O26 ▬ Hilltop
🧬 RIDE OR DIE !
twenty—six; Hilltop
Carl me dió codazo en mis costillas y me iba a quejar del dolor pero la mano del ojiazul cubriendo mi boca me lo impidió. —Hay alguien en la casa —susurró y abrí los ojos con temor.
Rick había dicho que habían capturado a un sujeto extraño y que estaba encerrado en el sótano... Pues al parecer ahora está adentro de la casa Grimes.
De inmediato me puse de pie y Carl y yo salimos a hurtadillas de la habitación para que no nos viera. Grimes puso su brazo enfrente de mi para que no me acercara y con su otra mano le apuntó al tipo que estaba sentado en las escaleras. —¿Qué diablos haces en nuestra casa? —preguntó con frialdad, ladeando la cabeza como Rick lo hace.
—Estoy sentado en los escalones mirando esta pintura, esperando a que tus padres se vistan —Carl frunció el ceño y me miró en busca de una respuesta pero yo estaba igual o más perdida que él. —. Hola, soy Jesús.
—Amén —murmuré extendiendo levemente mis brazos al cielo.
Rick y Michonne salieron de la habitación vistiéndose y no se tenía que explicar lo que había sucedido. —Nydia, Carl, hola —Rick nos saludó tratando de evitar el tema pero yo abrí la boca con sorpresa y Carl no sabía como reaccionar.
La puerta principal se escuchó y de un momento a otro en las escaleras ya estaban Daryl, Glenn, Maggie y mi papá, apuntándole a Jesús.
—Está bien —dijo Michonne para que bajaran las armas.
Nadie sabía cómo reaccionar a lo sucedido con Michonne y Rick. Pobrecito de Glenn, se quedó procesando mientras veía a ambos.
—Dijiste que teníamos que hablar. Hablemos —Rick habló mientras se ponía su camisa.
Agarré el puente de mi nariz. —No me pagan lo suficiente, es más, ni me pagan. Creo que empezaré a cobrarles por cuidar a tus hijos, Rick. Si, en plural porque Carl también está a mi cargo, no, espera, ya cierro la boca. Buenas noches —volví a entrar a la habitación de Carl y me acosté en la cama para seguir durmiendo.
—¿Cómo te escapaste? —preguntó Rick al tal Jesús.
—Un guardia solo no puede cubrir dos salidas ni un tercer piso. Uno puede desatar nudos, abrir cerraduras. La entropía surge del orden —respondió con simpleza.
—Nos salió ninja el Jesús —le murmuré a mi padre y él soltó una risita para después sisearme.
Miré a Carl quién veía con burla a su padre y a Michonne, haciendo que ambos adultos apartaran la vista del ojiazul sonrojados.
La voz de Jesús me hizo ponerle atención a la plática. —Revisé su arsenal. Hacía mucho tiempo que no veía nada igual. Están bien equipados, pero tienen pocas provisiones. Muy pocas para la cantidad que son. ¿54?
—Más —dijimos Maggie y yo al unísono.
Él nos miró pero cambió de tema. —Gracias por la galleta. Felicito al chef.
—Ella no está aquí —dijo Daryl con seriedad.
Jesús suspiró. —Empezamos con el pie izquierdo. Pero estamos del mismo lado: el de los vivos —eché mi cabeza hacia atrás y papá me dio un golpecito en la frente —. Tenían motivos para dejarme ahí... pero no lo hicieron. Vengo de un lugar muy parecido a este. Me dedico a buscar asentamientos para poder negociar. Me llevé el camión —miró a Rick y a Daryl —porque mi comunidad necesita cosas y ustedes parecen difíciles.
Chasqueé la lengua. —Para nada, nosotros somos una masita, ¿a que si? —miré a Glenn y él negó con una sonrisa mientras tomaba mi mano.
Bajé mi mirada a la mesa al recordar a Noah. Él hacía eso.
Suspiré y volví a mirar a Jesús. —Son buena gente. Y este es un buen lugar. Nuestras comunidades podrían ayudarse entre sí.
—¿Tienen comida? —cuestionó Glenn.
—Empezamos a criar ganado. Buscamos comida y cultivamos. Desde tomates hasta sorgo.
Rick lo miró aún con desconfianza. —¿Cómo podemos creerte?
—Se los demostraré. En auto, podemos ir a casa en un día, y podrán ver quiénes somos y qué podemos ofrecerles —sonrió.
Miré a Maggie con confusión. —Espera. Si vas buscando más asentamientos, ¿ya estás negociando con otros grupos?
Él amplió su sonrisa. —Su mundo se va a ampliar muchísimo.
—Vamos, ¡Todos arriba! —gritó papá, indicando que la caravana estaba lista.
Suspiré, cerrando la tercera garrafa de gasolina para entregarsela a Carl.
—¿Estás seguro? —preguntó Carl al ver que su padre estaba frente a nosotros.
—No. Pero si dice la verdad, podría ser el comienzo de todo —Judith echó sus bracitos hacia mí y Rick me pasó a la bebita.
Judy ama pasar tiempo conmigo y yo amo pasar tiempo con ella. Es tan tierna y linda que quiero guardarla para que nunca vea el mundo de allá afuera.
Alcé la vista cuando Rick empezó a hablar. —Iba a contarte lo de Michonne, pero se dio así. Se dio. Anoche —le murmuró a su hijo.
Carl sonrió. —Está bien.
—Y Nydia, lamento que hayas visto eso —se disculpó sumamente apenado.
Solté una risita. —No hay problema. Entiendo.
El señor Grimes asintió con una sonrisa. —Busquen sus cosas.
—Papá ya las puso —expliqué y seguí inflando mis mejillas para hacer reír a Judy.
—Gabriel cuidará a Judith mientras no estemos.
—No, yo no iré —masculló Carl.
Fruncí el ceño confundida. —¿Por qué?
Hizo una mueca. —Alguien debe quedarse para cuidar este lugar. Además, un niño con la cara estropeada no va a causar la mejor primera impresión —Rick y yo nos miramos con tristeza.
Dolía ver a Carl tan desanimado.
Me acerqué al ojiazul y dejé un casto beso en su mejilla. —Eres suficiente. Lo prometo.
El señor Grimes cargó a Judith para dejarla con Gabriel y yo le di una última sonrisa a Carl antes de subir al camión. El ojiazul me sonrió aún ruborizado y bajé la mirada algo apenada.
Glenn palmeó el asiento de su lado y cuando tomé asiento, lo primero que hizo fue abrazarme por los hombros y atraerme hacia él. Sonreí y me acurruqué en su pecho. El coreano comenzó a acariciar mi cabello.
—¡Esperen! —alguien gritó para que Daryl no cerrara la puerta.
Carl Grimes entró a la caravana con su maleta y su sombrero de Sheriff bien puesto.
Maggie me dio un empujón. —¿A ustedes también les gusta el café con las galletas de Carol? —cambié de tema para que dejaran de verme.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —papá miró a Glenn.
—Claro.
Me levanté del regazo de mi padre cuando se acomodó para acercarse a Glenn.
Y yo no me quería quedar con la duda así que me acerqué a ambos. —Cuando estabas vertiendo la leche... ¿era por qué querías hacer panqueques?
Fruncí el ceño confundida y miré a ambos adultos. —Hay niños presentes —murmuró Glenny al ver que Carl y yo estábamos de metiches.
—No importa. Después hablaremos de eso con ellos —el ojiazul y yo nos miramos confundidos —. Responde la pregunta.
—¿Sí? —respondió algo dudoso pero abrió la boca en forma de O cuando entendió lo que mi papá había dicho —Bueno. Sí. Era algo que habíamos hablado.
Cubrí mi boca al haber entendido a que se refería.
—¿Por qué? —preguntó el coreano.
—No, solo... Dada la precariedad de las cosas en esta vida que nos toca... me deja helado que tú o cualquiera tenga los cojones de elegir hacerlo.
—¡Papá! —lo regañé, golpeando suavemente su brazo.
Soltó una risita y Glenn volvió a hablar. —Estamos tratando de construir algo ella y yo. Y todos los demás.
—Para que conste, si veo que viene lluvia, uso botas. Dos pares —Glenn rió por lo bajo para no despertar a Maggie.
No me reí pues no había entendido.
La caravana se detuvo. —Rick, ¿qué pasa?
—Un accidente, ahí adelante. Parece que acaba de pasar —le respondió a Daryl.
Todos nos pusimos de pie y bajamos del camión cuando Jesús gritó que era su gente.
—Si esto es una trampa no terminará bien —Rick le apuntó a Jesús.
—Mi gente está en problemas. No... No tenemos muchos luchadores. Sé lo que parece, pero me arreglaré. ¿Me dan un arma? —preguntó con desesperación.
Daryl negó. —Hay huellas ahí.
Maggie se me acercó. —No te alejes de mí.
Asentí y caminé con mi arma en alto.
Carl me miró y me sonrió. Le sonreí de vuelta y suspiré cuando sentí mi estómago revolverse.
Había cuerpos descuartizados y mucha, mucha sangre.
—Tienen que estar ahí —murmuró Jesús al llegar a una especie de clínica.
—¿Vamos a entrar o qué? —le preguntó papá a Rick.
Él ladeó su cabeza.
Dixon estaba molesto. —¿Cómo sabemos que no son petardos en un cubo?
—No se sabe.
—Traeremos a los tuyos —dijo Rick y el castaño suspiró con tranquilidad —. Pero tú te quedas aquí con alguien de los nuestros.
Glenn no dudó ni un segundo en dirigirse a Maggie. —¿Te quedas? —él preguntó y la ojiverde asintió.
—Pulga, tú también te quedas —ordenó papá y acepté.
Rick también le ordenó a Carl que se quedara.
—Vayan. Pero tengan cuidado.
Grimes esposó a Jesús. —Si me oyen silbar, dispárenle —Rick nos miró.
—Eso haré —dijo Carl mientras alzaba su arma.
Miré a Maggie y susurré en su oído. —No me parece que sea un tipo malo.
Ella meneó la cabeza. —Pero tal vez lo sea.
Me encogí de hombros.
Jesús me miraba con el ceño levemente fruncido. —¿Cuál es tu nombre?
—No le hables —Carl quitó el seguro del arma.
—Nydia —le respondí, ignorando el hecho de que Carl estaba apunto de volarle la cabeza.
—¿Tú apellido?
—Ford, ¿por qué?
Él sacudió su cabeza. —Por nada.
—¡Mira papá! ¡Una vaquita! —jalé el brazo de mi padre y exclamé emocionada cuando las puertas de Hilltop se abrieron y lo primero que visualicé fue a uno de las habitantes con un becerro.
—Mira, un cerdito —Glenn señaló al animalito y di saltitos de alegría.
—¿Puedo adoptar uno? Jesús, ¿puedo quedarme con un cerdito o una vaquita? Por favor, ¿si? —Jesús negó con una sonrisa.
—En otra vida tendré un cerdito —exageré y Carl rió mientras ponía su mano en mi hombro.
—Puedo robar uno, si quieres. Sólo para ti —el ojiazul me sonrió.
¿Oyeron eso? Fue mi corazón teniendo un ataque.
No me importó que lo dijera de broma, en ese momento sentí cosas que se supone que no debería sentir por él.
¿Amor? No lo sé, ¿qué voy a saber del amor? crecí en un maldito apocalipsis. Ni siquiera sé como se siente estar enamorada, ni siquiera sé distinguir de unas "mariposas en el estómago" a un dolor de estómago normal.
¿Me estoy enamorando? No lo sé pero siento que lo estoy haciendo.
Y eso me daba miedo y se sentía ¿lindo? a la vez. Son demasiadas emociones que ni siquiera sé como explicarlas.
Si me preguntan como me siento al estar con Carl, en este momento diría como un libro, ¿por qué? cuando leo un buen libro hace que tenga varias emociones a la vez... Así me sentía cuando estaba con el ojiazul.
Entramos a la casa Barrington y me quedé mirando las grandes escaleras, y las pinturas que colgaban en la pared, además de los hermosos detalles de las paredes. Era enorme y demasiado linda.
Noah hubiera estado fascinado al ver la construcción...
—La mayoría de los cuartos son espacios para vivir. Incluso los que no eran dormitorios —comentó Jesús.
—¿Duermen en un museo? —él asintió —Genial —susurré para mí.
—¿La gente duerme aquí y en tráilers? —preguntó Rick.
—Tenemos planes para construir. Esperamos bebés —miré a los Rhee con una sonrisa.
El sonido de la puerta abriéndose nos obligó a voltear. —Jesús. Volviste —un hombre mayor y con traje salió de aquella habitación —. Y con invitados.
Jesús carraspeó. —Él es Gregory. Él es quien mantiene los trenes a horario acá.
—Soy el jefe —dijo con arrogancia y extendió sus brazos en forma de superioridad.
Me removí incómoda ante la presencia de Gregory.
—Soy Rick, tenemos una comunidad...
Grimes no pudo continuar ya que él lo había interrumpido. —¿Por qué no van a asearse?
—¿Disculpa? —cuestioné incrédula.
—Estamos bien. Gracias —respondió con amabilidad Rick, aunque, yo sé que por dentro ya lo está ahorcando.
Gregory ignoró a Rick. —Jesús les mostrará dónde pueden bañarse, y vuelvan luego cuando estén listos.
Todos seguimos al castaño hasta llegar al segundo piso donde se encontraba un baño.
Maggie fue la primera en bañarse ya que ella iba a hablar con Gregory.
La ojiverde salió y yo entré.
Quité la liga de mi cabello para dejarlo suelto y me miré al espejo. La cicatriz casi no se veía en mi mejilla izquierda, y me daba igual como se veía eso. Mis ojeras seguían resaltando en mi rostro y eso si que no me gustaba. Eso me recordaba a las malas noches que tenía en Nueva York por culpa de mis padres.
Abrí el grifo y mojé mi rostro para dejar de pensar en eso. Llevaba años que no pensaba en las peleas de ellos.
Me despojé de mi ropa y entré a la ducha.
Una de las cosas que más amaba era sentir la satisfacción del agua caliente recorrer mi cuerpo.
—Natalie, ¿No? —Gregory le preguntó a Maggie cuando entramos a la oficina.
Yo había entrado con ella pues no confiaba en Gregory y no quería dejarla sola.
—Maggie —corrigió la ojiverde.
El hombre ladeó la cabeza. —Bastante parecido.
—La verdad, no —respondí.
—Tú eres Nadia, ¿verdad? —me señaló.
—Nydia —corregí.
Ese si se era bastante parecido a mi nombre.
Gregory se puso de pie. —Las chicas no andan con vueltas. Me gusta.
Rasqué mi brazo con incomodidad.
Él nos dijo que nos sentáramos pero Maggie fue la única que se sentó en el sofá mientras yo fui directo a la librería.
—Sí, vine aquí una vez antes, cuando era museo. Algo de la Cámara de comercio —mi vista se dirigió a la pintura del hombre de armadura montando un caballo —. Me encanta ese cuadro. Nunca pensé que sería mío, pero aquí está. Como si todo el tiempo hubiera estado esperándome.
Recorrí con mi vista la inmensa cantidad de libros.
—Jesús me contó que su grupo salvó al doctor Carson. Los médicos son, obviamente, un lujo extraordinario, así que les agradezco por traerlo.
—Mi esposo lo salvó.
Glenn y su corazoncito de pollo.
—Le agradeceré en persona —respondió con simpleza.
Tomé un libro de historia y me giré a ver al par de adultos. —Este lugar, lo que tienen aquí, ¿ha estado desde el principio? —mencioné mientras me sentaba a un lado de Maggie.
Gregory asintió.
Maggie frunció los labios. —¿Cómo... ? ¿Cómo es que sobrevivieron aquí?
El viejo se encogió de hombros. —Estás preguntando cómo. Soy bueno en esto. Y no me quedo colgando en los detalles —murmuró con arrogancia.
Suspiré con pesadez.
Esto será más complicado de lo que creí.
—Donde viven, ¿es más lindo que Hilltop?
Ladeé la cabeza. —Es distinto.
—¿Cómo alimentan a todos? Jesús dijo que tenían tierra para plantar, pero no cultivan.
—Acabamos de empezar a plantar —expliqué.
Maggie solo me miraba con una sonrisa. Ella me había dicho que quería enseñarme lo que Deanna le había enseñado sobre liderar. Me ponía nerviosa y me emocionaba a la vez pensar que algún día llegue a ser líder de alguna comunidad, además, tengo tres grandes ejemplos; Rick, Maggie y papá.
Y de ellos tres he aprendido cosas distintas.
—Ethan, ¿Qué pasó con los demás? —Gregory le preguntó al hombre que había llegado —¿Dónde están Tim y Marsha?
—Muertos.
—¿Negan?
Me quedé helado al escuchar ese nombre. Negan... No. Él no podía ser.
—Teníamos un trato.
—Dijo que no era suficiente. ¿La carga estaba liviana? —respondió el otro hombre.
Una parte de mí se sentía con felicidad al saber que probablemente sea ese Negan, sea mi tío Negan.
Otra parte dice que no debería ilusionarme.
La mujer carraspeó. —Aún tienen a Craig.
—Dijeron que lo mantendrían vivo y nos lo devolverían... si te traía un mensaje —Ethan se acercó a Gregory.
—Cuéntame.
Él se acercó y se disculpó antes de apuñalarlo en el abdomen.
Rick separó a Ethan de Gregory mientras él gritaba que tenía que hacerlo.
Carl se me acercó y me puso detrás de él. —No te vayas de mi lado, ¿entendiste?
—Puedo cuidarme sola.
—Lo sé, pero no quiero que mates a alguien... no de nuevo —desfundó su cuchillo.
Papá tacleó al otro sujeto antes de que lastimara a Rick.
Me alarmé cuando el tipo ese comenzó a ahorcar a mi padre. Corrí hacia él, ignorando los gritos de Carl. Empujé al hombre y Daryl lo agarró para romperle el brazo. —¿Estás bien? —me agaché para revisar al pelirrojo.
Él asintió y se puso de pie.
El grito desgarrador de la mujer hizo que volteáramos a donde se encontraba Rick cubierto de sangre y Ethan yacía muerto en el suelo muerto por el corte de su garganta.
Aparte la vista de esa escena y miré a los habitantes de Hilltop, los cuales se encontraban aterrorizados.
—¿Qué? —preguntó Rick cuando todos lo veían con temor.
Un detalle que no contempló fue que tenía la mitad de su rostro lleno de la sangre del tipo.
—¡Ethan! —gritó el hombre del brazo roto —¡Lo mataste!
—Quiso matar a Gregory, y a mí.
La mujer golpeó a Rick y Michonne corrió a su defensa.
El doctor Carson llegó a auxiliar a Gregory. Maggie me llevó adentro y ya no supe que pasó allá afuera.
—¿Podrías pasarme el botiquín? —el doctor señaló el mueble donde se encontraba la pequeña maleta.
Tomé la mochilita y se la tendí. —¿Es muy grave?
Él negó. —Es algo profunda pero estará bien. Tiene suerte de que no se dañara ningún órgano importante.
Me recargué en la pared con mis brazos cruzados.
Tenía un mal presentimiento sobre Gregory, además, no podía dejar de pensar en Negan. Tal vez sea él. Cubrí mi rostro con mis manos y suspiré con pesadez. —Oye —el doctor me llamó y destapé mi rostro —¿Puedes ir a decirles que todo está bien?
Asentí y salí de la recámara.
Entré a la oficina donde estaban todo el grupo y Jesús. —El doctor Carson pudo suturar a Gregory. Está adolorido, pero vivo.
—¿Qué pasa ahora? —preguntó Michonne.
Me senté a un lado de Carl. El ojiazul apoyó su cabeza en mi hombro y cerró su ojo con cansancio, solté una risita cuando Carl me colocó su sombrero.
—Este tipo de cosas no pasa, pero está arreglado —Jesús se cruzó de brazos.
Rick caminó hacia él. —Oímos de un tal "Negan". Hace tiempo, Daryl y Abraham se toparon con sus hombres —fruncí el ceño confundida.
Ellos no me habían dicho nada.
—¿Quién es?
Jesús suspiró. —Negan es el jefe de un grupo de personas, los Salvadores. En cuanto montamos las murallas, aparecieron los Salvadores. Se reunieron con Gregory en nombre de su jefe. Con un montón de condiciones, más bien, amenazas —se corrigió —. Y mataron a uno de los nuestros. Rory. Tenía 16 años. Lo molieron a palos frente a nuestras narices. Dijeron que había que entender desde el principio —mordí mi labio con fuerza —. Gregory no es muy bueno para las confrontaciones. No es el líder de mi elección, pero ayudó a hacer de este lugar lo que es hoy y la gente lo quiere.
—Él hizo el trato —habló Maggie y él asintió.
—La mitad de todo —masculló —. Provisiones, cosecha, ganado, todo va a los Salvadores.
Carl levantó su cabeza de mi hombro y se acomodó mejor al darse cuenta de la seriedad de la situación. Miré al ojiazul con preocupación y él acarició mi mano.
—¿Qué obtienen ustedes a cambio? —cuestioné, temiendo a su respuesta.
—No atacan el lugar. No nos matan.
Daryl carraspeó. —¿Por qué no los matan?
El de barba negó. —La mayoría de los nuestros no saben cómo pelear, aunque tuviéramos municiones.
Rick ladeó la cabeza. —¿Cuántos son los que están con Negan?
Negan. Negan. Negan. Negan. No podía pensar en otra cosa que en la imagen de mi tío jugando conmigo. Es imposible que sea él.
Mi cabeza comenzó a doler, sobé mi sien y cerré los ojos por el dolor, pero los volví a abrir al escuchar la voz rasposa de Daryl. —Aparecen de la nada, matan a un niño, ¿y les dan la mitad de todo? Estos imbéciles tienen un cuento. El cuco no existe.
—¿Cómo lo sabes?
Papá habló por primera vez. —Hace unos meses los vencimos bastante rápido. Los dejamos hechos pedazos.
Dixon asintió. —Lo haremos. Si volvemos con tu amigo, matamos a Negan —conservé el aire en mis pulmones al escuchar otra vez su nombre y exhalé para intentar tranquilizarme —y derrotamos a sus secuaces, ¿tenemos un trato? Queremos comida, medicamentos, una vaca.
—Y un cerdito —dijo Glenn, regalándome una sonrisa.
Jesús miró a Rick para buscar su opinión pero el rizado se encogió de hombros. —Nosotros nunca hemos tenido problemas con la confrontación.
—Hablaré con Gregory.
Tenía un mal presentimiento sobre esto y sé que Carl también lo tenía al verme con una mueca de inseguridad.
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