━━ 𝟒𝟑


【𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟺𝟹】


𝐬á𝐛𝐚𝐝𝐨, 𝟑 𝐝𝐞 𝐟𝐞𝐛𝐫𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟒 


𝓓afne

Cuando finalmente logré irrumpir en la habitación del hospital, el aire pareció condensarse con la solemnidad de la tragedia inminente. Mi madre, sentada junto a la cama, proyectaba una sombra de desolación que se extendía en toda la habitación. Sus ojos, enrojecidos y húmedos, reflejaban la profundidad de su sufrimiento. 

Me acerqué con paso vacilante, cada paso resonando en la quietud abrumadora del lugar, el latido de mi corazón retumbaba con fuerza en mi pecho. La figura de mi padre, yaciendo en la cama con una quietud sobrecogedora, parecía ajena a todo, como si estuviera atrapado en un sueño del que nunca despertaría.

─ Papá ─susurré, mis labios apenas articulando la palabra en un murmullo cargado de emoción. Una oleada de desesperación me envolvió al no obtener respuesta, solo el eco vacío de mi propia voz en la habitación─. ¡Papá! ¡Papá! ─mi grito desgarrado resonó en el espacio, pero solamente el silencio respondió en su lugar. 

En ese momento, un vendaval de emociones me arrolló sin piedad, sumiéndome en un abismo de dolor y desesperación. La habitación del hospital se convirtió en un remolino de sensaciones agobiantes, todas oprimiendo mi pecho con su carga aplastante. 

Detrás de mí, la figura frágil, pero reconfortante de mi madre se materializó, extendiendo su mano con delicadeza sobre mis hombros como un bálsamo de consuelo en medio de la tormenta. Me volví hacia ella y me dejé caer en sus brazos, permitiendo que el peso abrumador de la pérdida nos envolviera en un océano de lágrimas compartidas. 

El peso del remordimiento se apoderó de mi ser, devorando cada rincón de mi alma con sus garras afiladas. El peso de la culpa se hizo sentir con una intensidad abrumadora, entrelazando mis pensamientos en un torbellino de autorreproches y angustia sin fin. Mis manos temblaban sin control, impotentes ante la marea de emociones que amenazaban con arrastrarme hacia la oscuridad. 

─ Perdóname, por favor ─supliqué a mi madre, mis palabras vacilantes apenas audibles entre sollozos entrecortados, mientras el peso abrumador de la culpa se clavaba en mi pecho como una espada afilada.

Mamá se separó y una de sus manos suaves encontró mi hombro, intentando transmitirme consuelo.

─ Dafne, escúchame ─susurró con ternura─. No podés cargar con la culpa de lo que pasó. No había manera de que supieras lo que iba a pasar. Esto no es tu responsabilidad.

Pero las palabras de mi madre apenas lograban penetrar la densa niebla de mi culpa. Me encontraba atrapada en un laberinto de autocrítica y desesperación; incapaz de escapar de la creencia de que yo, de alguna manera, había desencadenado esta tragedia. 



━━━📱━━━



𝐀𝐁𝐑𝐎 𝐋𝐎𝐒 𝐎𝐉𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐆𝐎𝐋𝐏𝐄, sobresaltada por la intensidad de mis propios pensamientos. Mi corazón late desbocado en mi pecho, como si aún estuviera atrapada en la vorágine de aquel fatídico 23 de octubre de 2023. La pesadilla parece prolongarse, envolviéndome en su abrazo implacable mientras revivo cada instante doloroso de aquel día.

El eco de las máquinas del hospital resuena de nuevo en mis oídos, las miradas preocupadas de los médicos se grabaron en mi mente y el frío pasillo que atravesé a toda prisa hacia la habitación de mi padre se vuelve a presentar ante mí, interminable. Todo se reproduce en mi cabeza como si fuera un bucle infinito, negándose a dejarme en paz.

Me siento abrumada por una mezcla de tristeza y culpa, preguntándome una y otra vez si podría haber hecho algo para alterar el curso de los acontecimientos. Mis pensamientos se enredan en un torbellino de emociones, luchando por hallar una salida de este laberinto de recuerdos dolorosos. 

Mientras me levanto para contemplar el amanecer, una sensación de profunda pérdida me embarga al darme cuenta de todas las cosas que mi padre nunca vivirá junto a mí. 

No estará aquí para presenciar el amor que Matías y yo compartimos, un amor que se ha convertido en un faro de luz en medio de mi oscuridad.

Y ahora, al pensar en Matías, es cuando me doy cuenta de algo extraordinario. La noche que dormí con él no tuve pesadillas. Su presencia y su amor alejaron las sombras de mis sueños, trayendo paz a mi atormentada mente. 

La ausencia de mi padre se hace aún más palpable al imaginar su rostro radiante de orgullo mientras conduzco por primera vez. Cierro los ojos y puedo verlo, sentado junto a mí en el asiento del copiloto, sus manos apretando ligeramente el bode del asiento y su sonrisa iluminando todo el automóvil. Pero al abrir los ojos, la dura realidad se estrella contra mí. 

La idea de que nunca estará presente para celebrar mis logros académicos, para secar mis lágrimas en los momentos difíciles o para brindar su bendición en el día de mi boda, se convierte en un peso insoportable en mi corazón. Imagino el vacío en la iglesia, el hueco en la mesa familiar, el silencio en los momentos que deberían estar llenos de su amor y apoyo incondicional. 

Y pensar que no conocerá a sus propios nietos, que nunca escuchará el sonido de sus risas mezclado con la inocencia de sus voces, me deja sin aliento. 

Nunca más podré escuchar su voz reconfortante ni su contagiosa risa.

Y es un dolor que corta más profundo que cualquier herida física, es una herida que nunca sanará por completo. Pero en medio de este dolor, quiero aferrarme a los recuerdos, a todo lo que me enseñó y al amor que siempre nos unirá, incluso más allá de la eternidad.

Mientras el cielo se va tiñendo gradualmente de tonos rosados y dorados, observo maravillada cómo el nuevo día emerge lentamente del horizonte. Las primeras luces del amanecer se filtran a través de las cortinas de mi ventana, pintando delicadamente la habitación con tonalidades cálidas y reconfortantes. 

A medida que el sol comienza a ascender en el cielo, despejando la oscuridad de la noche, siento cómo una chispa de esperanza se enciende en lo más profundo de mi ser. El mundo parece cobrar vida ante mis ojos, recordándome que, a pesar del dolor, la vida continúa su curso. 

En cada rayo de luz, intento encontrar una razón para seguir adelante, para aferrarme a la vida y encontrar consuelo en la promesa de un nuevo día. 

Después de dejarme llevar por la tranquilidad del amanecer, regresé a paso lento a mi habitación, sintiendo cómo la calidez de los primeros rayos de sol me acompañaba en mi regreso al interior. Al adentrarme, mis ojos se posan de manera automática en el móvil que reposa sobre mi mesita de noche.

Con un gesto rápido, desbloqueo la pantalla y me encuentro con varios mensajes de Matías en WhatsApp, porque sí, al final nos intercambiamos los números. Una mezcla de emoción y nerviosismo se apodera de mí mientras entro en su chat.

En ese momento, sentía un profundo anhelo por la presencia de Matías, como si su cercanía fuera la única fuerza capaz de disipar el peso abrumador que oprimía mi pecho. Deseaba sentir sus abrazos reconfortantes, sus besos llenos de ternura y escuchar sus palabras de consuelo que solo él sabía pronunciar con sinceridad. 

Necesitaba desahogarme, liberar toda esa carga emocional que se había acumulado dentro de mí y encontrar en él un refugio seguro donde depositar mis penas. 






NO SE OLVIDEN DE VOTAR Y COMENTAR!!!!❤️❤️❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top