O19 ▬ Noah, i'm sorry


🧬 RIDE OR DIE !
nineteen; Noah, lo siento

—Tómala —le tendí la pistola a Eugene.

Él negó.

—Tienes que protegerte —dije con obviedad.

—No si no voy.

Noah y yo rodamos los ojos.

Aiden, el hijo de Deanna, llegó a nuestro lado. —No podemos viajar tan lejos solo para traer algo que no es.

—Hay una docena de marcas. Todas tienen idéntico aspecto.

Me abalancé hacia él. —¡Vamos, Eugene. Papá me dio permiso sólo si tú vas! Algo ridículo por cierto, pero son las reglas, según ellos.

Él suspiró derrotado. —Está bien.

Sí, después de que lo estuve evitando por meses me digne a perdonarlo, bueno, sólo una parte, aún hay algo de rencor en mi pequeño ser, ¿qué? es un idiota pero estuve con él desde hace tres años y le tengo cierto cariño al loco mentiroso, además, él si me pidió perdón. Esto me recuerda a Carl, no está del todo perdonado pero ya puedo estar sola en la misma habitación con él por cinco minutos sin que me irrite o me incomode. ¿Logro? Claro que sí.

Eugene subió a la camioneta rendido.

—Cuídate, ¿sí? —me giré al escuchar la voz de Maggie.

Sonreí y la abracé. —Tendré cuidado —estaba tensa, más bien, preocupada —. Oye, cuidaré de Glenn, ¿está bien? —ella asintió y nos separamos.

—Cuídense —asentí y me subí a la parte de atrás de la camioneta junto a Glenn, Tara y Noah.

Tara golpeó levemente mi hombro e hizo un gesto con la cabeza señalando algo. Al ver lo que estaba señalando era Carl con Judith, Woody se despidió de mí con su mano y yo hice lo mismo.

Chambler me dio un empujón. —¿Qué hay con Carl?

—Nada... ¿Por qué siempre meten a Carl en conversaciones que nada que ver? —Tara alzó las manos en forma de rendimiento —Lo único real aquí es lo de Noah y Holly, ¿qué hay con ella, galán? Los ví atrás de la casa muy abrazaditos —dije con burla, subiendo y bajando mis cejas de manera graciosa.

Noah rodó los ojos con diversión. La bocina se prendió, haciendo sonar música bastante ruidosa para alejar a los caminantes. —¡Genial! Otro mix.

—Al menos los caminantes tienen música.

Tara cubrió su rostro con sus manos, escondiendo su sonrisa.

Me acosté en el regazo de Glenn. El coreano acariciaba mi cabello con las yemas de sus dedos. —Chinito, ¿sabes hacer trenzas?

Él frunció ligeramente el ceño. —Sí, bueno, algo así. Sólo le he hecho trenzas a Maggie.

Sonreí y tomé la mano de Glenn. —Haz una trenza. Así podrás practicar y te harás un experto en peinados.

Soltó una risita nasal y comenzó a entrelazar mi cabello.

Ya habíamos salido de Alexandria y el almacén quedaba algo lejos de la comunidad. Aiden y Nicholas venían con nosotros en la expedición, no es por ser mala pero ellos no tienen ni la mínima idea de lo que hay que hacer allá afuera, soy pequeña pero sé que no hay que colgar caminantes en los árboles como forma de ritual.

Abraham me terminó de criar y me sigue criando, antes pensaba que era muy duro respecto a como me enseñaba las cosas, ahora, le agradezco porque sé que debo y que no debo hacer afuera.

La música seguía sonando a todo volumen. —¿Vamos a tardar mucho?

Noah ladeó levemente su cabeza. —Mejor duérmete. Vamos a tardar.

—¿Es aquel? —pregunté, aún soñolienta, mirando la construcción que estaba frente a nosotros.

—Ese es el almacén —afirmó —. Esa puerta es la forma más rápida de entrar y salir.

Miré con confusión a Glenn. ¿Ellos sólo tenían una entrada? El coreano pareció captar mi mirada y habló: —Deberíamos ubicar todas las salidas por si algo sale mal.

—Ya tenemos una. No hace falta darle tantas vueltas —el tono arrogante en la voz de Nicholas me hacía enfadar.

—Nydia, cuidado —Tara señaló a un caminante.

Apunté mi arma, cerré uno de mis ojos y saqué la punta de la lengua en forma de concentración, jalé el gatillo y la bala impactó en su cabeza. El sonido del disparo no sonó por los silenciadores que traían las armas.

Aiden se sorprendió. —Qué buena puntería —halagó.

Monroe aceptó la propuesta de Glenn y nos dividimos por grupos: Tara y Eugene fueron por su lado, Aiden y Nicholas por otro, y Noah, Glenn y yo nos fuimos juntos.

Iba caminando en medio de Glenn y Noah. —Me asombró tu puntería.

—La práctica de tiro al blanco ayuda —dijo Noah, despeinando levemente la trenza hecha por Glenn.

Le di un pequeño manotazo para que dejara de hacerlo. —La semana pasada, estuve cerca de practicar con Carl... Ese demonio —fruncí el ceño.

Carl Grimes alias ladrón Grimes, me robó mis plumones de brillitos que Enid me había regalado.

—Y nosotros con Aiden —reímos.

Los jadeos de los caminantes se oyeron y enfrente de nosotros había un gran grupo de caminantes. —Sí... no saldremos por adelante, podemos morir, quedar fritos, ¡boom! —murmuré, haciendo un ademán de bomba con mi mano libre ya que con la otra traía mi arma.

Una reja era lo que nos separaba de ellos.

—Mierda —maldijo Glenn, dándose la vuelta y tomando mi hombro de manera protectora.

Llegamos con el resto del grupo, por cierto, ya éramos los únicos que faltaban.

Nicholas me veía mal y eso me irritaba. —¿Qué me ves? —pregunté de mala gana.

—No puedo creer que una niña haya venido con nosotros.

Fruncí el ceño. —¿Disculpa? Esta niña sabe sobrevivir más que tú. Y deja de mirarme así que me incomodas y pareces pedófilo. Mi papá y Rick están locos, matan personas —sonreí y tomé la mano de Glenn.

Mi amigo coreano rió cuando nos alejamos del rizado. —Se nota que Abraham te educó.

Solté una risita y me posicioné atrás de Tara, con mi arma en alto ya que íbamos a entrar al almacén que estaba oscuro por la falta de luz. Glenn golpeó la puerta por si había caminantes dentro. —Esperen un segundo más. Es un lugar grande.

Aiden habló: —Entremos. Hay que ser cautelosos.

Entramos con nuestras linternas y armas en alto. Noah me indicó que no me despegara de su lado y obedecí a su orden.

Al llegar a uno de los pasillos finales, algunos gemidos de los caminantes se comenzaron a oír. —Están atorados detrás de algo.

—¿Cómo lo sabes?

—No lo sé —respondió Glenn en un susurro —. Pero no están aquí.

Nos pusimos alerta y continuamos por el pasillo. Al llegar a la esquina, dimos la vuelta y me sobresalté cuando un caminante chocó con la reja que les impedía el paso. Y de la nada, los muertos comenzaron a amontonarse en el mismo lugar de la reja. —Tenemos que hacer esto rápido, antes de que eso caiga —miré con preocupación a mis acompañantes.

Tara y Eugene llegaron a donde estábamos. —Despejado —afirmó Chambler, después de revisar los otros pasillos.

—Sí que sabes lo que dices —Aiden se dirigió al asiático, mientras su mirada seguía en los caminantes de la reja.

—Estuvimos afuera mucho tiempo —dije, sin ni siquiera mirarlo.

Tara alumbró la cara de Eugene. —Te toca, genio.

Ellos se fueron a buscar las piezas necesarias para reparar los generadores y yo me fui con Noah y Glenn.

Iluminaba las cajas con la esperanza de poder entender lo que dice en las etiquetas pero era en vano. No soy Eugene y por eso mi cerebro no capta las palabras científicas.

Corrí hacia Noah cuando los disparos comenzaron a oírse, era Aiden tratando de re-matar a un caminante que estaba cubierto con un traje de militar o algo por el estilo. —Aiden, ¡detente!—gritó Glenn, alumbrando la granada que estaba en el pecho del errante.

Pero fue demasiado tarde porque una de las balas perforó la granada, haciéndola explotar y lanzándonos a todos a los estantes.

Sentí mi cuerpo chocar contra un estante y mi cabeza golpear el piso. No quedé inconsciente pero si bastante aturdida, el humo provocaba que tosiéramos. Cómo pude, me levanté del suelo y alumbré con la linterna a los demás.

—¡Oh, Dios... ! —susurré al ver que Aiden estaba en la pared con dos fierros atravesados en su pecho.

Nicholas estaba paralizado. —Está muerto.

Noah llegó a nuestro lado, y los jadeos de los caminantes se comenzaron a escuchar. —La jaula se abrió...

La voz de Eugene nos interrumpió. —¡Aquí!

Corrimos hacia él pero un estante no nos permitía el paso. —¿Respira? —pregunté con preocupación al ver que Tara estaba en el piso, sangrando a montones por el golpe de su cabeza. Eugene no me contesto —¡Maldita sea, Eugene! ¿Respira?

Porter titubeó. —No, no lo sé. Desde aquí no lo sé.

Un caminante entró al pasillo donde estaban ambos. —¡Un caminante! —exclamó con desesperación.

—Eugene, es tuyo, mátalo.

Levantó su arma con su mano temblorosa pero un caminante se abalanzó hacia él. —¡Eugene! —grité al ver que caía al piso con el muerto encima.

Glenn corrió a auxiliarlo y yo me metí entre las cajas con demasiada desesperación al ver como el caminante se abalanzaba hacia Tara. Disparé y el cuerpo del putrefacto cayó inerte.

El asiático señaló una oficina y nos ordenó a que fuéramos allí mientras él cargaba a Tara.

La situación era estresante... Acabábamos de perder a Aiden, Nicholas estaba en estado de shock y Tara estaba casi muerta. Fui a la esquina de la oficina y llevé mis manos a mi cabello, jalándolo suavemente para tratar de no perder la cordura.

A los pocos segundos llegó Glenn con la castaña en brazos. —¿Cómo está? —pregunta, mientras la deja en la mesa.

—Tiene traumatismo craneal grave y mucha hemorragia —explicó.

—¿Cómo lo detenemos?

—El botiquín iba en el bolso de Aiden. Se hizo añicos —Nicholas salió de su shock.

—Hay uno en la camioneta. Se está muriendo. Tenemos que llevarla ahí. ¡Ahora!

Asentimos y cuando Glenn iba a cargarla otra vez, los gritos de ayuda comenzaron a oírse.

Miramos por la ventana y para nuestra sorpresa, Aiden seguía vivo y estaba llamando la atención de los caminantes. —Mierda...

El rizado titubeó. —Lo revisé. Pensé...

Era increíble que Monroe siguiera con vida. —Tenemos que rescatarlo.

Glenn asintió. —Debemos ir tres, al menos.

—Cuatro —corregí y él frunció los labios —. Dos ayudan a sacarlo y los otros dos matan a los caminantes. Miren, iremos nosotros —señalé a Noah, Nicholas, Glenn y yo —y Eugene se quedará con Tara ya que él es el único que sabe como mantenerla con vida, y confío en que la protegerá —Porter asintió —¡Tenemos que hacerlo, ahora!

Nicholas negó. —Es mejor darle un disparo y salir de aquí.

—¿Propones abandonarlo?

—Entonces, ¡vayan y sálvenlo!

Me harté y tomé del cuello de la camisa al idiota. —Vamos a sacarlo de ahí porque es del equipo y no me hagas enojar más porque el próximo que te abandonará soy yo. Ahora, tú nos ayudarás a sacarlo, ¿entiendes?

—Nicholas, la bengala en los estantes. Yo distraeré a algunos y los demás serán cuerpo a cuerpo —Glenn nos miró —. Una, dos, tres —empujó la puerta y la bengala salió disparada a las cajas, haciendo que la mayoría de caminantes fuera hacia la luz que emitía esta.

Disparaba directo a las cabezas de los putrefactos y continuamos así hasta llegar con Aiden.

Nicholas y Glenn eran los encargados de tratar de sacar a Aiden y Noah y yo de revisar que la bengala siguiera viva y de matar a los caminantes que se nos acercaban.

Escuchar los gritos desgarradores de Aiden me hacían sentir escalofríos. Vamos Nydia. Tú puedes hacerlo, no es momento para un ataque. Regulé mi respiración y comencé a disparar a los muertos que comenzaban a llegar.

—Lo siento —murmuró Nicholas y salió corriendo.

Cobarde.

Los caminantes ya estaban sobre nosotros. Giré sobre mis talones y tomé la camisa del coreano, jalándolo. —Ya están aquí.

Los gritos de Monroe retumbaban por todo el lugar, combinados con los jadeos de los muertos y nuestros gritos llamando a Nicholas para que se detuviera.

—¡No podrás salir por ahí! —grité al darme cuenta que estábamos en la salida de enfrente.

Las municiones se nos habían acabado y los caminantes estaban prácticamente encima de nosotros. Noah jaló mi camisa y nos metimos a la puerta giratoria. Los tres estábamos en un espacio sumamente pequeño, tratando de detener la puerta para que no llegaran a nosotros y del otro lado estaba Nicholas haciendo lo mismo.

—Tenemos que irnos... Tenemos que irnos —murmuraba Nicholas entrando en pánico.

—Lo sé. Carajo, lo sé.

—Tiene que haber otro modo. Tiene que haber un modo.

La bocina del carro y la música se oyeron. Eugene estaba alejando a los caminantes de enfrente.

Eugene, en estos momentos te amo.

Los muertos de enfrente siguieron el sonido. —Necesito que sostengan la puerta entre los tres, ¿sí? Voy a romper el vidrio. Nosotros salimos, y tú empujas. Tomamos el rifle, y ya está. ¿De acuerdo? —el rizado asintió aún desorientado.

Glenn comenzó a golpear el vidrio con la culata del rifle. Extrañamente podría funcionar.

—¡No! ¡No, alto, es peligroso! —gritó Nicholas —. No se romperá.

—¡Nicholas! —lo llamé —Si lo hará. Sólo tenemos que detener la puerta.

Glenn volvió a golpear el cristal pero él comenzó a salir por un pequeño espacio, haciendo que la puerta giratoria comenzara a girar y llevarnos hacia los muertos.  —¡Nicholas! ¡No! ¡Nicholas, espera!

Los brazos de los caminantes estaban extendidos para agarrarnos. De repente, Noah cayó al suelo ya que los caminantes habían agarrado sus piernas. —¡No me suelten!

Yo estaba agarrando los brazos de Noah, Glenn prácticamente sostenía a ambos.

La fuerza de los caminantes era mayor que la mía o la de Glenn... Noah se me resbaló de mis brazos y los muertos lo arrastraron hacia ellos.

—¡Noah! ¡No! ¡Noah! —grité con lágrimas en mis ojos, golpeando el vidrio.

Me sobresalté cuando los caminantes pusieron a Noah en el cristal de enfrente. Glenn me agarró al ver que yo no reaccionaba... Los gritos de Noah comenzaron a oírse y la sangre chorreaba por su cuerpo... Los caminantes lo estaban devorando frente a nosotros. Frente a mí.

Glenn me abrazó, cubriendo mi rostro con una de sus manos, pero aún así, de reojo veía como mordían, desgarraban y comían su piel.

Sollocé en el pecho de Glenn y me aferré a su camisa.

Él se resbaló de mis brazos. Lo siento, Noah.

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