la "protección" de Carl. —Aguarda un segundo —mencioné y me acerqué al caminante para clavar el filo del cuchillo en su cráneo no tan blando —. Sólo le sacaste el relleno —dije con asco al ver todas las tripas regadas por toda la cajuela del carro
Su sonrisa se amplió dejando ver un pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda. —¿Vas a entrar o me obligaras a cargarte?
Rodeé el auto por enfrente y abrí la puerta del copiloto para entrar al vehículo. —Gracias, Carl.
La luz tenue de la luna iluminaba levemente el cielo nocturno. La luna nueva y las estrellas iluminaban el bosque, ambos nos encontrábamos acostados en el techo del auto mirando las estrellas.
Nuestros brazos se rozaban y nuestras respiraciones iban en sincronía. Volteé a verlo al sentir su mirada sobre mí. —¿Ocurre algo?
Relamió sus labios y se acomodó de lado, recargando su codo en el techo y apoyando su cabeza en la palma de su mano. —Tengo que decirlo... —fruncí el ceño al verlo tan inquieto —¿Por qué Negan te conoce?
Suspiré.
Sabía que en algún momento lo iban a preguntar y no podía evadir la pregunta. —Creo que tenía cinco años cuando él llegó a casa. Mi padre trabajaba en una empresa junto a su esposa; Lucille. Ahí empezó todo.
—¿Lucille cómo... ?
—Como el bate —afirmé mientras me sentaba —. Por cuestiones de trabajo ellos viajaban a Nueva York constantemente y la amistad de ellos con mis padres se fortalecía más, al igual que mi relación con ellos. Navidades, cumpleaños, acción de gracias, vacaciones... Todo lo hacíamos juntos. Ellos y mis padres eran mejores amigos... Diablos, de verdad lo quería como un tío, y en cierta parte, cuando lo nombraron por primera vez en Hilltop tenía esperanzas de que fuera él y poder estar a su lado de nuevo... Lo último que supe era que Lucy había enfermado.
Terminé de relatar y vi de reojo a Carl que se miraba algo molesto.
—No quise decir nada por miedo. Ya sabes, Alexandria me odiaría, Maggie me odiaría, mamá me odiaría, Rick me odiaría, tú me odiarías.
—Oye... No te odiaríamos, ni te odio ahora que sé la verdad. Papá tenía esa inquietud del por qué Negan tiene ese trato contigo, pero no quería molestarte con eso. Te está dando tu espacio pues sabe que esto te está afectando demasiado. Nunca desconfiamos de ti, ni lo haremos, Nydia, me importa tu pasado, claro que me importa, pero importa aun más tu presente y tu futuro. Nyd, eres mi familia.
El ojiazul me sonrió y colocó su mano sobre la mía, apretándola levemente, acariciando y trazando pequeños círculos en el dorso de esta con su pulgar. Miré nuestras manos con una pequeña sonrisita para después alzar mi vista y encontrarme con la potente mirada azul de Carl, él me sonrió. Sentí el calor subir a mis mejillas cuando se acercó para dejar un casto beso en la comisura de mis labios.
—Buenas noches, bonita —susurró y de un brinco bajó del techo.
Observé el cielo por última vez y suspiré rendida. Me estaba enamorando de Carl Grimes y no podía evitarlo.
10:18 a.m. marcaba el reloj de mi muñeca. Aproximadamente llevábamos dos horas caminando sin decir ninguna palabra, pues ambos nos manteníamos encerrados en nuestro mundo y en cada extremo de la carretera.
—¿Lamentas haberlo visto? —el ojiazul preguntó de la nada tomándome por sorpresa.
Fruncí mi entrecejo pensando por unos segundos. —A veces.
—Yo no. Decidí mirar. Las dos veces. No aparté la vista.
—¿Por qué?
Él se quedó en silencio para pensar las palabras adecuadas. —Porque, cuando estaba pasando, supe que debía recordarlo. Así cuando se presentara la oportunidad de matarlo, no tendría alternativa.
—Yo también lo mataría.
Carl me miró con incredulidad.
—Es horrible... pero tiene que ser así. Y la mayoría del tiempo me arrepiento de haber visto eso, pero ambos se despidieron de mí y... —agarré con más fuerza los tirantes de mi mochila —... supe que tenía que estar ahí, que tenía que mirar —parpadeé con rapidez para no soltar alguna lágrima —. Haces cosas por las personas que quieres.
—No es por ellos —murmuró con la mirada baja —. Perdón por querer encerrarte en la armería.
—No hay problema —dije mientras apresuraba el paso —. Date prisa, debemos llegar temprano.
Empecé a caminar con prisa y sin darme cuenta me había adelantado unos cuantos metros, dejando a Carl atrás.
Mordía mi labio con fuerza para evitar lloriquear, aunque era inevitable que mi vista se cristalizara recordando los momentos lindos que había pasado con ellos, para después recordar la noche.
Saqué la radio de mi mochila, esperando cualquier llamado de Enid diciendo que están bien, o al menos informarme que está pasando. No quería preocuparme tanto aunque nunca funcionaría. Tengo que estar para Maggie como ella estuvo para mí.
—Nydia. Detente.
Me di la vuelta para verlo y me confundí al ver una gran sonrisa en sus labios mientras miraba el césped. —¿Qué encontraste?
Él se hizo a un lado dejando ver una mochila con dos pares de patines.
—¿Sabes patinar? —me preguntó a la vez que se quitaba sus botas para colocarse el par de patines.
Ladeé levemente la cabeza y me senté en el suelo con rendición para quitarme mis tenis. —Si nos llega a salir algún caminante, te juro que te golpeo por convencerme a hacer esto.
—Pero no te convencí —frunció el ceño con una sonrisa.
—Da igual. Tú encontraste esto, así que si me rompo un brazo será tu culpa —alcé ambas cejas con burla.
Carl se puso de pie y me ayudó a levantarme para evitar que cayera de trasero. —Gracias —le agradecí con una leve sonrisa.
Comencé a patinar con algo de temor, pues hace años que no andaba en ruedas. Mi vista se fijaba en el suelo para evitar que cualquier piedra o abertura en la carretera que provocara mi caída, pero era en vano, cayendo se aprende. Eso decía papá.
Nueva York. El parque de Riverside. Verano.
Estar patinando me recordaba a las salidas con mi familia. Los helados que se derretían por el insoportable calor, las risas de mi hermano, las caídas y los raspones que me llevaba. Eran buenos recuerdos que no quería olvidar pero empezaba a hacerlo.
Sonreí cuando Carl patinó más rápido hasta alcanzarme, provocando que casi se caiga de cara al suelo. Agarré su brazo y lo inspeccioné con la mirada tratando de buscar alguna herida. —¿Estás bien?
Me mostró su linda sonrisa y entrelazó nuestras manos.
Ambos patinábamos en sincronía con nuestras manos unidas y nuestras risas resonando la carretera. Dos adolescentes disfrutando de la compañía del otro.
Porque solo estoy creciendo después de todo... Cuándo las estaciones cambien, ¿Carl se quedará junto a mí?
Carl, no sé que me hiciste pero no dejes de hacerlo.
—Ven, linda —el ojiazul le dio un pequeño tirón a mi mano indicando que era hora de entrar al bosque.
Patiné hasta la orilla de la carretera y me senté en el piso para quitarme los patines. —¿Te ayudo? —le pregunté al ver como batallaba para desamarrar la agujeta.
Él se sonrojó. —Sí. Por favor.
Desamarré la agujeta con facilidad, e hice un moño para terminar de amarrar mi zapato.
Me puse de pie a esperar a Carl. Una vez que se colocó sus botas nos adentramos al bosque para llegar a Hilltop y me sentí aliviada al estar a unos metros de la comunidad. Pero esa tranquilidad se desvaneció al ver camiones de Salvadores enfrente de las puertas y a Simón liderando las cargas. Esa tranquilidad se esfumó y se convirtió en preocupación.
Últimamente me preocupo por todo.
—No creo que Negan esté aquí. No veo la camioneta negra.
Bajé la mirada con tristeza. —No saliste a dar una vuelta. No viniste a buscarme...
—No puedo dejar que se salgan con la suya. Sabes que no puedo.
—Lo sé.
Hicimos contacto visual. —Ven conmigo —eso me tomó por sorpresa, no pude reaccionar al tacto que Grimes tuvo al agarrar mis manos con delicadeza. —Tú también quieres matarlo. Podemos hacerlo.
—Es lo que quiero, Carl, pero también quiero que estés a salvo —relamí mis labios al sentir el nudo presente —. Si todo sale bien... y lo logras... ¿cómo escaparás?
—No tendrá importancia —murmuró en un susurro.
—Para mí, sí...
Carl me miró con tristeza y apretó el agarre de nuestras manos.
—Ya perdí mucho por Negan. No puedo dejar que tú seas el próximo en morir en sus manos. No puedo. No me hagas eso —supliqué con mi voz levemente entrecortada y mis lágrimas a punto de caer.
Juntó su frente con la mía, cerrando los ojos para disfrutar del momento. Se separó levemente para dejar un tierno y delicado beso en mi frente, llevó sus manos a mis brazos, acariciándolos con delicadeza. Su mirada azulada chocó con la mía mientras se acercaba un poco más, nuestras narices rozaban entre ellas y nuestro aliento comenzaba a mezclarse. Sus labios rozaron con los míos hasta unirlos completamente.
Sus labios tan suaves y con un fino sabor a chocolate en ellos. Simplemente adictivos.
Las "mariposas" comenzaron a hacerse presentes, una sensación demasiado linda pero rara a la vez. Mis piernas comenzaron a flaquear al sentir una de las manos de Carl rodear mi cintura.
No soy la mejor con las palabras, mis actos demuestran más, ahora, Carl sabe cuanto lo aprecio y cuanto lo necesito.
Nos separamos para recuperar el aire, sentí el sonrojo en mis mejillas y esa sensación de querer estar siempre con él. En ese momento sólo éramos Carl y Nydia, ambos chicos explorando nuestros sentimientos.
Y caí de nuevo a la realidad al escuchar las voces de los Salvadores. —No vayas, por favor.
—Voy a ir casa.
—Mientes —susurré.
Él negó, manteniendo su mirada fija en los camiones.
—Te quiero tanto, Carl, por favor...
Tomó mi mejilla con delicadeza y me sonrió de una manera que hacía tranquilizarme. —Déjame ir.
Fruncí mis labios. —No deberías ir. Pero no puedo detenerte, así que iré contigo.
Grimes pareció pensarlo por unos segundos, negó al pensar lo peligroso que es y las posibles consecuencias. —Nydia, no.
—Quieres matarlo. Yo también... No dejaré que lo hagas solo. Carl, entiende que iré o moriré contigo, sin importar qué.
Sin perder tiempo, volvimos a unir nuestros labios en un beso más largo y un poco más desesperado, beso que no deja de ser sentimental para ambos.
—No te separes de mí, bonita —susurró en mis labios cuando nos separamos.
—Te quiero, Carl.
—Te quiero más, Nydia.
────── (🪐) AUTOR'S NOTE
mis nenes después de 35 capítulos se besaron, chao estoy sentimental 😭
yo:
diivolved ♡
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