O29 ▬ i missed you
🧬 RIDE OR DIE !
twenty—nine; te extrañé
Los tres nos miramos entre sí al estar enfrente de la puerta de Vikram. Era algo cierto que Enid y Carl mantenían una relación más cercana al ojiverde desde que se apartó de todos, se apartó de mí. Vikram se alejó completamente de mí y lo extrañaba, extrañaba a mi amigo, extrañaba que me hiciera reír y extrañaba sus abrazos.
Suspiré y me giré a ver a mis amigos. —¿Podemos venir otro día? —pregunté en un susurro, con los nervios al tope. Era como si nunca hubiera tenido una amistad con él y dolía.
Ellos negaron y Carl fue el primero en tocar la puerta.
—"No entrar" está escrito en la puerta, ciegos —su voz se escuchó del otro lado de la puerta.
La puerta estaba decorada con stickers de las tortugas ninja y Street Fighter, y efectivamente, había un enorme letrero que decía ¡NO ENTRAR! con letras rojas.
A Carl le valió un pepino el letrero y volvió a tocar la puerta con más fuerza.
—¿Por qué no pueden dejarme en paz y simplemente irse? —preguntó con irritación.
Miré con súplica a mis amigos pero no les importó porque ambos comenzaron a golpear la puerta con más fuerza.
Escuchamos el suspiró con frustración que Vik soltó. —Cómo joden —masculló con molestia —¿Quién carajos eres? ¿por qué vienes a molestar? Si eres tú papá, ya sabes que puedes pasar. Si no eres mi papá, vete.
—Vik, soy Nydia —murmuré, apoyando mi frente en su puerta y cerrando los ojos tratando de que las lágrimas no salieran al saber que no me iba a abrir —. Enid y Carl vienen conmigo... Sabes, si quieres yo me puedo ir, pero deja que ellos te vean, por favor.
Esperé su respuesta pero no hubo nada.
—Traemos pizza y cómics nuevos —mencionó Enid.
La pizza era mentira. Eso era para chantajearlo, pero los cómics si son reales.
—Idiota, traigo tu cómic de los X-men —Carl golpeó con más fuerza la puerta y yo le di un golpe en su cabeza.
Demonios, ya no se deberían de juntar con mi papá. Carl, tan cariñoso con Vikram, como siempre.
Bufé, echando mi cabeza para atrás. Enid golpeó levemente mi mejilla.
—Pasen, brutos —habló después de unos minutos.
Su habitación era un desastre, si la mía está desordenada, la de él parece sacada de un capítulo de acumuladores compulsivos. Dejé de prestarle atención a la habitación cuando vi a Vik en una esquina, abrazando sus rodillas y con una gran cantidad de papeles a su alrededor.
—Vik... —murmuré mientras esquivaba la ropa y las revistas que yacían por todo el piso. Me puse de cuclillas una vez estando frente a él e intenté tomar su brazo pero se removió, haciendo que me quedara confundida.
Enid y Carl también se pusieron de cuclillas, haciendo que quedara en medio de ellos y que rodeáramos a Dixon. Los tres lo miramos con preocupación. Grimes fue el primero que se acercó al ojiverde y lo rodeó en sus brazos.
Fruncí mi entrecejo con preocupación cuando sus sollozos empezaron a oírse.
El Vikram que había conocido había muerto junto a Ron Anderson.
Hace algunas horas había hablado con Daryl, él cual me expresó toda la preocupación que sentía respecto a su hijo y ver así de vulnerable al arquero hizo estremecerme. Daryl Dixon no sabía que hacer para que el ojiverde vuelva a ser el de antes... Era obvio que no iba a volver a ser el mismo
Aún no sé que pasó esa noche con él. Sólo recuerdo haber visto a Maggie decirle que Ronny ya no estaba y cayó al suelo llorando. Era doloroso verlo en ese estado y más cuando toda la comunidad lo conocía como alguien alegre y extrovertido, era doloroso que el adolescente que siempre te hacía reír y te transmitía tanta alegría, ahora es todo lo contrario.
El grupo, mi familia, estábamos sumamente preocupados por el niño Dixon, pues él también es parte de la familia y no, no por solo ser hijo de Daryl, sino, por haberse ganado el cariño y la confianza de cada uno de nosotros. Vikram Dixon es parte del grupo y nadie podía negarlo. Vikram Dixon es un ángel.
Carl y Vikram se separaron de su confortable abrazo. Dixon dejó verse. Sus ojos estaban rojos y algo hinchados, su nariz estaba igual e incluso más roja que sus ojos, sus labios resecos y partidos que parecían que en cualquier momentos se caerían, su cabello estaba más largo y revoltoso y las grandes bolsas que adornaban abajo de sus ojos, además de las inmensas ojeras que se hacían presentes.
Su mirada se dirigió a mí y en cuestión de segundos sus ojos verdosos volvieron a cristalizarse.
No sabía el por qué de eso. Tal vez... fue mi culpa.
El ambiente no estaba tan tenso pero tampoco era muy cómodo, o al menos no para mí, pues Dixon no me dirigía la mirada ni mucho menos una palabra. ¿El karma? No lo sé.
Últimamente las cosas han ido de mal en peor, luego mejoran un poco para después irse de vuelta al carajo.
Enid y Carl estaban sentados en el suelo junto a Vik y yo me encontraba sentada en una silla en la esquina. Suspiré, escondiendo mi rostro con mis manos y me permití soltar algunos sollozos. No podía mantener la cordura de esa manera. —Vikram, ¿somos amigos o no lo somos? Es algo sencillo de responder... Te quiero y me preocupo por ti, pero al parecer tú no me quieres cerca de ti y la verdad ni yo sé por qué —me puse de pie —. Ya no puedo fingir que no me duele que nos hayamos distanciado —caminé hacia la puerta, dispuesta a irme de allí pues al parecer mi presencia no hacía gracia alguna. Le di una última mirada al ojiverde como despedida.
—Me recuerdas a él —la frágil voz de Vikram hizo que me detuviera —. Esa es la razón por la que me alejé de ti.
Mordí mi labio al escucharlo y me di la vuelta para caminar hacia él. Me coloqué de cuclillas una vez que estuve enfrente de él. —Lamento haberte presionado.
Él alzó la mano como forma de que no tenía importancia. —Lamento haberte alejado cuando solo te preocupabas por mí... Cuando te miro, de alguna forma, lo veo a él y yo... yo tenía que alejarme porque sabía que no era real y no me di cuenta que sólo me estaba haciendo daño —Enid lo abrazó por los hombros —. Tú eres como Arya Stark y yo soy como Bran. ¡Maldición soy patético! —gruñó con fastidio y apoyó su mentón en sus rodillas —Si tan solo no fuera un cobarde. Tal vez pude haberlos protegido, tal vez estarían con vida, él estaría aquí.
—No eres ningún cobarde, Vik —murmuró Enid.
Él asintió. —Lo soy. Esa noche solo me pude esconder en el baño mientras que los demás estaban allá afuera peleando por su hogar. Cuando Tara me encontró, yo estaba llorando en la tina. ¿Si no lo soy? Entonces, ¿qué soy? Ni siquiera puedo llevar el apellido Dixon con orgullo. No puedo mirar a Daryl a los ojos y llamarlo papá... Sé que tal vez está decepcionado de mí y me pregunto si se arrepintió que un tonto niño asustadizo lleve su apellido. Debería haberme quedado con el apellido de un niño huérfano.
—Eres alguien que tenía miedo y tenía el derecho de tenerlo... Era la primera vez que presenciabas algo así, era obvio que ibas a tener miedo. Y créeme, nadie piensa que eres cobarde. Todos te queremos y Daryl está orgulloso de ti, tal vez no lo demuestre pero si tiene sentimientos —acerqué mi mano levemente a la suya. Al principio, se sobresaltó pero se relajó al sentir mi tacto en su fría piel —. Te extrañé.
Él sonrió y se abalanzó a abrazarme haciendo que ambos cayéramos de espaldas al piso. Lo abracé más fuerte, casi apachurrándolo. —Yo también te extrañé.
—¿Dónde está el cajón de tus calzones? —el delicado grito de Carl retumbó por toda la habitación.
Después del momento conmovedor. Decidimos ayudar a nuestro amigo a recoger el chiquero que llamaba por habitación, pues apenas si se podía caminar por el lugar.
—Me sorprende las cosas que puedes guardar aquí —musitó Enid con una mueca de asco al sacar un sándwich podrido de abajo de su cama.
—¿Por qué tienes una araña muerta debajo de tu almohada? —miré al insecto muerto con confusión.
Él no pareció inmutarse lo cual hizo la situación más rara. —Oh, no sabía que eso estaba ahí. Pobre Witzy.
—Oye, Vik —el ojiverde miró a Carl —¿ya me dirás dónde está el cajón? No pienso pasearme por toda tu habitación con tu ropa interior en mi mano.
—Está ahí —señaló la puerta del armario indicando que estaba adentro de este.
Grimes abrió la puerta y una montaña de ropa cayó sobre él.
Hice una mueca del dolor al ver como una caja caía desde lo más alto del armario para después caer a la cabeza del chico. —¿Sigues vivo? —pregunté al ver como no se movía.
—¡Mataste a Carl! —Enid le reprochó a Vikram.
—Podemos arreglarlo —animó Carl desde el piso.
Falsa alarma. Está vivo.
Vikram frunció el ceño mientras agarraba su cabello con desesperación. —¡No puedes ni arreglarte el cabello! —exclamó con desesperación.
—Si me vuelves a molestar una vez más, le voy a decir a toda Alexandria que a tu osito le llamas Don Puchi Puchi —advirtió.
—Lamento haberte ofendido —se disculpó de inmediato con la cara roja como si fuera un tomate y volvió a lo que estaba haciendo.
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