O12 ▬ Vikram you're weird


🧬 RIDE OR DIE !
twelve; Vikram eres raro

—Después de clases, casi siempre nos encontrarás aquí —mencionó Ron Anderson, hijo de Jessie Anderson, una mujer muy amable.

Carl y yo fuimos obligados por Rick a ir con Ron.

—¿Tienen clases? —pregunté desorientada, al darme cuenta que dijo "clases".

Ron rió un poco. —En un garaje. Los pequeños van por las mañanas, y nosotros vamos en la tarde —explicó —. Seguramente ustedes también irán, ¿no?

Carl ladeó un poco su cabeza. —Seguramente —afirmó por los dos.

Unos pasos más y ya estábamos en el marco de la puerta. La habitación era sencilla, las paredes blancas y algunos cuadros adornaban estas. —Chicos, él es Carl y ella es Nydia.

Saludé con la mano a los tres chicos que estaban en diferentes partes de la habitación.

—Ellos son Mikey, Vikram y Enid —señaló a cada uno.

Enid, ella era la chica que Aaron había mencionado.

—Hola —¿Vikram? creo que sí, nos saludó —. ¡Oh, santo cielo! Amo tu corte en la mejilla. Te hace ver ruda —halagó y sonreí con algo de timidez—. Soy Vikram aunque Ron ya lo había dicho pero me da igual. Solamente díganme Vik, es más corto y cómodo.

La chica nos saludó sin siquiera mirarnos.

—Enid también viene de afuera. Llegó hace ocho meses —explicó Anderson.

Saqué el cómic del bolsillo de mi pantalón y se lo tendí a Carl, él cual, entendió mi acción y también sacó el cómic que estaba en su bolsillo. —¿Esto es de ustedes?

Ron bufó. —Perdona. No sabíamos que se habían instalado en esa casa.

—Íbamos ahí a escuchar música —fruncí la nariz tras lo que dijo Mikey, ¿música? —. Eso es de Enid.

Carl le tendió ambos cómics y ella los tomó, aún sin mirarnos.

La tensión se podía sentir en el aire. Más bien, la incomodidad de Carl y la mía.

—¿Quieren jugar a algún videojuego? —preguntó, Vik para alivianar el ambiente —O en casa de Mikey hay una mesa de billar, pero a su papá no le gusta que...

Mikey lo interrumpió. —No hay problema. Está trabajando.

Ambos nos quedamos en silencio tratando de procesar lo que estaba ocurriendo. ¿Escuela? ¿Trabajos? ¿Videojuegos? ¿Música? ¿Tranquilidad? Todo era demasiado bueno para que fuera real. Todo era perfecto en Alexandria, sin preocupaciones, ni caminantes, ni personas locas que intenten matarte cada cinco minutos. Todo era tan raro que ahora que estamos en este lugar nos damos cuenta que ya no estábamos acostumbrados a ser humanos con vidas normales. Sólo éramos humanos tratando de sobrevivir allá afuera.

Ron habló al ver que no decíamos nada. —Perdonen, me parece que vamos demasiado rápido.

Y por primera vez, Enid nos había visto.

—Podemos quedarnos aquí sin hacer nada.

—Ni siquiera tienen que hablar si no quieren.

Vikram asintió. —A Enid le llevó tres semanas decir algo.

—Supéralo, amigo.

El ojiazul me miró con nerviosismo. —Vamos a...

—Juguemos algún videojuego —completé la frase de Carl.

—¡Salta! ¡Salta! ¡Maldita sea Carl, salta! —gritaba para que oprimiera el botón de saltar pero terminó perdiendo.

Le arrebaté el control de las manos. —¡Oye!

—Eres pésimo jugando Donkey Kong —dije con burla.

Él resopló algo molesto. —Soy mejor en Mario Bros.

—¡Es prácticamente lo mismo, idiota! —le reproché.

Nivel cuatro, nivel cinco, nivel seis, y en el nivel siete perdí. —¡Agh! Sólo me faltaba un nivel.

—Tranquila, fiera —Enid dijo con una sonrisa.

Le regresé la sonrisa y le pasé el control a Vikram.

Solté una carcajada al ver que ya había perdido a los pocos segundos de iniciar. —Carl, lamento haberte dicho que eres pésimo. No había visto jugar a Vik.

Vikram me miró ofendido. —No diré nada para defenderme. Pero ustedes son mortales para apreciar mis dotes en Street Fighter. No es por presumir pero tengo el puntaje más alto —me guiñó un ojo.

Rodé los ojos con diversión. —Me muero por ver eso.

Carl me sonrió y yo aparté la mirada de él.

—¿Pueden poner Mario Bros? —Grimes suplicó, ya harto de perder.

—¿Qué demonios haces? —me acerqué a Vikram al ver que estaba haciendo ¿yoga?

—¡Shh! —siseó y siguió con sus movimientos raros.

Me crucé de brazos y enarqué una ceja. —Vikram, te vas a romper un hueso con tu intento fallido de gimnasia —dije al ver que se ponía de cabeza.

—¡Shhh!

Alcé mis manos en forma de arrepentimiento. —¿Ya me dirás?

Él asintió y se estiró por última vez. —Limpio mi alma.

—¿Limpias tu... alma?

—Así es. La purifico y dejo que se vayan las malas vibras —se sentó en el césped con sus piernas cruzadas.

—Amigo, quiero de la que te fumaste —reímos —. Entonces... Todo ese ritual es para limpiar tu ¿alma? —él asintió —. Pensé que estabas haciendo un ritual satánico o algo por estilo, de hecho, ya te iba a decir que me enseñarás a invocar —dije entre risas.

Él soltó una ronca risa. —No hago rituales pero puedo enseñarte la magia del yoga —hizo manos de jazz.

—Sí, no creo que sea lo mío —meneé la cabeza.

Él negó mientras se ponía de pie. —¡Vamos! Podemos hacer yoga juntos, también ir al lago, y...

—Tranquilo, tranquilo. Está bien, haré yoga contigo.

Vikram sonrió satisfecho. —Sabía que caerías a mis encantos, muñeca.

Carcajeé al ver a Vikram en un intento fallido de coquetearme. Él estaba recargado en el tronco del árbol con una de sus manos en su cadera y alzaba las cejas de manera "coqueta". —Eres simpático.

—Yo sé que mueres por mí —lanzó un beso al aire.

Solté una carcajada más fuerte. —Vikram, eres raro.

—Ya déjala, Vik —Enid llegó a mi lado haciendo que el chico chasquera la lengua y se fuera de ahí —. Lamento lo que sea que te estaba haciendo. Vikram es demasiado... sociable.

Asentí riendo. —Me di cuenta.

Ella sonrió. —¿Quieres acompañarme?

—¿Adónde?

Enid jaló mi mano. —Ven.

La ojiverde veía por todos lados asegurándose que nadie nos siguiera. —Enid, ¿adónde vamos? —murmuré entre dientes pero ella me siseó.

Bufé y la miré con confusión al ver que estaba poniendo unos pequeños tubos en los huecos que había en el muro.

—Empieza a subir —dice cuando ya está a unos cuantos metros alejada del suelo.

 —¿Segura que esto no me mata? —pregunté con preocupación.

—Mjm. Lo he hecho miles de veces. Relájate, Nydia.

¡Oh, mierda! Fue un grave error mirar hacia abajo. Ya estaba demasiado alto como para retractarme y bajar de ahí. Siempre creí que el tabaco me mataría pero ahora creo que será la caída.

Nydia Denson, causa de muerte: se resbaló de unos tubos.

Sí, eso no suena bien.

Me alteré al ver que tenía que pasar mi cuerpo por encima de todo el muro. —¡Demonios, Enid! ¡Voy a morir! —grité con pánico.

La risa de la chica se escuchó. —No vas a morir. Sólo hazlo con cuidado.

Estaba sudando por el nerviosismo y ni siquiera sé como lo hice pero mi cuerpo ya estaba del otro lado del muro. —Enid, si muero. Mi testamento es: La saga de Harry Potter a Tara, la saga de Juego de Tronos a Glenn... Un chocolate a Abraham, dulces rancios a los demás, y para Carl... una roca.

—¿Una roca? —preguntó con burla cuando llegué a piso firme.

—¿Qué? —me encogí de hombros —No se puede pedir mucho hoy en día. Mejor agradece que no morí en ese intento de ser una super espía.

Rodó los ojos con diversión y comenzó a caminar. Yo, toda obediente, caminé detrás de ella.

Nos estábamos alejando de Alexandria, no tanto, pero si consideraba que un poco mucho. Enid ya iba unos cuantos metros más alejada de mí.

Me detuve al escuchar pisadas en las hojas secas, giré con mi cuchillo en mano pero no había nadie, bueno, había alguien supuestamente "escondido" detrás de un tronco. El sombrero de Carl sobresalía del tronco, reí para mí y comencé a correr para que me dejara de seguir.

Buscaba a la ojiverde con la mirada pero no podía encontrarla. Genial, todo por culpa de Grimes. —Pss. Nydia —mi mirada se encontró con la de Enid.

Caminé hacia la chica y me senté en el tronco, junto a ella. —Pensé que no me hablarías.

—Sí, yo también.

Al menos es sincera.

—¿Sabes? Yo tampoco creí hablarte así como así pero debo admitir que estar rodeada de sólo niños es cansado y algo molesto —hizo una pequeña sonrisa.

Ladeé un poco mi cabeza. —Tienes toda la razón.

—Me alegra que hayas llegado, Nydia —sonrió mostrando sus hoyuelos.

—Me alegra haberte conocido, Enid.

Y ese fue el inicio de nuestra amistad.

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