O18 ▬ family
🧬 RIDE OR DIE !
eighteen; familia
—¡Mamá! ¡Mamá! —Aren y yo corrimos hacia los brazos de nuestra madre.
Ella nos aceptó gustosa en sus brazos y sentí como sonreía en mi cuello, mientras acariciaba la espalda de ambos. —¿Cómo les fue en la escuela? —nos preguntó, poniéndose de pie y agarrando la mano de cada uno.
—La maestra dijo que tal vez vaya a un concurso de poemas. Es raro porque dijo que tengo potencial... Si supiera que lo saqué de internet, ¿qué debo hacer? —solté una risita por las expresiones de mi hermano y la cara de mi mamá era inexplicable que Aren y yo nos soltamos a reír.
—¿Y tú, cariño? ¿Cómo te fue? —mamá me preguntó, haciendo el agarre de nuestras manos más fuerte.
Me encogí de hombros. —Lo mismo de siempre. No cambia para nada mi día en la escuela.
Llegamos al café y entramos, lo primero que vi fue a mi papá que estaba sentado en una de las mesas de al fondo. Corrí hacia él y cuando llegué a sus brazos, él me cargó y dejó pequeños besitos en mis mejillas, para después sentarme en sus piernas.
Papá y yo siempre hemos tenido un vínculo especial. Tal vez porque soy la primera o porque llevó el nombre de mi bisabuela... La verdad es que no tengo ni idea pero desde que tengo memoria, tengo una buena relación con mi padre.
Aren y mamá llegaron a la mesa después de pedir algo caliente con el frío que hace en la ciudad.
El invierno estaba llegando y las calles de Nueva York comenzaron a teñirse de las hojas secas que caían de los árboles. Central Park es mi lugar favorito de la ciudad y más cuando es invierno y cae la nieve y todo se tiñe de blanco. Nosotros salimos y armamos muñecos de nieve. El año pasado, Aren se rompió la muñeca por cargar una gigantesca bola de nieve para la cabeza.
El mesero llegó con nuestros chocolates calientes y galletas. Al instante mi hermano y yo tomamos las de chispas de chocolates.
El teléfono de papá sonó. —Disculpen —dijo y se levantó de su asiento.
—¿Trabajo? —murmuró mi hermanito.
Mamá asintió. —Ya saben que es importante que conteste las llamadas, cariño.
Nadie dijo nada más y los tres seguimos concentrados en nuestra bebida.
Después de seis minutos, papá regresó. —Lo siento. Era Lucille.
2:40 A.M. marcaba el reloj de mi muñeca. Maldecí. Fue mala idea quedarme hasta tarde con los chicos. Abraham me había dado permiso hasta las diez de la noche y llegué cuatro horas después, no vuelvo a confiar en Vikram.
Abrí la puerta de la casa con sumo cuidado de no hacer ruido y festejé internamente cuando lo logré sin que la manija rechinara, cerré la puerta con el mismos cuidado y comencé a caminar a hurtadillas. Pero todo se fue al carajo cuando la lámpara de la sala se prendió, dejando ver a Abraham y a Rosita sentados en el sofá con los brazos cruzados.
Corrí a las escaleras pero el pelirrojo me cargó y me obligó a sentarme en el sofá más pequeño. —¿Qué son estás horas de llegar, Nydia? —preguntó Rosita, elevando levemente la voz para no despertar a los demás.
—Lo siento —murmuré apenada con la mirada ida en el piso.
—Te dije claramente que a las diez te quería aquí. Y pasan de las dos de la madrugada —Abe agarró el puente de su nariz con frustración.
—Lo siento, me quedé haciendo un trabajo de la escuela —no era del todo falso.
Habíamos acabado el trabajo a las doce pero Vikram nos convenció de que viéramos películas de Disney. Es Disney, no se puede negar.
Además, que el trabajo era hacer una manualidad para tus padres... Al parecer Barbara no entendió que la mayoría de nosotros somos huérfanos.
Al final, Vikram hizo su manualidad para Daryl, la relación de ellos se había vuelto fuerte al punto que mi amigo ojiverde ya lo consideraba un padre. Enid, hizo la manualidad para la pareja Rhee. Carl, él, bueno, él aún tiene a su padre. Y yo la hice para Abe y Rosita.
—¿Ya me puedo ir a mi habitación? —pregunto mientras me pongo de pie y me dirijo a las escaleras.
Escuché las pisadas de Abraham detrás de mí. —¡Nydia Ford, ven para... ! —él se interrumpió al darse cuenta de lo que dijo y yo me quedé estática a la mitad de las escaleras.
Giré sobre mis talones y me quedé ahí, procesando lo que había dicho. Ford... Él me había llamado Nydia Ford.
El pelirrojo se disculpaba una y otra vez. —Lo siento. Yo... ¡Carajo! Lo lamento...
Bajé corriendo las pocas escaleras que me faltaban y me lancé a abrazarlo. —Te quiero... papá.
Él reaccionó y me abrazó, apoyando su mentón en mi cabeza. Miré de reojo a Rosita que nos veía con una sonrisa conmovedora y me separé de mi papá... Papá... suena bien volver a decirlo. Me separé de él y abracé a Rosita. —¿Queda bien Nydia Ford Espinosa Denson?
Ellos rieron levemente. —Queda perfecto, cabroncita —la latina besó mi cabello y en cuestión de segundos, papá ya nos había abrazado, formando un lindo y cariñoso abrazo familiar.
Hace tiempo no me sentía así, no me sentía en casa.
—A pesar de este tierno momento familiar. Estás castigada, Nydia. Dos semanas sin salir con tus amigos.
Suspiré rendida, aceptando las consecuencias de mis acciones. —Está bien. Pero tendrás que soportar las súplicas de Vik por esos día.
Papá hizo una mueca. —Una semana. Y no se negocia.
Asentí y me separé de ellos. —Buenas noches mamá, buenas noches papá.
—Buenos días —saludé a todos que se encontraban en el comedor.
Glenn frunció el ceño confundido. —¿Estás despierta tan temprano? ¿Estás de buen humor? ¡Jesús! Se va a acabar el mundo. No, espera, ya se acabó.
Maggie le dio un golpe nada fuerte en su cabeza. —¿Estás bien, cariño? ¿No te sientes mal?
Sasha me veía de manera burlona y yo suspiré frustrada. —Ahora no puedo estar de buen humor porque piensan que estoy enferma. Qué decepcionante —me senté a lado de Noah.
—Buenos días, cariño —Abraham llegó a la cocina y dejó un beso en mi cabello.
Sonreí inconscientemente. —Buenos días, papá.
El coreano escupió el café por la nariz. Hice una mueca de asco. Glenn entrecerró sus ojos, haciendo que casi no se vean. —¡¿Cómo?! ¿En qué momento? Abraham... Te dije que no puedes adoptar a Nydia como si fuera un perro.
—¡Hey! Cuidado como me hablas, chino.
—Lo siento —se disculpó de manera sarcástica.
Rick entró a la casa. —Buenos días...
Lo interrumpí. —Abraham oficialmente es mi papá —dije, alzando mis pulgares.
Rick miró a todos para buscar respuestas.
—El grandulón adoptó a Nydia, ¿no es una cachorrita? —Noah apretó mis mejillas como los ancianos solían hacerlo.
Grimes veía la escena divertido y al parecer el solo vino a saludar porque entró y salió más rápido que cuando Vikram oye la intro de Street Fighter.
—Mi papá es una zanahoria mutante y mi mamá es... No, no voy a decirle nada porque es latina y regaña feo —ellos soltaron una risita.
Sí, me emocionaba la idea de que ahora ellos eran mis padres.
—¡Mamá, no! ¡Me veo ridículo! —Aren chilló cuando el peine pasó por todo su cabello, peinándolo hacia atrás.
Solté una carcajada. —Pareces Draco Malfoy.
Él me miró mal y me aventó una bola de papel. —¡Hey! Nada de aventarse las cosas —regañó mamá.
Bufé, recostándome en la silla. —¿Es necesario que asistamos a esa cena?
Mamá acomodaba su vestido rojo. Lucía hermosa y resaltaba sus ojos azules. El rojo es su color.
Ella me miró por el espejo. —Sabes que sí. Es importante para su padre, y más les vale que se comporten... —advirtió y mi hermano y yo nos quedamos en silencio.
Papá entró a la habitación, acomodándose la corbata. Mamá le ayudó a que no se ahorcara con su ropa.
El timbre sonó y papá fue prácticamente corriendo hacia la puerta. Aren jaló mi mano y en cuestión de segundos ya estábamos frente a puerta.
—Lucille, qué alegría verte —papá abrazó a la mujer de enfrente.
La mujer rubia también abrazó a mi mamá y nos sonrió a nosotros. —Él es mi esposo, Negan.
El hombre con una barba algo tupida, estrechó su mano con la de mis padres. —Un placer —sonrió.
—El placer es mío —correspondió papá —. Lamento que hayan viajado tan lejos.
Lucille negó. —No te preocupes, Adonis. Ya nos hacía falta salir por un tiempo.
Los adultos se sentaron el sofá y nosotros en unas pequeñas sillas. —A ustedes aún no los conozco —el esposo de Lucille se inclinó levemente hacia nosotros, posicionando sus codos en sus piernas y con una sonrisa en sus labios.
—Él es Aren, mi hermanito —lo señalé —. Yo soy Nydia.
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