━━ 𝟑𝟕
【𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟹𝟽】
𝐣𝐮𝐞𝐯𝐞𝐬, 𝟏 𝐝𝐞 𝐟𝐞𝐛𝐫𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟒
𝓓afne
𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐏𝐄𝐍𝐔𝐌𝐁𝐑𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐒𝐈𝐋𝐋𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐈𝐒𝐎 𝐒𝐔𝐏𝐄𝐑𝐈𝐎𝐑, mis pasos resonaban con un eco sordo, marcando el compás de una mente sumida en la turbulencia. A mi alrededor, las puertas de las habitaciones se desvanecían en la oscuridad. Con cada paso que daba parecía hundirme más en mis propios pensamientos, como si caminara hacia lo desconocido en busca de respuestas.
Cada vez que cerraba los ojos, la escena del beso entre Matías e Isadora se proyectaba en mi mente como un eco persistente, como una película que se repetía en un bucle interminable. Sentía el peso de aquel momento sobre mis hombros, como una carga que se negaba a desaparecer, una sombra oscura que se aferraba a mis pensamientos y no me dejaba en paz.
La sensación que continuaba experimentando era una mezcla tumultuosa de emociones: sorpresa, dolor y una pizca de ira. Era como si cada paso que daba resonara con el eco de aquel beso, recordándome lo que había sucedido y desencadenando una oleada de sentimientos contradictorios que sacudían mi ser hasta lo más profundo.
Por otro lado, la forma en que reaccioné tampoco fue la más adecuada. Besar a Juani fue un gesto impulsivo, un instante de desconcierto en el que mi mente parecía estar en piloto automático. Aunque puedo reconocer que mi acción fue precipitada, en el fondo, no me arrepiento.
Traté de buscar una explicación lógica para mi reacción, pero las respuestas parecían escaparse entre mis dedos. ¿Qué me había llevado a actuar de esa manera?
Por un momento, intenté justificarlo atribuyendo la culpa al alcohol, pero en realidad, sabía que no había bebido lo suficiente como para perder el control por completo.
La verdad es que, en lo más profundo de mi ser, sabía que había actuado de esa manera porque presenciar a Matías besándose con una de mis amigas había desencadenado una tormenta de emociones dentro de mí que no supe cómo manejar en ese momento. El ambiente estaba cargado de emociones, y la confusión y el dolor me impulsaron a buscar un escape en un gesto impulsivo.
Aunque me cueste reconocerlo, en medio de esta tormenta emocional que me envolvía, una parte de mí también anhelaba que Matías experimentara el mismo dolor que había sentido yo. Deseaba que comprendiera el impacto de sus acciones en mis sentimientos, que sintiera en su corazón la aguda punzada de la traición y la decepción que yo había experimentado.
Juani y yo éramos simplemente amigos, una relación que siempre había sido clara y sin ambigüedades. Sin embargo, mientras me sumergía en un análisis interno, una preocupación crecía en mi mente. ¿Cómo se había tomado Juani nuestro beso? Su reacción inicial, una broma, me hizo esperar que lo había interpretado de manera ligera, como una simple travesura entre amigos.
Anhelaba fervientemente que lo viera como lo veía yo, como un gesto impulsivo y sin mayores preocupaciones, más bien como un momento de alivio en medio del caos de la noche.
No estaba segura de poder afrontar más conflictos en ese momento. La tensión ya era palpable en el ambiente y añadir más dudas o malentendidos solo empeorarían las cosas. Era el momento de dejar que las aguas se calmaran y esperar que todo se aclarara por sí solo.
Mientras avanzaba por el pasillo, sumida en mis pensamientos, un inesperado agarre en el brazo me hizo detener en seco. Antes de que pudiera reaccionar, fui empujada con firmeza contra la pared, sintiendo su fría superficie contra mi espalda.
Una mano se posó sobre mi boca, silenciando cualquier intento de grito o llamado de ayuda. El pánico se apoderó de mí mientras luchaba por liberarme del agarre del desconocido, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho.
Sin embargo, cuando la figura desconocida se acercó lo suficiente como para sentir su aliento sobre mi piel, un familiar aroma llegó a mis sentidos. Sabía de quién era el olor, y tras eso vino el reconocimiento: era Matías. Un torbellino de emociones contradictorias me inundó mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder.
─ ¿Qué hacés acá? ─pregunté, tratando de mantener la compostura mientras mi voz temblorosa dejaba entrever mi nerviosismo. El miedo que había sentido inicialmente comenzaba a disiparse lentamente, siendo reemplazado por una gran curiosidad.
Hubo un momento de silencio tenso, solo interrumpido por el palpitar apresurado de nuestros corazones y el susurro entrecortado de nuestras respiraciones. La mirada penetrante de Matías se clavaba en la mía con una intensidad que me dejaba sin aliento, como si pudiera leer mis pensamientos más profundos solo con mirarme. La proximidad entre nosotros desataba una corriente eléctrica de excitación que me envolvía por completo, provocándome una sensación de vulnerabilidad.
─ Me parece que necesitamos charlar, aclarar las cosas entre nosotros ─respondió finalmente Matías, manteniéndome pegada contra la pared.
─ ¿Por qué? ─pregunté, mi voz apenas un susurro cargado de expectativa. Sentía la urgencia en el aire, la necesidad de desahogar las emociones que habían estado burbujeando debajo de la superficie desde que todo esto comenzó.
─ No deberíamos habernos mandado ninguna cagada así ─continuó Matías, su voz llena de pesar, como si cada palabra le costara un pedazo de su propia alma.
─ Mirá, Matías... ─intenté hablar, pero las palabras parecían atascarse en mi garganta.
En lo más profundo de mí, anhelaba que me dejara en paz, necesitaba tiempo para procesar todo lo que estaba sucediendo.
─ El beso con Isadora... fue un maldito error. No sé qué carajo me pasó, pero sé que te lastimé. Ni siquiera quería que se acercara a mí, lo sabes ─explicó, hablando rápidamente.
Matías soltó las palabras con un dejo de urgencia y sinceridad que penetró hasta lo más profundo de mi ser. En medio del oscuro pasillo, su confesión resonó como un eco de arrepentimiento y honestidad. Aunque mi corazón aún latía con la herida de la traición, no pude evitar detectar la autenticidad en su tono.
Me vi envuelta en una tormenta de emociones mientras luchaba por procesar sus palabras. Había algo en su voz que despertaba una chispa de esperanza en mi interior. A pesar de todo, una parte de mí ansiaba creer en su arrepentimiento, en la posibilidad de que sus acciones no hubiesen silo malintencionadas.
─ Matías, necesito tiempo. Me duele lo que hizo Isadora, ¿entendés? ─expresé, tratando de mantener la calma a pesar del torbellino de emociones─. Cada vez que te veo, esa imagen me carcome por dentro.
─ Mirá, a mí no me importa un carajo que te hayas chapado con Juani, Dafne ─dijo Matías con firmeza, su mirada penetrante clavada en la mía. Liberó su agarre en mi brazo, pero permanecí inmóvil, aún atrapada entre él y la pared─. Lo que siento por vos va más allá de eso. No puedo sacarte de mi cabeza, ni todo lo que pasó entre nosotros, gila.
Sus palabras resonaron en el pasillo oscuro como un eco profundo, llenas de una sinceridad que me estremeció hasta lo más profundo de mi ser.
─ Mirá, lo de Juani... fue un quilombo del momento, una reacción al caos que estaba sintiendo en ese instante ─susurré, mi voz era apenas un murmullo en la penumbra del pasillo─. Y eso no cambia lo que siento por ti.
Matías me observaba atentamente, como si intentara leer cada pensamiento que cruzaba por mi mente.
─ No me importa lo de Juani ─repitió Matías con firmeza─. Lo que realmente importa es lo que siento por vos. Y necesito tenerte cerca ahora mismo ─admitió finalmente, y su aliento cálido acarició mi piel en una caricia tentadora.
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