OO1. 𝘁𝗵𝗲 𝗿𝗮𝗱𝗶𝗼 𝗯𝗼𝘆
chapter one !
el chico de la radio 📻
vol. 1 — mastermind
— Oigan, ¿están vivos? —la voz de la radio volvió a hablar, era un milagro.
Rick al estar desesperado de responder trató de levantarse provocando que se golpeara la frente con un tubo, cubrí mi boca para evitar soltar una carcajada.
— ¿Hola? ¿Hola? —contestó con desesperación.
— Ahí están. Me tenían preocupado.
— ¿En dónde estás? ¿Afuera? ¿Puedes vernos?
— Sí, los puedo ver. Están rodeados de caminantes. Esas son las malas noticias.
Entreabrí mis labios tratando de pensar que decir, cuando lo supe me acerqué a Rick para quitarle el radio de las manos y hablar. — ¿Acaso hay buenas noticias? —pregunté, desesperanzada.
— No.
Qué agradable sujeto, que se note el sarcasmo.
Mamá me quitó el radio de las manos. — Escucha, quien quiera que seas, no me importa decirte que estamos algo preocupados.
— ¡Oh amigos! Deberían verlo desde aquí. Se descontrolarían totalmente.
Palabras motivadoras, me llegaron al corazón.
— ¿Algún consejo? —cuestionó el señor Grimes.
Hubo un pequeño silencio pero la radio volvió a sonar. — Sí, yo diría que corrieran.
No me parece que ese chico sea muy listo.
¡¿Acaso, quiere que muera?!
Mamá, Rick y yo nos miramos con incredulidad ante lo dicho por aquel chico. — ¿Sólo eso? ¿Correr? ¿Es en serio? —la molestia de mi mamá era notoria.
Mejor doy un pasito hacia atrás. Más vale prevenir.
— No es tan tonto como parece. Aquí afuera tienen ojos, aún hay un cretino sobre el tanque, pero los otros ya bajaron y comen frenéticamente donde cayó el caballo.
— Su nombre era Pegaso —dije en un susurro.
— Bueno, se están comiendo a Pegaso —se corrigió de inmediato. ¿Se supone que eso me tenía que hacer sentir mejor? — ¿Me entienden? —el de ojos azules dio una respuesta afirmativa — En la calle del otro lado del tanque hay menos de ellos. Tendrán una oportunidad si se mueven ahora que están distraídos. ¿Tienen municiones?
El señor Grimes le preguntó sobre la bolsa con armas y nuestras mochilas, y el chico prácticamente dijo que olvidemos esas cosas porque se encontraban en medio de todo el caos. Rick contó el número de balas que tenía y se lo hizo saber al chico y él dijo que tenía que aprovecharlas, ah también mencionó algo sobre saltar hacia la derecha y corramos hasta llegar a un callejón. Y no olvidemos la parte donde el señor Grimes preguntó su nombre y lo mandó por un tubo, fue gracioso.
— ¿Listas? —nos preguntó el sheriff después de agarrar una pala. ¿De dónde sacó una pala?
— ¿En serio vamos a salir? ¿Me lo estás diciendo de verdad, no bromita? —le cuestioné, entrecerrando mis ojos con una mueca de desaprobación en mis labios.
— No bromita, Thea —aseguró, con una mirada de "Todo va a salir bien".
No estaba muy segura de lo que íbamos a hacer pero ya no había opción cuando Rick abrió la abertura de arriba y salió primero, escuché como remató a uno de los caminantes, como el chico de la radio los había llamado. El señor Grimes me ayudó a subir para después ayudar a mi mamá, el sheriff bajó de un salto del tanque seguido por mamá, ambos se encargaban de los muertos que se acercaban y cuando ya no había casi ninguno cerca Rick me extendió sus brazos indicando que saltara, no lo pensé dos veces y de un brinco caí a los brazos del hombre quién de inmediato me bajó para comenzar a correr mientras disparaba a los caminantes que se acercaban.
Dimos vuelta en el callejón y solté un gritito del susto al ver un chico asiático de gorra roja gritando como loco cuando el sheriff le apuntó con el arma creyendo que era otro muerto.
Corrimos detrás del chico hasta que llegamos a unas escaleras pegadas a la pared de un edificio. Él fue el primero en subir, después yo, mi mamá, y al final Rick. Nos detuvimos en una especie de plataforma para intentar recuperar el aliento.
— Buenos movimientos, Clint Eastwood —murmuró el chico en voz baja, tratando de regular su respiración — ¿Eres el nuevo sheriff que cabalgó a la ciudad para limpiarla? —preguntó con sarcasmo.
— No era mi intención.
— Sí, bueno. Sigues siendo un idiota.
— Rick, ellas son Kath y Thea —nos señaló a cada una —. Gracias.
El chico nos dio una rápida mirada. — Glenn, de nada.
Abrí los ojos completamente horrorizada al ver a uno de los caminantes comenzar a subir las escaleras. — ¡¿Saben escalar?!
Glenn se encogió levemente de hombros. — Mejor no averiguarlo —miró hacia arriba y todos hicimos lo mismo — El lado bueno: La caída será la que nos matará.
Yo aún mantenía mi mirada fija en la escalera que fácilmente eran unos diez metros de altura. Me voy a desmayar. — ¿De verdad vamos a subir por allí? Si me caigo voy a quedar como puré de papa.
— En el tanque, ¿por qué te expusiste por nosotros? —la pregunta de mamá hizo que viera a Glenn con curiosidad, esperando con ansias su respuesta.
¿Qué? No me juzguen, curiosidad es mi cuarto nombre.
Glenn se quitó su mochila y la aventó por aquel hoyo, ahora íbamos a bajar por otras escaleras pero esta vez estaban dentro del edificio, al menos no moriré en una caída crítica de diez metros hoy.
El asiático tenía su ceño fruncido haciendo que sus ojitos rasgados se achicaran más. — Llámala esperanza tonta e inocente que si alguna vez me encuentro en una situación complicada, alguien haga lo mismo por mí. Creo que soy más idiota que ustedes.
Esperen... ¿volvió a decirme idiota?
En mis diez cortos años de vida nadie me había insultado tanto como Glenn lo había hecho en solo un día.
Estoy ofendida.
Todos bajamos con rapidez aquellas escaleras para encontrarnos en una oficina abandonada que rápidamente salimos de allí para llega a otras escaleras. Dios mío, las escaleras me van a causar pesadillas. Glenn iba hablando por la radio pero para ser sincera no me tomé la molestia de escuchar que decía pues mamá iba detrás de mí diciéndome a cada rato "No te caigas, Thea".
Aparte de mi curiosidad, torpeza es otra cualidad mía.
Nos detuvimos cuando dos muertos se nos acercaban, ya estaba lista para morir. Por favor en mi tumba pongan "Descanse en paz la mejor fan de One Direction".
Me sobresalté al escuchar la puerta abrise dejando ver a dos hombres con bates y vestidos por lo que parecen ser de esos trajes que se ocupen en el karate cuando golpeas a alguien, no sé, nunca hice deporte.
Glenn tomó mi mano al ver que no me movía y me arrastró como perro hasta la puerta, creímos estar a salvo pero al parecer no era así porque una señora loca había acorralado a mi mamá, apuntándole con un arma a mamá y a Rick. — Ustedes, hijos de perra. Deberíamos matarlos.
¡Está loca!
Saqué la resortera de mi bolsillo y apunté a la rubia con una piedra que estaba dispuesta a disparar. — Tengo una resortera y no tengo miedo a usarla. Aléjate de ellos si no quieres perder un ojo con una piedra y aviso, tengo buena puntería —tensé la liga, cerrando uno de mis ojos y sacando la lengua de lado en forma de concentración al estar apuntando al ojo derecho de la mujer.
— Cálmate, Andrea. Retírate.
— Vamos, tranquila.
Andrea hazle caso a tus amiguitos, por favor.
— ¿Tranquila? Bromeas, ¿verdad? —la tal Andrea respondió con agresividad — Estamos muertos, por estos imbéciles estúpidos.
¡Vamos, dejen de insultarme!
¡Llamen a mi abogado!
Un hombre de rasgos latinos la reprendió, haciendo que la rubia diera un paso atrás mientras sollozaba y nos veía con demasiado odio. Dios mío, es buen momento para que vuelvas a hacer tus milagros.
— Estamos muertos, todos nosotros, por ustedes.
Positivismo en su máximo explendor, me encanta.
El señor Grimes miraba a todos con confusión. — No entiendo.
El mismo hombre latino tomó el brazo del sheriff con rudeza para comenzar a caminar, detrás de ellos fuimos mamá y yo y los demás. — Mira, vinimos a la ciudad en busca de suministros. ¿Sabes qué es lo necesario para eso? ¡Sobrevivir! ¿Y para sobrevivir? Entrar y salir a escondidas, no disparar en las calles como si fuera O.K Corral.
— Todos los cretinos a kilómetros alrededor escucharon los disparos.
— Tocaste la campana para la cena.
Los caminantes trataban de entrar, y vaya que realmente lo intentaban pues habían unos que tenían rocas como arma... ¡Rocas! Estamos fritos.
Me quedé sentada en uno de los tubos, moviendo mis pies para no aburrirme. Estaba unos cuantos metros alejada de todos los demás. Obvio, estaba ahí sentada por voluntad propia y no porque mi mamá me amenazó con la mirada, bueno, no tanto así pero si vi su mirada de madre protectora cuando un hombre tenía un rifle en manos y disparaba como loco desde el techo.
Mamá decidió que era mejor que estuviera alejada en lo que platiquen con ¿Dixon? creo que ese era su apellido.
Ella no entiende que vivo por el chisme.
Los gritos de todos se podían escuchar, gritos muy feos hacia el latino y el moreno, y no tardó nada para que los golpes aparecieran, realmente era horrible lo que estaba pasando.
Mis ganas de ir hacia ellos se esfumaron como mi papá.
Mis traumas, mis chistes.
Hice una mueca de dolor cuando Dixon golpeó al moreno otra vez haciendo que cayera al tubo donde me encontraba sentada, golpéandose fuertemente la cara, por obvias razones se quedó en el suelo adolorido y eso no bastó para que el hombre agresivo volviera a golpearlos. Todos gritaban y trataban de separarlos pero era imposible porque quién hacía el esfuerzo de separarlos se llevaba un golpe seguro. Merle sacó su arma, apuntándole a la cabeza.
— Thea, ven cariño —murmuró mamá en voz bajita, extendiendo su mano hacia mí, me bajé de donde me encontraba sentada y caminé hacia ella para tomar su mano, me escondí detrás de ella.
Merle antes de separarse del pobre hombre, le escupió. Que personas tan más detestable. Se comportaba como un animal.
— ¡Muy bien! Tendremos una pequeña reunión. Hablaremos sobre quién está a cargo. Yo voto por mí. ¿Alguie más? Es hora de la democracia —el silencio fue lo que obtuvo como respuesta — ¿Mostramos las manos? ¿Los que estén a favor? Vamos, mostrémoslas.
Él era el único loquito que tenía la mano alzada y por miedo, todos los demás la alzaron, me causó algo de gracia que la mujer morena la alzara pero mostrando el dedo grosero.
— Significa que soy el jefe, ¿verdad? ¿Alguien más? ¿Alguien? —gritaba como loco y antes de que pudiera decir algo la piedrita que tenía en la resortera salío disparaba hacia sus pelotas.
— Ahí está mi voto —sonreí orgullosa al ver a Merle soltar el arma y caer al piso adolorido mientras se agarraba allí y Rick aprovechaba esto para esposarlo a un tubo.
— Este está muy bonito, ¿no? —mamá me extendía un brazalete que en el medio tenía una pequeña flor, lo miré con una sonrisa y lo tomé entre mis manos para ponerlo sobre mi muñeca.
— ¡Es precioso! Gracias, mamá —la abracé con una sonrisa, ella acariciaba mi caballo con delicadeza.
Me separé de ella y le indiqué que iría hacia el estante donde se encontraban los lentes de sol, ella me dio el sí para seguir guardando algo de ropa en una mochila, por si no lo recuerdan, nuestras mochilas se quedaron en medio de la calle junto a las armas del señor Grimes.
Me puso de puntitas tratando de agarrar unos lentes rosados pero era imposible porque mi estatura me lo impedía, el sheriff me bajó los lentes y le agradecí con una sonrisa. — ¿Esto no es considerado robo, verdad oficial? —fingí preocupación en mi voz.
— Lamento decírlo, pero señorita, usted irá a la cárcel —me miró con una sonrisa burlona colocando una de sus manos en su cadera mientras con la otra me apuntaba con su dedo índice y yo alzaba las manos en forma de rendición.
Un estruendo nos hizo sobresaltar y Rick colocó mi mano en mi pecho para que me quedara ahí al ver mis intenciones de acercarme. Los caminantes habían roto el primer vidrio.
Glenn y Morales habían vuelto con malas noticias pues no había manera de salir por las alcantarillas ni por la puerta principal.
— Necesitamos un cretino —murmuró mamá y yo la miré horrorizada, dime por favor que no está pensando volver a hacer eso.
— Wayne Dunlap. Licencia de Georgia —el sheriff comenzó a leer la identificación de quel hombre muerto — Nació en 1979 —le entregó la tarjeta a Glenn, el asiático la examinaba detalladamente —. Al morir tenía 28 dólares en el bolsillo y la foto de una chica bonita. "Con amor, Rachel" —leyó el reverso de la foto. — Solía ser como nosotros, preocupándose por las cuentas o el alquiler o el Super Bowl... Si llego a encontrar a mi familia, les contaré sobre Wayne.
Un silencio inundó el lugar y el de ojos azules tomó el hacha para cortar el abdomen y las pieras de Wayne. Qué asco.
No vomites, no vomites, no vomites.
Me repetía eso todo el tiempo pero me fue inevitable cuando los intestinos se regaron por todas partes. — No me siento bien... —dije en voz bajita, apoyando mi mano en la pared y agachándome para vomitar.
Glenn puso su mano sobre mi espalda, dando pequeñas palmaditas en señal de apoyo. Limpié mis labios con la manga de mi camisa. — ¿Estás bien? —preguntó con preocupación.
Lo único que hice fue alzar uno de mis pulgares. — Sin contar que vomité un pulmón... Todo bien.
El asiático asintió levemente, sabía que quería vomitar se le notaba en su cara pálida y en todo el esfuerzo que hacía para no respirar el horrible olor que había.
Mamá se puso de cuclillas, agarrando un buen puñado de las tripas y las colocó sobre el cuerpo de Rick. Vomitaré de nuevo, aviso. — Que no les caiga en la piel ni en los ojos —advirtió Rick, con una mueca de asco al ya estar cubierto de sangre y entrañas.
Y no tardó mucho para que el asiático también se encontrara cubierto de pedazos de carne y sangre. — ¡Ah, Dios! ¡Jesús! Esto está mal. Esto está realmente mal.
— Piensa en algo más lindo —hablé para tratar de distraer a Glenn — ¡Perritos y gatitos! ¡Sí! Piensa en eso.
— Perritos y gatitos muertos —murmuró T-Dog haciendo que Glenn vomitara.
Iba a dar palmaditas en su espalda pero me arrepentí cuando ya estaba cubierto de tripas.
— Esto está demasiado mal. ¿Qué te pasa? —le preguntó Andrea a mi mamá de una forma para nada amable provocando que mi ceño se frunciera con molestia.
Mamá ni el señor Rick hablaron. Funcionaría, de eso estaba segura. De hecho, fue un accidente como descubrimos que colocando las tripas de los muertos sobre nuestros cuerpos podíamos camuflarnos entre ellos, mamá había salido por municiones y yo me quedé en la cabaña donde nos hospedábamos, a las pocas horas ella volvió literalmente bañada en sangre de caminante y tiempo después los cretinos rodearon nuestra cabaña y mamá dijo que tener sus tripas encima de nosotras no nos iban a hacer nada, raramente funcionó y así logramos sobrevivir.
Al parecer Tlaloc y Zeus se pusieron de acuerdo para estropear el plan. Las nubes grises indicaban que una tormenta llegaría pronto y los estruendos de los rayos me ponían la piel chinita. Odiaba las tormentas eléctricas. Las gotas de lluvia comenzaron a caer, mojándome como un cachorro en la calle. Mamá me tendió los binoculares y los coloqué sobre mis ojos para ver mejor a Glenn y al señor Grimes imitando a los caminantes, sonreí levemente al ver al asiático poner los ojos en blanco y mover sus labios, sabía que estaba gruñendo como los muertos solían hacer.
Tenía un mal presentimiento, la lluvia hizo que la sangre se desvaneciera de sus cuerpos y comenzaran a correr con desesperación cuando los muertos se dieron cuenta de su presencia. Corrían y mataban a la vez. Qué habilidad.
Siguieron corriendo hasta que llegaron a una reja que escalaron fácilmente, movimiento de Spider man, no lo entenderían.
El chico del radio y el sheriff se subieron a un camión y se fueron. ¿Nos habían dejado? vuelvo a repetir ¡¿Nos dejaron?! No lo podía creer.
La voz de Glenn a través del radio me hizo sacarme de mis pensamientos, el asiático gritaba que nos reunieramos enfrente de ¿unas puertas metálicas? creo que eso dijo. Nadie dijo nada y de inmediato agarramos nuestras cosas para irnos de ahí. Merle gritaba, suplicando que lo sacaran de allí, T-Dog tenía la llave y estaba dispuesto a liberarlo pero se tropezó, haciendo que la llave cayera justo en una rejilla y se perdiera.
Dios mío, que mala suerte.
Bajamos más rápido que Flash y atravesamos de nuevo la tienda donde antes estábamos, el vidrio rompiéndose nos hizo correr más rápido. Nos quedamos en silencio al escuchar la alarma de un auto, ¡¿habían robado un auto?! Poco tiempo después tocaron aquellas puertas y todos las abrieron dejando ver al señor Rick. Morales me ayudó a subir y después todos ya estábamos dentro del camión, bueno, casi todos. Merle se quedó esposado en el techo del edificio, lo que le hizo a T-Dog fue horrible pero ningún ser humano merecía eso.
🪐 ── 2999 palabras
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